viernes, 30 de abril de 2010

Carta abierta al Vicerrectorado de extensión Universitaria de la UNED


A continuación reproducimos la carta abierta que ARP-SAPC ha enviado al Vicerrectorado de extensión Universitaria de la UNED, el motivo ha sido la inclusión en las IV Jornadas Interuniversitarias del curso sobre la "Aplicación de terapias centradas en la persona", el cual no es más que un conglomerado de prácticas pseudocientíficas, como se puede observar. Desde ARP-SAPC, esperamos que errores como este no vuelvan a producirse sobre todo en instituciones como la UNED y la Universidad de Alcala de Henares.

Le escribimos en relación a las IV Jornadas Interuniversitarias sobre la "Aplicación de terapias centradas en la persona", que, a merced de lo publicado en el programa de las mismas, dan espacio y el respaldo de instituciones educativas públicas a terapias pseudocientíficas, dotándolas de una autoridad y una credibilidad que podrían poner en riesgo la salud de los ciudadanos al hacer creer a éstos que pueden confiar en unas técnicas que no han demostrado científicamente su validez terapéutica.

La tendencia a considerar que cualquier terapia, por el hecho de ser milenaria, es válida, es una falacia habitual pero no por ello admisible; menos aún en unas jornadas organizadas por universidades públicas como son la UNED y la Universidad de Alcalá. La esperanza de vida media actual, muchos enteros por encima de la de hace simplemente un siglo -que decir comparada con la de hace miles de años- se debe a que tenemos una medicina basada en ciencia y no en la tradición.

Las terapias new-age, como el coaching o la arteterapia, de las que hay centenares de variantes, son rituales sin fundamento experimental,sin tan siquiera una explicación de por qué o cómo deberían funcionar,y sin más evidencias de su efectividad que el peligroso "a mi me funciona".

Caso aparte -por más grave, si cabe- es la inclusión del bioelectromagnetismo en dichas jornadas, por ser una práctica contrala que directamente hay advertencias de organismos sanitarios como la FDA estadounidense. Es un fraude que se sustenta sólo sobre un nombre rimbombante y de cariz científico -de hecho es un campo de la ciencia- para vender productos y tratamientos de efectividad nula. Pacientes decáncer han dejado de visitar a su oncólogo para ser tratados con estetipo de "terapias" que les han privado de los tratamientos probados en estudios científicos de la medicina moderna.

El peligro de realizar jornadas o actos como el que se disponen a llevar a cabo reside no sólo en que regalan su credibilidad y nombre aun colectivo de charlatanes que promociona fraudes médicos amparándose que están "centrados en la persona", sino en que promocionan conello que ciudadanos con enfermedades reales dejen de ir al médico a recibir tratamientos reales.

Confiamos en que, para futuras ocasiones, presten más atención a quécursos y jornadas se desarrollan al amparo de sus respectivas instituciones, y no permitan que las pseudociencias se apropien de subuen nombre y credibilidad para lucrarse a través del fraude,especialmente cuando lo que está en juego es un tema tan sensible como la salud.

Atentamente

ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico.

jueves, 29 de abril de 2010

La mala ciencia


Así como encuentro más ilustrativo enumerar los puntos de la lista de cuidados del método científico que decir eso de “enunciar hipótesis-buscar datos-confirmar o rechazar hipótesis”, encuentro también más fructífero señalar a mis estudiantes la lista opuesta a la de cuidados.

A cada cuidado corresponderá un descuido, y viceversa. Sin embargo, es mucho más entretenido buscar descuidos. Tanto que la lista se alarga hasta el infinito. Pero voy a dejar para una siguiente entrada (o entradas, ya veremos) la nominación de descuidos. Solo para satisfacer un prurito de querer dejar esta serie no muy incompleta, hoy solo voy a hablar de cuatro tipos de mala práctica científica, como resumen de la lista de descuidos.

Señalo a continuación cuatro tipos de mala práctica científica. En la lista prometida iremos a los detalles. Acepto, por supuesto, más categorías.

-No seguir los protocolos de la comunicación científica. Por ejemplo, se presentan resultados provisionales como definitivos, o se acude a la prensa normal en lugar de a los congresos y revistas científicas:

            Los canales de Marte y las líneas de Venus (Percival Lowell)
            La fusión fría (Pons y Fleischman)
            Clonación humana (Hwang)

-Realizar directamente un fraude:

            El hombre de Piltdown
            El monstruo del lago Ness
            Los círculos en campos de cereales

-Caer en el autoengaño:

            La Sociedad de la Tierra Plana
            Máquinas de movimiento perpetuo
            Homeopatía

-Presentar una idea basada en prejuicios religiosos, personales, ideológicos o de cualquier otra índole

            Creacionismo y Diseño Inteligente
            Frugivorismo
            Las teorías de Lysenko

Seguramente alguno de los ejemplos anteriores pueda estar en más de una categoría. Otros, como el caso de Hwang, tal vez están mejor en otra (aunque creo, en el caso de la clonación el fraude vino después, para intentar documentar lo que ya se había adelantado prematuramente).

Lo que es inquietante es que sepamos perfectamente que tales ejemplos caen en esas malas prácticas y, aún así, la mayoría de ellas encuentren una nada despreciable recua de adeptos.

¿Se resumen todos los fallos en dos, autoengaño y prejuicio?

lunes, 26 de abril de 2010

El método científico es una lista de cuidados


La definición típica de método científico suele adoptar el siguiente esquema:
  1. Formulación de hipótesis.
  2. Búsqueda de datos sobre la hipótesis.
  3. Aceptación o rechazo de la hipótesis.
Es un buen resumen, pero no hace justicia a la cantidad de detalles que hay detrás. Me parece más ilustrativo describir el método científico como una lista de cuidados, que en realidad es lo que es. Hay quienes cree que esto es un poco frívolo y quien cree que estoy engañando al decir esto, tal vez porque pensaban que el método científico era una especie de fórmula impuesta desde alguna autoridad.

¿Qué cuidados hay en esta lista? Todos los que a uno se le ocurran. Son el tipo de cuidados que uno tendría a la hora de descubrir al asesino en una novela de misterio: no borrar las huellas, no descartar a ningún sospechoso y no acusar sin pruebas, entre otras muchas cosas. La lista es incompleta, y si a un buen detective se le ocurre un cuidado adicional, como mirar huellas dactilares o de ADN, las incorporaremos a nuestra lista.

Más centrados en la ciencia tenemos los siguientes (solo diré algunos, el lector puede jugar a poner muchos más):

-Defínase la hipótesis lo mejor posible. Debe dejar claro qué implica y qué no. Si puede definirse usando la lógica y las matemáticas, tanto mejor.

-Búsquense los datos de manera sistemática e insesgada. No vale quedarse con el recuerdo de cuántos se curaron con nuestro remedio. Nuestra memoria puede engañarnos. Los que se murieron no vinieron a decirnos lo mal que les iba el remedio y no los recordamos.

-Háganse experimentos siempre que se pueda.

-Úsense los instrumentos adecuados. Búsquese la precisión. No se invente demasiadas interpretaciones sobre los datos obtenidos en el límite de sensibilidad de los instrumentos o podrá acabar viendo caras en Marte o monstruos en el lago Ness.

-Cuando sea relevante, úsense poblaciones de control y el método de doble y triple ciego. Esto es importante en los experimentos médicos. El ciego implica que el sujeto que se observa no sabe si se le ha dado un placebo o el medicamento que quiere probarse. El doble ciego ocurre si el que administra uno u otro no sabe a quién le da cuál. El triple ciego quiere decir que, quien hace el análisis, tampoco sabe qué dato corresponde a cada caso. Estos son ejemplos de cuidados añadidos en tiempos recientes, al descubrir los graves problemas que pueden ocurrir si no se tienen en cuenta.

-Infórmese de las observaciones y de los experimentos. Dense detalles suficientes para que se puedan replicar por terceros investigadores.

-Sométase a la crítica implacable de los pares. Sométanse los resultados a discusiones, preséntense en congresos, en seminarios,… Envíense a revistas que los evalúen de manera anónima.

-Úsense las técnicas estadísticas adecuadas para analizar los datos.

-Pondérense hipótesis alternativas. Si un resultado contradice otros bien asentados, lo más probable es que esté mal. Claro que algunas pocas veces podrá estar bien y logramos desdecir a Newton, pero habrá que presentar pruebas como lo hizo Einstein.

-Pónganse aquí todos los cuidados que faltan.

Llamamos ciencia a la actividad que resulta de aplicar el método científico, así como al cúmulo de conocimientos adquiridos con su uso. En resumen, la ciencia es el conocimiento que se adquiere cuando se hacen las cosas con el mayor cuidado posible. De ahí se deduce que cualquier otra manera de adquirir conocimientos no tiene en cuenta todos los cuidados posibles y es susceptible de mejora.

Los científicos se adscriben a esta manera de hacer las cosas. Un científico podrá seguir intuiciones absurdas, ser descuidado, tener intuiciones disparatadas pero geniales, engañar, empeñarse en hipótesis contra toda lógica por una corazonada,… Nada de esto importa ni desdice todo lo anterior. Lo que importa es si se puede declarar que el resultado de las investigaciones pasa todos los filtros de la lista, aunque algunas actividades que llevaron a él puedan ser poco ortodoxas.

¿Y los que no se adscriben a hacer las cosas con cuidado? Yo diría que no son buenos detectives y que no saben o no quieren hacer bien las cosas, vaya usted a saber por qué.

jueves, 22 de abril de 2010

No seas Cedro: Da y extiende.

Leemos en El País que Cedro avisa a las “universidades pirata”.

Lo de las universidades pirata es una gracia entrecomillada del articulista, así que pasémosla por alto. Para entendernos, Cedro es a la escritura lo que la SGAE a la música.

La directora general de Cedro no llama piratas a las universidades, pero sí dice que
“No se dan cuenta de que están perjudicando a la ciencia, al progreso y a ellos mismos, porque ellos también generan derechos de autor.”
La queja se refiere a la difusión masiva de obras escritas. Difusión que se da en forma de fotocopias, archivos electrónicos y bibliotecas, así como en forma de publicidad en las clases de las obras relevantes para la asignatura.

A la universidad española se le pueden criticar muchas cosas, pero querer que limite la difusión de obras es un gran disparate. La mayoría de las obras que se distribuyen en la universidad son artículos, revistas y libros de texto o de investigación. He trabajado en siete universidades distintas, me han invitado a dar seminarios a unas cuantas decenas en tres continentes y he conocido a colegas de más de un centenar entre congresos y visitas, y jamás he conocido a nadie que publique sus investigaciones o sus libros de texto por el lucro que puedan suponer las ventas de esos libros o artículos.

Para empezar, las publicaciones en revistas no dan un solo euro al autor. Los libros de investigación o de texto sí dan dinero, pero muy poco. Las razones casi exclusivas para publicarlos son el afán personal por crear o comunicar y el prestigio que un texto de éxito puede dar. Así, la creación no se verá alterada en lo más mínimo porque haya más o menos derechos de autor. La difusión, en cambio, se puede ver dañada con leyes que permitan a Cedro limitarla. Con la reducción de la difusión, los estudiantes y los investigadores tendrán dificultada su labor y su producción se verá mermada.

¿Y las editoras? Se nos dice que si no ganan, no publicarán, pero no es lo que sucede. Las publicaciones académicas ganan por las ventas institucionales a las bibliotecas universitarias (a precios ridículamente altos), por el presupuesto asignado por la universidad que las publica, por las cuotas de los socios pertenecientes a la asociación que las publica, por las cuotas de inscripción a los congresos que organizan, por las suscripciones personales y por el precio por enviar un artículo para su evaluación.

De todos modos, esto está cambiando. Las mismas tecnologías que permiten la copia permiten la publicación con muchos menos costes, y ya han salido multitud de revistas (electrónicas y en papel) que permiten la copia y que se autofinancian. Así que los dinosaurios pueden adaptarse perfectamente.

¿Universidades pirata? No, universidades que difundan sin límites.

martes, 20 de abril de 2010

Médicos sin fronteras

Leo en El País que los médicos extracomunitarios deberán acreditar el conocimiento de la lengua castellana. Parece que los comunitarios no necesitan tal cosa. ¿Puede un médico finlandés ejercer en España sin saber castellano o sabiendo solo finlandés?

No me parece mal que no se exija el conocimiento del castellano. Sospecho que un médico que no sepa castellano podrá hacer muchos trabajos valiosos, desde dar clases o investigar en inglés, operar sin tener que hablar con el paciente o, incluso, atender pacientes ayudado de alguien que le traduzca, o sin ayuda, si el paciente es del 30% que se puede expresar en inglés. Creo que, a pesar del bajo nivel de conocimiento de inglés de este país, tendrá en su entorno gente que le permita desempeñarse con el inglés. Siendo finlandés seguro que hablar perfectamente inglés, por otra parte. No sé si pasaría lo mismo con un médico español en Finlandia.

Así que estupendo, que vengan médicos comunitarios a España, como vienen futbolistas. Ya aprenderán la lengua.

¿Y los extracomunitarios? ¿Por qué estos tienen que saber castellano? Hay que decir que una persona fácilmente podría estudiar medicina en alemán o sueco, pero no en Tagalo o en Hindi. En Filipinas, en India, en Nigeria,... todos los textos están en inglés. El problema de encontrar por el mundo médicos que no hablen inglés no es grande. Si saben catalán y no castellano, ¿tampoco podrían ejercer aunque fuera solo en Cataluña?

¿No se parece esto a la exageración de dar muchos puntos por saber euskera para una plaza de médico en el País Vasco? (Creo que esto ya se ha cambiado.) ¿Pedir euskera en Donostia es muy distinto que pedir castellano en Madrid, aunque en Donostia haya dos lenguas y en Madrid solo una? ¿No era la habilidad como médico lo que importaba?

Inglés, y solo inglés, oficial en toda Europa. Los demás, cooficiales en sus ámbitos geográficos.

viernes, 16 de abril de 2010

Las ayudas a la energía renovable

Hace tres entradas vimos la composición de la producción eléctrica en España y los costes de cada tecnología en el año 2007. Veíamos que la energía eólica venía a costar unos 8,4 c€/kWh (céntimos por cada kilowatio hora), mientras que el ciclo combinado (gas, básicamente) costaba 6 c€/kWh.

Una subvención de más de 2,4 c€/kWh hará que las empresas quieran producir con eólica (a costa del consumidor) y no con ciclo combinado. (No se están dando nuevos permisos nuevos para producir con carbón.) Una alternativa que no necesita subvenciones es que las empresas paguen por las emisiones de CO2, pero haría falta tener que pagar unos 56 €/Tm de emisión para que esto encarezca en más de 2,4 c€/kWh el coste del ciclo combinado.

El mercado de emisiones no existía en todo el periodo anterior a 2007, cuando fueron tomadas las decisiones de subvencionar las energías renovables. Cuando por fin se puso en marcha se concedieron demasiados derechos de emisiones, lo que supuso un precio muy bajo para las emisiones (llegó a ser cero durante varios meses).

A falta de un precio real de estas emisiones, las subvenciones han servido para desarrollar las tecnologías renovables. ¿Cómo calcular si cumplen su misión?

Hay varios aspectos que se podrían destacar. El de coordinar esfuerzos para desarrollar una tecnología, crear un mercado de dimensión adecuada y el de limitar las emisiones y la contaminación son los principales. Me centraré en el último. La pregunta que plantearé es la siguiente:

Si la emisión de una tonelada de CO2 causa un coste social de X euros, y la contaminación causa otros costes de Y euros ¿cuánto nos hemos ahorrado en emisiones por el hecho de subvencionar la energía renovable?

Para responder a la pregunta hace falta saber cómo hubiera sido la producción de energía si no se hubiera subvencionado.

El uso de estas energías supuso en 2007 que se emitieran 19 millones de toneladas menos de CO2 si la alternativa hubiera sido el ciclo combinado. Si la alternativa hubiera sido un mix 55,5% de ciclo combinado, 38,8% de carbón y 5,7% de fuel (según un análisis de la AEE) la reducción total en Tm de CO2 habría sido de 32,5 millones.

Una combinación más realista, permitiendo una modernización de la producción con más plantas de ciclo combinado puede ser el mix 75:20:5 para ciclo combinado, carbón y fuel, respectivamente.

Los costes de contaminación por compuestos del nitrógeno, del azufre, ozono,… los tomamos de informes de la Comisión Europea, que dan unos 3 c€/kWh para el carbón, 2 para el fuel, 0,36 para el ciclo combinado y 0,2 para la eólica. Estos valores parecen muy infravalorados según otros informes.

La siguiente tabla muestra el ahorro en cada escenario.


Podemos leer la tabla de la siguiente manera: Si el coste social de una tonelada de CO2 se cifra en 25 euros y el de contaminar es el indicado en el informe de la Comisión Europea, sustituir toda la producción de las renovables por ciclo combinado habría supuesto un ahorro de 50 millones de euros por ese concepto. Como las ayudas a las renovables fueron ese año de 1664 millones de euros, la reducción del coste justifica el 30% de las ayudas. Con un coste social de 50 euros por tonelada de CO2 y el mix calculado por la AEE, las ayudas estarían más que justificadas solo por este concepto.

Por supuesto, la justificación varía según la tecnología. Las ayudas a la energía eólica se justifican con un coste social de tonelada de CO2 a 50 euros y el mix 50:20:5, o con CO2 a 25 euros y el mix de la AEE. Las ayudas a las “minihidráulicas” se justifican más todavía, mientras que las disminución de las emisiones gracias a la tecnología solar apenas si justifican el 10% de las ayudas en el mejor de los escenarios. Tan cara es todavía.

Esto no significa que la parte no justificada sea una pérdida económica. En el caso de la eólica, por ejemplo, se dio una ayuda de 3,4 c€/kWh cuando una de 2,4 habría bastado, el céntimo de más no es una pérdida de la economía, es una pérdida de los consumidores y una ganancia de los productores. Así, el coste real de usar la eólica en lugar del ciclo combinado es el 70% de las ayudas, de manera que la disminución de las emisiones justifican (para la economía en su conjunto, no solo para los consumidores) una proporción todavía mayor.

domingo, 11 de abril de 2010

Cómo reconocer las publicaciones científicas de calidad


En principio, habría que ver si los artículos publicados en la publicación se refieren a trabajos de investigación que usan el método científico de la manera más escrupulosa y luego habría que evaluar la relevancia de las investigaciones.

La primera cuestión puede ser respondida por expertos en metodología científica, y no necesariamente solo por los expertos en el área de la que se ocupe la publicación. La segunda cuestión puede ser respondida solo por los expertos en el área.

Así pues, parece que debieran realizarse los ránkings de revistas científicas a base de encuestas entre los científicos. Es una forma de hacerlo y, ciertamente, es algo que se hace. Para hacerse bien habría que preguntar a muchos científicos y estos deberían conocer bien todos los trabajos de todas las revistas y esto empieza a ser costoso e irreal. Por otra parte, además, podría ocurrir que la revista A publicara artículos favorables a una teoría o escuela y la revista B hiciera lo mismo con otras. Los científicos podrían estar divididos según su pertenencia a una u otra escuela y los legos nos quedaríamos sin saber cuál revista (e, indirectamente, cuál escuela) tiene mayor prestigio entre la comunidad científica.

Hay otra manera de elaborar un ránking:

  1. Tómense todas las revistas que publican artículos en una determinada área científica.
  2. Cuéntense las citas que cada revista recibe del total de revistas.
El ránking hecho según las citas corresponderá, por así decirlo, a la popularidad de una revista entre los científicos de esa área. Varias pegas se le ocurren a uno. Puede que una revista se cite mucho a sí misma, de manera que sus artículos recibirán más citas por esa razón. Puede que un artículo se cite para decir lo malo que era y no para elogiarlo, precisamente. Algunas revistas pueden tener la política de restringir o fomentar el número de referencias (citas) en sus artículos. Las citas de las mejores revistas deberían contar más que las citas de las peores.

Para todo lo anterior hay solución. Pueden descontarse las “autocitas”, las citas negativas son en realidad pocas (corregir algún error de Einstein no es mala referencia para la revista que publicó el artículo de Einstein), puede hacerse que el peso de las citas de cada revista dependa de su intensidad de citas. El último punto, cómo hacer pesar más las citas de las mejores, parece una pescadilla que se muerde la cola: sin saber cuáles son las mejores no podemos darles más peso. Pero esto también tiene solución.

  1. Hágase el primer ránking según el sistema anterior (corregido por alguna de las mejoras apuntadas arriba).
  2. La proporción de citas sobre el total recibidas por cada revista será ahora el peso de esa revista y el peso de las citas que se hagan en ella.
  3. Con estos pesos se vuelven a contar las citas, que ahora estarán multiplicadas por esos pesos.
  4. Esto nos da un nuevo número de proporción de citas ponderadas para cada revista. Estos nuevos números sirven para volver a repetir el procedimiento hasta que se llegue a un punto estable, en el que los pesos no cambien.
Curiosamente ocurren tres cosas de importancia. La primera es que el procedimiento dinámico descrito anteriormente, en la práctica llega siempre a ese punto estable, a pesar de que teóricamente podría no haber solución. La segunda es que el este método tan elaborado no da lugar a ránkings muy distintos de los realizados con el procedimiento más sencillo. La tercera es que estos ránkings tampoco son muy distintos de los que se obtienen preguntando a los expertos.

Puede haber diferencia entre cuál es la primera y cuál la segunda, o entre una revista que aparece la 10 en un ránking la 20 en otro, pero en un mundo donde las revistas en cada área superan las 100, estas diferencias son mínimas. No ocurre que en un ránking una revista esté entre las primeras y en otro esté entre las últimas.

Hay un último hecho de interés. No se refleja una división en escuelas. Podría ocurrir que la escuela A tiene sus revistas y la escuela B las suyas y que no hubiera citas cruzadas entre ambas escuelas, de manera que, aunque dentro de una escuela fuera posible distinguir las mejores, no sería posible comparar entre ambas escuelas (como no es posible comparar entre las revistas de física y las de economía, ya que no hay citas cruzadas).

Así, todos los investigadores de economía están de acuerdo en cuáles son las mejores revistas, sea uno más o menos liberal o más o menos neokeynesiano. Todos los investigadores en física están también de acuerdo en cuáles son sus mejores revistas sean o no partidarios de la teoría de cuerdas, y todos los investigadores en medicina están de acuerdo en cuáles son las mejores revistas médicas.

Ahora es fácil ver si la acupuntura, la homeopatía, el psicoanálisis, el cuestionamiento del cambio climático, el diseño inteligente, la economía marxista,… se encuentran entre las teorías que se barajan como de interés entre los expertos de cada ciencia.

Lo interesante es que podemos saber la respuesta a lo anterior sin ser expertos en el área, sin más que echar un vistazo a las publicaciones de más prestigio en cada ciencia.

Lo inquietante es que los pseudocientíficos se están dando cuenta de lo anterior y están promoviendo sus revistas propias en las que abundan las citas dentro del grupo y se obvian las referencias a las revistas hasta ahora reconocidas. Esto puede hacer que en el futuro cercano sí haya, por ejemplo, un grupo de revistas de homeopatía o “medicina alternativa” que no sea posible comparar con las revistas médicas actuales por no haber referencias cruzadas.

miércoles, 7 de abril de 2010

El coste de la electricidad y las emisiones de CO2



En el gráfico se recoge la composición según su generación de los 261.000 gigawatios hora de electricidad consumidos en 2007. Los segmentos de cada tecnología son proporcionales a su producción. Cada segmento está a la altura del coste de generar un kilowatio hora según esa tecnología (ver escala de la izquierda, en céntimos por kWh). Para algunas tecnologías hay dos segmentos. En carbón y ciclo combinado, el barato no tiene en cuenta el coste de las emisiones, el caro (en azul) supone que una tonelada de CO2 cuesta 25 euros. Para la eólica, el segmento barato incluye las ayudas y subvenciones recibidas por esa tecnología (es decir, ese segmento señala el coste percibido por las empresas).

Se observan en el gráfico las siguientes propiedades del sistema español en su relación con el coste de emitir CO2:

-       Las ayudas a la generación eólica son suficientes para garantizar la rentabilidad privada de su producción, incluso si los permisos de emisiones de CO2 tienen un precio cero. La eólica con las ayudas presentes (unos 3,7 céntimos por kWh) es más barata que el carbón y que el ciclo combinado si no cuesta nada emitir CO2.

-       A 25 €/Tm de emisiones el ciclo combinado desplaza al carbón (el mínimo para que esto ocurra está en torno a los 15 €/Tm).

-       Si no existiera el mercado de emisiones, la prima equivalente para que la eólica fuera más rentable que el ciclo combinado debería estar en un mínimo de 2,4 c€/kWh. Para que fuera más rentable que el carbón, el mínimo debería ser 3,2 c€/kWh.

-       A 25€/Tm de CO2 hay un amplio margen para reducir la prima a la generación eólica y mantener rentable esta tecnología para las empresas: bastaría con una prima en torno a los 1,4 c€/kWh).

-       Hace falta un precio por encima de 30 €/Tm para que la eólica, sin primas, sea más barata que el carbón.

-       Hace falta un precio mucho más alto, en torno a 56 €/Tm, para que la eólica sin ayudas sea más barata que el ciclo combinado.

-       Las obsoletas centrales de fuel son también las más caras.

lunes, 5 de abril de 2010

La razón moral y el paternalismo


La aprobación del plan de salud de Obama da pie para discutir muchas cosas. En otros lugares más competentes se puede leer una exposición sensata sobre lo que es y lo que no es ese plan.

Aquí me interesa un aspecto lateral. Las encuestas han dado distintas adhesiones al plan según el momento de todo el recorrido político por el que ha pasado (todavía por terminar). Mi cuestión es la siguiente. Pongamos que es cierto que el plan genera un rechazo mayoritario. Pongamos que los demócratas, el presidente y la gran mayoría de representantes de ese partido, se empeñan en aprobarlo. Pongamos, finalmente que, después de aprobado (tal vez algunos pocos años), el plan tiene, finalmente la aceptación ciudadana. ¿Es esto un buen resultado de la democracia?

Debo decir que el caso del plan de Obama tiene más complicaciones, puesto que los demócratas respaldaron a Obama cuando era candidato presidencial y llevaba el plan en su programa electoral, y con ese programa le eligieron los ciudadanos, y porque algunas de las encuestas que mostraban el rechazo indicaban también que gran parte del rechazo era por el procedimiento seguido más que por el plan en sí.

En fin, que la pregunta es hasta qué punto puede ejercer un político el paternalismo. Si por una parte los ciudadanos ahora no quieren algo, pero luego esos mismos ciudadanos cambian de opinión al tener ese algo, ¿legitima ese resultado al político que sacó adelante el proyecto? ¿es esto paternalismo? ¿es bueno? ¿es malo?

Los economistas tendemos a trabajar con las preferencias presentes (a no ser que se trate de un menor de edad), puesto que son las únicas conocidas (más o menos) y no es posible asegurar que cambien en la dirección prevista. Por otra parte, en algunos casos, dadas las experiencias en otras sociedades y en la misma sociedad en ocasiones similares, es posible prever esa aceptación. Más aún, si se asume una certeza razonable en el cambio de las preferencias, no es posible demostrar que sea mejor usar las anteriores y no las posteriores para la evaluación de una política. Los criterios económicos al uso, como los de eficiencia y de equidad, se pueden establecer con cualesquiera preferencias.

Con todo, hay por lo menos, dos situaciones en las que atender a las preferencias futuras es inaceptable para casi cualquiera que piense sobre el tema (para más abundar contra las pretensiones razón moralistas que ya hemos señalado en más ocasiones diremos que es imposible una deducción lógica de esa inaceptabilidad y que solo podemos decir que a la mayoría nos parecerá mal). El primer caso es el de la adicción. Una política paternalista que acaba siendo aceptada porque se hace adictiva no parece muy defendible.

El segundo caso se refiere a los costes asociados a imponer o a retirar una política. Se entenderá mejor en un caso extremo. En el momento actual preferimos seguramente tener un cierto lugar libre de contaminación. Si sucede un accidente y ese lugar se contamina, tal vez sea preferible mantenerlo contaminado que descontaminarlo si el coste de descontaminarlo es altísimo y los recursos que se tuvieran que dedicar a descontaminarlo pudieran, por ejemplo, descontaminar muchos otros por el mismo precio.

Así pues, antes de responder a las preguntas sobre la legitimidad de las políticas no populares a priori habrá que ver si no estamos en alguna de estas situaciones.

viernes, 2 de abril de 2010

Una curiosa coincidencia

En los EEUU, la facción más conservadora del espectro político tiene su expresión mediática más exitosa en los talk shows de la radio como el de Rush Limbaugh y en las noticias y comentarios de cadenas de televisión como la Fox. Las noticias en estos medios son sesgadas sin ningún miramiento y los radio talk shows son monocromáticos tanto en el contenido, siempre contrario a cualquier iniciativa del partido demócrata, como en el estilo, siempre insultante hasta lo soez.

Por su parte, la parte mediática de más éxito entre los liberales (así son llamados los demócratas progresistas) son los programas de humor, en donde se ridiculizan sin piedad, más que las políticas conservadoras, sus exponentes más extremos tal y como se muestran en los medios descritos arriba. El Daily Show de Jon Stewart y el Colbert Report son los mejores ejemplos de este tipo de crítica

No deja de ser curioso que en nuestro país esté pasando lo mismo. Los Jiménez Losantos y Telemadrid parecen una réplica de Limbaugh y de la Fox, mientras que El Intermedio o Caiga Quien Caiga son la contrapartida del Daily Show y el Colbert Report.

Hace algún tiempo había un programa de humor conservador, Este país necesita un repaso, pero los tiempos actuales parece que demandan la grosería.

Prefiero el humor al insulto soez. Es más agradable de oír incluso si no se está de acuerdo.