sábado, 30 de julio de 2011

El adelanto de las elecciones


El adelanto de las elecciones suele ser una profecía que se cumple a sí misma. De tanto pedirse y anunciarse, acaba siendo realidad. Esto es posible porque la Constitución así lo permite.

Lo que en su momento parecía un grado deseable de flexibilidad es, en realidad, una invitación a perder tiempo y energías para conseguir el adelanto por parte de la oposición o a elegir el momento más adecuado para las elecciones según crea el partido gobernante. El que en la historia de nuestra democracia moderna solamente tres gobiernas hayan agotado la legislatura indica el abuso de esta norma excepcional.

Hay países en que la fecha de las elecciones está fijada de antemano y que no tienen gobiernos más inestables por esa circunstancia. Dentro de nuestro país, algunas comunidades tienen la potestad de adelantar las elecciones, mientras que otras no, y no parece que eso haya supuesto ninguna dificultad a estas últimas. Los ayuntamientos tampoco pueden adelantar elecciones y ello no los hace menos gobernables.

La sensación de interinidad del gobierno actual que toda la prensa ha destacado no existiría si no hubiera la posibilidad de adelantar elecciones. La falta de interés de algunos partidos por llegar a acuerdos de gobernabilidad habría sido menor si no tuvieran la estrategia de pedir elecciones anticipadas.

Lo que defiendo no es que no debían haberse convocado estas elecciones ahora (aunque me pregunto qué grandes cosas se mejoran por adelantar ¡menos de cuatro meses! unas elecciones). Dadas todas las presiones tal vez era inevitable. Lo que defiendo es que no tengamos esa posibilidad. Comoquiera que es algo que está en la Constitución, solo habría una manera de hacerlo, mediante un pacto de damas y caballeros entre los principales partidos, que estableciera y respetara esa costumbre.

No sería muy distinto de la posible costumbre que pudiéramos tener para que una persona no presidiera el gobierno más de dos legislaturas. Esta costumbre empezó con Aznar y siguió con Zapatero. Estaría bien que tanto Rajoy como Rubalcaba anunciaran su seguimiento.

jueves, 28 de julio de 2011

Odiosa comparación (2)

Hace algo más de un año propuse una comparación odiosa. Ahora toca otra. Se trata de sendos templos que Egipto regaló a España y a EEUU por ayudar a salvar muchos otros de ser anegados por las aguas con la construcción de la presa de Asuán. Aparte de estos dos están los de Italia y Holanda, pero esos no los conozco.

Este es el Templo de Debod, que está al aire libre en un extremo del Parque del Oeste de Madrid:


Y este es el Templo de Dendur, ahora dentro del Metropolitan, en Nueva York:


¿Quién puede presumir más?

domingo, 24 de julio de 2011

El poder de los mercados


Oí decir hace años a Juan Urrutia, profesor mío entonces, que solía encontrarse siempre a contracorriente: a la derecha le tenía que explicar que los mercados no son la panacea y a la izquierda que los mercados tienen algunas buenas propiedades. Lo recuerdo a menudo porque me ocurre lo mismo. Con la crisis actual arrecian las críticas a los mercados, así que toca defenderlos en lo que son defendibles.

Una de las constantes cuando hablo de economía es la insistencia en realizar un buen diagnóstico para poder buscar soluciones (aquí una de mis últimas discusiones, en el blog de Hugo). Decir "me duele aquí" está bien y es necesario, pero echarle la culpa de ello al sistema nervioso no siempre es la mejor opción. En nuestras sociedades tenemos muchos agentes y colectivos que, sin duda, están más alerta que otros a la hora de indicarnos qué cosas "duelen" en el sistema: desigualdad, falta de oportunidades, discriminación, poca participación, dobles raseros,... Será inteligente saber oír estas denuncias. Otra cosa es realizar diagnósticos y todavía otra cosa distinta es proponer soluciones.

Hace unos pocos días pudimos leer en El País un artículo del sociólogo Enrique Gil Calvo sobre "el poder de los mercados". Este artículo cae en la falacia de acusar al mecanismo de mercado por las malas decisiones de los agentes en él involucrados. De esto hablé aquí en su día.

Pero no es en este aspecto en que voy a insistir ahora. Me limitaré a señalar un error de bulto que el lector no avisado puede confundir con argumentos de verdad.

Dice Gil Calvo que antes se financiaban las políticas públicas con impuestos mientras que ahora se financian con deuda pública, y que de ahí derivan nuestros males. Lo primero es cierto solo a medias y dependiendo de cómo quiera uno interpretar las cosas. Lo segundo oculta muchas cosas.

Si bien es cierto que la deuda (pedir prestado) es una manera de financiarse, no es menos cierto que, al final, la deuda debe pagarse, y eso se hará, al final, con los impuestos recaudados. Según Gil Calvo la financiación con deuda es más injusta, y pone como ejemplo los casos de Alemania y Grecia, donde el más rico no tiene problemas y el más pobre los tiene en abundancia. Que la causa principal de esta situación pueda ser la mala gestión pública en este último país es algo ajeno a su análisis. Gil Calvo se olvida, además, que antes del euro, los problemas de financiación de Grecia se habrían resuelto con devaluación e inflación, una manera de financiar la cosa pública injusta donde las haya.

Gil Calvo, con todo, anota algo de interés, cual es la percepción que pueda tener gran parte de la ciudadanía de toda esta situación, que los estados acaban rindiendo cuentas a sus acreedores, a los mercados, en lugar de a sus ciudadanos, y que puede ayudar a explicar algunas de las dinámicas sociales observadas últimamente. Pero explicar dinámicas sociales no es diagnosticar problemas de fondo y, desde luego, no es proponer soluciones. Hay revoluciones que sirvieron para callar descontentos, pero que distaron mucho de ofrecer soluciones.

Les pasa a los estados lo que le pasaría a cualquiera, que acaban en manos de los acreedores cuando deben más de la cuenta, pero los ciudadanos deberíamos castigar a los gobernantes que endeudan al país por encima de sus posibilidades en lugar de querer cargarnos a los mercados, que permiten que afloren y se conozcan las malas gestiones para poder corregirlas y pedir responsabilidades. El permitir esto último con más facilidad que otros mecanismos constituye el verdadero poder de los mercados. Esto no quiere decir que no se pueda o deba hacer nada con relación a ellos. Para empezar, es posible mejorar la regulación bancaria e introducir más competencia en los mecanismos internacionales de compensación (junto al Banco Mundial y al FMI).

miércoles, 20 de julio de 2011

Por qué sexo y por qué en parejas


Todos los organismos de nuestro planeta que se reproducen sexualmente lo hacen mezclando únicamente el ADN de dos individuos. Y no sabemos por qué.

Existen varias hipótesis (no necesariamente excluyentes) acerca de la bondad del sexo desde el punto de vista evolutivo. Aclaro lo del punto de vista evolutivo, porque una célula que se reproduce asexualmente puede muy bien considerarse inmortal, mientras que el sexo nos impide esta posibilidad. Cada uno que estime si le merece la pena como individuo. Pero lo cierto es que el sexo permite variedad genética en la progenie y, con ella, una línea de defensa ante virus y parásitos y la posibilidad de mejor adaptación a cambios ambientales.

Todo esto está muy bien y puede explicar el porqué del sexo, pero no explica por qué en parejas.

Normalmente se piensa que la razón debe venir por el hecho de que tener varios sexos es muy caro. Con dos sexos en iguales proporciones se reducen a la mitad las posibilidades de descendencia. Con tres sexos también en iguales proporciones, se reduciría a la tercera parte. Tal vez la razón tenga que ver con esto, pero hasta ahora nadie ha probado que esto tenga que ser así para todas las especies que se reproducen sexualmente.

Hay, además, otras posibilidades. La más sencilla sería, no que hubiera tres o más sexos, sino que dos machos fecunden a una hembra. Esto se puede hacer sin necesidad de incurrir en el coste de mantener tanto macho, ya que las proporciones pueden ser 1/4, 1/4, 1/2, es decir, que la hembra pusiera la mitad de la carga genética y, entre dos machos, la otra mitad. Una población así tendría la mitad de machos y la mitad de hembras (la explicación es similar a la vertida aquí para la proporción 1/2, 1/2). No hace falta que el acto sexual se haga a la vez con los dos machos. En muchas especies las hembras almacenan el esperma de varios machos, pero fecundan cada óvulo con sólo el de uno. No parece gran problema el alterar esto para que se fecunde con el de dos, pero este paso evolutivo no se ha dado en ninguna especie conocida a pesar de la ventaja de una mayor variedad genética que este mecanismo reportaría

Así, pues, la pregunta sigue en pie: ¿por qué el sexo en pareja?

En una próxima entrada buscaremos alguna respuesta. Hoy solo quería plantear la cuestión.

lunes, 18 de julio de 2011

Las propiedades emergentes y otras compañías



De unos comentarios míos en el Otto Neurath y como complemento de una entrada anterior:

Insisto: hasta que no tengamos un ejemplo tal (un modelo en el que veamos emerger propiedades irreducibles), esa posibilidad en la definición sobra completamente y haremos bien en no extraer consecuencias de su posibilidad, y menos consecuencias que multiplican el número de entes (qualias y cosas así de indefinidas y que se quieren poner en el modelo al lado de partículas elementales, querido Watson) sin necesidad.

Esto es bastante semejante a aquello del submarino de Maturana, de los zombies de Chamlers, de la habitación china de Searle o del explorador de Quine.

En todos los casos se hace la petición de principio de suponer que existe algo que tiene las propiedades que queramos (y que no se ha visto nunca jamás) para luego deducir cosas y todo sin parase a pensar que, de momento y hasta nueva orden (encontrar algo que satisfaga la definición o demostrar lógicamente su coherencia) prescindir de esos entes innecesarios es la manera más cauta de proceder.

Hay tanta razón para aceptar esos entes inasibles como cualquier otro que se me ocurra, aunque algunos de nuevo confunden su intuición con razones razonables.

jueves, 14 de julio de 2011

Demasiado grandes para caer


Esta es una expresión que hemos oído repetidas veces a lo largo de la presente crisis. Debería ser también una llamada de atención para extraer alguna lección que aprender.

Para poner en perspectiva el alcance de esta lección, querría recordar otra que se aprendió y se empezó a llevar a cabo en los años 90. Se trata de la manera de lidiar con los así llamados "monopolios naturales". Un monopolio natural es aquel en el que hace falta una fuerte inversión inicial antes de empezar a operar. Una vez hecha esa inversión, el coste de producir el bien o proveer el servicio de que se trate no cambia demasiado (en comparación con ese coste inicial) con la cantidad. En este esquema entraban las empresas de telecomunicaciones, de producción de electricidad y algunos modos de transporte, como el aéreo.

La gran inversión inicial implicaba que lo económicamente eficiente sería que hubiera una sola empresa y que fuera regulada para que no se comportara como un monopolio y pusiera un precio que reflejara los costes de producción. El problema era que, en estos marcos regulatorios, la empresa tiene claros incentivos a exagerar sus costes y muy pocos a adoptar mejores tecnologías (para qué ahorrar, si eso solo haría que el regulador impusiera un precio más bajo). Cuando era evidente que los monopolios regulados no estaban ofreciendo el servicio adecuado se produjo el cambio de modelo. Mejor dejar que entren varias empresas a competir. Se multiplicarán las inversiones iniciales, pero se ganará en el incentivo a proveer un servicio mejor y más barato.

Creo que algo parecido debe ocurrir tras la presente crisis. En este caso, las empresas financieras tienden a ser grandes por la necesidad de compensar riesgos y de poder financiar grandes proyectos empresariales o gubernamentales. Esto hace que los gobiernos puedan tener una exagerada tendencia a ayudarlas cuando están en dificultades. Son demasiado grandes como para dejarlas caer cuando fallan. Esto crea malos incentivos para su gestión, puesto que no sentirán en su carne todas las consecuencias de las malas decisiones, con lo que estas tenderán a producirse en mayor medida (aquí hablé de ello). Parte de la solución debe pasar por no permitir que existan empresas financieras tan grandes. Tal vez se pierda eficiencia de gestión por una parte, pero se ganará más al ayudar a poner los incentivos correctos, sabiendo las empresas que caerán, como toda otra empresa, si no hacen bien su trabajo.

viernes, 8 de julio de 2011

Las propiedades emergentes


De vez en cuando sale a relucir el tema de las propiedades emergentes. En una entrada antigua los comentarios fueron por esos derroteros (véanse a partir del 16). Más recientemente, en el Otto Neurath intervine en una discusión sobre el tema. Resumo aquí mi posición.

Primero seleccionaré una definición de propiedad emergente que sea operativa. Es decir, que esté lo suficientemente bien definida para poder aplicarla allá donde presume que puede ser aplicada. Frases como "el todo es mayor que la suma de las partes" no constituyen buenas definiciones. La definición de propiedad emergente como aquella no deducida a partir de otras propiedades identificadas como primitivas en un sistema sí es operativa y, según creo, responde bastante bien a lo que se suele identificar como propiedad emergente. Se suele usar el concepto de "reducción" en lugar del de "deducción", pero creo que el segundo es más claro, por cuanto sabemos lo que es una deducción lógica, pero no sé si sabemos lo que es exactamente una reducción.

Fijémonos que esta definición implica que las leyes de Kepler no son propiedades emergentes, por cuanto pueden ser deducidas a partir de las leyes de Newton.

Hay dos razones por las cuales una propiedad no pueda ser deducida a partir de las propiedades primitivas (hoy por hoy, las de la física de partículas). La primera es que las propiedades emergentes no estén implicadas por las propiedades primitivas (como quien afirma, por ejemplo, que la vida o la consciencia no pueden ser explicadas por la física). La segunda es que, aunque las propiedades emergentes sí puedan ser causadas por las propiedades primitivas, a los seres humanos se nos está negado entender esa causación por la gran complejidad del tema.

No es debatible si hay propiedades emergentes por la segunda razón. El reconocer la limitación de la mente humana es lo que hace que la biología no se empeñe en deducir todos sus conocimientos a partir de la física de partículas y tenga sus propios elementos primitivos. De igual manera, los elementos primitivos de la economía tampoco son los de la física, sino otros como las preferencias de los agentes y cosas así.

El debate filosófico se refiere, según entiendo, a la posibilidad de propiedades emergentes por la primera razón. Que yo sepa, no tenemos un solo ejemplo en el que esto suceda. Es decir, no tenemos una demostración (un contraejemplo bastaría) de que algún aspecto de la psicología, por ejemplo, sea incompatible con las leyes de la física. Hay quien habla de qualias, como elementos que añadir al universo, pero nadie los ha encontrado. Como hipótesis de trabajo, los qualia tampoco son útiles en ningún sentido. No se sabe dónde buscarlos, qué propiedades tendrían ni qué líneas de investigación podrían abrir.

Hay una cosa que sí se puede decir y es que, en nuestros modelos científicos, hay propiedades de unos que no se deducen de propiedades de otros (por ejemplo, las propiedades de la Teoría de la Relatividad no se deducen de las de la Mecánica Cuántica. Eso es todo. En los modelos sí hay propiedades emergentes debidas a la segunda razón. Pero, en esos mismos modelos, lo que abre líneas de investigación es justamente el establecer mejores modelos en los que se pueda establecer la conexión entre unas propiedades y otras.

La contentura de decir "esto es una propiedad emergente debido a la primera razón" es una actitud que no aporta nada al quehacer científico, por cuanto es una afirmación gratuita, que nunca aporta una demostración de que esa propiedad será, efectivamente, emergente por la primera razón en cualquier modelo científico que quiera explicar la realidad.

Por último, quisiera resaltar una falacia que sale a menudo. Dice así: el que propone que una propiedad es reducible a las primitivas es quien debe aportar la prueba de ello, por tanto hasta que tal cosa no ocurra, la propiedad será emergente. Muy bien, pero eso no dice nada acerca que deba ser emergente por la razón primera. De hecho, proponer la razón primera como el status quo implica añadir más propiedades al conjunto de las primitivas y eso, sin necesidad, va en contra de la navaja de Occam.

miércoles, 6 de julio de 2011

La trama de la SGAE


Es demasiado tentador usar la trama que se está desenredando en la SGAE como un argumento más en contra del monopolio intelectual. Es tentador, pero sería inadecuado. El ceder a sociedades como la SGAE la gestión de los derechos de autor (derechos que se suelen quedar, por mor del poder de mercado, los editores y productores) es opcional aún cuando se reconozcan derechos de autor en una u otra medida.

El problema añadido que hemos ido detectando en la SGAE y otras sociedades de gestión, sobre todo a cuenta del debate sobre el canon digital, es doble. Por una parte está la opacidad de la gestión. Esto no significa ilegalidad, sino que las regulaciones y auditorías a que están sometidas estas sociedades no impiden (no es su trabajo) que estas sociedades privadas no tengan que dar demasiadas explicaciones de porqué deciden hacer unas cosas y no otras con sus recursos. Por otra parte está el poder monopolístico que cada sociedad ejerce en su ámbito de gestión. En otros países hay competencia entre sociedades, en España no. Justamente una de las propuestas del informe sobre la ineficiencia del canon apuntaba esa posibilidad.

Júntese un poder monopolístico con una gestión opaca y tendremos un terreno abonado para que veamos cosas, y no necesariamente en beneficio de los supuestamente gestionados, los autores.

sábado, 2 de julio de 2011

Ni la reforma del gobierno ni la del PP


El gobierno da marcha atrás en su tímida reforma laboral, que se queda en no reforma. El PP, por su parte, parece que se apunta a la propuesta de la CEOE, que no hace nada para paliar la tremenda polaridad del mercado de trabajo español, fuente de muchos de los males del empleo en España. Los economistas apuntamos otra manera de hacer las cosas. No nos hacen caso, pero seremos criticados por las acciones de gobierno y oposición igualmente.

En Nada es Gratis lo explican mejor y lo vuelven a explicar.

En este modesto blog apunté algunas cosas aquí, aquí y aquí.