Hablemos de lo que nos fascina de las ciencias y las artes. Toda idea es falsa y toda persona inocente hasta que se demuestre lo contrario. Debatamos las ideas y respetemos a las personas.
miércoles, 19 de julio de 2017
Zenón de Elea, Lewis Carroll y Feyerabend
miércoles, 7 de mayo de 2014
El modelo de Cournot. Una historia de éxito (2).
Más recientemente, un par de resultados han contribuido más a la utilidad del modelo de Cournot. Kreps y Scheinkman (1983) [4] mostraron que un modelo más realista en el que las empresas eligen capacidad y después compiten en precios tiene la misma solución que el de Cournot. Moreno y Úbeda (2006) [5] confirmaron el resultado con una descripción aún más realista de la competencia en precios. Kemplerer y Meyer (1989) [6], por su parte, mostraron que cuando las empresas en un oligopolio compiten en funciones de oferta (como las subastas eléctricas, donde las empresas proponen una cantidad y un precio al que venderla) el resultado también es el comportamiento de Cournot siempre y cuando haya alguna incertidumbre en la demanda. Tras estos resultados, se entendía que el modelo de Cournot era una forma reducida de una descripción más complicada de un mercado oligopolista.
Los experimentos de laboratorio confirman que los sujetos se comportan de acuerdo a las predicciones teóricas para el caso del duopolio. Para más empresas, las elecciones de los sujetos experimentales convergen más rápidamente al equilibrio competitivo de lo que dice la predicción teórica (véase, por ejemplo, Holt, 1985) [7]. Este resultado no se ve como un demérito grave del modelo: si ha de servir para diseñar mejores políticas de competencia, mejor si sobreestima las posibilidades de colusión que si hace lo contrario.
La investigación, sin embargo, nunca acaba, y el modelo de Cournot se enfrenta a nuevos retos. Otra área de aplicación del modelo es el análisis de los mercados de futuros. Describamos el caso más sencillo. Pongamos que dos empresas compiten en un mercado semanal que abre el viernes. Si el lunes anterior una empresa firma un contrato con algunos compradores para entregar el viernes una cantidad del bien a un precio convenido, este acuerdo constituye un contrato de futuros. Una de las razones para hacer un contrato así es que los firmantes no tienen que enfrentarse a la incertidumbre de esperar al viernes para conocer el precio. Allaz y Vila (1993) [8] mostró que en este simple modelo, un efecto añadido del mercado de futuros es que las empresas se comportan más competitivamente (funciona como si las empresas compitieran dos veces). Otros trabajos disputan esta conclusión, pero la discusión del presente artículo no es acerca de la investigación en esta área, sino en si el modelo de Cournot puede verse como una forma reducida de los escenarios más realistas cuando se incluyen mercados de futuros.
Ferreira (2014) [9] muestra que este no es el caso. El modelo de elección de capacidad más competencia en precios no es equivalente al de Cournot en presencia de mercados de futuros. De hecho, donde el modelo de Allaz y Vila (mercados de futuros más competencia de Cournot) encuentra un efecto pro-competitivo en el mercado de futuros, el modelo de Ferreira (elección de capacidad, mercado de futuros más competencia en precios) encuentra que el equilibrio vuelve a ser el de Cournot. Esto significa que el modelo de Cournot puede ser una forma reducida del modelo con elección de capacidad, mercado de futuro y competencia en precio, pero no del modelo de elección de capacidad más competencia en precios cuando se añade un mercado de futuros. Así, la manera correcta de analizar el mercado de futuros en un contexto oligopolístico puede no requerir el añadir un mercado de futuros a un modelo de Cournot.
Ni que decir tiene que esta es un área de investigación en sus comienzos, y que la última palabra no está dicha. Es necesario acumular más evidencias teóricas, empíricas y experimentales, pero el modelo de Cournot parece que seguirá siendo útil si uno sabe cuándo y cómo usarlo.
Referencias:
1. Brander, J.A. 1985. Export subsidies and international market share rivalry.Journal of International Economics18, 83-100.
2.Brander, J.A., and Krugman, P. 1983. A ‘reciprocal dumping’ model of international trade. Journal of International Economics15, 313-321.
3.Bunda, M.M. 2006. Monsanto, Matsushita, and “conscious parallelism”: towards a judicial resolution of the “oligopoly problem”. Washington University Law Review84, 179-210.
4. Kreps, D.M., and Scheinkman ,J.A. 1983. Quantity precommitment and Bertrand competition yield Cournot outcomes. The Bell Journal of Economics14, 326-337.
5. Moreno, D., and Ubeda, L. 2006. Capacity precommitment and price competition yield the Cournot outcome. Games and Economic Behavior56, 323–332.
6. Klemperer, P., and Meyer, M. 1989. Supply function equilibria in oligopoly under uncertainty. Econometrica57, 1243-1277.
7. Holt, C.A. (1985). An experimental test of the consistent conjectures hypothesis.American Economic Review75, 314-25.
8. Allaz, B., and Vila J.-L. 1993. Cournot competition, forward markets and efficiency. Journal of Economic Theory59, 1–16.
9. Ferreira J.L. (2014). Capacity precommitment, price competition and forward markets, Economics Letters, 122 (2) 362-364.
Y también: ¿Una bronca a Hollywood?
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sábado, 3 de mayo de 2014
El modelo de Cournot. Una historia de éxito (1).
Los modelos económicos de competencia perfecta y de monopolio solo necesitan incluir un comportamiento individual que toma como dado el ambiente en el que están. En el caso de la competencia perfecta, las empresas y los consumidores solo necesitan saber los precios que prevalecen en el mercado para decidir sus planes de producción y de compra, mientras que el monopolista necesita saber la demanda a la que se enfrenta.
Entre estos dos casos extremos se encuentra el mundo de los oligopolios, donde las empresas no pueden tomar como dados los precios o sus demandas, puesto que ambas cosas dependen de sus propias acciones. La empresa A en un duopolio necesita anticipar los planes de la empresa B, pero la empresa B a su vez necesita anticipar los de A. Esta situación parece un círculo vicioso de imposible resolución, o de uno que puede tener muchas soluciones. Sin embargo, en 1838, Antoine Cournot presentó un modelo en el que la situación no era más complicada que resolver un sistema de n ecuaciones con n incógnitas. La historia de este modelo es la historia de un éxito. Cada empresa escoge su cantidad como una reacción a la demanda del mercado, los costes de producción y las cantidades elegidas por las demás. De esta manera se forma un sistema de n ecuaciones, cuya solución es el equilibrio de Cournot.
A este siguieron muchos otros modelos, de los cuales el más famoso se debe a JLF Bertrand, en el que las empresas eligen precios en lugar de cantidades como variable de control. Sin embargo, este modelo lleva a una paradoja: un mercado con dos empresas compitiendo es suficiente para llegar al resultado perfectamente competitivo, un hecho nada fácil de observar en la economía real. El modelo de Cournot, por su parte, tiene la buena propiedad de converger de manera suave al resultado competitivo a medida que aumenta el número de empresas y de coincidir con el modelo de monopolio para el caso de una sola empresa. El modelo de Bertrand necesita de más complicaciones para hacer algo parecido, como introducir suficiente heterogeneidad en los productos.
El modelo ha resultado exitoso para ayudar a entender el comercio internacional con hipótesis más realistas que las tradicionales. Por ejemplo, explica cómo los subsidios, pueden ser beneficiosos para el país que los promueve, algo que en competencia no sucede, (Brander, 85) [1] o cómo prácticas de dumping pueden ser socialmente beneficiosas en ciertas circunstancias (Brander y Krugman, 1983) [2]. También ayuda a usar índices de concentración que captan el grado de competitividad en una industria en términos de "número equivalente de empresas iguales". El más conocido es el índice que Herfindahl, usado por EEUU y la Unión Europea para llevar a cabo sus políticas anti-trust.
El modelo también aclara los argumentos acerca de la existencia de colusión tácita entre las empresas de un oligopolio, lo que constituye una aplicación de la teoría a los aspectos legales de las políticas de competencia. Por ejemplo, si en un mercado oligopolístico con, digamos, cuatro empresas prevalece un precio por encima del de competencia, ¿estamos ante un caso de colusión tácita? El análisis económico indica que las empresas pueden estar comportándose de manera no colusiva, poniendo el precio de equilibrio respondiendo a los incentivos individuales. El resultado no es de competencia perfecta, pero este hecho debe achacarse más a la estructura de mercado o a la regulación que prevalezca que a las empresas.
El siguiente ejemplo es más complejo. En una situación repetida existen múltiples equilibrios, y las empresas pueden fijar precios todavía más altos que los del equilibrio de Cournot con la consigna de que, si una empresa se desvía de esta estrategia, las otras comenzarán una guerra de precios que castigará a la que se desvía. Esta estrategia es también un equilibrio y las empresas pueden alegar que han llegado a él de manera unilateral. Sin embargo, en este caso el análisis económico muestra que esta situación es muy poco probable, puesto que la complejidad de la estrategia y la coordinación en un equilibrio particular entre muchos fuera del de Cournot, es evidencia de la existencia de una coordinación tácita o explícita. Las complejidades de cómo integrar los análisis económicos y jurídicos pueden verse en Bunda (2006) [3].
(Continúa aquí.)
Y también: La ilegalización de Bildu.
Hace cinco años en el blog: La razón moral en bancarrota.
Y también: La razón moral en democracia.
Y también: La razón moral a juicio.
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jueves, 31 de octubre de 2013
Un tirón de orejas a Mario Bunge (con todo el cariño)
"...todos los estudiantes de económicas y empresariales deben estudiar microeconomía neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar algún problema económico de la vida real. La razón de tal inutilidad es que algunos de los postulados de esa teoría son abiertamente irreales, otros excesivamente difusos y difícilmente comprobables. En efecto, la teoría supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes a la política y completamente racionales, es decir, capaces de elegir la opción que con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada. Pero el mercado real está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y, lejos de ser completamente libres, pertenecen a redes sociales o a monopolios." (pag. 59)
martes, 13 de noviembre de 2012
Dos historias de éxito y una de quién sabe
Hace tres años en el blog: El Rey Carmesí.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Punto Fijo (1)
domingo, 15 de agosto de 2010
La Teoría de la Evolución: La Historia Más Asombrosa Jamás Contada. Parte 4
Darwin

viernes, 6 de agosto de 2010
Zenón de Elea, Lewis Carroll y Feyerabend
Nuestra Historia Más Grande Jamás Contada tuvo como centro el movimiento de los cuerpos. Sin embargo, la historia del pensamiento nos muestra lo difícil que es tener una idea clara de lo que es el movimiento.
martes, 3 de agosto de 2010
La Tierra y su Dominios. "La Historia Más Grande Jamás Contada". Parte 6.

jueves, 17 de septiembre de 2009
La Teoría de los Juegos. La Historia Más Lúdica Jamás Contada. Parte 2.

El libro trata de dos tipos de juegos. Uno, los juegos no cooperativos, pero ciñéndose solo a los de suma cero y, el otro, los juegos cooperativos. En los juegos no cooperativos cada jugador hace básicamente lo que le da la gana. No hay nadie a quien rendir cuentas, no hay comunicación entre los jugadores y no se puede firmar ningún tipo de acuerdo con los demás. Cada uno elige independientemente de los otros.
En los juegos cooperativos sucede lo contrario. Los jugadores llegan a acuerdos y estos se respetan. Bueno, esta es la interpretación. En la práctica, en la Teoría de los Juegos cooperativa se proponen soluciones “razonables” a las que podrían adscribirse los jugadores a la hora de repartirse un excedente. Lo que se considera razonable depende de cómo se entiende el poder de cada individuo y de cada posible coalición en la que pueda participar. La entrada sobre la Razón Moral en Bancarrota es sólo un ejemplo de este tipo de juegos. Hay muchísimos más y, en cada uno de ellos hay muchas propuestas de solución interesantes, razonables y, la mayoría de las veces, incompatibles entre sí. (Para desesperación de los racionalistas morales, por seguir metiendo el dedo en la llaga.)
Los juegos de suma cero son aquellos, como el póquer, el ajedrez o el parchís, en los que lo que uno gana es a costa de los demás. La suma de las ganancias es cero. Otro tipo de juego de suma cero puede ser la política de las superpotencias. Si se añade un país al área de influencia de una se elimina del área de influencia de la otra. Este ejemplo se puede llevar al extremo de la guerra. El territorio conquistado al enemigo es ganancia propia.
Los juegos de suma cero son los que presentan un mayor conflicto. No hay cooperación posible. Lo que no ganas, lo gana el oponente. Lo que gana el oponente, lo pierde uno. Hay que salir a ganar y hay que atacar el primero, y con más fuerza.
Habiendo analizado los juegos de suma cero y habiendo sido uno de los científicos más importantes en el Manhattan Project, von Neumann estaba convencido de que la Guerra Fría era un juego de suma cero en el que había que hacer precisamente eso, atacar primero, antes de que la Unión Soviética desarrollara su arsenal atómico. No sabemos qué hubiera pasado de haberse seguido su consejo. En su defensa hay que señalar que luego desarrolló el concepto de Destrucción Mutua Asegurada.
En cualquier caso, la guerra no suele ser un juego de suma cero (puede haber grandes pérdidas para ambas partes) y la Unión Soviética consiguió su bomba atómica no mucho después que los estadounidenses. Interpretar la Guerra Fría como un juego distinto de los juegos de suma cero puede tener consecuencias muy distintas que interpretarla como un juego de suma cero. Lo malo es que, con el libro de von Neuman y Morgenstern en la mano no sabemos cómo analizarlos.
Para ello necesitamos a Nash, el de la mente maravillosa, con su equilibrio. Pero queda una pequeña sorpresa que ver antes. En la entrada siguiente.
martes, 28 de julio de 2009
Las piezas lego de la naturaleza. La historia más extraña jamás contada. Parte 9.

La función de onda
Pongamos que un cuerpo de un gramo se mueve a 10 metros por segundo hacia la derecha desde un punto cero. Al cabo de un segundo estará a 10 metros y al cabo de dos, a veinte. En general, al cabo de t segundos estará a 10 x t metros (escribamos 10t m). Una vez establecido el punto cero y la dirección en que se mueve el cuerpo, podemos dar cuenta de su velocidad y su posición a través de la siguiente manera de resumir la información:
Velocidad = 10 m/s
Posición = 10t m
Esta podría ser la función de onda (muy simplificada) del cuerpo que examinamos. Las cosas pueden ser más complicadas. Por ejemplo, la velocidad puede cambiar con el tiempo, primero es 20 m/s, luego se acelera a 40 m/s, luego se frena, y así sucesivamente. Puede ser que, tanto la velocidad como la posición, sean aleatorias. Por ejemplo, puede ser que la velocidad sea 10 m/s hacia la derecha, 20 m/s hacia la izquierda o 30 m/s hacia la derecha, con idénticas probabilidades. Esto no quiere decir que la velocidad sea una de esas tres (y no sepamos cuál) todo el rato. Quiere decir que, cada vez que medimos la velocidad, nos dará uno de esos tres valores. Si la medimos 100 veces, por ejemplo, podríamos encontrar que 32 veces es 10 m/s, 35 veces 20 m/s y 33 veces 20 m/s. ¿Y si medimos la posición? Tendríamos también una serie de valores que podríamos detectar, por ejemplo podríamos encontrar al cuerpo a 5, 10 ó 15 metros a la derecha o a 5 ó 10 metros hacia la izquierda.
En general, la función de onda de una partícula subatómica es algo todavía más complicado. Para empezar, no mide directamente nada, es sólo un artefacto matemático que contiene toda la información que se puede extraer acerca de la partícula cuando está en un determinado sistema o estado (un electrón en un orbital atómico, un fotón pasando por una ranura,…). A partir de esa ecuación se puede ir obteniendo una u otra información según unas determinadas reglas:
1. La información se obtiene en forma de probabilidad. Por ejemplo, podemos obtener la probabilidad de que la partícula esté en una región determinada del espacio, o que esté dentro de un rango determinado de velocidades. Para encontrar esta información, hay que trabajar con el cuadrado de la función de onda.
2. Si medimos una variable, la función de onda pasa a tener ese valor para esa variable, y ya no se comporta probabilísticamente para ella. Este es el famoso colapso de la función de onda, que da lugar a la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica.
3. Si queremos medir dos variables, la precisión con que midamos una de ellas es menor cuanto mayor sea la precisión con la que midamos la otra. Esta relación está determinada por una nueva ecuación, que es la que rige el principio de indeterminación de Heisenberg que vimos en la parte 7 de esta historia más extraña jamás contada. En nuestro ejemplo de arriba, quiere decir que, si medimos con precisión la velocidad (p.e., 10 m/s a la dcha.) entonces no sabremos nada de la posición. Si nos conformamos con saber si la velocidad es 20 m/s a la dcha. o 20 m/s a la izda. entonces podremos saber algo más de la posición (por ejemplo, que esté a 10 m a la dcha. o 5 a la izda.)
4. Si tenemos una partícula en dos estados posibles, se puede asociar una función de onda a cada estado, llámense F1 y F2. Si no hacemos ninguna medida para saber en cuál de los dos estados está la partícula, estará en el estado “superpuesto” que tiene asociada la función de onda correspondiente a la suma de las dos anteriores: F1 + F2. Esta es la famosa superposición cuántica que da origen a la paradoja del gato de Schrödinger. Esto tiene una consecuencias extrañas. Si queremos saber la probabilidad de que una variable (velocidad, posición,…) esté en determinado rango sin pretender saber el estado del sistema, deberemos usar (F1 + F2)2 para nuestros cálculos. Sin embargo, si hacemos una medida para conocer el estado y luego queremos calcular la probabilidad de la misma variable que antes deberemos usar (F1)2+ (F2)2, puesto que sabremos que está en el estado descrito por F1 o en el descrito por F2, y en cada caso usaremos el cuadrado de la ecuación para encontrar la probabilidad. Antes de saber en qué estado estará, asignamos la suma para tener en cuenta la incertidumbre antes de hacer la medida. Como todos recordaremos de nuestras matemáticas del álgebra elemental, (F1 + F2)2 es distinto de (F1)2+ (F2)2. Aplicado esto al experimento del electrón que puede pasar por dos ranuras, en el primer caso tendremos el comportamiento como onda y, en el segundo, el comportamiento como partícula.
Dejo los comentarios para otra entrada, que esta ha tenido lo suyo. He intentado contar las cosas como creo que me hubiera gustado que me las explicaran para tener una idea de las piezas lego-cuánticas.
lunes, 20 de julio de 2009
Las piezas lego de la naturaleza. La historia más extraña jamás contada. Parte 8.

La desigualdad de Bell
No es el caso ahora cómo, pero para un electrón es posible medir el valor de una variable (por ejemplo, el espín, que puede ser “arriba” o “abajo”) para distintas orientaciones. Así, por ejemplo, se puede observar que, para una orientación de 45º, el espín es “arriba” o que, para una orientación de 0º el espín es “abajo”. Si tenemos 100 electrones, la tabla siguiente nos muestra un ejemplo de cómo podría ser un conjunto de medidas del espín según tres orientaciones posibles.
| 45º Arriba | 45º Abajo | | | 45º Arriba | 45º Abajo |
0º Arriba | 10 | 14 | | 0º Arriba | 12 | 15 |
0º Abajo | 11 | 13 | | 0º Abajo | 12 | 13 |
90º Arriba 90º Abajo
Así, el número 10 de la casilla primera diría que se han observado 10 electrones que, para las tres orientaciones de 0º, 45º y 90º, el espín siempre es “arriba” (up). El número 15 de la casilla arriba a la derecha del todo significa que se han observado 15 electrones cuyo espín es “arriba” cuando se mide para una orientación de 0º y “abajo” para las otras dos.
Resulta evidente que el número de electrones (0º arriba, 45º abajo) (14 + 15) más el número de electrones (45º arriba, 90º arriba) (10 + 11) debe ser mayor que el número de electrones (0º arriba, 90º arriba) (10 + 14), puesto que estos últimos incluyen sólo una parte de los primeros y también sólo una de los segundos. O eso parece.
El caso es que, aunque no sepamos qué número de electrones está en cada casilla, la desigualdad tiene que darse. Sin embargo, cuando hacemos el experimento con millones y millones de electrones, la desigualdad no se cumple, y el número de electrones (0º arriba, 45º abajo) más el número de electrones (45º arriba, 90º arriba) es menor que el número de electrones (0º arriba, 90º arriba). Es como si, al medirlos, les cambiáramos las características. Es decir, como si, cada vez que medimos el espín de los electrones para una determinada orientación estuviéramos cambiando los números que se ponen en las casillas o, lo que sería lo mismo, como si estuviéramos cambiando el espín de los electrones.
Esta es la famosa desigualdad de Bell, la que implica que no hay causas ocultas que nos son desconocidas y que son el origen de la indeterminación de las variables en la mecánica cuántica. Lo que dice esta desigualdad es que, a todos los efectos, el espín no está definido (no es que no lo sepamos) cuando no se mide y que, cuando se mide y se le da un valor, la naturaleza da ese valor de acuerdo con unas reglas muy extrañas, siguiendo unas distribuciones de probabilidad para las que no intuimos ninguna posible explicación, sólo que son las que son.
Mis aclaraciones
1. Llevamos varias entradas diciendo que no se pueden observar dos características de una partícula con precisión y ahora resulta que podemos medir el espín en dos orientaciones distintas. ¿Qué engaño es este? La cuestión no es baladí, y es la que impidió dar respuesta clara a las objeciones de Einstein y otros sobre las variables ocultas. La clave está en el “entrelazamiento” de partículas. Podemos tener un sistema de dos electrones y podemos saber que su espín para una determinada orientación es nulo. Como el espín es una medida de momento angular (giro, para entendernos) y como el momento angular debe conservarse, si un electrón tiene espín 1/2, el otro debe tener espín -1/2. De esta manera podemos examinar el espín en una orientación directamente en un electrón y el espín en otra orientación en el electrón entrelazado.
2. El entrelazamiento añade una nueva dimensión en las cosas extrañas de la mecánica cuántica. Si un electrón no tiene definido el espín hasta que se mide ¿cómo sabe su “gemelo” que le toca definirse de la manera congruente con la definición que dio el otro?
3. Obviamente, los electrones no saben nada. Lo único que ocurre es que el Universo sólo existe satisfaciendo ciertas reglas, como esta de conservar el momento angular. A nosotros nos parece que esto debería estar pre-definido en cualquier Universo realmente existente. Pero parece que el Universo no está para satisfacer nuestros deseos y que el futuro no está determinado hasta que no se producen interacciones, con las que la realidad va tomando su sitio pieza a pieza. El Universo, en suma, no es tan real como quisiéramos, pero sí es tan real como hace falta para que sea.