miércoles, 6 de julio de 2011

La trama de la SGAE


Es demasiado tentador usar la trama que se está desenredando en la SGAE como un argumento más en contra del monopolio intelectual. Es tentador, pero sería inadecuado. El ceder a sociedades como la SGAE la gestión de los derechos de autor (derechos que se suelen quedar, por mor del poder de mercado, los editores y productores) es opcional aún cuando se reconozcan derechos de autor en una u otra medida.

El problema añadido que hemos ido detectando en la SGAE y otras sociedades de gestión, sobre todo a cuenta del debate sobre el canon digital, es doble. Por una parte está la opacidad de la gestión. Esto no significa ilegalidad, sino que las regulaciones y auditorías a que están sometidas estas sociedades no impiden (no es su trabajo) que estas sociedades privadas no tengan que dar demasiadas explicaciones de porqué deciden hacer unas cosas y no otras con sus recursos. Por otra parte está el poder monopolístico que cada sociedad ejerce en su ámbito de gestión. En otros países hay competencia entre sociedades, en España no. Justamente una de las propuestas del informe sobre la ineficiencia del canon apuntaba esa posibilidad.

Júntese un poder monopolístico con una gestión opaca y tendremos un terreno abonado para que veamos cosas, y no necesariamente en beneficio de los supuestamente gestionados, los autores.

4 comentarios:

  1. Excelente el final. Los autores no se benefician de los monopolios, pero eso es algo que raros autores saben.

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  2. En realidad la inmensa mayoría de los autores saben que las leyes de monopolio intelectual y, en particular las de los derechos de autor, no les ofrece la más mínima ventaja. Al contrario, la existencia de los derechos de autor es lo que permite que el editor se apropie de ellos e impida al autor el uso libre de su propia obra. Solo una minoría de autores tiene las cartas a su favor. Son los más conocidos y los que más oímos.

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  3. A la opacidad y al monopolio se añade el tercer problema de que la SGAE es un sindicato vertical, como su propio nombre indica: Sociedad General de Autores y Editores. Es decir, que representa al mismo tiempo a trabajadores y empresarios, cosa que el Derecho Internacional del Trabajo prohibe expresamente.

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  4. No es un sindicato, por más que tenga esta estructura vertical. Es una agencia de recaudación, lo que le confiere un nuevo poder en el que extralimitarse, como hemos visto en las innumerables noticias en que la SGAE aparece como una especie de agentes de espionaje, metiéndose en la intimidad de bodas y otras reuniones, o viendo qué música de fondo ponen las peluquerías y otras cosas igual de demenciales.

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