jueves, 31 de octubre de 2013

Un tirón de orejas a Mario Bunge (con todo el cariño)


Mario Bunge, gran filósofo cuyos ensayos sobre el método científico llevan años encima de mi escritorio y cuyos escritos sobre ciencia y pseudociencia son de necesaria lectura, en su libro "Las pseudociencias ¡vaya timo!", escribe:
"...todos los estudiantes de económicas y empresariales deben estudiar microeconomía neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar algún problema económico de la vida real. La razón de tal inutilidad es que algunos de los postulados de esa teoría son abiertamente irreales, otros excesivamente difusos y difícilmente comprobables. En efecto, la teoría supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes a la política y completamente racionales, es decir, capaces de elegir la opción que con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada. Pero el mercado real está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y, lejos de ser completamente libres, pertenecen a redes sociales o a monopolios." (pag. 59)
¿Qué hay de cierto en todo esto?

La verdad es que muy poco. Vayamos por partes.

1. La microeconomía neoclásica es una primera aproximación a la Economía moderna. Sería el equivalente a aprender la Mecánica clásica de Newton. Ya sabemos que es una descripción muy incompleta de la Física, pero tiene muchísima utilidad. La microeconomía neoclásica también la tiene. Con ella en la mano los actuales gobernantes de Venezuela o de Argentina podrían estar evitando muchos problemas que ahora padecen sus ciudadanos. ¿Inútil? No lo creo.

2. La microeconomía neoclásica no hace los supuestos que señala Bunge. Esos supuestos se hacen en el modelo de mercados competitivos. Que yo sepa los neoclásicos se ocupaban de muchos otros mecanismos económicos. Hablaban de monopolios y oligopolios, (por ejemplo: Joan Robinson y Edward Chamberlin), y hacían sus pinitos con las externalidades (Arthur Pigou) y bienes públicos (Erik Lindahl), con el tratamiento de la incertidumbre (Louise Bachelier) y con la economía de los recursos naturales (Harold Hotelling). Es cierto que lo hacían sin tener un modelo en el que se pudiera englobar todo, pero no llegaban a ser el hombre de paja que se hace de ellos.

El tirón de orejas por el comentario anterior llega hasta aquí. Lo que sigue intenta ser una guía para quien esté tentado deducir cosas sobre la Economía moderna a cuenta de las críticas a un modelo neoclásico.

3. La microeconomía moderna sí ofrece un tratamiento unificado del mecanismo de mercado y de los fallos de mercado: competencia imperfecta, externalidades, bienes públicos y problemas de información (cuando hay incertidumbre simétrica o asimétrica). Bunge debería estar contento de saber que en cada uno de estos temas se retiran algunos de los supuestos irreales que correctamente señala. Además, ha sentado las bases para que la macroeconomía moderna tenga su fundamento microeconómico, no como en la síntesis neoclásica, que tomaba la micro neoclásica por una parte y la macro keynesiana por otra.

4. La microeconomía moderna, además, ha explorado alternativas al comportamiento racional y ha postulado modelos de comportamiento económico basados en adaptación, imitación, evolución, dinámicas sociales, aprendizaje, racionalidad limitada, etc. A pesar de que hayan podido tener éxito para explicar algunos aspectos de la realidad económica, ninguno ha llegado a abarcar y explicar tanto como lo que consigue la Economía moderna. Es más, a pesar de que la versión estándar de esta teoría efectivamente asuma individuos racionales, este supuesto es suficiente, pero no necesario. Para unos cuantos modelos casi las mismas conclusiones se derivan de supuestos mucho menos restrictivos, como señalé aquí y aquí.

5. En cualquier caso, cualquier teoría alternativa deberá mantener muchas de las conclusiones de la Economía moderna (de las cuales unas cuantas ya estaban en el modelo neoclásico) puesto que explican muy bien muchas regularidades económicas observadas. En cuanto tengamos una mejor, aunque sea una teoría parcial, seré el primero en alegrarme y en aceptarla.

6. Ocurre con demasiada frecuencia que cuando alguien critica la Economía se queda en una visión muy distorsionada de lo que es. Criticar la Economía porque un modelo antiguo y específico para unas situaciones peca de irreal para aplicarse a toda la economía es, por lo menos, errar el tiro.

P.D.: Tenía casi terminada esta entrada cuando, por twitter, @ptarra (el autor de Porque no puedo estar callado) tuitea este enlace, que no puedo sino comparar con este otro. ¡Bunge cae en todos los tópicos de una mala crítica a la Economía!

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Hace tres años en el blog: Pregunta para físicos (2).
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lunes, 28 de octubre de 2013

Un artículo censurado en Mundo Obrero

Hace unos meses me hice eco de las propuestas que están haciéndose en Izquierda Unida para que la línea política incluya la aceptación de las evidencias científicas. Puede verse en esta entrada, que incluye alguna crítica mía más a las maneras y al lenguaje de alguna de ellas que al fondo. Parece que no todos en IU están por la labor. En Mundo Obrero (medio de difusión del PCE, integrado en IU), acaban de censurar un artículo de Juan Segovia que pretendía introducir justamente evidencias científicas en el debate sobre los transgénicos dentro de esa organización. El artículo se publicó en primera instancia, para ser eliminado por iniciativa de Raul Ariza, haciendo las veces de comisario político. Igual que en la censura de Blogger a Mauricio José Schwarz que denuncié anteayer, hoy reproduzco el artículo en cuestión, por aquello del efecto Streisand. Lo tomo del blog de Eparquio Delgado.

ECOLOGISMO Y TRANSGÉNICOS: UNA PROPUESTA DESDE LA IZQUIERDA

Parece haber una guerra abierta del movimiento ecologista en general y de los partidarios de la “agricultura ecológica” en particular contra una tecnología conocida como ingeniería genética, y más concretamente contra los organismos genéticamente modificados, los famosos transgénicos. Los enemigos de esta tecnología sostienen que dichos organismos son potencialmente peligrosos para el medio ambiente y el consumo humano y que su producción lleva al agricultor a perder control sobre sus productos en favor de multinacionales como Monsanto.

En cambio los defensores de los organismos genéticamente modificados (entre los que me encuentro) sostenemos que no hay estudios que demuestren la supuesta peligrosidad de estos organismos (lo que no quita que pueda haber algún estudio concreto de algún organismo concreto, en situaciones experimentales muy concretas). A esta falta de pruebas sobre la peligrosidad se suman las numerosas pruebas en sentido contrario, como la que apuntan que estos organismos pueden contribuir a mejorar el medio ambiente, ya sea gracias a la capacidad de algunos para resistir a las plagas (lo que conlleva un menor uso de pesticidas), la menor necesidad de agua para su producción en otros casos y un largo etcétera de mejoras que hacen que los cultivos sean más resistentes y productivos. A estas ventajas medioambientales se suman también otras para la salud humana. Un buen ejemplo de ello es el arroz dorado, que de ser producido en grandes cantidades podría evitar más de un millón de casos de ceguera al año por déficit de beta-carotenos en Asia, o el trigo sin gluten que recientemente se ha desarrollado en la Universidad de Córdoba.

En cuanto al tema de la dependencia tecnológica de multinacionales, debemos recordar que la agricultura mundial ya dependía de estas mismas multinacionales antes de que existieran los transgénicos y por lo tanto estos no pueden ser nunca la causa de esta dependencia. No se trata de estar en contra de esta tecnología como forma de oponerse a las multinacionales, de la misma forma que nuestra lucha contra los abusos de Microsoft o Apple no nos llevan a estar en contra de la informática sino a apostar por el software libre y gratuito. De la misma forma, en agricultura deberíamos apostar por algo parecido, un sistema público de desarrollo de esta tecnología que permita al agricultor acceder a la misma libremente, reduciendo o eliminando la actual dependencia con las multinacionales. Un camino que ya han iniciado muchos países, como Cuba, donde el estado financia la investigación sobre semillas transgénicas que posteriormente llegarán a los agricultores a precio de semillas corrientes. Gracias a esta tecnología, Cuba ha comenzado a cultivar un maíz resistente a la principal plaga de la isla, reduciendo su dependencia del maíz de importación y por lo tanto mejorando su soberanía alimentaria.

Sin embargo, el análisis básico de los ecologistas sobre el modelo agrícola actual es sustancialmente correcto: El sistema de explotación capitalista de la agricultura es un modelo insostenible desde el punto de vista medioambiental que está generando numerosos problemas como la erosión y pérdida del suelo, la contaminación de ríos y acuíferos por culpa de los abonos nitrogenados inorgánicos y de pesticidas, pasando por la desecación de esos mismos acuíferos, la generación de residuos sólidos, la deforestación de grandes zonas de selva tropical para obtener tierras de labor, etc. A todo esto debemos sumar que el actual modelo agrícola es socialmente injusto por que dificulta la supervivencia a los pequeños agricultores y favorece que a las multinacionales acaparar cada vez mayor parte del pastel; haciendo que los pueblos sean cada vez más dependientes de estas compañías y convirtiendo la alimentación en un producto para especular en lugar de un Derecho Humano con el criminal resultado de que millones de personas mueran de hambre. no por la falta de producción de alimentos sino a causa de esa especulación que tan vilmente enriquece a unos pocos.

Frente a este modelo, la respuesta ha sido la agricultura mal llamada ecológica u orgánica, cuyos heterodoxos planteamientos pueden ir desde posturas más o menos basadas en propuestas racionales que se apoyan en investigaciones científicas serias hasta en las ideas metafísicos de ciertos grupos, amantes de concepciones esotéricas sobre “lo natural” que defienden la vuelta a un supuesto pasado idílico en el que vivíamos en “armonía con la naturaleza”. Si bien de los planteamientos de estos últimos poco se puede sacar de utilidad, lo cierto es que gracias a los primeros tenemos conceptos tan valiosos como el de lucha integrada contra las plagas, la combinación de cultivos para aumentar la resistencia frente a enfermedades, el compostaje, la protección del suelo mediante setos y/o técnicas de laboreo adecuadas y otras propuestas que suponen una valiosa contribución a un futuro modelo de agricultura sostenible que garantice el derecho de la humanidad a una alimentación sana y de calidad. Muchos de los defensores de la tecnología transgénica califican a la agricultura ecológica de anticientífica y a sus partidarios de tecnófobos radicales que rechazan irracionalmente el avance tecnológico. Postura esta última irracional, absurda e insostenible, ya que si bien es cierto que dentro de este movimiento hay mucho new age pasado de peyote; lo cierto es que, como reza el dicho, no todo el monte es orégano y agricultores ecológicos hay de muy diverso pelaje: desde luditas radicales a simples agricultores convencionales que ven una oportunidad de conseguir con la moda de “lo orgánico” mejores mercados y un precio más justo por su producto. No obstante, la mayoría de ellos comparten una preocupación genuina por el medio ambiente y la búsqueda de un modelo agrícola alternativo que sea medioambientalmente sostenible y que garantice la soberanía alimentaria de los pueblos. Algo con lo que desde un planteamiento de izquierdas difícilmente puede estarse en contra.


Desgraciadamente, hoy en día estas técnicas por si solas no pueden competir ni de lejos en producción con las de la agricultura tradicional. El producto ecológico es un producto caro que sólo tiene futuro gracias a un sector de la población que posee dos características muy específicas: un poder adquisitivo suficiente para poder hacer frente al sobreprecio que supone esta forma de explotación y la creencia de que estos productos son mejores para su salud personal o que dicho producto tiene ciertas cualidades organolépticas superiores (el consabido tomate “que sabe a tomate de los de antes”) que le lleva a pagar ese sobreprecio. Así, lo que en principio pretende ser una respuesta contra la agricultura capitalista, acaba siendo integrado en este sistema como (ironías de la vida) un producto de lujo. A esto ha contribuido enormemente el hecho de que para considerar a un producto como “ecológico” no tiene que probar que es ambientalmente sostenible, sino solamente que en su producción no se han utilizado productos químicos de síntesis. Es decir, que unos kiwis producidos en Nueva Zelanda sin productos químicos de síntesis y transportados a Europa por avión obtendrían su sello de orgánicos pese a que la huella ecológica debida a ese transporte por avión sea posiblemente muy superior a la de cualquier producto cultivado en las cercanías del lugar de consumo, sea o no orgánico. De la misma forma, será considerado ecológico un producto abonado con abonos orgánicos, aunque estos sean utilizados excesivamente y contaminen (que también pueden) un cauce de agua próximo.

Debemos entender que la actual agricultura ecológica no es hoy en día una alternativa, sino una parte más del modelo capitalista de explotación agrario, que con el marketing de la defensa de “lo natural” tiene como público objetivo a las clases más pudientes de dicho sistema. Plantear una batalla agricultura ecológica contra convencional carece de sentido pues ambas se encuentran integradas en el modelo de mercado capitalista, cada una dirigida a grupos de consumidores diferentes, uno más generalizado y el otro más especializado y pudiente. Frente a esto debemos plantearnos un modelo de producción agraria diferente que sea realmente sostenible para el planeta, que permita garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos y una buena calidad de vida al agricultor, y que al mismo tiempo proporcione alimentos de calidad a un coste asequible para cualquier persona. Un modelo así requiere tener en cuenta una gran cantidad de factores, desde los sociales y económicos relacionadas con los medios de producción y la propiedad de la tierra hasta los relacionados con los métodos de producción, como las técnicas de cultivo para emplear o la selección de plantas adecuadas. En este modelo sostenible los transgénicos son una herramienta agrícola más que contribuyen con semillas más resistentes tanto a enfermedades y plagas como a sequías o heladas. Desde esta perspectiva basada en el concepto de producción integrada sostenible, la soberanía alimentaria de los pueblos y la consideración del derecho a comer como un derecho humano fundamental que debe ser garantizado por los poderes públicos mundiales, los cultivos transgénicos son perfectamente compatibles con los planteamientos ecologistas, pudiendo convertirse en una tecnología extremadamente valiosa en la consecución de esos objetivos.

Juan Segovia. Militante del PCA e Izquierda Unida Andalucía y miembro del grupo promotor del Área de Ciencia en Izquierda Unida. Twitter: @juanillosegovia.

sábado, 26 de octubre de 2013

Una entrada de "El retorno de los charlatanes", censurada

[ANTECEDENTES: Mauricio José Schwarz publicó en su blog, El retorno de los charlatanes, un artículo titulado "El ataque a la educación y las Escuelas Waldorf." Triodos Bank cumplimentó una queja ante Blogger, quien actuó censurando el artículo. Esos señores no han oído hablar del efecto Streisand, que en pocas palabras viene a decir: censura una página y aparecerán mil copias. Aquí está la que yo voy a albergar en mi blog. Incluyo el artículo original y la reacción de Schwarz al acto de censura. He copiado las entradas y parte de estos antecedentes de Física de Película, quien las tomó del Teleoperador.]

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I - EL ATAQUE A LA EDUCACIÓN Y LAS ESCUELAS WALDORF

Siguen abriéndose escuelas en España regidas por algo que se llama “pedagogía Waldorf”, como “La cabaña del árbol” en Toledo.

Las muñecas sin cara comunes en las escuelas Waldorf. Los niños
tienen prohibido dibujar incluso caritas sonrientes hasta los 7 años

El concepto “pedagogía Waldorf” parece señalar un origen legítimo en las prácticas de esa disciplina, puesto que “pedagogía” es la “ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza”.

Pero no es así. Es un sistema de indoctrinación esotérico, ocultista y producto de las divagaciones de una sola persona, de quien ya hemos hablado aquí al referirnos a la más visible institución perteneciente a su secta: Banca Triodos, el ocultista y médium austriaco Rudolf Steiner.

La “pedagogía Waldorf” es una serie de principios educativos que Rudolf Steiner, fundador de la secta llamada “antroposofía”, dijo haber conocido no estudiando la enseñanza, ni los procesos cognitivos de los niños, ni lo que funciona o no mejor en un aula, sino poniéndose en trance místico y “consultando” de modo clarividente una especie de biblioteca mística universal esotérica de la sabiduría que llamaba “registro akáshico” y que decía que estaba escrito en el “éter”.

La sede de la antigua fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria.
(Foto CC de Stephan Klage, edición de Parzi,
via Wikimedia Commons)
La historia del nombre es aún más alambicada Emil Molt, alemán dueño de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria y miembro de la secta, creyendo que Steiner tenía toda la sabiduría del universo, le pidió (en su confusa mente) a su gurú que creara una escuela para los hijos de sus obreros. Steiner simplemente se inventó un sistema educativo a la medida de sus creencias místicas y en en1919 fundó la escuela con objeto de difundir sus enseñanzas y conseguir nuevos y más fieles adeptos a su visión.

La “pedagogía Waldorf” tiene así la fiabilidad de las muchas otras ocurrencias de este siniestro personaje: la agricultura biodinámica, la medicina antroposófica, la arquitectura antroposófica, la eurritmia y otras chifladuras que han sobrevivido y se multiplican gracias a contar entre otras cosas con el apoyo de Banca Triodos, la organización financiera fundada por la secta y de la cual sus dirigentes poseen el 100% de las acciones, como contamos en la entrada Antroposofía, la secta y su banco (Tríodos), claro, para disgusto de los dirigentes de Triodos, que son también los dirigentes de la antroposofía, como Joan Melé, subdirector del banco y expresidente de la Sociedad Antroposófica de España.

Waldorf, UNESCO y Federico Mayor

Por supuesto, lo extraño a primera vista es que la UNESCO, al parecer, otorga algún tipo de “reconocimiento” a la pedagogía Waldorf como válida. Y eso anuncian a bombo y platillo las muchas escuelas de la secta.

En realidad (como en el caso de la OMS y las pseudomedicinas) esto no es exacto. Un grupo de aderptos apoyado con todo el poder económico de la secta, llamado “Amigos de la Educación Waldorf”, consiguió que en 1994 se les invitara a presentar la educación Waldorf en la Conferencia Internacional sobre Educación de la UNESCO, dándoles una publicidad excelente.

(Amigos de la Educación Waldorf se ocupa además de la captación de fondos públicos para utilizarlos en la creación de sus escuelas en distintos países, violentando todos los más elementales principios de separación iglesia-estado y utilizando los fondos públicos para los fines privados de una organización religiosa.)

Sin embargo, hay por lo menos un conflicto de intereses en esta historia. El director de la UNESCO por entonces era el español Federico Mayor Zaragoza, quien aparece muy cercano a los proyectos steineritas. Es frecuentemente citado por el ya mencionado expresidente de la Sociedad Antroposófica, Joan Melé, y su blog está considerado por éste “blog amigo”. Habla insistentemente en favor de la educación Waldorf (pero no de otras tendencias pedagógicas, como la Montessori) y actualmente su Fundación Cultura y Paz es uno de los proyectos que cuentan con financiamiento preferente de Triodos Bank, el banco de la secta antroposofista. No es difícil encontrar instancias en que Melé y Mayor actúan a dueto, por ejemplo ofreciendosu visión del futuro económico, basada en las enseñanzas de su gurú Rudolf Steiner. Y si no, lo entrevista Triodos Bank con bombo, platillo y primer plano.

Obviamente no es ningún delito que un director de la UNESCO tenga creencias místico-religiosas, ni mucho menos. Pero si tales creencias han influido en que una organización internacional que encabeza dé pábulo a una práctica sin más bases que la clarividencia de un austriaco alucinado, quizás el “reconocimiento” de la UNESCO no tenga demasiado valor.

Demasiados profesores

Concidentemente, por estos días y en apoyo aparente a la masacre contra la educación pública emprendida por el gobierno extremista español, Andreas Schleicher, director del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), declaró que hay demasiados profesores por alumno en la educación pública española.

Esto por supuesto fue recibido con júbilo delirante por lo que en España se conoce como “la caverna mediática”, un grupo de medios de comunicación y periodistas manipuladores que incluye a militantes del catolicismo integrista, ultraconservadores sociales, neoliberales económicos, nostálgicos del franquismo, neonazis irredentos, anticomunistas de caricatura y derechistas mixtos, todos ellos identificados por tener una colosal capacidad vociferante inversamente proporcional a sus argumentos, y una ausencia total de buena fe.

Pero resulta que don Andreas Schleicher también es parte de la secta steinerita. De hecho, es egresado de una escuela Waldorf (no sabemos si es clarividente, pero suponemos que no, si lo fuera no tendría que hacer estudios sino sólo ponerse en trance como Steiner y consultar la sabiduría universal contenida, dicen los miembros de la secta, en el “registro akáshico”, que es donde Steiner aprendió, sin tenerlos que estudiar en libros reales, pedagogía sin haber educado a un niño, agricultura sin haber cosechado un tomate, medicina sin haber tratado a un paciente y economía sin haber trabajado un día en su vida).

En todo caso, la seriedad del programa PISA (inventado por el propio Andreas Schleicher y según el cual las escuelas Waldorf siempre son ejemplos de educación excelente, vaya sorpresa) queda bastante en entredicho. De nuevo, don Andreas puede creer en cualquier religión o superstición, pero ello no debería marcarle el rumbo cuando está al frente de una importante oficina de la OCDE.

Problemas Waldorf

Cada vez son más las escuelas “Waldorf” o antroposóficas de España. Centros educativos donde se cuenta a los padres una historia maravillosa de nuevos procedimientos pedagógicos basados en conocimientos científicos, libertad del niño, respeto a su individualidad, acento en la expresión de su visión personal y demás lugares comunes que ciertamente apelan a la preocupación de cualquier padre ante un sistema educativo lleno de deficiencias.

Su fundador es presentado como “filósofo”, “educador” y “pensador” pero en ningún documento de la pedagogía Waldorf se señala que era un místico que hablaba con fantasmas y que derivó sus conceptos educativos de sus trances clarividentes y para servir a su más amplia secta, la antroposofía (más sobre Steiner y la pedagogía Waldorf en la entrada sobre Triodos).

La pedagogía Waldorf se basa en postulados fantasiosos, irracionales y caprichosos sin ninguna base fuera del delirante mundo del ocultismo steinerita.

Así, para empezar, los estudiantes son “identificados” misteriosamente según los cuatro humores que las antiguas supersticiones decían que tenía el ser humano. Cada niño de una escuela Waldorf es marcado como “melancólico, sanguíneo, colérico o flemático” y la educación que reciba será diferente según este “temperamento”.

Los cuatro “temperamentos” según Steiner y sus relaciones con los tres “cuerpos” místicos de los niños (haga clic para verlo en grande). Tomado de DC’s Improbable Science.

Luego está la idea central de la creencia de Steiner: los niños son seres que flotan a la mitad entre el mundo espiritual y el material, es decir, que en ellos el espíritu no está debidamente integrado al cuerpo. Para facilitar que el espíritu encarne debidamente y el niño sea clarividente como Rudolf Steiner, durante los primeros 7 años no debe pensar, no debe tener acceso a la información, no debe conocer hechos. Un ejemplo revelador lo da Grégoire Perraquien, habiendo sido alumno Waldorf, adepto a la secta y profesor Waldorf, dio la alarma sobre los métodos de sutil indoctrinación de los steineritas, por lo que fue demandado por difamación y declarado inocente por la justicia francesa.

Algunos ejemplos de lo que Steiner le indica a los profesores que deben hacer: “No debemos temer hablarle a los niños sobre la Atlántida. No debemos omitir eso. Podemos incluso presentarla en un contexto histórico. Pero entonces tienen que rechazar la geología estándar… la edad de hielo es una catástrofe atlanteana. El antiguo período glacial y las condiciones promedio recientes en Europa no son sino lo que ha ocurrido desde que se hundió la Atlántida”.

Las delirantes enseñanzas Waldorf están destinadas a presentar como realidad las creencias de Steiner en las más diversas supersticiones, desde que los continentes son islas que “flotan en los mares” ancladas por las estrellas, de modo que: “cuando cambian las constelaciones, los continentes cambian”.

Y, sobre todo, se hace cuanto sea posible por impedir que los niños razonen o aprendan hechos. Una profesora Montessori y defensora de la pedagogía basada en la evidencia recuerda su paso por una escuela Waldorf:

En Historia, a los niños se les enseñaba la “historia como un proceso de desarrollo paralelo al desarrollo de los niños, con la civilización occidental en el pináculo”, y los mitos y leyendas antiguos como hechos históricos.


Cuenta además:

En otra ocasión, un alumno de sexto grado me preguntó cómo funcionaba la copiadora de la oficina. Antes de que pudiera abrir la boca, una profesora corrió hacia el niño y le dijo que había un gnomo dormido en la caja, y que cuando se oprimía el botón, se encendía una luz, lo despertaba y él copiaba rápidamente el papel que se ponía frente a él y pasaba la copia por la abertura. Después de que el niño se fue, se me dijo que no podía “envenenar” la mente del niño con “hechos duros y fríos como piedras”.

Y lo peor es que muchos padres no saben nada de esto, creen que inscriben a sus hijos en una forma educativa válida, legítima, honesta y estudiada, con el “apoyo” de la UNESCO y alguna validacion académica real, lo cual no es verdad.

De hecho, hay un creciente movimiento de denuncia de las barbaridades sectarias que mueven todas las actividades de la “educación Waldorf”, entre ellas Personas en favor de Escuelas Legales y No Sectarias (PLANS), Waldorf Watch y denuncias varias… desgraciadamente todo ello en inglés, mientras que en el mundo hispanoparlante los steineritas, en todas sus ramas, trabajan con una impunidad casi absoluta.

Para terminar, un detalle curioso es que las escuelas Waldorf hacen un intento constante por disociarse de la secta antroposófica. Una y otra vez hablan de “inspiración” en Steiner pero niegan ser integrantes de la red de su religión. Lo mismo que han tratado de hacer los líderes antroposóficos de Banca Triodos en sus respuestas indirectas a la entrada original, afirmando que “las personas de Banca Triodos” se asocian “libremente” y porque quieren a una visión religiosa, pero que no tienen relación entre sí.

Sin embargo, la relación es imposible de ocultar, no sólo por la estrecha relación de destacados jerarcas antroposofistas con todo el “movimiento” Waldorf, sino porque en sus publicaciones está presente todo el entramado Steiner. Un ejemplo es la revista Nº 13 del sitio oficial de los Colegios Waldorf (pasa lo mismo en las demás), donde encontramos loas arrebatadas al gurú Rudolf Steiner (la educación Waldorf no tiene aportes de nadie más, todo se ajusta a lo que dijo este personaje, sin importar los avances logrados desde 1919 en ciencia, psicología y pedagogía)…


… hasta una reveladora lista de anunciantes, todos ellos parte de la trama antroposófica, la mayoría directamente negocios propiedad de la secta:


Alieco es distribuidora de Démeter, la opulenta empresa que “certifica” la agricultura biodinámica obtenida por Steiner también del “registro akáshico”.
Asociación de Agricultura Biodinámica, otra marca de Démeter.
Cal Valls, empresa de alimentos certificada por Démeter.
Centro de Terapia Antroposófica, propiedad de la Fundación Canaria Antroposófica y que ofrece terapias milagrosas para diversas afecciones.
Dr. Hauschka, empresa de cosméticos también propiedad de la antroposofía y fundada por Steiner.
Editorial ING, especializada en libros antroposóficos para niños.
Editorial Rudolf Steiner, la multinacional editorial de la secta.
Fundación Círculo de Arte Social, que no tiene nada que ver con el arte ni la sociedad, sino con la meditación antroposófica.
Fundación Rudolf Steiner, el eje de las actividades de la secta en España.
Triodos Bank, el banco que financia las actividades de la secta.
Weleda, empresa de pseudomedicamentos propiedad de la antroposofía.

Por desgracia, sin embargo, difícil será que las autoridades educativas españolas, empeñadas en la destrucción de la educación pública, se preocupen por investigar las prácticas de esta pedagogía que, junto con las demás ramas de la secta antroposófica, siguen creciendo en poder político y económico

(Postdata: Nada asombrosamente, la entrada dedicada a la Pedagogía Waldorf en la triste Wikipedia en español no menciona nada de esto, ni ninguna crítica, ni a ninguno de quienes se consideran sus víctimas, ni siquiera informa sobre las bases de la “ciencia espiritual” de Steiner, sino que funciona como una pieza publicitaria engañosa.

[NOTA DE ARTURO QUIRANTES: La web originalhttp://charlatanes.blogspot.com.es/2013/10/el-ataque-la-educacion-y-las-escuelas.html donde se encontraba el artículo tiene, en el momento de escribir estas líneas, el siguiente texto: "La entrada no está disponible. Como respuesta a una solicitud legal enviada a Google, hemos eliminado esta comunidad. Si quieres, puedes obtener más información sobre la solicitud en ChillingEffects.org."]

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II - LA CENSURA DE BANCO TRIODOS


La entrada también se puede leer ahora en los blogs De razones y sin razones, el deEparquio Delgado y en otros que iré anotando aquí. Gracias a todos no por mí, claro, sino por estar del lado de la libre expresión de las opiniones y el libre debate de los asuntos que finalmente son de interés público. Se suman El fondo del asunto, de Fernando Frías, GOLEM blog, Círculo Escéptico, El viaje de Lonjho y la Fundación para la razón y la ciencia Richard Dawkins, .)

El 12 de octubre publiqué una entrada llamada "El ataque a la educación y las escuelas Waldorf", contando algo sobre estas escuelas y su pedagogía, que es producto de los delirios de un ocultista austriaco de principios del siglo XX, Rudolf Steiner, cuya secta "antroposofía", derivada de la teosofía de la extraordinaria impostora Helena Petrovna Blavatsky, es dueña de empresas tan diferentes como Weleda (pseudomedicamentos), Démeter (certificadora de la absurda "agricultura biodinámica" inventada también por Steiner), Dr. Hauschka (cosméticos), Triodos Bank y otras.

Si usted está accediendo a este blog desde algún dominio que no sea .es (de España), seguramente podrá ver sin problemas esa entrada aquí. La entrada se ve desde los dominios de Blogger en todo el mundo (he revisado .co.uk, .fr, .mx y otras) pero no en España.

¿El motivo?


Triodos Bank ha denunciado ante Blogger que esa entrada viola sus derechos y Blogger, siguiendo su política y más ante el enorme poder de un banco, simplemente ha bloqueado su visibilidad en España y ha amenazado al autor de este blog con una advertencia legal que aún no se ha enviado, según el sitio Chilling Effects.

Desde que publiqué la entrada "Antroposofía, la secta y su banco (Triodos)", la posición expresada por el banco (que nunca se ha puesto en comunicación conmigo) en un comentario de Menéame y en el blog de Joan Melé es que Banca Triodos no tiene relación con la antroposofía, y que es una celestial coincidencia que todos sus accionistas sean de la secta y que todos sus directivos también, ya que ellos libremente deciden seguir esa religión concreta.

Si tal es el caso, la duda es qué tiene que ver Banca Triodos con las escuelas Waldorf. Las escuelas fueron creadas por Steiner y mantienen todos los principios de la secta antroposofica en la enseñanza de los niños que caen en sus manos, como se denunciaba en esa entrada. El único punto de contacto de Triodos y las escuelas Waldorf es precisamente la secta a la que Triodos afirma no pertenecer.

Curioso, ¿no?

Entretanto, eliminación sumaria de la entrada y cero comunicación por parte del banco. Porque si efectivamente hubiera yo violentado sus derechos de modo inadvertido, habría bastado un correo de Triodos para que yo retirara las partes que así lo hicieran. Y es que yo intento realmente ser un periodista y un bloguero ético y serio.

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Hace tres años en el blog: No viajes sin la media armónica.
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jueves, 24 de octubre de 2013

Por qué las escuelas en EEUU inflan las notas (2)


Esta es la segunda parte de mi artículo de octubre en Mapping Ignorance traducida al español. Recordemos que terminamos la primera parte exponiendo el hecho de la inflación de notas en las escuelas estadounidenses:

Un simple ejemplo nos muestra el problema. Imagínese que las plazas disponibles en las universidades están valoras entre 0 y 100 y que las capacidades de los estudiantes también están valoradas entre 0 y 100. Supóngase, además, que ambas distribuciones son uniformes. En esta situación hay un solo equilibrio: el mejor estudiante irá a la mejor plaza, el segundo mejor a la segunda mejor y así sucesivamente. Nótese que ningún estudiante puede pedir que le den una mejor plaza y sea preferido al estudiante que la ocupa. Pongamos ahora que una escuela media de educación secundaria decide ocultar los méritos particulares de cada estudiante y que las universidades solo saben la media de esa escuela. De esta manera a todos los estudiantes de esa escuela se les atribuirá un capacidad esperada de 50 y serán admitidos en las plazas valoradas como 50 (asumimos también que una sola escuela es suficientemente pequeña y que habrá suficientes plazas). Ocultando la información de esta manera la escuela no puede mejorar la posición media de sus alumnos, puesto que 50 es la media de las plazas que tendrían en caso de haber dado notas que permitiera una ordenación clara.

Considérese ahora el caso en el que la mitad de las escuelas (con la mitad del total de estudiantes) tienen estudiantes con capacidades distribuidas uniformemente entre 0 y 50, mientras que la otra mitad de las escuelas tiene estudiantes con habilidades entre 0 y 100. Llamemos a estas últimas "escuelas mejores que la media". Los estudiantes con capacidades entre 50 y 100 constituyen una cuarta parte de la población de estudiantes y, por tanto, ocuparán las plazas valoradas entre 75 y 100, cuya media es (100+75)/2 = 87,5. Por su parte, los estudiantes con capacidades entre 0 y 50 ocuparán las plazas valoradas entre 0 y 75, con media 37,5. La mitad de los estudiantes de una escuela mejor que la media estará entre los primeros y la otra mitad entre los segundos, con una media igual a (87,5+37,5)/2 = 62,5.

La situación anterior no puede constituir un equilibrio, puesto que si una escuela mejor que la media oculta la información de sus alumnos, serán tratados como alumnos con capacidad esperada de 50 (recordemos que las universidades saben las medias de cada escuela). A una capacidad de 50 le corresponde una plaza de 75, ¡que es mayor que la media 62,5 que espera obtener ocultando la información!

Si ofrecer toda la información no es un equilibrio, ¿cuál es? Sucede que efectivamente hay un equilibrio en el que algunas escuelas ocultan parte de la información de sus alumnos. Este equilibrio requiere que las escuelas oculten la información de manera que las capacidades esperadas de los alumnos formen una distribución en la que la capacidad esperada de los alumnos de una escuela en particular da a sus alumnos acceso a plazas no inferiores a las que tendrían en caso de que no estuvieran mezclados (o lo estuvieran de otra manera.)

Los autores muestran, además, que hay esencialmente una única cantidad de información que se revela en todos los equilibrios. A esto le llaman "la cantidad equilibrada de información revelada". A partir de aquí muestran que todas las otras maneras de ocultar la información son semejantes a la aquí expuesta. En particular, las escuelas no son las únicas que pueden ocultar información. Al firmar contratos antes de terminar el curso académico, los estudiantes y las empresas pueden prescindir de la información del último semestre. Si estas dos maneras de ocultar información son posibles, los autores muestran una efecto sustitución entre ambas en equilibrio. Si las escuelas ocultan la información vía inflación de notas, los alumnos y las empresas no encontrarán incentivo para firmar los contratos con antelación. En cambio, si las escuelas no ocultan la información, alumnos y empresas sí querrán hacerlo.

El trabajo no analiza la eficiencia del equilibrio ni los mecanismos alternativos en caso de que no fuera eficiente, pero plantea un modelo para continuar esta línea de investigación.

References:

Gale, G. and Shapley, L.S. 1962. College admissions and the stability of marriage. American Mathematical Monthly 69, 9-14.

Roth, A. 1892. The economics of matching: stability and incentives. Mathematics of Operations Research 7, 617-628.

Ostrovsky M. & Schwarz M. (2010). Information Disclosure and Unraveling in Matching Markets. American Economic Journal: Microeconomics 2(2), 34-63. DOI: 10.1257/mic.2.2.34

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martes, 22 de octubre de 2013

Por qué las escuelas en EEUU inflan las notas (1)


Esta es la primera parte de mi artículo de octubre en Mapping Ignorance traducida al español:

En 2012 el Premio Nobel de Economía se otorgó a dos matemáticos, Lloyd Shapley y Alvin Roth, "por la teoría de las asignaciones estables y la práctica de diseño de mercados". El diseño de mercado en sus teorías no es exactamente un mercado, no al menos la clase de mercados que solemos llamar así. Son lo que los economistas conocen como "juegos de emparejamiento". Algunos ejemplos son la asignación de médicos a hospitales, estudiantes a escuelas u órganos para transplante a receptores. Hay razones para no tratar estos problemas económicos como mercados normales o como subastas. Las escuelas seguramente quieran el dinero de los solicitantes, pero también tienen grandes incentivos para atraer a los mejores alumnos. Dejar que simplemente los candidatos pujen por ser admitidos puede no ser eficiente, puesto que el futuro de la escuela puede verse en cuestión si su reputación de ofrecer estudios de calidad es algo valorado por las nuevas generaciones de estudiantes. El caso de los transplantes de órganos tiene que ver con el hecho de que la sociedad encuentra repugnante que su asignación se realice por dinero. El resto de los emparejamientos tienen también sus propias idiosincrasias.

Después del otorgamiento del Premio Nobel en esa área se popularizaron los algoritmos básicos para resolver los juegos de emparejamiento, como el que se describe en el trabajo de Gale y Shapley (1962) [1]. El lector interesado debe, sin embargo, saber que hay muchas variaciones y complicaciones del problema. Un emparejamiento puede hacerse entre dos conjuntos separados de individuos (como en el matrimonio heterosexual), o dentro un único conjunto (como en el matrimonio homosexual), puede ser uno-a-uno, uno-a-varios o varios-a-varios, todos los individuos de un grupo pueden tener las mismas o diferentes preferencias sobre los individuos del otro grupo, puede haber problemas de externalidades (puede importarme no solo con quién estoy emparejado yo, sino también con quién están los demás), etc. De especial importancia es el problema que causa el que los individuos no revelen sus verdaderas preferencias en caso de que estas no sean conocidas públicamente, cuestión esta estudiada por primera vez por Roth (1982) [2].

En este artículo examinaré uno de los últimos avances en esta línea de investigación. En el problema particular de la asignación a universidades se observa que las escuelas de enseñanza media no proveen toda la información sobre los alumnos y que las universidades no insisten en tenerla. Por ejemplo, en EEUU las escuelas suelen inflar las notas: otorgando una A (sobresaliente) a la mayoría de los alumnos logran ocultar parte de la información relevante para distinguir al estudiante medio del bueno y al bueno del brillante. ¿Por qué ocurre así? Esta es la cuestión que tratan de responder Ostrovsky y Schwarch (2010) [3].

(Continúa aquí.)

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martes, 15 de octubre de 2013

Que veinte años no es nada

Octubre de 1993:


Veinte años después me sigue aguantando:


Obsérvese que cabíamos en los mismos trajes y que no era lo único que repetíamos.

El pueblo de Garai, Bizkaia:



El restaurante y la tarta:



Y algún rincón:



domingo, 13 de octubre de 2013

¿Es inconsistente la idea de progreso moral?


Hace unas semanas, Jesús Zamora planteó una cuestión interesantísima: Por qué es inconsistente la idea de progreso moral. No pude entrar en la discusión en su día, pero desde entonces he ido madurando la postura que expongo a continuación.

Lo primero que hace Jesús es aclarar malentendidos. No se trata de negar que alguien (yo) pueda encontrar progreso en las preferencias morales de un individuo o sociedad. Obviamente si van cambiando y se van acercando a lo que yo considero como el mejor criterio moral (el mío) podré hablar de progreso.

Se trata de determinar si yo, con mis criterios morales de ahora, puedo pensar que en el futuro podré tener criterios morales que yo, ahora, considere mejores. El razonamiento de Jesús es impecable: si eso fuera posible nos llevaría a una contradicción. Según mi criterio actual considero que la situación A es moralmente superior a la B, pero reconozco que en el futuro pensaré que B es superior a A. Si considero que eso es progreso moral, debería inmediatamente adoptar ahora la postura de que B es moralmente superior a A y esta debería ser parte de mis preferencias morales ahora. Si no adopto el nuevo criterio incurro en contradicción con mis principios morales. Si lo adopto, no tendrá sentido hablar de progreso porque tanto ahora como en el futuro tendré el mismo criterio.

Como he reconocido que el argumento era impecable no lo voy a contradecir, puesto que lo comparto. Lo que voy a intentar es apartarme en alguna medida de los supuestos implícitos en las premisas del argumento para ver si, con algún cambio en las definiciones, fuera posible hablar de progreso moral (de la propia según el criterio propio) sin caer en contradicción.

Un primer intento es pensar que el sistema moral no está definido completamente. Yo no me he parado a evaluar moralmente todas las situaciones ni he sido capaz de realizar todas las deducciones coherentes de los criterios morales que ahora doy por buenos. En la medida que prevea que en el futuro sea capaz de hacer ambas cosas podré hablar de progreso moral mío. Aquí se presenta una objeción importante: si en el futuro descubro que de mis criterios morales se deduce que debo preferir la situación B antes que la A (en contra de mi mala deducción actual que me hace preferir A antes que B) sigue sin haber progreso moral, puesto que mi moral actual ya indicaba que debería preferir B.

Efectivamente es una buena objeción, pero me permite hablar de dos posibles (y sensatas) definiciones de moral. Por un parte puedo referirme a las preferencias morales (definidas correcta o incorrectamente de mis criterios morales) o solamente a los criterios morales a partir de los cuales, cuando se aplican a las distintas situaciones, evalúo mis preferencias morales. Si nos referimos a la primera acepción, sí será posible hablar de progreso moral, pero evaluado no respecto a mis preferencias morales, sino a mis criterios morales.

Un segundo intento es considerar que las preferencias morales están muy influenciadas por el contexto social en que nos movemos. Yo puedo pensar, por ejemplo, que en un mundo ideal, es moralmente preferible no usar a los animales como diversión sangrienta (los toros) antes que usarlos y sentir placer por ello. Puedo, además, pensar que yo, en el mundo actual y lejos del ideal, no me gratifico con ese uso animal y decido nunca acudir a una corrida de toros y hacer activismo en su contra. Así todo puedo también pensar que, mientras una proporción importante de la población piense distinto, no deberían prohibirse (y mi activismo se reduce a intentar convencer a mis conciudadanos de lo abominable del espectáculo). Mi reacción moral ante los ciudadanos que hoy ven con gusto una corrida de toros no será la misma que ante ciudadanos futuros cuando la inmensa mayoría de la gente ha renunciado a regocijarse en el sadismo de las corridas de toros.

De nuevo habrá una objeción a esta postura. Mi reacción ante una acción de otro (sacarle el gusto a una corrida de toros) depende de un contexto. El criterio moral no cambia: si el contexto es uno, opino una cosa y si es otro, opino otra. No hay distintos criterios, no hay progreso. La objeción es buena, pero de nuevo el planteamiento me permite hablar de preferencias morales en distintos planos. Puedo hablar de progreso en mis preferencias morales aunque no haya progreso en mis criterios morales si la evolución del contexto hace que la aplicación de mis principios morales me hace juzgar cada vez con más severidad a aquellos que se alejan de ellos.

En ambos casos la manera de salir del argumento de Jesús es admitir una dualidad en la definición y jugar con ello para dar una definición de progreso moral. Por supuesto esto no es refutar el argumento original, sino proponer un par de intentos de definir de otra manera el progreso de la moral propia según los criterios propios sin que pierda el interés la definición, sin caer en contradicción y dando sentido a algo que creemos que sí es posible, a pesar del argumento impecable con que se abre esta entrada.

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Hace tres años en el blog: Apuntes sobre el empleo (1).
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sábado, 5 de octubre de 2013

Escépticos en el pub: Cuando falla la profecía


Este sábado 5 de octubre toca Escépticos en el pub.

Ramón Nogueras, licenciado en Psicología y Máster en Dirección en RRHH por la Universidad de Granada repite participación y nos obsequiará una charla que es continuación de la anterior: "Por qué demostrar que algo no es real no sirve de nada". En sus palabras:
A menudo pensamos que, cuando alguien tiene una creencia irracional, el presentar pruebas de la falsedad de la misma es suficiente para que la persona en cuestión vea su error. No es así, debido, entre otras cosas, a un mecanismo llamado disonancia cognitiva. En la ponencia veremos cómo la gente puede pensar que el Apocalipsis va a llegar y seguir creyendo en ello cuando la fecha marcada pasa y el mundo sigue rodando. Va a ser un viaje sorprendente.
Como de costumbre, en el Irish Corner, Madrid.
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Hace tres años en el blog: Cómo no enseñar Filosofía (2).
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jueves, 3 de octubre de 2013

Sobre Ciencia y Economía


Un comentario mío a una entrada en el recomendable blog Sintetia:

Debo hacer dos distinciones en mi argumentación. Primero, que, independientemente de que al final queramos llamar ciencia o no a la Economía y otras ciencias sociales, algunos argumentos de la entrada no se sostienen. Segundo, que muchas definiciones sensatas de ciencia engloban a la Economía según muchos epistemólogos, de manera que esta parte del debate sería sobre todo semántica.

Vayamos con la primera cuestión:

1. Las Ciencias Sociales (CCSS) se refieren a comportamientos humanos, que también son hechos. No entiendo la distinción de la entrada, cuyo interés no se explica y de la que no veo que se deduzca nada de interés para el debate.

2. Que decir "quien estudia es parte del objeto de estudio" sea un argumento está por verse. Necesito una deducción que parta de esta premisa y lleve a alguna conclusión relevante para la determinación de si tal ciencia social lo es o no. Tal cosa no se hace, se dice que coinciden el objeto y el sujeto y ahí queda eso.

3. El grado de desarrollo es eso, grado de desarrollo. No sé cómo medirlo. Lo único que se me ocurre es según la distancia de los modelos de la ciencia al objeto de estudio. Como la realidad realmente existente no la conocemos (de ahí que hagamos ciencia para estudiarla) tal cosa es imposible. Como aproximación podemos hablar de precisión, y de nuevo habría que ver si es posible establecer un nivel de precisión más acá del cual no queramos dar nombre de ciencia a alguna disciplina.

Eso, en cuanto a los puntos señalados en la entrada. Ahora veamos algunos de los ejemplos tratados.

1. "Si practicas la autarquía te estancas". No sé cuál es el rechazo a aceptar estos hechos como regularidades y darles el nombre de leyes. ¿Porque no se ha demostrado en laboratorio? ¿Porque puede haber otras causas que se nos escapan? Lo primero no puede ser objeción (la Astrofísica no estudia estrellas en laboratorios). Sí se pueden hacer simulaciones de laboratorio con individuos reales o con modelos informáticos. El que pueda haber otras causas ocurre en toda otra ciencia. Por eso se siguen barajando hipótesis y se sigue investigando.

2. "Hay afirmaciones falsables en CCSS". Se dice que no, y las que parecen ser que sí, se llaman de otra manera. Eso ¿por qué? Tan falsable es decir que si te tiras sin paracaídas te estampas contra el suelo como que las coliflores escasearán si se les impone un precio máximo por debajo del de equilibrio de mercado. (Recordemos que nadie ha hecho experimentos contigo tirándote sin paracaídas a ver qué pasa.)

3. "Además, la falsabilidad no es una propiedad de las TEORÍAS, sino de NUESTRA ACTITUD hacia ellas." Se critica esta afirmación porque se confunde con el uso de la expresión "actitud hacia ellas" (venía de un tuit, así que será perdonable). Por esa expresión se entiende, no un subjetivismo metodológico, sino una interpretación de las características de la teoría (como cuando interpretamos una teoría como normativa o positiva, por ejemplo). Es la aceptación de una actitud sobre querer conocer y explicar la realidad y sobre usar el mejor método para hacerlo lo que nos hace científicos. Es en ese sentido que hay que entenderlo.

4. Las coliflores. Se pone un ejemplo de predicción y se dice que no es ley porque no vale para las cosas para las que no hay un mercado. Eso no contradice nada, la afirmación era sobre las cosas con precios observados en mercados. Es como querer contradecir la carga del protón mostrando un electrón. Tenemos observaciones de ese hecho sustituyendo coliflores por miles de otros bienes: pan, agua, pisos de alquiler, gasolina, monedas,... Como poco es un hecho que se cumple de una ley acaso estadística (si no se cumpliera el 100% de las veces) que se deduce de los modelos de la Economía. ¿Hay algún dogma epistemológico que prohíba las leyes expresadas en términos estadísticos o que sean aproximadas a falta de otras mejores?

Podemos hablar de ciencias con pretensiones más o menos universales: la Física aspira a saber cuáles son todas las partículas elementales y todas sus posibles interacciones. Las demás ciencias se conforman con menos. La Meteorología, por ejemplo, se conforma con detectar y conocer cómo interactúan las variables más relevantes, no todas. Así con la Medicina y la Economía.

Podemos hablar de predicciones más o menos precisas. La Física y la Química aspiran a muchísima precisión. Las demás, de nuevo, se conforman con menos (por la complejidad del objeto de estudio). Incluso la Física no predice bien y debe aproximar cuando tiene más de tres cuerpos gravitando entre sí.

Sobre la segunda cuestión:

Considero la siguiente como la mejor manera de entendernos en epistemología:

Hay ciencia cuando: (i) hay un objeto de estudio, (ii) se usa el método científico para estudiarlo y (iii) se han acumulado unos cuantos conocimientos. (La exobiología puede tener (i) y (ii) sin tener (iii), p.e.)

A partir de ahí las podemos clasificar epistemológicamente según los criterios de universalidad, precisión y otros que se quiera.

Esta definición tiene de bueno que distingue todo lo que es conocimiento adquirido con los mayores cuidados del método científico y los que no (pseudociencias, malas prácticas, engaños,...). Si eso no responde a la idea más básica de ciencia no sé lo que es.

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Hace tres años en el blog: ¿Quién sabe de religión?
Y también: ¿Puede la Economía evitar ser normativa?
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