lunes, 30 de diciembre de 2013

Economía del comportamiento y la evaluación de las políticas de eficiencia energética (2)


Figura 1: Ránking de bienestar de la política combinada vs. impuesto pigouviano.
d es el factor de descuento, landa = 0  significa que no hay costes de autocontrol (no tentación). 

Esta es la segunda parte de la traducción de mi artículo de noviembre (publicado a principios de diciembre, cosas de los tiempos de edición) de Mapping Ignorance. Debe leerse la primera para entender el texto.

El primer problema se puede ilustrar con un ejemplo sencillo: ante una elección entre 10 euros hoy y 11 euros mañana, una persona puede preferir el dinero hoy. Si esa misma persona prefiere 11 euros dentro de 366 días en lugar de 10 dentro de 365 estará mostrando una inconsistencia temporal, puesto que cuando pasen 365 días cambiará el orden de sus preferencias y elegirá el dinero ese día en lugar de esperar uno más.

El otro problema es todavía más importante. Cuando las preferencias cambian como en el ejemplo anterior tenemos que enfrentarnos al problema de qué preferencias usar a la hora de estimar las implicaciones de bienestar de una política concreta. ¿Cuál sería la decisión correcta si una medida económica hace que un individuo mejore según unas preferencias, pero empeore según otras? En nuestro contexto, un individuo con dos sistemas de preferencias inconsistentes puede verse como dos “yoes” de la misma persona, donde el primer yo siempre cae en la tentación, un acto del que luego se arrepiente el segundo. ¿A cuál de los dos se debe dar prioridad en el análisis? En algunos casos, como en la evaluación de los estándares basados en políticas de ahorro energético, uno está tentado a asumir de manera natural que son las preferencias del segundo yo las que deben considerarse, mientras que en la evaluación de las políticas sobre el mercado de las drogas son las preferencias del yo no adicto las que deben ser respetadas. De hecho, algunos estudios como Heutel (2011) [5] siguen este enfoque al estudiar los estándares de eficiencia energética, un instrumento que puede usarse para llegar a una solución tipo “second best” (la óptima o “first best” requeriría no imponer el mismo estándar a todos los individuos).

Gul y Pesendofer (2001) [6] presentan un modelo más general que permite a los individuos resistir la tentación (aunque a un coste). En su modelo la presencia de una alternativa y en el conjunto de decisión puede reducir la utilidad de otra alternativa x. Así, en su modelo, la utilidad que da x puede ser mayor que la utilidad que da y si y no está presente en el conjunto de decisión, pero al mismo tiempo ser menor si y sí está presente. Los autores muestran que estas preferencias son temporalmente consistentes y que pueden ser modelizadas con una función de utilidad separable.

Tsvetanov y Segerson (2013) [7] aplican este último modelo a la evaluación de políticas para la mejora de la eficiencia energética, como el uso de estándares, impuestos pigouvianos e impuestos y subsidios a productos. Los autores muestran que, cuando el gobierno conoce las proporciones de los tipos (usuarios ocasionales e intensivos de bienes duraderos que usan energía), una combinación adecuada de impuestos pigouvianos y establecimiento de estándares es mejor que el uso único de impuestos pigovianos. Estos dos instrumentos serían complementarios y no sustitutivos.

En contraste con las preferencias hiperbólicas, con las preferencias tratadas en Gul y Pesendofer (2001) los individuos no tienen diferentes “yoes” en diferentes momentos. Lo que ocurre es que, en cada momento, los individuos eligen entre alternativas reconociendo que incurrirán en una desutilidad (i.e., el coste de ejercer auto control) si resisten la tentación. Esto lleva a un conjunto de preferencias temporalmente consistentes en presencia de tentaciones que permite al individuo tanto resistir como sucumbir ante ella como posibles resultados. En la ausencia de tentación, la medida de poner solo estándares o en combinación con impuestos pigouvianos reduce el bienestar frente al impuesto. En cambio, para tentaciones fuertes, los estándares dominan al impuesto. Para valores intermedios la política que combina ambas medidas domina a las dos (Figura 1).

Este trabajo es interesante no solo porque aclara el papel que las distintas políticas pueden desempeñar para resolver los problemas de las externalidades negativas, sino también porque muestra las posibilidades y limitaciones de los nuevos modelos de Economía del Comportamiento dentro de la Economía. Los estándares pueden verse como instrumentos paternalistas justificados porque los consumidores no son completamente racionales, cuyo uso se basa en la Economía del Comportamiento. Sin embargo, el trabajo aquí presentado es teórico y todavía necesita validación empírica, no solo para mostrar los beneficios de la política mixta, sino también para mostrar que, en verdad, el modelo de Gul y Pesendorfer es más adecuado que el modelo de descuento hiperbólico a la hora de reflejar el comportamiento de los consumidores.

Referencias


6. Gul, Faruk, and Pesendorfer, Wolfgang 2001. Temptation and self-control. Econometrica 69, 1403–1435.

7. Tsvetanov, Tsvetan, and Segerson, Kathleen 2013. Re-evaluating the role of energyefficiency standards: a behavioral economics approach. Journal of Environmental Economics and Management 66, 347–363.

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Hace tres años en el blog: Se acaba la década, pero no la semana.
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viernes, 27 de diciembre de 2013

Economía del comportamiento y la evaluación de las políticas de eficiencia energética (1)


Esta es la primera parte de la traducción de mi artículo de noviembre (publicado a principios de diciembre, cosas de los tiempos de edición) de Mapping Ignorance.

Los mercados competitivos son eficientes si se satisfacen ciertas condiciones. Una de ellas es que el consumo o producción del bien que se comerciará no debe causar externalidades. Por ejemplo, considérese un grupo de empresas que contaminan la atmósfera o las aguas de un río cercano. Normalmente el comportamiento individual no será suficiente para mantener el nivel de contaminación por debajo de un mínimo seguro. La cantidad de contaminación depende en su mayor medida en lo que otros hagan, mientras que el buen comportamiento de una empresa limpia beneficia principalmente a los demás. De esta manera, quien adopte una tecnología limpia pagará todo su coste pero disfrutará de solo una parte de los beneficios.

Un impuesto piguviano puede resolver esta situación (Pigou, 1920) [1]. Al requerir que cada agente pague el coste social de su contaminación las decisiones individuales serán óptimas. Aquellas empresa que encuentren muy caro el evitar ser contaminantes (porque producen bienes con mucha demanda y por los cuales no hay alternativas barata y limpias) terminarán contaminando y pagarán el impuesto, mientras que otras harán el cambio para ser menos contaminantes. De manera similar, los consumidores podrán desviar sus demandas de los bienes más caros a los más baratos (porque se producen con tecnología más limpia y evitan el impuesto).

Esto también ocurre cuando, por ejemplo, un consumidor tiene que elegir entre un automóvil caro, pero de bajo consumo frente a uno más barato pero menos eficiente. Una regulación que obligue a un estándar energético y requiera que todos los automóviles cumplan unos requisitos de eficiencia puede no ser una solución óptima: un consumidor que use el automóvil todos los días puede optar por el caro, pero el mismo consumidor racional debería comprar el barato si solo lo quiere para un uso ocasional. El impuesto piguviano permite esta situación.

La manera estándar en que la Economía modela las elecciones de los agentes cuando tienen que comparar euros-hoy frente a euros-mañana se basa en el uso de un factor de descuento. Si este factor es, digamos, un 0,9 anual, significa que un euro el año que viene equivale a 0,9 euros hoy, y que un euro dentro de dos años equivale a 0,9x0,9 = 0,81 euros hoy. Así, el factor de descuento de un euros dentro de t periodos es d elevado a t, donde d es el factor de descuento de un periodo. Este es el llamado descuento exponencial, que se puede igualar a 1/(1+r), donde r se puede ver como el tipo de interés si los pagos son monetarios.

Sin embargo, cuando se cotejan elecciones reales y el uso de bienes duraderos que consumen energía, los investigadores encuentran algunas inconsistencias en el comportamiento de los consumidores, tal y como se documenta en los estudios revisados en Frederik et al. (2002) [2] y en Carson y Tran (2009) [3]. En particular el factor de descuento individual que podría explicar los patrones de consumo observados son demasiado bajos, como si los individuos apenas valoraran el futuro. Una manera de reconciliar el comportamiento observado con factores de descuento más altos requiere que los agentes tengan preferencias temporales que exhiban un descuento hiperbólico en lugar del exponencial antes señalado (véase Loewenstein y Prelec, 1992 [4] como ejemplo). El descuento hiperbólico tiene la forma 1/(1+rt), donde ahora el término rt crece con el tiempo, de manera que el factor de descuento puede ser alto hoy, pero decreciente con el tiempo.

Hay dos problemas relacionados entre sí con este enfoque. Uno es que el descuento hiperbólico no es consistente en el tiempo. El otro es que, con él, el análisis de bienestar y la valoración de las políticas podría no tener un significado claro.

(Continúa aquí)

References:

1. Pigou, A. C. 1920. The economics of welfare. London: Macmillan.

2. Frederick, Shane; Loewenstein, George, and O'Donoghue, Ted 2002. Time discounting and time preference: a critical review. Journal of Economic Literature 40, 351–401.

3. Carson, Richard, and Tran, Brigitte 2009. Discounting behavior and environmental decisions. Journal of Neuroscience, Psychology, and Economics 2, 112–130.

4. Loewenstein, George, and Prelec, Drazen 1992. Anomalies in Intertemporal choice: evidence and an interpretation. The Quarterly Journal of Economics 107, 573–597.

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Hace tres años en el blog: Esos crueles mercados.
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lunes, 23 de diciembre de 2013

#coelhoeconomista


Los pasados 13 y 14 de diciembre me perdí el #coelhoeconomista en tuitter. Seguro que no fui el único. Aquí pongo los tuits para disfrute de todos, con el pecado y el pecador. Perdón si me falta alguno.

  • Levántate cada mañana, mira al sol, y piensa que tú y solo tú controlas tu curva de indiferencia
  • Dentro de cada corazón late una pequeña ventaja comparativa que espera a ser descubierta
  • Qué es la vida sino una agregación de chakras para superar nuestra propia frontera de producción
  • La competencia es imperfecta. Tú también. Aprende a disfrutar de los pequeños oligopolios del momento.
  • Sé una externalidad positiva en este mundo. El bienestar social agregado te lo agradecerá.
  • El proteccionismo emocional puede ser tentador, pero solo abriéndote al libre comercio descubrirás su ser.
  • No pongas impuestos pigouvianos a tu altruismo.
  • Algunas situaciones emocionales tienen altas barreras de entrada. Evalúa si aumentarán tu crecimiento a largo plazo.
  • Tanto el alma como los precios del mercado son iguales para todos. ¡Aprovecha tu dotación inicial!

  • Cuando te enfrentes a tu propio dilema del prisionero, piensa que puede ser distinto. Tiende la mano al otro.
  • Hay gente tan pobre que solo tiene curvas de utilidad.
  • Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: la falta de capital humano.
  • Las personas tóxicas son como las externalidades negativas: hay que cortarlas de raíz y con determinación de tu vida
  • Cuando todos los días resultan iguales es porque estás en una casilla de estrategia dominante. Atrévete a saltar más allá.
  • Del lago de la felicidad podemos beber todos solo si lo hacemos con mesura: la tragedia de los comunes es tu tragedia.
  • La polarización de tu ser es nociva. Aléjala alejándote del caótico ritmo de hoy, de ordenadores y teléfonos. Reconecta.
  • Dentro de todos hay un pequeño Acemoglu esperando a florecer y escribir un millón de papers al sol del mediodía turco.
  • Las ideas no saben vivir en la prisión de los países. Déjalas volar más allá de patentes y encontrarás mejoras de Pareto
  • si yo tengo una idea y te la doy a ti, tenemos una ganancia de Pareto... y en nuestro corazón.
  • El riesgo moral y la selección adversa existen solo si tú quieres. Asegura tu interior para asegurar tu exterior.

  • Busca las IS-LM en tu interior para hallar el equilibrio que tanto anhelas
  • No desesperes: una mano invisible te guiará hacia la felicidad vaciando el mercado
  • El amor no obedece a razones malthusianas: cuánto más des, más habrá.

  • Ajusta tus expectativas racionales a la realidad de tus restricciones presupuestarias para maximinar tu curva de felicidad
  • Los sunken costs son anclas que te atan al pasado. Abraza un análisis racional de costes
  • Si el amor tiene un coste de oportunidad mayor que cero debes considerar invertir tu espiritualidad en proyectos win-win
  • Los elevados costes de despido del amor crean un mercado dual que excluye a los feos. Por un amor único.

  • La mano invisible bajará por tu curva de Laffer hasta tu PIB mejorando ostensiblemente el Estado de Bienestar 

  • A veces, el Universo consipra para que nunca pierdas el coste de oportunidad.
  • Necesitamos urgentemente un plan quinquenal de amor, respeto, paz e ilusión

  • Si lo deseas lo suficiente, la demanda agregada conspirará para llegar al equilibrio óptimo de Pareto 

  • La competencia es imperfecta. Tú también. Aprende a disfrutar de los pequeños oligopolios del momento.

  • Si lo deseas lo suficiente, pagaras mucho por ello.
  • No intentes juzgar la vida de los demás, porque solo cada uno conoce su esquema de incentivos. 

  • La ciencia lúgubre, pero que si cierras los ojos y lo deseas mucho mucho mucho se llena de color

  • Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: la aversión al riesgo
  • Nunca desistas de un sueño, recuerda que estas en un infinitely lived agents model
  • A veces hay q decidir entre lo q se está acostumbrado (X) y lo q nos gustaría conocer (Y) escoge lo 1º cuando RMS > Px/Py
  • No te detengas solo porque tus deseos no estén en el conjunto factible
  • Podemos cometer muchos errores en nuestras vidas, pero no de manera sistemática

  • Derriba tu frontera de posibilidades de producción 

  • La deuda privada de otros que no te mata te hace más fuerte 

  • Si lloras por el desahucio, tus lágrimas te impedirán firmar el contrato por ETT 

  • Nunca desistas de una opa hostil. Sólo trata de ver las señales que te llevan a la oferta de adquisición de acciones

  • Qué es el Homo Economicus? Y tú me lo preguntas? El Homo Economicus... eres tú! 

  • La expansión del gasto público inunda nuestros corazones de dinero y dicha. 

  • El amor agregado es una curva creciente hasta que se corta con la recta de rutina.

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Hace tres años en el blog: El día del escepticismo.
Y también: La ley Sinde.
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jueves, 19 de diciembre de 2013

Los mitos de la razón. El Explorador de Quine.

Imagen moderna del Explorador de Quine

Sin tener poderes especiales, el Explorador de Quine es un personaje con todos los atributos de un mortal. Según la leyenda, que nos llega referida por Quine, en uno de sus viajes arriba a territorios inexplorados en donde se encuentra a un nativo con el que no se puede entender. Ninguna de las lenguas que conoce el explorador le sirve para descifrar una sola de las palabras del nativo quien, a su vez, solo conoce su lengua. Tras fracasar varios intentos de comunicación, pasa cerca de ellos un conejo, ante lo cual el nativo grita ¡gavagai! al tiempo que apunta al conejo con el dedo.

Lejos de creer que ha aprendido una palabra de su lengua, el explorador se pierde en múltiples hipótesis que se bifurcan. En su atribulación piensa que gavagai puede significar cualquier cosa que corra por el campo, o bien que ese grito con el gesto del dedo es una manera de saludar y que solo por mera coincidencia el conejo pasó por ahí cuando el nativo se decidió a dar la bienvenida.

Según se cuenta en algunas elaboraciones posteriores del mito, el explorador consiguió aprender a pronunciar cada vez más palabras (si es que palabras eran) de la lengua del nativo e incluso llegar a combinarlas de manera que parecía hablar con él. Aún así siempre le quedaba la duda de saber si cuando creía que la conversación versaba sobre la posibilidad de que el ser, aunque solo fuera por un momento, pudiera no ser, el nativo en realidad estaba sosteniendo una charla sobre la escasez de rinocerontes.

Las tesis modernas no se llegan a poner de acuerdo sobre el significado de este mito. Según algunos es una alegoría de la incomunicación, mientras que para otros representaría un burla de la obcecación en dudas metafísicas impropias de los mortales.

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Hace tres años en el blog: La Filosofía avanza.
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lunes, 16 de diciembre de 2013

Solidaridad social y responsabilidad individual


El pasado domingo día 8 de diciembre publiqué estos tuits. Siguió un pequeño debate del que recojo algunos intercambios:

Los que se definen comunistas ¿saben que nunca han mostrado cómo funcionaría esa sociedad ni cómo se llegaría a ella?

Los que se definen anarcocapitalistas no necesitan mostrar cómo funcionaría: que cada uno haga la que quiera y que sea lo que dios quiera.

Los que quieren un socialismo cooperativista, ¿saben que la cooperativa es un tipo de empresa y no un modelo social?

Los que quieren una economía del bien común, ¿saben que ellos no deciden lo que es el bien común?

Los que quieren una economía basada en recursos (proyecto Venus), ¿dirán alguna vez algo concreto?

Los que desaprueban defender la competencia para beneficiar al ciudadano por ser capitalismo, ¿presentan propuestas mejores?

Los que desaprueban la solidaridad social por coercitiva aún si es preferencia mayoritaria, ¿tienen mejor manera de agregar preferencias?

Los que tienen miedo a la iniciativa privada y a la responsabilidad individual, ¿tienen mejor manera de garantizar la libertad?

Hay muy poca liberalidad en algunos que se hacen llamar liberales.

Hay muy poco progresismo en algunos izquierdistas que profesan ideas anticuadas.

Al final, la sociedad es la búsqueda constante de un equilibrio tolerable entre la responsabilidad individual y la solidaridad social.

Al final, en la sociedad siempre habrá quien prefiera resolver los problemas con su fe, su buena fe, pero eso no les dará la razón.

Esta es parte de la conversación que siguió:

-Más o menos igual que todo el resto de las teorías económicas. No veo libre mercado, liberalismo ni socialismo real en ningún país.

-Yo: Entonces estás de acuerdo en ir mejorando lo presente. ¿Cómo? para la respuesta usa lo que sabemos de Economía.

-hay que mejorar lo que tenemos como sea, porque obviamente no está funcionando bien.

-Yo: Como sea, no, que todo puede ir peor.

-claro que puede ir a peor, pero el que tenemos ahora dista mucho de ser ejemplar.

-Yo: En eso estamos de acuerdo.

-por que, no estas de ac con los objetivos del P Venus?

-Yo: Como dicen los católicos, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. Esas las tenemos todos.

-Yo: Por estar de acuerdo, lo estoy con las respuestas de las candidatas a Miss Universo: la paz en el mundo...

-no hay nada a-cientifico en plantearse grndes objetivos

-Yo: No, pero es que yo no me he metido con eso.

-o con Hayek: la libertad total en el mundo...

-Yo: También

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Hace tres años en el blog: Las huelgas.
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jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Es la escuela austriaca una pseudociencia? Juzgue usted (y 2)

Esta es la segunda parte de mis comentarios a las contestaciones de Juan Ramón Rallo a unas frases extraídas de mi libro Economía y Pseudociencia sobre la escuela austriaca. Debe leerse la primera para entenderla bien.

La praxeología es el método alternativo al científico propugnado por Mises 
y origen de su apriorismo (= prejuicio),
como si tal alternativa fuera posible.

¿A quién convencen?

Rallo responde con una lista de autores que reconocen haber recibido influencia de la escuela austriaca. De nuevo son vaguedades. Esto no es convencer. Robert Lucas puede haber tenido su influencia intelectual y filosófica en esta escuela, pero nadie le ha convencido de la teoría de los ciclos austriaca ni de sus teorías bancarias, por ejemplo. La filosofía individualista de Hayek es una predilección personal. Jamás he dicho que hacer más hincapié en la responsabilidad individual o en la solidaridad social a la hora de manifestar preferencias sobre cómo organizar la sociedad sea objeto de mi crítica científica (sí lo es de mi crítica moral basada en mis propias preferencias morales, pero esto es ajeno al debate). Las únicas críticas se refiere a la elaboración de teorías que expliquen la realidad y a la propuesta de medidas económicas con un determinado fin que tenga evidencias de que esa propuesta lleve efectivamente a ese fin. En esto no han convencido.

Muchos economistas simpatizan con estas preferencias individualistas, pero lo único que importa es lo que puedan demostrar. Por ejemplo, si Vernon Smith se interesa por la hipótesis de Hayek de que en un mercado competitivo los individuos solo necesitan saber los precios y nada más para que todo funcione y la comprueba experimentalmente, eso no implica nada de lo que distingue desde hace décadas a la escuela austriaca. Ese resultado se había demostrado formalmente y era aceptado en la Economía "normal". Hurwicz, alejado ideológicamente de los austriacos, fue más allá y demostró formalmente que el mercado competitivo usaba el mínimo de información de los posibles en cualquier mecanismo económico que uno pudiera concebir y que fuera eficiente. El método experimental de Vernon Smith de hecho fue muy criticado por los austriacos y con él ha probado recientemente que para la existencia de burbujas es irrelevante la base monetaria (supuestamente una de las razones para querer el patrón oro, tan caro a los austriacos). Si, por poner otro ejemplo, Coase, impulsado tal vez por sus ideas, se interesa por las negociaciones privadas y muestra que en ciertas circunstancias estas pueden resolver problemas de externalidades sin necesidad de una autoridad que imponga la solución, todos tomamos nota de ello. Si, en cambio, se extrapola este resultado para justificar que toda negociación privada (fuera del alcance del teorema) es mejor que una imposición o regulación pública, estaremos en la pseudociencia. Hicks escribió un libro, Capital and Time: a Neo-Austrian Theory, en el 73 que no tuvo ninguna trascendencia y por el cual desde luego no le dieron el Nobel (en el 72).

Recordemos que los mismos economistas de Chicago que compartían ideología liberal con Hayek rechazaron que entrara en el departamento de Economía por no ser un economista científico. James Buchanan, que se reconoció muy influido por Mises y Hayek, llegó a decir posteriormente que la escuela austriaca se había convertido en una secta (cult, en inglés), algo que también dijo Gary Becker, otro gran economista liberal. Milton Friedman, que no está en la lista de Rallo, aunque suele ser citado por los austriacos, dijo textualmente:
“I think the Austrian business-cycle theory has done the world a great deal of harm.”
Por seguir con el símil anterior, es como decir que la teoría marxista de las crisis de sobreproducción está validada porque hay muchos economistas de influencia marxista.

Rallo nos enlaza un artículo en el que se intenta mostrar que la escuela austriaca no está marginada en la Economía moderna. Encuentra 3 universidades 3 en todo el mundo con un núcleo de economistas austriacos (George Mason en EE.EE., Rey Juan Carlos en España y Francisco Marroquín en Guatemala), luego encuentra austriacos dispersos hasta en otras 4 universidades 4 en todo EE.UU. También encuentra que ha habido 3 estudiantes 3 de George Mason que han conseguido colocarse en sendas universidades de prestigio. Textualmente dice (página 4):
"in the last years GMU in particular has placed graduates at prestigious schools such as Chicago (Peter Leeson), New York University (Adam Martin) and Duke (David Skarbek)."
Claro que si nos molestamos en cotejar los datos tenemos lo siguiente:

Peter Leeson: Assistant Professor en West Virginia y Professor en GMU (su misma escuela). Lo que ha sido es "Visiting Professor of Economics" en Chicago. Eso no es "place a student at Chicago". Un visiting no es una posición permanente y, dependiendo de la situación, puede ser algo bueno (si te pagan) o poco (un "body" que te traes para que dé clase).

Adam Martin: New York University, Development Research Institute, Post-Doctoral Fellow. 2009-2011 y New York University, Department of Economics, Instructor. 2010-2011. Un instructor o un post-doc no es "place a student". Es una manera más o menos chapuza de librarse de alguien. Ahora es lecturer en King’s College London, que es buena escuela en ciencias, pero en ciencias sociales, bueno, pues no de lo mejor del Reino Unido.

David Skarbek: Visiting assistant professor en Political Science en Duke. De nuevo, no es tenure-track, y ahora está también en King's College.

La cita anterior "In the last years..." es, el mejor de los casos, "economical with the truth" (por usar una expresión que le gusta a un colega). En realidad, es profundamente deshonesta.

¿Y qué pasa con los austriacos de las otras universidades? Vemos en la página 9:
"In 2012, based on the Shanghai Academic Ranking of World Universities in Economics / Business, New York University Economics Department was 9th in the world"
Lo cual es mucho orgullo, pues es el departamento de más calidad en donde encuentran austriacos, en particular tienen a Israel Kirzner y Mario Rizzo. Pero resulta Kirzner es ya emérito y Rizzo es Associate Professor y no lo promocionaron nunca a Full Professor, que en el sistema americano, donde casi todo el mundo promociona tarde o temprano de Associate a Full es lo mas cercano que tienen a decirte "no sabemos cómo librarnos de ti". NYU está donde está en los rankings por Sargent, Gertler y compañía. Que Rizzo este ahí es irrelevante para el ranking. Emplear a NYU como ejemplo de calidad académica de los austriacos es una tomadura de pelo.

También en la página 6 presumen de que un austriaco, Nicolai Foss, es el 1.435 en RePEc en número de papers. Es mejor emplear el índice agregado (que incluye cosas como citas): En ese está el 1.845. Y si condicionamos en los últimos diez años (que da una idea de lo activo que es alguien), no aparece entre el 5% mejor. Pero bueno, da igual, el 1.435 o el 1.845 importa poco. No es ni de los 1.000 tipos más citados del mundo. La verdad es que si yo lo mejor que tuviese para presumir es un 1.435 estaría bastante calladito.

El paper en general es un "infomercial" destinado más a engañar a incautos estudiantes que a ninguna otra cosa. Este es el tipo de documentación con el que Rallo nos quiere convencer de que la escuela austriaca convence.

Esto no es convencer, es mentir directamente para ocultar lo que son, una escuela sin apenas influencia académica en la Economía moderna.

¿Qué datos necesitan para invalidar alguna de sus hipótesis?

Rallo vuelve a evadir la respuesta, diciendo que hay de todo. Dice que hay que ir caso por caso, pero no da ningún ejemplo. Cuando a mí me hacen esa pregunta mis amigos físicos o biólogos que dudan de la metodología económica no les contesto con esa evasiva, sino que les pongo casos concretos. De hecho mi serie de artículos en Mapping Ignorance está pensada así.

Es interesante que Rallo reconozca que “muchos austriacos no aceptan que la teoría pura (no así la economía aplicada o la historia)” pueda ser falsada, pero otros sí lo hacen con diversas cautelas. Esa actitud es inaceptable, por dos razones. Primero, una teoría puede ser coherente lógicamente y ser perfectamente inútil como teoría descriptiva o normativa. Obviamente si pretende ser descriptiva necesita de los datos para saber si nos sirve con este objetivo. Si pretende ser normativa, también, puesto que necesitamos tener una idea de hasta dónde es posible que sirva como norma. En cualquier caso deberá aclarar a qué se refiere su carácter normativo: ¿es lo que se debe hacer si se es racional? ¿si se tienen tales preferencias por la libertad, seguridad, responsabilidad, solidaridad,…? El objetivo de esta construcción es, aunque interesante, casi seguramente imposible o, por lo menos, estamos demasiado lejos como para que puedan hacerse las afirmaciones tajantes que hacen los austriacos en sus opiniones de política económica. Los axiomas, además, deberán poder revisarse, por muy intuitivos que nos parezcan, si llevan a conclusiones erróneas. En cualquier caso, si creen que lo han conseguido, que lo muestren. Y ahí tenemos la segunda razón de la inaceptabilidad de esta actitud: sus teorías no tienen el rigor de un sistema formal como para poder mostrar lógicamente su coherencia. Una cosa es lo que pretendan y otra lo que consiguen. Con un lenguaje natural sin formalización es imposible hacer lo que quieren hacer. De eso ya he puesto un ejemplo en la primera entrada.

Un par de afirmaciones sobre Hayek

A la afirmación de que Hayek no era consecuencialista Rallo responde que sí lo era (aunque en realidad critica la afirmación de que es anticonsecuencialista, cosa que yo no he dicho). Si uno dice que Hayek o los austriacos abogan por una restricción de la intervención estatal en la vida económica porque de esa manera los seres humanos serán más libres y vivirán mejor y que entonces la restricción de la intervención estatal es un instrumento para una consecuencia, pues bien, la posición es consecuencialista en ese sentido. No voy a mantener una discusión semántica (pero fíjese qué juegos verbales tiene que hacer: metarracionalista (?), utilitarista restringido,...).

En mi opinión, la idea de que aceptamos normativamente unos axiomas (aunque no estén definidos con rigor) y a partir de ellos aceptamos las consecuencias que vengan no es consecuencialista, ni lo es la idea apriorística de que casi cualquier intervención estatal es peor que su alternativa de no intervención. Por mi parte, estaría encantado de saber que estos economistas sí son consecuencialistas, pero es difícil leyendo cosas como esta.

Rallo aprovecha para decir que es un bulo que Friedman refutara la teoría de los ciclos austriaca. El von Mises Insitute lleva tiempo diciendo esto y Rallo lo repite. Lo que dicen es que no les convence la refutación de Friedman y que, como no les convence, es un bulo que lo refutara. Si quisiéramos salir de dudas bastaría con presentar la teoría en términos más claros y contrastables y podríamos acudir a los datos y estar todos de acuerdo en lo que dicen. Como no es así, será difícil distinguir su defensa de la táctica del blanco móvil.

Y por esto es malo poner límites a las emisiones de CO2 
o poner impuestos para financiar bienes públicos 
o una sanidad universal

(Te podrá interesar: Los malos axiomas de los austriacos.)

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Hace tres años en el blog: El español, ¿oficial en Europa?
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lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Es la escuela austriaca una pseudociencia? Juzgue usted (1)


El pasado lunes 2 de diciembre salió en Tercera Cultura una referencia a mi libro Economía y Pseudociencia con varios extractos. Uno de ellos se refería a la escuela austriaca de economía. En él se hacían varias preguntas pertinentes para saber si tal escuela es o no pseudocientífica. A estas preguntas responde Juan Ramón Rallo en su blog. Parece satisfacer a los austriacos, pero miremos bien qué se pregunta y qué se responde. Hoy comentaré sobre las tres primeras preguntas y en una entrada posterior continuaré con el resto:

¿Dónde están los avances de esta escuela?

Rallo responde con evasivas. Muestra únicamente las aportaciones de la escuela en tiempos de Mises y Hayek, algo que nunca he negado (aunque uno debe separar sus aportaciones al conocimiento aceptadas de las rechazadas y de sus opiniones). En el libro, por ejemplo, reconozco el respeto que se ganó la escuela en su día analizando y previendo las razones del fracaso de la Unión Soviética como sistema económico al no disponer de la información que dan los precios de mercado (aunque se equivocó respecto a las pérdidas de libertad que preveía en la social democracia que se venía fraguando en Suecia). La pregunta se refiere (y basta leer mi crítica en el libro y no solo el extracto) a los avances a partir de ahí y a cómo no han logrado mostrar que muchas de sus opiniones o extrapolaciones a partir del conocimiento económico de la época sean sustentadas por teorías coherentes o por evidencia empírica.

Por supuesto, lo anterior no quiere decir que no haya habido avances, solo que Rallo no ha contestado a la pregunta. Lo mismo veremos que pasa con las demás. Yo mostraré que no se responde adecuadamente y, a continuación, intentaré argumentar por qué no creo que vaya a poder responder. La carga de la prueba corresponde a quien propone una teoría y deben ser los austriacos los que muestren que la suya es capaz de responder a estas cuestiones.

¿Cuándo han corregido un error? ¿Cuándo han descartado una hipótesis por encontrar otra mejor?

Rallo no responde un solo caso. Habla de diferencia de opiniones en algunos aspectos dentro de la escuela austriaca, pero no habla en ningún momento de avances. Recordemos que los astrólogos tienen distintas opiniones también entre ellos y que decir eso no sería una buena respuesta a estas preguntas. Eso se hace mostrando que una hipótesis es descartada por incoherente o porque los datos son más compatibles con otra también coherente. Y para eso necesita que los modelos se expresen en un lenguaje lo suficientemente formal y preciso que permita saber exactamente qué significa la hipótesis y exactamente qué tipo de datos la validan o la refutan. Como en la escuela austriaca no hablan con claridad en este aspecto nunca sabremos de verdad qué están queriendo decir.

Lo que sigue es un ejemplo que ilustra lo anterior. El lector con prisas puede pasar a la siguiente pregunta.

Tomemos por ejemplo la teoría de los ciclos económicos. El propio Rallo reconoce que la tasa de interés natural de Mises o Hayek es un concepto no bien definido (les disculpa diciendo que esa definición es posterior a esos autores, pero eso no implica que tuvieran una buena definición, más bien es indicación de que la suya era todavía peor). Rallo sustituye esta tasa de interés natural por los diferenciales de tipo de riesgo a corto y largo plazo para su propia explicación de las crisis, y lo hace narrando una historia que nos tenemos que creer porque sus argumentos son intuitivos y elocuentes. Pero eso es lo que está mal. No sabemos si su narración es un modelo coherente, si es compatible o no con la teoría anterior o si es un modelo completamente distinto con implicaciones distintas. Sin un modelo riguroso en el que se pueda seguir la pista a lo que ocurre con cada una de las variables, con todas sus consecuencias y no solo con las que nos muestra el narrador, nuestra intuición nunca será suficiente y estará sujeta al error y será casi imposible distinguir correlación de causalidad. Necesitamos saber con precisión cuál es el modelo que se está tratando y cuáles son las predicciones que se hacen y cuáles son las aproximaciones razonables. Lo demás es retórica e ir buscando justificaciones para demostrar lo que queremos que sea el caso.

El lenguaje natural es ambiguo, los modelos rigurosos y matemáticos, no. Lo que dice, por ejemplo, Lucas, podrá parecer una estupidez, pero nadie tiene la más mínima duda de lo que dice el modelo: ahí está la ecuación de Euler, que algunas veces predice y otras, no. Punto. Esto nos permite saber dónde hemos avanzado un poco y dónde queda mucho por hacer. Las teorías austriacas no presentan nada parecido.

Fijémonos en lo que se hace en la Economía “normal” (lo que sigue es denso y puede saltarse, pero aunque no se entienda del todo dará una idea de cómo se hacen las cosas, que es lo que importa):

El problema fundamental es que no entendemos lo suficiente el comportamiento de la curva de tipos y de las primas de riesgo que estas incluyen. El centro empírico del dilema son las regresiones de Fama-Bliss, que básicamente dicen que, en los datos:

1) El exceso de retorno de los bonos a largo sobre los bonos a corto es predecible por la diferencia entre un futuro sobre el tipo de interés a corto y el tipo actual a corto (si la hipótesis de expectativas puras se cumpliese, el exceso de retorno tendría que ser impredecible).

2) La diferencia entre el tipo a corto hoy y el tipo a corto mañana es poco predecible por la diferencia entre futuro sobre el tipo de interés a corto y el tipo actual a corto (si la hipótesis de expectativas puras se cumpliese, el exceso de retorno tendría que ser perfectamente predecible).

Uno puede pensar en 2) como el converso de 1). De hecho, el coeficiente de la regresión 1) y la 2) siempre suman 1 en los datos (por construcción de la regresión) y lo que ocurre es mientras que el primer coeficiente debería ser 0 y el segundo 1, en los datos el primero es como 0.8 y el segundo 0.2

(por cierto, una demostración mas que todos los que dicen que Fama no entiende el mundo en el que vive, estilo DeLong-Krugman, son unos vagos intelectuales que nunca han leído ninguno de sus papers).

La respuesta estándar es que existe una prima de riesgo que es cambiante con el tiempo (aquíaquí y aquí se enlazan sendos papers sobre el tema). ¿Cómo se puede generar esta prima de riesgo cambiante con el tiempo? No resulta fácil, pero estos días entendemos que una combinación de preferencias recursivas+política monetaria correctamente modelizada+volatilidad estocástica más o menos lo "conseguimos" y podemos ir con ella a los datos del mundo real y hacer contrastes empíricos y seguir avanzando.

Esa es la actitud humilde de la ciencia. La teoría austriaca de los ciclos, por el contrario nunca se ha encontrado con un problema que no pueda resolver. ¿No es curioso? Hace más de medio siglo alguien lo supo casi todo de las crisis económicas, y no importa que su teoría exagerara la importancia de los tipos de interés y que no incluya ninguno de los elementos que tenemos en la actual, que ya sabemos son irrelevantes. Los únicos que importan son los que supo en su día el binomio Mises-Hayek y, si acaso, alguna reinterpretación adecuada.

Si sirve de consuelo, cosas parecidas se pueden decir de la Teoría General de Keynes y de El Capital de Marx, obras no escritas en términos rigurosos, de manera que hay también una industria montada acerca de "qué quiso decir" el maestro. Cuando alguna una escuela depende demasiado de un autor (Freud o Lacan son ejemplos en Psicología, por si la perspectiva le ayuda a alguien a entender esto) las señales de alerta deben prevenirnos contra el prejuicio que pueda haber en esa escuela.

¿Dónde publican?

Rallo nos refiere a una lista de publicaciones realizadas por economistas que se reconocen como de la escuela austriaca. Lo que no dice Rallo es si estas publicaciones se refieren a validaciones de afirmaciones realizadas por la escuela. Por ejemplo, varias de las publicaciones se refieren a aclaraciones sobre discusiones históricas y otras se refieren a aspectos económicos no particularmente austriacos. Si un economista austriaco muestra que en ciertas circunstancias el mercado o la auto-organización social funciona mejor que una imposición estatal, esto estará bien si el modelo es coherente y será útil si es aplicable. Pero basta echar un vistazo a la lista de artículos para ver que en ninguno de ellos se demuestran las cosas por las que más conocidos son estos economistas. Claro que si me pongo ahora a decir cuáles son estas cosas, Rallo me dirá que no, que unos dicen unas y otros otras.

Cojamos las ideas bien publicadas de los austriacos. ¿Justifican las afirmaciones que luego nos hacen cuando escriben sus artículos de opinión o cuando hacen recomendaciones de política económica? Para esto deben señalarse que son afirmaciones que constituyen el cuerpo particular de la teoría austriaca. Por ejemplo, un economista austriaco puede decir que los mercados perfectamente competitivos son eficientes en ausencia de externalidades, bienes públicos o problemas de información, pero esto no dirá nada acerca de la validez de las posiciones austriacas, puesto que en esto no se diferenciaría de la posición estándar.

Además de todo esto, habrá que recordar que la publicación no es más que el comienzo de una larga carrera hasta la aceptación de una idea. La mayoría de las publicaciones son acerca de formulaciones de hipótesis o líneas de investigación que parecían interesantes y prometedoras, pero que no acabaron llegando a ninguna parte. Lo malo no es explorar o equivocarse, sino mantenerse en el error. Si alguien me acusa de no haber planteado así la pregunta, debe saber que Rallo está recogiendo unas pocas líneas del libro, que resumen una discusión más completa en el libro.

Esto es lo mismo que diríamos a autores marxistas que publican. Los hay, yo conozco a algunos, pero sus publicaciones son sobre temas de desigualdad, sobre propiedades axiomáticas de reglas de reparto en juegos cooperativos y sobre interpretaciones posibles de algunas ideas marxistas, entre otras cosas. Nada que justifique ni la teoría económica de El Capital ni la mayoría de las políticas económicas que suelen promover los marxistas.

Se me ha dicho más de una vez que hay autores de la escuela austriaca que aceptan el reto del método científico y la exposición a la revisión por pares. Me parece de perlas, se incorporarán a la economía normal. Tal vez acaben siendo el equivalente a los marxistas analíticos (que rechazan la teoría marxista, pero siguen su interés en luchar contra la explotación y la desigualdad).

(La segunda parte continúa aquí)

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Hace tres años en el blog: Una constitución ambigua.
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