(Antes publicada como #3)
Entre todas las entradas de Economía he mostrado que existen unas cuantas regularidades en el comportamiento económico de los individuos y he dado varios ejemplos. Hay quien no ve suficiente generalidad en estas regularidades como para que la Economía sea llamada ciencia. No me interesa la semántica, yo ya he dicho en qué sentido uso la palabra ciencia: el que se refiere a determinar usando el mayor cuidado posible (esto es el método científico) cuándo una hipótesis, ley o teoría cuenta con una mayor o menor evidencia a su favor que otra alternativa. Con esto basta para el propósito, también explicitado, de apoyar políticas basadas en la evidencia.
Repaso algunas regularidades e introduzco otras como ejemplo:
- Los individuos quieren sacarle el mayor partido a su renta.
- Los individuos prefieren "suavizar" el consumo a lo largo de su vida.
- En algunos casos, los mercados son capaces de resolver problemas de abastecimiento de bienes y servicios (nadie planifica qué ropa entra y sale de una ciudad y sin embargo las tiendas están abastecidas).
- En otros casos, la libre decisión de los individuos no parece llevar a un buen uso de los recursos (el problema de los comunes, por ejemplo).
- El intento de poner un precio máximo en un mercado, en lugar de favorecer a las personas de menos recursos, genera una escasez de ese bien y su desplazamiento al mercado negro, donde el precio es mayor.
- La apertura al mercado exterior es una fuente adicional de riqueza.
- La competencia entre empresas hace aumenta la calidad de los productos.
Hay muchas más regularidades de este tipo. Muchos fenómenos, algunos de ellos aparentemente contradictorios (a veces la libertad de empresa lleva a un buen resultado, a veces no). El siguiente paso es resumira algunas regularidades como leyes (las que se dejan, después de hacer un contraste empírico para evitar sesgos y correlaciones espúrias) y construir una teoría que explique esas leyes. Por supuesto, ha de ser consistente con las regularidades encontradas y ha de permitir encontrar alguna otra.
Las leyes que enuncia la Economía son del tipo:
- Ley de la oferta: la oferta es una función no decreciente en el precio.
- Ley de la demanda: la demanda es una función no creciente en el precio.
- Ley de la renta permanente (por razones históricas se quedó con el nombre de hipótesis): los individuos prefieren "suavizar" sus consumos a lo largo del tiempo.
Hay algunas más, claro está. Todas estas leyes se pueden recoger en una teoría. De hecho, se puede recoger en varias, cada una algo más general que la anterior (cuando se llega a un nivel de más complicación, habrá teorías alternativas que todavía andan compitiendo entre sí). Una de las teorías o modelos más sencillos es el llamado modelo de oferta-demanda (no recoge, por ejemplo, la ley de la renta permanente). Es un modelo estático y parcial (solo estudia un mercado cada vez). El modelo estándar, que recoge el anterior como un caso particular, es la Teoría (o modelo) del Equilibrio General es todavía más básico, en el sentido de que toma como punto de partida menos supuestos y deduce, no postula, las leyes de la oferta y la demanda. Este modelo comienza estudiando los mercados competitivos. Es un modelo ideal, los mercados perfectamente competitivos no existen, ya lo sabemos. Enuncia una serie de proposiciones que no se encontraban en las regularidades ni en las leyes y que son susceptibles de contraste empírico. Las más importantes son:
- En ausencia de externalidades, bienes públicos y problemas de información, los mercados competitivos son eficientes.
- En las mismas condiciones anteriores (y alguna otra más técnica), cualquier asignación eficiente (cualquier manera eficiente de producir y repartir lo producido) puede ser implementada en un mercado competitivo cambiando adecuadamente las posiciones de partida de los individuos (en el lenguaje económico, sus dotaciones iniciales).
- Los mercados competitivos necesitan de la cantidad de información menor posible con la que puede funcionar eficientemente cualquier mecanismo económico.
El resultado 1 dice que los mercados competitivos permiten aprovechar y repartir los recursos de manera no mejorable (en el sentido de producir más o dar más a cada uno) por ningún otro sistema.
El resultado 2 dice que el problema de la eficiencia y de la equidad se pueden separar. Cualquier asignación equitativa que uno tenga en mente puede llevarse a cabo en un sistema de mercado, pero para ello habrá que realizar transferencias de renta de unos a otros. Esto tiene como corolario que para luchar contra las desigualdades son mejores las políticas de transferencia de rentas que las de alterar políticamente los precios. (Puede haber otras políticas mejores todavía, pero hace falta un modelo más amplio: aquí se puede ver el tema con algo más de detalle.)
El resultado 3 dice que el mercado es un sistema muy robusto por su manera descentralizada de manejar la información. Un mercado que funcione mal no genera cuellos de botella en otros (no más, por lo menos, que comparado con cualquier otro sistema y mucho menos que comparado con muchos otros).
Además de lo anterior, los mercados se muestran muy robustos frente a las imperfecciones del mercado. Quiere decir esto que mercados no perfectamente competitivos, pero sí "bastante" competitivos, se portan "bastante parecido" a los mercados perfectamente competitivos.
Hay otros resultados que se obtienen al estudiar el modelo. Por ejemplo, uno que he señalado alguna vez, que da igual sobre quién recae un impuesto (comprador o vendedor), quien lo acaba pagando depende no de eso, sino de las características de las funciones de oferta y demanda (sus elasticidades). Es, por otra parte, una predicción fácil de mostrar experimentalmente. Otra consecuencia interesante de este modelo es que la apertura al comercio exterior puede equiparse a un tipo de progreso tecnológico. También son observables las consecuencias parecidas de ambos fenómenos.
¿Ya está?
Ni mucho menos. Esta es solo la primera lección. A continuación vienen todas las lecciones sobre lo que pasa cuando no se dan las condiciones que hacen buenos los mercados competitivos. Así que de considerar sacrosantos a los mercados, nada de nada. La Economía no va de eso.
Pero estaría bien que quien critica a la Economía muestre si es capaz de generar un modelo que dé cuenta de tantas regularidades como explica siquiera el modelo sencillo de oferta-demanda, no ya el de Equilibrio General. El premio para quien lo consiga es el Nobel.