Ahora que acabamos de celebrar el día de la Constitución puede ser buen momento para una reflexión que me traigo desde tiempo ha.
Durante muchos años he oído que la Constitución Española es ambigua y que esa es una buena cualidad que tiene, porque así ofrece muchas interpretaciones y eso es bueno dada la disparidad de gentes que hay en el país.
Jamás lo he entendido. La frase "compraré solo el regalo" puede significar (i) que iré solo a la tienda o que lo pagaré yo solo o (ii) que compraré el regalo y nada más. Eso la hace ambigua, porque el oyente no sabe qué sentido tiene la frase. Si quien habla quiere decir cualquiera de ambas cosas podría optar por decir "o bien compraré yo solo el regalo o bien compraré el regalo y nada más". La frase ha dejado de ser ambigua, aunque no nos imaginamos que alguien pueda querer decir tal cosa.
Si la Constitución no quiere meterse en los detalles de tal o cual cosa no tiene más hacer eso, no meterse. Pero meterse para decir que puede ser una cosa y su contraria es tontería.
Uno de los términos de ambigüedad más notorios, por la de tinta que ha consumido es el uso del término "nacionalidades". Este era un término sin uso claro y sin referencia en los diccionarios más allá de su uso como plural de "ciudadanía". Se pone ese término y se hacen cábalas. Que si al poner nacionalidades y regiones dice que la Constitución que hay distintas maneras de reflejar la identidad de sus individuos, que si se refiere a las de lengua propia, que si a las que tuvieron estatuto de autonomía con anterioridad, que si España es una nación de naciones y regiones...
Cualquiera de esas cosas podía haberse dicho así, sin más, usando términos cuyo significado fuera conocido. Al parecer todo esto eran necesidades del consenso. Por qué distintos ponentes y grupos políticos aceptan un término cuyo significado se desconoce es algo que se me escapa, pero es posible que haya en esto algo de psicología humana con su toque de irracionalidad. Bueno, pues nada, si hizo falta eso para tener una Constitución, aceptado queda, como toda herencia histórica que no tiene que ver con la sensatez.
Pero una cosa es aceptar que, históricamente, tuvo su razón (o falta de ella) y otra cosa que, los demonios de la Transición olvidados, todavía nos parezca una virtud algo que carece de ella. La ambigüedad en una ley no es una virtud, es una chapuza. La prueba es que, cuando el nuevo Estatuto Catalán propone que Catalunya es una Nación amparándose en ese término (y en más cosas, claro), el Tribunal Constitucional no puede ponerse unánime para saber si eso está o no permitido en la Constitución. Son incapaces de deducir y tienen que recurrir a interpretaciones completamente opinables y sacar una adelante por mayoría escueta.
Tampoco digo que se haga de otra forma. Una vez plantada tamaña ambigüedad es la manera de hacerlo. Pero no deja de ser arbitrario.
P.D.: El monumento a la Constitución de la imagen es uno de los monumentos más chulos que hay: se trata de una proyección tridimensional de un hipercubo, que es un cubo de cuatro dimensiones. Tal vez haya una metáfora que no pillo.
Esto en mi opinión es un problema de muy difícil solución. Estaría bien que la Constitución fuese más concreta, pero como ejemplo tenemos la fallida Constitución Europea, que por meterse en detalles y matizaciones terminó convirtiéndose en un rollo macabeo ingobernable que no iba a ninguna parte.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Hola, Javi. Bienvenido al blog.
ResponderEliminarLa alternativa a una redacción ambigua no es una redacción que se meta en mil detalles, sino una redacción no ambigua. En lo que se quiere meter, basta decir con claridad las cosas con el nivel de detalle que sea. Lo que no se detalla quedará para las demás leyes. Lo que se detalle, mucho o poco, que se defina bien. Nada más.
Un saludo.
Todo el esfuerzo de la redacción ambigua, incluido el término nacionalidades, sirvió para evitar la frase:
ResponderEliminar"Tiene que hacer mucho frio en el infierno antes que Egpaña sea federal".
Ferreira, lo de "compraré solo el regalo" será confusión de ahora que la RAE ha quitado el acento de "sólo", porque antes yo creo que se solucionaba con la diferencia entre sólo=solamente (compraré sólo/solamente el regalo=sólo iré a comprar el regalo y no ha hacer otra cosa) o solo=compraré solo el regalo= lo haré más solo que la una (ver acentos diacríticos).
ResponderEliminarCoincido en que la ambigüedad en una ley es una chapuza, y de las grandes. Pero aún es peor cuando se legisla sin saber qué se está legislando (cosa que suceden con bastantes diputados en según qué temas) y aún peor cuando se legisla por interés te quiero, Andrés.
Saludos.
JL:
ResponderEliminarHabía quedado más claro. Pero fíjate que Alianza Popular estaba en contra de usar el término nacionalidad. Así que esta derecha parecía creer que la palabra podía significar lo que los nacionalistas parecían también creer.
KC:
También lo era antes en el lenguaje hablado donde no se notan los acentos :)
Estoy dispuesto a aceptar bastantes chapuzas (las justas y todo eso), pero no que las elevemos a categoría de virtud.
De acuerdo con tu último párrafo.
Saludos.
Una aclaración sobre la palabra "solo":
ResponderEliminarLa palabra solo puede ser usada como adjetivo, sustantivo o adverbio. Solamente en casos de ambigüedad, es decir, cuando en un enunciado pueda entenderse como adverbio o como adjetivo, llevará tilde diacrítica en su uso adverbial.
http://www.soloentendidos.com/2008/04/la-aplicacin-de-la-tilde-en.html
Cierto, JL, digamos que para mí el lenguaje, al menos el importante, es únicamente/sólo el escrito ;)
ResponderEliminarSaludos.
Alejandro:
ResponderEliminarBienvendido al blog y gracias por tu aclaración. Yo estaba en que ya antes de las nuevas recomendaciones el uso de la tilde en solo (adverbio) era opcional.
KC:
Hombre, yo me lo paso bien también con el hablado.
Saludos a ambos.