miércoles, 25 de noviembre de 2015

Debate económico en el Centro Cultural Galileo


Mañana jueves 26 de noviembre habrá un par de debates económicos en el Centro Cultural Galileo de Madrid (calle Fernando el Católico, 35). Los organizadores, Alternativas Económicas, Le Monde Diplomatique y Attac Madrid, me han invitado amablemente a participar. Será en el primer debate, que debiera ser académico y preparar las cuestiones para el debate siguiente de los partidos políticos.

El tema es: Situación, posibles restricciones y principales retos de la política económica. ¿Es posible una nueva política económica? El acto comenzará con una presentación a las 17:00 para dar paso al debate académico a las 17:15, que durará su hora y media, con preguntas del público incluidas. Participaremos:

  • Fernando Luengo, de Econonuestra
  • Juan Ignacio Bartolomé, de Economistas Frente a la Crisis
  • Una persona por confirmar, del Instituto de Estudios Económicos
  • Yo mismo, de mi casa

A las 19:00 tendrá lugar el debate entre partidos:

  • Ciudadanos: Francisco de la Torre
  • Podemos: Nacho Álvarez
  • PP: Por confirmar
  • PSOE: Manuel de la Rocha
  • Unidad Popular: Marga Ferrer

Os espero allí. Me hace mucha ilusión ser el único no adscrito a un grupo con agenda e ideología definidas. ¿Será que es porque me hace ilusión que me caigan palos por todas partes? No, es porque me gusta sentirme libre de ir con la verdad por delante, sin tener que justificar las políticas de mi grupo.

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Hace tres años en el blog: ¿Dónde están los liberales?
Hace cinco años en el blog: La ley de partidos.
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sábado, 21 de noviembre de 2015

Escépticos en el pub. Farmachorradas.


Hoy tendremos como ponente en Escépticos en el Pub Madrid al ganador del Premio Mario Bohoslavsky concedido este año por ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico: Suso Fernández.

Suso es farmacéutico comunitario y ha trabajado 18 años en la industria farmacéutica. Además es máster en Periodismo científico por la Universidad Carlos III de Madrid y un luchador incansable contra las pseudomedicinas. Su establecimiento, la Farmacia Rialto de Madrid, no solo NO vende homeopatía sino que a los clientes que la piden les proporciona un folleto informativo de lo que es realmente.

La charla se titula Farmachorradas y, como explica el propio ponente, pretende hacer un recorrido por lo que se vende en las farmacias, yendo de lo más científico y con estudios que avalan su eficacia, a lo más absurdo y sin la más mínima evidencia que lo apoye (flores de Bach, oligoterapia, pulseras terapéuticas…). Todo con un toque de humor, aunque no hará falta mucho esfuerzo porque no son pocas las cosas que podemos encontrar en casi todas las farmacias españolas (y del mundo) que dan risa por sí solas, a pesar de que estén relacionadas con algo tan serio como la salud.

Como siempre, la entrada es libre (no permitida a menores de 18 años) y gratuita. Una vez más, recordad que esta temporada hemos cambiado de local y de hora. Os esperamos en el Moe Club, en Alberto Alcocer 32, a las 19:00.

El cartel, obra de Daniela Meli (@Mexkeptic).

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Hace cinco años en el blog: Cómo sí hacer Filosofía.
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miércoles, 18 de noviembre de 2015

El terrorismo islamista. Not in my name.


Como casi todos los que me leéis (digo casi porque quién sabe si no habrá alguno que tenga información de los servicios de inteligencia de algún país) no sé más de terrorismo islámico que lo que pueda haber leído en medios que estimo rigurosos, lo que pueda extrapolar a este problema de otras cosas que haya aprendido y las vivencias personales por haber estado en el planeta Tierra algunos años.

Eso es poca información y cualquier opinión que quiera formarme sobre el tema tendrá que ser tras recordarme esto a cada momento. Vayamos de lo más fácil a lo más difícil.

Lo primero de todo es aceptar que la causa más importante de los actos terroristas es la acción de los terroristas, la material de quien lleva a cabo el atentado y la intelectual de quien lo ordena. Hay miles de causas más, en el sentido de que son circunstancias que hacen más fácil que aparezcan terroristas que otras. Entre ellas importarán aquellas sobre las que alguien puede realizar algún tipo de control efectivo. Sin la fuerza de la gravedad difícilmente hubiera habido terroristas (o vida en el Universo), pero eso no nos hace admitirla como causa. Sin la historia de la humanidad habida no sabemos si habría más o menos terrorismo. Lo que podemos hacer es buscar algún tipo de correlación entre maneras de organizar sociedades y actos terroristas contra ellas. La URSS, por ejemplo, no fue objeto de ataques terroristas, pero salvo algunos nostálgicos (y en España quedan nostálgicos de la URSS que nunca vivieron en ese país), nadie propone organizar así la sociedad. No merece la pena. La dictadura franquista fue objeto de menos actos terroristas que la democracia posterior. Salvo algunos nostálgicos, tampoco proponemos esto.

El terrorismo de ETA tiene sus causas en lo que uno quiera: el nacionalismo, el marxismo, la opresión de la dictadura, la marginación de los jóvenes que entran en ETA, su falta de educación, la imposibilidad de un referéndum por la independencia,… Será tal vez cierto que si se hubiera eliminado todo ello ETA habría también acabado. Lo único que se eliminó fue la dictadura. De las demás cosas, algunas han crecido (¿el nacionalismo?) y otras han disminuido (¿la marginación?). Acabar con ellas es imposible (¿el marxismo?) o muy difícil (¿la educación de baja calidad?), por lo menos a corto plazo. De hecho, algunas de esas causas cuenta con gente que no ve con buenos ojos que se acabe con ellas (¿la imposibilidad de un referéndum por la independencia?), aunque para otras sí haya unanimidad.

Aún así, podríamos habernos empeñado en luchar contra ETA con educación, un sistema económico más inclusivo u ofreciendo una ideología de mejor aceptación que el nacionalismo o el marxismo. O podíamos haber desligado a ETA de sus excusas ideológicas a la vez que avanzamos en una sociedad lo más abierta y democrática posible. Efectivamente, la mayoría de marxistas y nacionalistas le acabó dando la espalda a ETA y, con todas las imperfecciones, errores y mejoras posibles, España siguió avanzando en su democracia. No se han resuelto todos los problemas económicos o de educación, pero nadie sabe mejor solución para ello que seguir avanzando en la democracia, donde se resuelven mejor esos problemas. A la vez que ocurría esto, se seguía luchando contra ETA policialmente. Nadie podía esperar otra cosa.

El terrorismo islamista es muy distinto, pero el planteamiento básico creo que comparte las características suficientes para establecer alguna analogía (he dicho alguna, no los estoy comparando en más medida que lo que explícitamente diga a continuación).

Sin duda tendremos que ayudar a eliminar rencores y situaciones de injusticia provenientes del colonialismo, y tendremos que intentar que el progreso económico llegue a todo el mundo, y que las desigualdades y marginaciones desaparezcan en la mayor medida posible. Estas son cosas compartidas, creo, por la mayor parte de la humanidad (no por los anarco-capitalistas o por algunos supremacistas raciales, por ejemplo). Personalmente también creo que hay que abogar por la desaparición de las religiones y que ello evitaría por lo menos alguna clase de terrorismo, pero esto es muy difícil. Mientras llega, ya no la Arcadia feliz, sino el mundo un poco mejor, conviene quitar al terrorismo islamista las otras causas más inmediatas, en particular, sus vínculos religiosos. No es que haya que hacer una cosa sí y otra no, hay que hacerlas todas y cada una según su inmediatez y factibilidad. La gran mayoría de musulmanes no simpatiza con los terroristas, una ínfima parte lo son y una minoría anda entre simpatizantes y comprensivos. Aprovechemos a esa mayoría en lugar de enajenarla y facilitemos su desvinculación con el terrorismo.

Todo lo anterior implica declaraciones explícitas por parte de la sociedad civil musulmana y también exigencias a las teocracias islámicas como Arabia Saudí e Irán. Sí, yo puedo ser un nacionalista, marxista o musulmán no violento, pero si hay violentos amparados en mi ideología, por inocente que yo sea tengo la obligación moral de separarme de esa violencia. Implica contundencia policial y militar contra los terroristas y sus bases. Por supuesto, como he ido diciendo, también implica crear un mundo más justo y próspero. Sobre esto último merece la pena echar un vistazo a qué sociedades han conseguido avanzar en este camino. Ciertamente son sociedades que tienen pasados violentos y que tienen presentes imperfectos, pero son las sociedades que mejor y más han evolucionado para acercarnos a convivencias cada vez mejores. Francia, como España, Japón y casi cualquier otro país, ha tenido mucho que hacerse perdonar en su historia, pero Francia, como España o Japón, pueden mostrarse orgullosas como sociedades que, por imperfectas que sean, para sí quisieran la mayoría de la humanidad. Su mejor arma, y la que más usan en el presente (sí, ya sé que también usan otras), es predicar con el ejemplo de conformar unas de las sociedades más tolerantes, prósperas, libres e igualitarias que ha conocido la humanidad.

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Hace tres años en el blog: ¿Cuánto ha producido España en los últimos años?
Hace cinco años en el blog: La endogamia universitaria.
Y también: Cómo no enseñar Filosofía (3).
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martes, 10 de noviembre de 2015

¿Qué catástrofes deben evitarse? (2)

Esta es la segunda parte de la versión en español de mi artículo de octubre en Mapping Ignorance. Debe leerse la primera parte para entender esta.



Tras el resultado anterior los autores muestran cómo se aplica en varios casos. Por ejemplo, la fórmula se simplifica mucho cuando hay muchas, pero pequeñas, catástrofes. Si tienen más o menos los mismos costes y beneficios, el número de catástrofes que evitar está dado por la fórmula

m*= 1/(log(1+K) – 1/B.

Los ejemplos más interesantes son aquellos en los que la solución óptima es contra intuitiva. Por ejemplo, considérese el caso en que hay tres catástrofes, una con una ratio coste-beneficio muy favorable, y otras dos con unas ratios menos favorables. Sería tentado decir que debería eliminarse primero la primera y después calcular si merece la pena seguir con las otras dos. Sin embargo, puede ocurrir que sea mejor evitar las dos segundas y no la primera.

La metodología se puede extender para situaciones en las que las catástrofes solo se pueden evitar en parte, en las que las actuaciones para prevenir una pueden ayudar a prevenir una segunda, y para proyectos que aumentan la probabilidad de una bonanza (en lugar de disminuir la probabilidad de una catástrofe).

Para terminar, los autores nos muestran cómo la metodología puede aplicarse a catástrofes a las que potencialmente se enfrenta la humanidad. Para ello, seleccionan estas siete: Mega-virus, Cambio climático, Terrorismo nuclear, Bioterrorismo, Inundaciones, Tormentas y Temblores. Para cada una de ellas y cuando es posible, recogen datos de los estudios disponibles e introducen los parámetros apropiados en el modelo. Por ejemplo, en el caso del Mega-virus toman el caso de la gripe española de 1918-19, que afectó al 20% de la población mundial y mató a entre el 3% y el 5%. Con esta referencia apuntan como razonable suponer una tasa de mortalidad media de una próxima pandemia en torno al 3,5%, que estiman equivalente a una pérdida de bienestar en torno a un descenso del 17,5% en consumo. Este número viene de usar datos de toma de decisiones en situaciones de riesgo de muerte con los que estimar el valor de una vida estadística (véase, por ejemplo, Martin y Pindyk, 2014 [2]; Viscusi, 1993 [3] y Cropper y Sussman, 1990 [4]). Los costes de evitar esta catástrofe (contención, producción de vacunas, etc.) se proponen en torno al 2% del PIB mundial.

Los autores proceden de esta manera con el resto de las catástrofes y encuentran el subconjunto óptimo de catástrofes en las que concentrar los esfuerzos. Para ello usan su metodología para diferentes valores de los parámetros de la función de utilidad que indican aversión al riesgo y preferencias temporales (paciencia). Los resultados se pueden ver en la Figura 1. Cada área muestra los subconjuntos de catástrofes que deben evitarse para las diferentes combinaciones de aversión al riesgo y paciencia.
Figura 1
Notas: El conjunto de catástrofes que impedir depende de una manera compleja en el parámetro de aversión al riesgo y de la tasa de preferencias temporales (valores más altos reflejan mayor aversión al riesgo y más paciencia). V: virus; C: clima; N: terrorismo nuclear; B: bioterrorismo; F: inundaciones; S: tormentas; Q: temblores.

Referencias

1. Martin, I.W.R., y Pindick, R. 2015. Averting Catastrophes: The Strange Economics of Scylla and Charybdis. American Economic Review 105(10), 2947–2985.

2. Martin, I.W.R., y Pindick, R. 2014. Death and Destruction in the Economics of Catastrophes. Unpublished.

3. Viscusi, W. Kip. 1993. The Value of Risks to Life and Health. Journal of Economic Literature 31(4), 1912–46.

4. Cropper, M.L., y Sussman, F.G. 1990. Valuing Future Risks to Life. Journal of Environmental Economics and Management 19(2), 160–74.

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sábado, 7 de noviembre de 2015

¿Qué catástrofes deben evitarse? (1)

Esta es la primera parte de la versión en español de mi artículo de octubre en Mapping Ignorance.

“Diosa, vamos, dime con verdad si podré escapar de la funesta Caribdis y rechazar también a Escila cuando trate de dañar a mis compañeros.”
-Homero, Odisea

Los estudios convencionales de coste-beneficio se basan en el análisis marginal. La decisión de abordar un proyecto debe hacerse si, respecto a la situación actual, aporta más beneficios que costes. Al hacer esto implícitamente se asume que el proyecto es pequeño con respecto al tamaño de la economía relevante, así como que no hay interacciones con otros proyectos. Cuando estas condiciones no se cumplen necesitamos enfoques distintos. Veamos unos ejemplos.

1. El beneficio de un proyecto es 100 y el coste es 50, pero la economía solo tiene 30. El análisis coste-beneficio dice que debe llevarse a cabo, pero eso será imposible si no hay nadie de quien tomar prestados al menos los 20 de más necesarios.

2. El accidente A reducirá mis ingresos futuros a la mitad (digamos que de 120 a 60). El accidente B lo reducirá en una tercera parte (de 120 a 80). Tomados por separado, debería evitar A si el costo fuera menor que 60 y B si fuera menor que 40. Sin embargo, si ambos accidentes pueden ocurrir, y si B viene primero, los beneficios de prevenir A cambian: B ya ha reducido mis ingresos a 80, por lo que A solo los reduciría en otros 40. Si el coste de impedir A fuera 50 sería óptimo evitarlo si el riesgo de B no existe, pero no lo sería si B ocurriera primero.

El último ejemplo considera que los accidentes son ciertos y que los beneficios y costes de impedirlos se componen de manera lineal, pero los problemas persisten si tal linealidad no ocurre o si la ocurrencia, prevención o momento de los accidentes viene dada en términos probabilísticos.

3. Los accidentes A y B ocurrirán con total certidumbre el próximo año. Cada uno de ellos por separado reducirá mis ingresos en un 50%. Los dos juntos lo reducirán en un 75%. Si mis actitudes frente al riesgo son de una determinad forma (técnicamente, si tengo una aversión relativa al riesgo constante), puede ocurrir que lo más que esté dispuesto a pagar para evitar solo un accidente sea el 40% de mis ingresos, mientras que por ambos estaría dispuesto a pagar hasta el 60%. Si resulta que prevenir el primero me cuesta el 35% de mis ingresos, parece que debería prevenir ambos (puesto que 35 es menos que 40), pero debe notarse que tras prevenir uno de ellos estaré menos dispuesto a pagar por evitar el segundo (tengo unos ingresos menores tras haber pagado por evitar el primero). Con las preferencias mencionadas antes la disposición a pagar se habría reducido al 33% (menor que el 40%), por lo que solo sería óptimo evitar un único accidente.

Estos ejemplos muestran las dificultades del análisis. Dificultades que crecen con el número de accidentes posibles. Martin y Pindyck (2015) [1] proponen un método general para enfrentarse al problema. Primero, especifican la naturaleza de los accidentes para concentrarse en catástrofes a las que se enfrenta la sociedad en su conjunto. Luego modelan los costes y beneficios. Para una catástrofe dada, los beneficios serán equiparados a la disposición a pagar por evitarlos, de acuerdo con el proceder estándar en Economía. Esta se define cómo la fracción máxima de consumo que la sociedad estaría dispuesta a sacrificar para conseguir evitar el accidente. Los costes correspondientes serán la fracción de consumo que habría que sacrificar, vía un impuesto permanente sobre el consumo (t) para generar los ingresos necesarios para evitar la catástrofe. Por ejemplo, la Catástrofe 1 podría ser evitada al coste de pagar (1-t1) para siempre (el consumo se asume igual a uno en ausencia de catástrofes). Para evitar las catástrofes 1 y 2 el coste sería (1-t1)x(1-t2) para siempre y así sucesivamente.

Con este tipo de modelización, los autores llegan a su resultado principal:

Si el conjunto de catástrofes es {1,2,…,N}, entonces es óptimo elegir el subconjunto S que maximice el valor V (llamémoslo utilidad) dado por
donde Bi y Ki son los beneficios y costes de evitar la catástrofe i, respectivamente. Nótese cómo, en la fórmula, los beneficios se suman y los costes se multiplican.

Referencias

1. Martin, I.W.R., y Pindick, R. 2015. Averting Catastrophes: The Strange Economics of Scylla and Charybdis. American Economic Review 105(10), 2947–2985.

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