lunes, 3 de octubre de 2016

De referendums


Estamos cogiendo mucha experiencia con referéndums y votaciones. Este fin de semana hemos tenido los casos de Hungría y Colombia. El primero con la peculiaridad de necesitar y un 50% del censo en las urnas para valer y el segundo con la peculiaridad de que vale a pesar de la poca participación y lo estrecho del resultado. Todavía tenemos en el recuerdo el referéndum sobre el Brexit, con su jornada de reflexión después de celebrarse y no antes; el de la independencia de Escocia, con el argumento implícito de que era la independencia lo que les dejaría fuera de la UE, y el de Grecia, que no sirvió para nada.

No creo que nadie vaya a estar en contra del referéndum como medio democrático y, desde luego, no lo estará este bloguero. Lo que sí creo es que necesitamos una reflexión sobre algunos modos. En principio en un referéndum se vota entre dos opciones, por lo que no hay razón para el voto estratégico y debería servir para recabar las verdaderas preferencias de los votantes. No siempre es así. A veces hay más de dos opciones, implícitas o explícitas. Lo primero ocurre cuando a ese referéndum seguirá posiblemente otro o cuando la abstención tenga relevancia.

Esto último ha sucedido en el de Hungría. Se votaba una moción para no acoger inmigrantes. Las reglas eran que votara más del 50% del censo y que una mayoría de ellos lo hiciera a favor para que la moción se aceptara. Esto crea una situación asimétrica entre las posiciones. La partidaria de las cosas continúen como en caso de que el referéndum no triunfe tiene una ventaja. Imaginemos que el 45% de la gente prefiere el si, el 30% el no y el 25% restante no tiene una idea clara y no votará. Si votaran todos los que tienen una posición definida, el sí ganará 60-40, con participación del 75% (la proporción no-sí es 3 a 2). Un resultado muy claro, pienso yo. Pero si los partidarios del no se quedan en casa, el resultado será 100-0, pero con una participación del 45% que hará que el resultado sea inválido. Es una propiedad muy mala de este tipo de referéndums, que hace sea muy manipulable. Si no se quieren tomar decisiones con baja participación hay otras maneras de hacerlo reduciendo este problema. Por ejemplo, pidiendo un mínimo del censo en la posición ganadora. Un 45% es ya mucho pedir. En Hungría votó algo más del 40% y, de ellos, el 98% a en contra de las cuotas de inmigración de la UE, por lo que el referéndum no vale y se aplicarán las leyes comunitarias. Un buen resultado si uno está a favor de los refugiados (yo lo estoy y mucho), pero un mal sistema que no oculta la opinión mayoritaria contra ellos en Hungría.

En Colombia, el no al acuerdo de paz con las FARC ha ganado por la mínima (50,21 frente a 49,78) y con un 40 de participación. Con las reglas húngaras este referéndum no valdría y el gobierno estaría libre para tomar la decisión (a favor del acuerdo). Con las reglas colombianas el referéndum de Hungría sí valdría y el gobierno se opondría a las leyes comunitarias sobre refugiados. Una distancia tan corta entre las dos posiciones para una cuestión tan importante y con una participación limitada es siempre una llamada a darle alguna vuelta más al asunto. Es posible que así sea en Colombia, con otro acuerdo que sea más aceptable que este para la votación. Lo que pasa es que, por una parte, este otro acuerdo no estaba previsto y, por otra, que si estuviera prevista esa posibilidad, se habrían introducido aspectos estratégicos en la votación. Gente a favor del acuerdo, pero que prefieran todavía otro más duros hubieran votado en contra. No hay mucha salida, pero la previsión de que el referéndum no es válido si la distancia no es mayor que una que se estime oportuna (unido a que la posición ganadora tenga un mínimo del censo, como antes, para alentar la participación) podría introducir un elemento estabilizador. En caso de que el referéndum no fuera concluyente por estar las partes igualadas podría tenerse la previsión de repetirse en un futuro cercano.

Provisiones de este tipo impedirían que circunstancias coyunturales influyeran demasiado en decisiones de gran calado, como puede haber ocurrido en Colombia y en el Brexit. Si los gobernantes y el parlamento en Catalunya siguen insistiendo en un referéndum, es posible que algún día haya que celebrarlo, y mejor si para ese momento hemos aprendido algo en cabeza ajena.

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Hace cinco años en el blog: Lo confieso: cada día tengo manías.
Y también: Por qué el sexo y por qué en parejas (2).
Hace tres años en el blog: Cómo no medir el esfuerzo fiscal.
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11 comentarios:

  1. Muy en contra de los referendos, es una mala herramienta de toma de decisiones en las democracias liberales, especialmente cuando se hacen para delegar decisiones impopulares u otros usos bastardos y, parafraseando a Hari Seldon, debiera ser el último recurso de un incompetente. Hay muchos motivos para estar en contra pero para ceñirme al post los resumo. Asimetría entre las opciones en liza va a haber siempre o casi siempre porque una suele ser irreversible,al menos en la práctica. Los referendos solo recogen las preferencias de los votantes polarizados, a los demás, los polarizan y les hacen elegir una opción que no es la suya. De este modo no recogen preferencias sino que ofrecen dos opciones y le dan a los votantes la opción de ordenarlas de acuerdo a sus preferencias pero solo esas dos. Opciones que elige quien pregunta. Opciones que no se sabe dónde llevan porque significan un compromiso de futuro.
    En última instancia la interpretación del resultado la hacen los políticos, es decir, en el caso de Colombia se vota "no" a un tratado de paz, sin embargo, no sabemos si se vota "no" a negociar con las FARC o qué partes no gustan. Nos lo dicen los políticos, en este caso, dicen renegociar. Por ejemplo, usted interpreta la pregunta del referéndum húngaro como "Se votaba una moción para no acoger inmigrantes" sin embargo la pregunta era “¿Quiere que la Unión Europea pueda imponer reubicaciones obligatorias de ciudadanos no húngaros en Hungría, incluso sin la aprobación de la Asamblea Nacional?" Fácilmente se puede interpretar como una defensa de la democracia y de la soberanía nacional húngara frente a "los tecnócratas de Bruselas".
    Me preocupan muchas más cosas, algunas técnicas y otras de principio como la ausencia de contrapoder o la búsqueda de una legitimidad originaria, en el caso del referéndum de Colombia incluso preconstituyente, evitando la búsqueda de consenso previo y contra una parte significativa de la población.

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    1. Veo un poco exagerada esta opinión. Si te fijas, muchas de las cosas que dices en contra de los referéndums podrías decirlas de muchas elecciones, y elecciones sí queremos, espero. Cualquier sistema de elección social tiene fallos. Cualquiera. Esa no debe ser la razón para oponerse a un sistema en particular, sino que en la manera de diseñar un sistema de elección en una sociedad se puedan minimizar estos inconvenientes. Una de las razones será, como dices, el evitar en lo posible los abusos, pero habrá más. Al final se tratará de ver cómo está de cómoda cada sociedad con el sistema que tiene, así, en términos muy generales, y de observar qué hacen las de al lado, por si podemos copiar alguna cosa que parece que les va bien.

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    2. Estoy de acuerdo en que los problemas de los referendos se dan en cualquier sistema electivo pero, la historia de los sistemas representativos en las democracias liberales es la historia de cómo minimizar esos problemas. Especialmente creando instituciones independientes que no rinden cuentas al votante, aumentando la sensación de estar representado en el Parlamento, haciendo uso del reparto de soberanía y la rigidez constitucional, obligando a que los procesos electorales se repitan en periodos no demasiado largos, retocando la regla de "un hombre un voto" para que los clivajes no políticos (territoriales, de riqueza, etnolingüisticos...) no se trasladen al parlamento, etc. Todo ello ha evolucionado en un proceso de prueba y error, no es un diseño caprichoso, ni es menos democrático, sólo ha demostrado funcionar mejor. Sin embargo, estoy de acuerdo en copiar, evolucionar y cambiar pero diagnostiquemos bien antes de cambiar nada por principios equivocados. Decir que la solución a todo es "más democracia" es wishful thinking. Referendos sí pero mucha prudencia porque pueden agravar los problemas que se pretenden solucionar y crear otros nuevos. La política es el ámbito de los problemas irresolubles y los referendos pretenden ser una solución definitiva e irreversible. Por todo esto no me gustan.

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  2. "No creo que nadie vaya a estar en contra del referéndum como medio democrático."
    Sí, yo. Por ejemplo, un referendum en que se dé la posibilidad de vulnerar la ley. No parece muy democrático organizar un referendum para ver si hay que matar a una persona sin juicio, por ejemplo. Y a partir de ahí, llegamos a Cataluña.

    "Si los gobernantes y el parlamento en Catalunya siguen insistiendo en un referéndum, es posible que algún día haya que celebrarlo, y mejor si para ese momento hemos aprendido algo en cabeza ajena." Si es legal, claro. ¿Es democrático un referendum sobre un tema convocado por una institución que no tiene competencias sobre ese tema, y que, además convoca sólo a un parte de la población? Yo creo que no.

    Un saludo.

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    1. El problema és que decir que no se puede celebrar el referéndum en Cataluña porque lo prohibe la constitución no es del todo cierto, ya que esta se puede modificar. Lo prohiben los partidos mayoritarios y la mayoría de la población española, entonces el debate debería ser: Por qué debemos bloquear la autodeterminación de catalanas, vascos o de cualquier otra autonomía?
      Yo no lo entiendo.

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    2. Cierto, también lo prohibe el Estatut que no se puede cambiar sin el apoyo de 2/3 del Parlament. Ahora mismo no da.

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    3. Anónimo 1:

      Me estás mezclando estar en contra del referéndum como medio democrático en general con estar en contra de uno en particular. Así no avanzamos en la discusión. Lo mismo lo puedes decir con las elecciones, como le decía a Juanmari Rey. Podemos querer elecciones y estar en contra de unas en particular (unas terceras ahora en España, p.e.).

      Cuando hablo de convocar un referéndum, entiendo que sea legal, desde luego.

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    4. Gracias.
      Pero hoy por hoy, sobre todo por el noreste, hay mucho político (y sus seguidores) que sí dicen que hacer un referéndum o una elecciones de cualquier tipo (estén o no avaladas por el sistema legal que tenemos) son democracia, y los que están en contra no son demócratas.
      Lejos de mí que no se avance en la discusión.
      Un saludo.

      Anónimo 1 (perdón por la contradicción)

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  3. Ya sabía yo que en cuanto se hablara de Catalunya, los referéndums iban a convertirse en algo malísimo, comparable a matar personas sin juicio previo (¿y con juicio previo?). Si es que a los nacionalistas les tocas la sacrosanta unidad de España y la democracia se diluye como un azucarillo.

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  4. ¿te refieres al referendum para la ratificación de la CE, que tuvo en Cataluña la mayor aceptación de España?
    ¿o al último celebrado en Cataluña, que a pesar de su baja participación aprobó un estatuto que no contempla ni las elecciones plebiscitarias ni la soberanía del pueblo catalán?
    Un cordial saludo, Anónimo del 8 de octubre a las 10:49

    Anónimo 1

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    1. Otro Anónimo:
      Hace 40 años de la constitución española, y todos sabemos en que contexto se votaba. De todos modos, no sé que tiene que ver eso o el Estatut(que ha sido recortado por anticonstitucional), la gran mayoría de catalanes quieren hacer un referéndum, ya sea para votar sí o que no. La prohibición llega de España, no desde Cataluña.

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