lunes, 31 de octubre de 2016

El gasto público y la desigualdad de renta en los países en desarrollo (1)

Esta es la primera parte de la versión en español de mi artículo de octubre en Mapping Ignorance.


Las dos cuestiones más importantes en Economía son, sin duda, la eficiencia y la igualdad. Lo primero significa no derrochar recursos, lo segundo significa…, en realidad puede significar muchas cosas: igualdad de oportunidades, de recursos, acceso a bienes básicos o igualdad de resultados, entre otras muchas cosas. No importa qué entendamos exactamente por igualdad, hay dos problemas principales con su contrario, la desigualdad. Primero, afecta a los resultados socioeconómicos, incluyendo la inversión y el crecimiento económico, la pobreza, la salud y el bienestar, el crimen, los conflictos y la cohesión social. Segundo, afecta también a los sentimientos y emociones de aquellos en la sociedad a quienes disgusta la desigualdad. De hecho, todas las sociedades muestran un mayor o menor interés por la justicia, la justicia y contra altos niveles de desigualdad. El lector podrá objetar que hay otro gran problema: esa gente que está en el lado bajo de la desigualdad. Es cierto, pero serán parte de un problema social a través del primero o segundo mecanismo expuestos.

Diferentes sociedades usan diferentes políticas que afectan a la desigualdad, bien como consecuencia no deseada o como parte de un plan para reducirla, como la política fiscal o comercial, salarios mínimos, controles en los tipos de interés, reformas agrarias, legislación anti-discriminación, discriminación positiva y otras. Anderson et al. (2016) [1] presentan los resultados de un meta-análisis para estudiar estos efectos. La cuestión es demasiado amplia, así que la primera tarea es definirla en términos manejables. Los autores prestan atención a las políticas que tienen la forma de gasto gubernamental orientado a reducir la desigualdad, medida como desigualdad de renta. Además, se centran en países de medio y bajos ingresos. En su meta-análisis identifican un total de 84 estudios distintos que contienen 900 estimaciones sobre este efecto. Antes de hablar de los resultados del estudio es importante tener en cuenta todas las dificultades de un proyecto de este tipo.

Hay muchas razones por las que una política de gasto público, incluso si es bien intencionada, puede producir unos pobres resultados en términos de reducción de la desigualdad. He aquí cuatro ejemplos: (i) la mayor parte del gasto en transferencias puede ser captada por la clase media (Milanovic, 1994) [2], (ii) lo mismo puede suceder con los subsidios, que son una parte importante del gasto público en los países en desarrollo (Rhee et al., 2014) [3], (iii) incluso el gasto en sanidad y educación puede llegar de una manera desproporcionada en su mayor parte a las clases medias de las zonas urbanas (Davoodi et al., 2003 [4]), y (iv) el gasto puede estar financiado con impuestos que, en los países en desarrollo puede contrarrestar el efecto del gasto, o puede estar financiado por una expansión monetaria que causa una inflación que perjudica más a los pobres.

Otro aspecto importante es la causalidad reversa. Los países con mayores niveles de desigualdad pueden embarcarse en una mayor actividad redistributiva. Si no se controla esta posibilidad de manera adecuada, la mayor desigualdad podría estarse atribuyendo falsamente al gasto público.

El meta-análisis está justificado porque la literatura econométrica parece no ser concluyente. Algunos estudios no encuentran indicios de una relación estadística significativa entre el gasto público en salud y educación y la parte de la renta nacional en manos del 20% más pobre (p.e., Dollar et al., 2013 [5]), mientras que otros encuentran pruebas de que ciertos tipos de gasto público, por ejemplo, en gasto social, educación y salud, sí tienen un efecto estadísticamente significativo en la reducción de la desigualdad de renta (p.e., Martinez Vazquez et al., 2012 [6]). Un meta-análisis anterior se centraba solo en los efectos de la educación en la desigualdad de renta (Abdullah et al., 2015 [7]).

(Continúa aquí).

Referencias

1. Anderson, E.; Jalles D’Orey, M.A.; Duvendack, M., y Esposito, L. 2016. Does Government Spending Affect Income Inequality? A Meta-Regression Analysis. Journal of Economic Surveys. doi:10.1111/joes.12173

2. Milanovic, B. 1994. Determinants of cross-country income inequality: an “augmented” Kuznets’ hypothesis. Policy Research Working Paper. Washington D.C.: World Bank.

3. Rhee, C.; Zhuang, J.,; Kanbur, R., y Felipe, J. 2014. Confronting Asia’s rising inequality: policy options. In R. Kanbur, C. Rhee and J. Zhuang (eds.), Inequality in Asia and the Pacific: Trends, Drivers and Policy Implications 79–100. London: Routledge.

4. Davoodi, H.; Tiongson, E., y Asawanuchit, S. 2003. How useful are benefit incidence analyses of public expenditure and health spending? IMF Working Paper 03/227. Washington DC: International Monetary Fund.

5. Dollar, D.; Kleineberg, T., y Kraay, A. 2013. Growth is still good for the poor. Policy Research Working Paper 6568. Washington, DC: World Bank.

6. Martinez-Vasquez, J.; Vulovic, V., y Moreno-Dodson, B. 2012. The impact of tax and expenditure policies on income distribution: evidence from a large panel of countries. Review of Public Economics 200(4), 95–130.

7. Abdullah, A.; Doucouliagos, H., and Manning, E. 2015. Does education reduce income inequality? A meta- regression analysis. Journal of Economic Surveys 29, 301–316.

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Hace cinco años en el blog: Con qué probabilidad ganaremos la Copa.
Y también: Dos propuestas.
Hace tres años en el blog: Una entrada de "El retorno de los charlatanes", censurada.
Y también: Un artículo censurado en Mundo Obrero.
Y también: Un tirón de orejas a Mario Bunge (con todo el cariño).
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