martes, 27 de diciembre de 2011

Los presos y la educación universitaria


Antes de la reforma de la Ley Orgánica General Penitenciaria (LOGP) de 2003 la matrícula de presos en las universidades públicas españolas no estaba regulada especialmente. La universidad admitía al preso según sus requisitos de admisión y la atención al preso se hacía mediante acuerdo entre la universidad y la institución penitenciaria en la que estaba el preso.

En la práctica, casi todos los presos españoles que decidían hacer estudios universitarios elegían la UNED. Los presos etarras, sin embargo, elegían la Universidad del País Vasco, UPV/EHU. Hubo sospechas acerca del trato de favor a los presos etarras, tanto en la admisión como en la atención y las posteriores calificaciones a estos presos. Tras las elecciones a Rector de 2004, el equipo rectoral realiza un estudio para saber si han existido estos tratos de favor. El informe de agosto de ese año, presentado en el Consejo de Gobierno de la UPV/EHU, encuentra unas tasas de aprobados muy inferiores a la media universitaria y que no hay razón para sospechar estos tratos de favor.

La reforma de la LOGP de 2003 establece que los estudios universitarios de presos en instituciones españolas deben seguir un convenio que se establezca entre la Universidad y la Dirección de Instituciones Penitenciarias (y no, como hasta ahora, con un acuerdo con la institución particular). La única universidad con convenio tras esta ley era la UNED. La UPV/EHU se dirigió en varias ocasiones a la Dirección de Instituciones Penitenciarias para establecer uno propio sin obtener contestación. En ausencia de convenio, la UPV/EHU anuló todas las matrículas de presos en instituciones penitenciarias españolas.

El protocolo de matrícula en la UPV/EHU continúa para los presos en cárceles extranjeras, pero es recurrido en 2004 por el Abogado del Estado. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco desestima este recurso en sentencia de octubre de 2006. El Abogado del Estado recurre al Supremo, que en sentencia de marzo de 2009 anula la sentencia del Tribunal Superior del País Vasco y declara nulo el protocolo de matrícula. El Supremo entiende que el artículo 56.2 de la LOGP afecta también a los estudios de presos en cárceles extranjeras.

La UPV/EHU entiende que se vulnera la Autonomía Universitaria con esta sentencia y recurre al Tribunal Constitucional. El 22 de diciembre de 2011 la UPV/EHU es notificada de la estimación del recurso, en el que el TC declara vulnerado, efectivamente, el derecho a la Autonomía Universitaria y reconoce que el artículo 56.2 de la LOGP no puede extenderse a presos en cárceles extranjeras, sobre las que la Dirección de Instituciones Penitenciarias no tiene competencia.

Esta es la historia cuya última etapa se anuncia con titulares como "El Constitucional avala la matriculación de presos etarras en la UPV". Es bastante inexacto, porque ni la ley ni los recursos se refieren especialmente a presos etarras, aunque en la práctica les afectará a ellos como a cualquier otro. Con todo, es mejor que titulares previos, que decían que se regalaban títulos. Titulares que fueron objeto de demanda por parte de la UPV/EHU, con resultados positivos hasta el momento. Parece que el valor de la Academia y de los principios amparados por la Constitución se han antepuesto a los vaivenes de la coyuntura política y de las manipulaciones oportunistas.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Caridad y solidaridad (3)


Sigo, no sé si termino, la serie de solidaridad y caridad. Aquí 1 y 2.

En un pueblo o pequeño barrio, donde todos se conocen, los pobres también son conocidos por todos, y cada uno tiene su pobre a quien dar limosna. Esto es caridad.

En una cuidad grande o en un país entero, donde uno se presenta de manera más anónima en sociedad, no acabamos de saber quién necesita nuestro apoyo y quien no. Consideramos que queremos ayudar a algunos de nuestros conciudadanos y les conferimos derechos a una renta mínima, a unos cupones de alimentación, a una educación gratuita, a asistencia médica,... y creamos instituciones para que así se haga. Esto es solidaridad.

No estaba mal la caridad, cuando uno es responsable de un pobre y no de todos, se resuelve mejor el problema del escaqueado. Cada uno tiene una obligación con su pobre y será muy notorio si no la cumple. No solo para los demás, sino para uno mismo, que sabe que su dejadez no se distribuye entre todos los pobres del país, sino que se sufre por su pobre, a quien conoce.

No está mal la solidaridad, evita que el pobre tenga que aparecer como pobre y sentirse humillado ante sus benefactores, gracias justamente a ese anonimato. También por esta razón la solidaridad permite cumplir aquello de que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda.

Según la leyenda, alguien dijo algo así. Hay quien lo conmemora mañana.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La tierra es plana, pero la homeopatía no es medicina


La Tierra es plana. Así suelo comenzar muchos de mis cursos. Pregunto a los alumnos por la forma del planeta. Tras unos instantes de sorpresa y de duda (parecen siempre dudar sobre que puedan dar una respuesta correcta, ¿por dónde va a saltar el profesor?) aparecen las primeras respuestas, redonda o redonda y achatada por los polos. Son respuestas tímidas, como disculpándose por no poder decir algo más preciso. Naturalmente les digo que claro que son buenas respuestas, ¿qué pensaban, que las iba a tomar a risa? Son respuestas perfectamente buenas como primera contestación rápida y aproximada a la pregunta.

A partir de ahí surge la idea de ir perfeccionando más la definición de la forma la Tierra, que si está achatada más por uno de los polos, que si tiene atmósfera, que si montañas y valles, que si la magnetosfera, que si la deformación del espacio-tiempo. Enseguida se comprende que precisar la forma de la Tierra no tiene fin. Pero el discurso tiene en estos momentos un giro. Si aceptábamos la forma esférica como buena aproximación, ¿por qué no aceptar la forma plana?

Murmullos.

No necesariamente de aprobación. Más bien de confusión.

Sin embargo, cuando uno llega a una ciudad y compra un mapa no se queja al librero de que lo que le ha vendido es un plano que no tiene en cuenta la redondez de la Tierra. Si lo que quiere uno es ir del hotel a los monumentos de la ciudad el modelo plano es perfectamente bueno. Si quiere volar de Bilbao a Tokio por la línea más directa, mejor usa el modelo de la Tierra redonda (con atmósfera). Si uno quiere usar un sistema GPS, mejor la deformación del espacio-tiempo. Lo que uno quiera hacer determinará la utilidad del modelo. Uno de los modelos más inútiles es el mapa de escala uno a uno. Para eso ya tenemos la realidad.

Un buen modelo debe tener su utilidad, debe permitir hacer cosas con la realidad mejor que sin el modelo y mejor que con otros. Debe, además, ser susceptible de mejora. El modelo de la Tierra plana predice que, al alejarse de puerto, veremos el muelle, los edificios altos y las colinas del fondo de la ciudad cada vez más pequeños, pero todos a la vez. Sin embargo, en la realidad, dejaremos de ver primero el muelle, luego los edificios y finalmente las colinas. Esa mala adecuación del modelo a la realidad nos permite mejorar el modelo. Pero para ello recordemos que el modelo debía predecir unas cosas y no otras. Si el modelo predice cualquier cosa, en realidad no predice nada y vuelve a ser inútil.

Hoy, día del escepticismo (bueno, ayer, pero por unos minutos), termino la entrada con dos consecuencias de lo anterior. La homeopatía no es ningún modelo a ninguna escala de la medicina. No vale siquiera como aproximación, no más que decirle a un niño "sana-sana...". Se enteraron en el Parlamento británico hace no tanto y ahora se enteran en el Gobierno español. Más vale tarde que nunca (aquí y aquí está mejor explicado). La otra consecuencia es que la astrología es igualmente inútil. No predice nada.

jueves, 15 de diciembre de 2011

La partícula de dios


Se pregunta Der Spiegel si esta de arriba no será la imagen de dios. Se trata de una de las fotos de las trazas que dejan las colisiones entre partículas en el acelerador de hadrones de CERN. En estas colisiones se espera encontrar la partícula de Higgs, esa que causaría el campo responsable de que algunas partículas subatómicas tengan masa. Es la pieza que falta para comprobar experimentalmente la teoría moderna de partículas, las piezas lego de la naturaleza.

Tal vez choque eso de que la masa no sea realmente la propiedad de una partícula, sino que la cause su interacción con un campo, pero a estas alturas no debería. La física en el nivel de las partículas está llena de estas cosas. Puede entenderse con un símil. Si yo entro en una sala y si nadie me conoce, pasaré desapercibido y la podré atravesar sin problemas. Si fuera un futbolista famoso no podría apenas moverme, de tanta interacción con los demás (reporteros, fans, curiosos,...). El futbolista famoso tendría más masa que yo.

El campo de Higgs es esta gente que llena el espacio y que es indiferente a unos y se relaciona con otros.

No sé si la foto de arriba es la foto de dios, pero se le parece:

lunes, 12 de diciembre de 2011

La solidaridad como bien público


Como prometí hace unos días, intentaré mostrar que la solidaridad es un bien público. Esto debería cerrar una discusión y abrir otras. Las más relevantes se refieren a la importancia de este bien y a la manera en que debe administrarse. Quisiera que la discusión fuera atractiva para un grupo amplio de personas, con concepciones varias sobre el papel del Estado en la sociedad. Para ello, espero captar la atención de algunos prometiendo decir cosas relevantes sobre este bien que les puede ser preciado. Espero atraer a otros prometiendo un análisis estrictamente liberal de la cuestión, sin perjuicio de que también tengan sus preferencias por la solidaridad.

Pero vayamos por partes. Recordemos primero la definición económica de bien público. Se trata de aquel bien que, al ser consumido por una persona, queda todavía disponible para su consumo por alguna otra. Así, la botella de agua que generosamente me sirven en las reuniones de mi Universidad (y que en la etiqueta presume ser de interés público) no es un bien público, puesto que si la consumo yo no la consume nadie más. Hay bienes públicos locales (el alumbrado público) y globales (la defensa nacional); sujetos a congestión (el parque) y no sujetos a ella (la estandarización de sistemas). Finalmente, en el caso de ciertos bienes públicos es posible excluir a algunos individuos (un espectáculo deportivo), mientras que en otros casos esto no es posible (una emisión de radio en abierto). La financiación de estos bienes puede ser pública o privada, como lo puede ser, y de manera independiente, su provisión. Otra cosa es que una u otra manera consigan mejores resultados. El caso canónico lo constituyen los bienes públicos globales, no sujetos a congestión y sin posibilidad de exclusión.

Para simplificar la cuestión y fijar ideas, me centraré en un aspecto de la solidaridad. Concretamente en las preferencias por la igualdad de recursos entre los humanos. Existen distintos índices que miden la desigualdad en este sentido. Pongamos que estamos de acuerdo en que un conjunto de ellos nos proporciona una idea bastante fiable del estado de la desigualdad en una sociedad. Si estos índices se mueven en una dirección o en otra estarán reflejando variaciones en la desigualdad que pueden preocupar o satisfacer a un individuo sin perjuicio de que lo mismo le ocurra a otro. Así pues, no sólo este aspecto de la solidaridad constituye un bien público, sino que proporciona un ejemplo canónico (es decir, de los primeros que explicaría uno en clase) de estos bienes. Argumentos similares se pueden realizar para cuestiones como la discriminación, la segmentación social y las acciones de los buenos samaritanos.

Claro está que la importancia de este bien dependerá de la que le den las personas, y aquí entran las preferencias e ideologías de cada cual. Pongámonos en el caso en que, en efecto, la solidaridad nos importa. Como bien público, los individuos de la sociedad aceptarían libremente un contrato por el cual se comprometen a dedicar parte de sus recursos para favorecer su existencia. Esto es muy distinto que pedir que los individuos contribuyan libremente a esta causa. El primer mecanismo resuelve el problema del free-rider (el escaqueado), ya que el contrato obliga. El segundo no lo resuelve. Es cierto que nunca se ha visto a los individuos firmar tal pacto, lo que importa es que el Estado funcione de manera que sus acciones se puedan interpretar como si fueran producto de este pacto. Recuerden que quiero llevar mi discusión por terrenos liberales. Esta visión contractual se puede encontrar en un liberal de prestigio como es James M. Buchanan, concretamente en su estimulante libro The Limits of Liberty. Between Anarchy and Leviathan. De este libro recomiendo leer detenidamente el tercer capítulo, con su teoría de los bienes públicos.

La conclusión que extraer es la siguiente. Si los ciudadanos tienen preferencias más o menos intensas por la igualdad, el Estado liberal debe recaudar impuestos para paliar las desigualdades. Si a los ciudadanos la igualdad no les parece un bien especialmente valioso, el Estado liberal no debe hacer nada al respecto. Estoy tentado de llamar a los primeros liberales de izquierdas y a los segundos liberales de derechas, pero no estoy nada seguro de que con esto respete la opinión de las gentes de izquierdas o de derechas de este país. Si los ciudadanos están divididos en su apreciación sobre la solidaridad, el Estado liberal debe buscar una manera de agregar estas preferencias, por ejemplo en forma de compromisos políticos.

El hecho de que los Estados sean manirrotos o que las ayudas a los pobres puedan favorecer comportamientos oportunistas (el parado que no busca empleo porque cobra un subsidio) no son excusa para no intentar construir una sociedad más solidaria si es que esas son las preferencias de los que en ella viven. Sí son, en cambio, toques de atención para buscar buenos mecanismos para la provisión de este bien. El Estado puede subvencionar Fundaciones y ONGs con reputación de emplear bien los dineros. Las transferencias de recursos pueden hacerse en forma de inversiones en infraestructuras, educación y sanidad que, lejos de desmotivar a los individuos, tienen un efecto multiplicador en la productividad del colectivo beneficiado. Lo importante es que la financiación debe ser pública. La provisión puede ser pública o privada, pero contratada con los recursos públicos.

Como vemos, se puede ser liberal y defender el uso de la fuerza impositiva del Estado para fomentar la solidaridad.

viernes, 9 de diciembre de 2011

El buen samaritano. Solidaridad vs. caridad.


Hace unos años tuve el siguiente intercambio de opiniones con Carlos Rodríguez-Braun. Comenzó con un artículo suyo en El País donde decía lo siguiente:
“Ahora volvamos al solidario de Samaria. Su historia es tan atractiva que tendemos a pasar por alto una circunstancia obvia: el buen samaritano actuó libremente. De hecho, su ejemplaridad depende crucialmente de ello. Para comprobarlo, introduzcamos un nuevo personaje en la parábola y supongamos que un centurión obliga al de Samaria a asistir al judío apaleado y moribundo. ¿No privaría dicha intimación a la parábola de su vigor y al samaritano de su mérito? Obsérvese que superficialmente el desenlace podría ser idéntico en ambos casos: el judío es rescatado, llevado a la posada y felizmente curado. Pero si eliminamos la libertad, eliminamos la virtud. 
“El intervencionismo de toda laya ha provocado tal confusión que ahora se presenta como moralmente superior al caso del centurión, a la falta de libertad, es decir, precisamente lo que recorta el mérito moral de la conducta humana. El 0,7% como tal (y cualquier redistribución forzada), por tanto, no es generosidad, sino un grupo de presión más que aspira a obtener dinero de los ciudadanos no con su libre y directo consentimiento, sino de modo indirecto, a través de la coacción política: el protagonista es el centurión, no el samaritano.”
En ese mismo periódico le respondí así:
“En este artículo se argumenta que la figura del samaritano no es un antídoto frente al mercado (afirmación que puedo compartir), pero se basa en una argumentación errónea. Carlos Rodríguez tiene razón en que la libertad de mercado no le impide al samaritano llevar a cabo su acción, y que precisamente el mérito es más ejemplar porque nadie le fuerza a ello (pensemos, nos dice, cómo veríamos su acción de haber sido obligado por un centurión).
“Sin embargo, si es socialmente aceptable y bueno que se atienda a los accidentados, no debemos dejar su atención a manos de la buena voluntad de los que puedan pasar por ahí, ni a manos de un centurión que nos obligue a pasar por ahí o a ayudar si pasamos. Hay opciones mejores, podemos pagar con nuestros impuestos un servicio de atención a accidentados y desprotegidos, podemos financiar unas patrullas al mando de centuriones con este objetivo. Tal vez sea menos poético y más forzado (los impuestos son obligatorios), pero sería un mecanismo mucho más efectivo para lograr el fin deseado que el encomiable voluntarismo. Esto es así porque el bien (fraternidad, solidaridad...) que queremos administrar no es privado, sino público y necesita de mecanismos que nos obligue a su provisión. Piensen, si no, en cuántas inversiones en bienes públicos tendríamos si pagar impuestos fuera voluntario.”
Rodríguez-Braun se defiende:
“...sostener que la solidaridad no es un bien privado es una disparatada exageración, aunque ello no comporte negar sus ingredientes públicos. Está claro que, por ejemplo, en la medida en que otras personas sean samaritanas, yo puedo escaquearme y no contribuir a causas solidarias. La forma de impedir que yo sea un free-rider, naturalmente, es cobrarme impuestos y obligarme a ser bueno.
“La lógica del free-rider está, sin duda, detrás de la gran expansión del Estado en nuestro tiempo, pero no es evidente que tal desenlace deba ser así ni que sea el más plausible, menos aún cuando depende de una definición de bien público tan imprecisa que al final, como dice Anthony de Jasay, es el propio Estado el que dictamina qué bien es público y hasta cuándo.”
La discusión en las páginas de El País no tuvo más continuidad, pero se entiende que todo se reduce a saber si la solidaridad es o no es un bien público. Lo veremos con más detalle en una entrada próxima.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El parlamento proporcional (2)


Para completar la entrada de hace unos días, coloco aquí cómo habría quedado el parlamento de haber usado tres sistemas distintos: (i) el proporcional con circunscripción única, (ii) el proporcional por provincias con un escaño mínimo por provincia y (iii) el proporcional por provincia con dos escaños mínimos por provincia. En la representación actual se aplica la regla d'Hont por provincia con dos escaños mínimos por provincia. La regla d'Hont con circunscripción única sería muy parecida a la proporcional (i).

Para cada sistema, en la parte baja de la tabla, se muestra cuántos escaños cambian de partido con respecto al sistema proporcional con circunscripción única. Con la regla d'Hont actual cambian de asignación 43 escaños.

Teníamos aquí una discusión sobre si la culpa de esta divergencia se debía a la regla d'Hont o a la circunscripción provincial. Al fin y al cabo, para una misma circunscripción, la diferencia entre la regla d'Hont y la proporcional es muy poca, normalmente de un escaño como mucho. Lo que pasa es que un escaño que pueda bailar en varias provincias, al final suman muchos escaños.

En las elecciones al parlamento se ve que, de los 43 escaños de diferencia entre la regla d'Hont por provincias y la proporcional por circunscripción única, la mitad se debe a la circunscripción por provincia (22) y la otra mitad (21 más) al uso de la regla d'Hont. Se puede corregir bastante la distorsión provincial usando solo un representante mínimo por provincia.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Los cambios de gobierno en Europa


Desde el comienzo de la crisis, todas las elecciones han resultado en severos varapalos a los partidos en el gobierno, con la excepción de Suecia. En España, Reino Unido, Holanda, Irlanda, Portugal y Dinamarca ha habido un cambio de gobierno. En Alemania y Francia el partido en el gobierno ha perdido poder en las elecciones locales. Además, ya fuera de elecciones, en Italia y Grecia se ha forzado un cambio de primer ministro.

Una primera reflexión es poco original: la ciudadanía parece creer que ningún gobernante ha estado a la altura de la crisis, tal vez por no haber hecho nada en el pasado para prevenir algo así, tal vez por no haber sabido llevar luego las riendas. El que, excepto el gobierno sueco, nadie se salve podría ser argumento para pensar que la ciudadanía está equivocada y que ningún otro lo hubiera hecho mejor, puesto que la pérdida de poder ha afectado a gobiernos de izquierda y derecha.

Tal vez haya algo de verdad en ello. Si el PP hubiera ganado las elecciones del 2008 posiblemente habría perdido las siguientes. Pero esto, además de ser mal consuelo, es un error de planteamiento. Cualquier gobierno debe tener grandes incentivos para dotar al país de un sistema económico lo más robusto posible frente a las crisis. Incluso si tanto el PP como el PSOE fueran igual de capaces (o incapaces) de hacer eso, lo que de verdad les disciplinará e incentivará a hacer las cosas de la mejor manera posible es el saber que, si no lo hacen bien (¿como los suecos?), se irán a la calle a la siguiente crisis.

Una segunda reflexión se refiere a esta idea de que no mandan los electores, sino los mercados (en los casos de Berlusconi y Papandreu o en el cambio de la Constitución en España). No veo tantas connotaciones negativas en esto último como parece haberse percibido por mucha gente. Pongamos que a un ministro de Fomento se le caen los puentes, o que a una ministra de Sanidad le da por cargarse la medicina de verdad para promocionar supersticiones. En esos casos la comunidad internacional puede pedir las dimisiones de esos ministros si a esa comunidad se le están pidiendo ayudas para construir puentes o para mejorar la sanidad. Lo mismo se aplicaría a un primer ministro si es incapaz de hacer nada bueno en una grave crisis económica y, además, pide también ayuda.

martes, 29 de noviembre de 2011

English as she is spoke


A través del Agente Smith llego al portal de The Public Domain donde encuentro esta joya de libro: English as she is spoke.

Si creíais que eso de From Lost to the River era una invención reciente, este libro nos retrotrae bastante más de un siglo para encontrar la misma cosa. El problema es que el autor no parece haberlo hecho a propósito. Podéis ver, a partir de la página 5 una colección de palabras agrupadas para la ocasión, pero con una selección disparatada. En la página 17 comienzan las frases familiares y con ellas lo bueno de verdad. Pero no lo mejor, que se reserva para los diálogos a partir de la página 23.

En palabras de Mark Twain:
"Nobody can add to the absurdity of this book, nobody can imitate it successfully, nobody can hope to produce its fellow; it is perfect."
(Nadie puede añadir nada a lo absurdo de este libro, nadie puede imitarlo con éxito, nadie puede tener esperanzas de producir un compañero para él; es perfecto.)

No intentaré tal cosa, os dejo solo con mi fromlostiano favorito (porque lo inventé yo, o eso creo) para que lo uséis cuando alguien se os ponga muy pesado:

Don't give me the can.

(También en su versión para los British: Don't give me the tin.)

viernes, 25 de noviembre de 2011

El parlamento proporcional


Con cada elección, pero parece que cada vez con más frecuencia, aparecen sugerencias para cambiar la ley electoral. Por ejemplo, El País hace unas simulaciones de cómo los votos de las pasadas elecciones habría resultado en una composición diferente del parlamento en varias propuestas alternativas. Como casi siempre se tiene como referencia la proporcionalidad, aquí os dejo la composición del parlamento de haber aplicado la proporcionalidad estricta.

Añado cuatro cosas:

1.- Al parecer, lo que impide la proporcionalidad es que debería aplicarse a una circunscripción única, como en las europeas, y la Constitución lo prohíbe, ya que debe ser la provincia. Sin embargo, con un poco de imaginación podría solucionarse esto. Por ejemplo, se presentan candidatos por provincias, como ahora y cada provincia tiene asignados un número de escaños proporcional a su población. Sin embargo, para computar qué candidatos salen por cada provincia se usan los datos de toda España. Con la regla proporcional se resuelve cuántos escaños debe tener cada partido. Después esos escaños se reparten entre las provincias siguiendo alguna regla (por ejemplo, la proporcional o la de d'Hont).

2.- Se observa, como en cada elección, que el problema de partidos nacionales minoritarios no son los nacionalistas que les quiten escaños, sino los dos grandes. Los nacionalistas, si acaso, están infrarrepresentados. En estas elecciones, la excepción es Amaiur.

3.- Los partidos adaptan sus estrategias (dónde hacer más campaña, qué votos atraer, con quién coaligarse) dependiendo del sistema electoral. También los electores podrían votar de distinta manera. Es decir, que las simulaciones hay que tomarlas con mucha cautela, pues con otro sistema podríamos haber tenido otros resultados.

4.- Con esta entrada no pretendo defender ningún sistema, solo poner unos números que tener en cuanta para el debate sobre algunos modelos alternativos que buscan acercarse a la proporcionalidad. Hay otros modelos, típicamente de reglas mayoritarias, que intentan favorecer la gobernabilidad o la cercanía del diputado con sus electores.

martes, 22 de noviembre de 2011

¿Existe el método moral?


En el Otto Neurath Dice Juan Antonio:
"En paralelo a "los cuerpos se atraen" o "dos es par", decimos "la libertad es valiosa" o "el dolor es malo". A quien dude de que los cuerpos se atraen, pero acepte nuestros criterios teoréticos, puede probársele de varias formas (aunque si pone en duda el "todos", será más difícil). A quien dude de que el dolor es malo, también, tanto con su propia experiencia, como haciendo una encuesta (intersubjetiva)."
Mis comentarios:

No sé si te das cuenta que este paralelo no lo es tanto. Cuando nos adscribimos a la tarea de entender y explicar la realidad (no a contar historias o ser felices), enseguida nos adscribimos al método científico. Es un decir, claro, porque desde los primeros intentos de explicación hasta la definición de este método ha llovido lo suyo.

En cualquier caso, la definición del método lleva su tiempo porque es una lista de cuidados no exhaustiva y que se va alargando a medida que damos con nuevas posibilidades de caer en sesgos o de buscar nuevos datos. En cualquier caso, también, la lista es aceptada sin problemas. Esta lista incluye desde la necesidad de definir bien las hipótesis hasta el cuidado de los instrumentos de medida.

Es en el uso consensuado del método que aceptamos la ley de atracción de los cuerpos (cuando la evidencia acumulada así lo aconseja, si la evidencia todavía es pobre, dudaremos).

En el intento de adscribirnos a un método semejante para dar cuenta de las leyes morales no tenemos tal cosa. La ley "la libertad es buena" no se establece siguiendo un método consensuado. Más bien debemos partir de ella, y sin saber bien lo que significa.

Por libertad cada uno puede entender una cosa algo distinta, no es algo que podamos establecer como la atracción gravitatoria. Por bueno también podemos entender varias cosas, pero, lo más importante, es que la frase "la libertad es buena" no tiene un sentido objetivo. Como mucho puede significar, como refieres, que a cada uno de nosotros nos parece bien nuestra propia libertad.

Ahí tenemos dos problemas. El primero, que uno puede no querer identificar su moral con la de la mayoría. Claro que en el ejemplo de la libertad propia no vamos a discutir los contertulios de este blog (otros, en cambio, preferirán ser esclavos de su dios), pero en muchos otros casos, sí lo haremos. Siempre a la espera de que un código moral deducido según tu programa nos convenza, come es de prever según tú.

El segundo es que cuando hablamos de la libertad propia hablamos cada uno de cosas distintas (cada uno de la suya). Para hablar de la misma cosa habría que decir "la libertad de menganito es buena para fulanito", y ahí discreparíamos según quien sea fulanito o menganito.

El criterio empírico de cuáles son las cosas que nos parece bien o mal a la mayoría no dice nada acerca de cómo se debe adscribir uno a la regla mayoritaria. De hecho, creo que todos nos reservamos nuestra propia opinión. Tal vez la regla mayoritaria es un intento de descubrir los valores morales que tenemos naturalmente. Mal proyecto. Los valores naturales nos vienen dados por unos instintos gracias a la chapucera evolución.

Tal vez se quería decir que son los valores morales que concluimos naturalmente cuando nos ponemos a razonar. Ahí me sobra el naturalmente y me sobra el criterio mayoritario.

Así que volvemos al principio. Simpatizo con la idea de adscribirnos a la causa de buscar en mejor código moral y simpatizo con la idea de usar la razón. Pero constato que no existe un método parecido al científico para este proyecto. Podremos convenir en algunos principios, pero difícilmente llegaremos muy lejos.

Incluso si convenimos que la libertad es un bien y que la seguridad es otro bien, no tendremos manera de ponderar racionalmente uno y otro bienes. Cada uno tendrá sus propias preferencias morales para decidir cuánto renunciar a uno en aras del otro.

Es más (es mucho más), a la hora de aclarar el significado de muchos términos importantísimos para las decisiones morales, nos encontramos con teoremas de imposibilidad. Hay muchas propiedades deseables que quisiéramos cumplieran las definiciones de "igualdad", "democracia", "deber", "reparto equitativo",... y sin embargo estas propiedades son demasiado a menudo incompatibles entre sí y, de nuevo, habrá que definir el término renunciando a algo por tener otro algo. No existe manera racional a priori de elegir entre los axiomas.

Hay una única manera de rebatir estas objeciones. Ofréceme un método que, como el científico sea aceptable a priori (a priori en el sentido de aceptable antes de saber qué descubriremos con él y aceptable en el sentido de que esté bien definido, encuentre consenso y sea operativo) y muéstrame cómo este método hace algún avance.

Es muy fácil llenar páginas y páginas explicando que es posible deducir un código moral con la razón. También es muy fácil excusarse cuando uno no es capaz de escribir el primer artículo de ese código.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Los sesgos cognitivos (3)


El tercer tipo de sesgos detectado por Kahneman y Tversky se llama efecto anclaje (primer y segundo tipo aquí y aquí) y es, seguramente, el más curioso de todos. Aquí van unos ejemplos.

1. Se pregunta a un grupo que estime, en unos pocos segundos y sin calculadora, el resultado de la operación 1x2x3x4x5x6x7x8x9 y a otro grupo el resultado de la operación 9x8x7x6x5x4x3x2x1. El resultado del experimento presenta dos rasgos. El primero es que ambos grupos tienden a estimar el resultado a la baja. El segundo muestra el efecto anclaje: el primer grupo tiende a hacer una estimación mucho más baja que el segundo. La razón se puede atribuir a que uno comienza multiplicando los primeros números y luego extrapola como puede. El resultado de las primeras multiplicaciones ancla la estimación.

2. De nuevo tenemos dos grupos en salas separadas. En ambas hay una ruleta con números del 1 al 100. Se hace girar la rueda. En una sala se para en el número 10 y en la otra en el 65. Se hace la siguiente pregunta: ¿cuántos países africanos son miembros de las Naciones Unidas? (el experimento se hizo a comienzos de los 70, sin completar todavía la descolonización). En la primera sala se estima que son 25 y en la segunda, 45. El resultado de la ruleta, totalmente irrelevante para la pregunta, ancla la respuesta.

Así que ya sabéis, si vais a hacer una apuesta que tiene que ver con un número (como calcular alguno de los datos de la tabla de arriba), soltad antes de la apuesta, como quien no quiere la cosa, un número que sepáis muy alejado del que se trata de adivinar.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Los sesgos cognitivos (2)


Hace unas entradas hablé de tres sesgos cognitivos que mostramos los seres humanos a la hora de tomar decisiones en situaciones de incertidumbre tal como fueron detectados y presentados por Kahneman y Tversky. En esa primera entrada dedicada al tema traté el sesgo de representatividad. Hoy toca el sesgo de disponibilidad.

Es, tal vez, el más sencillo de explicar: tendemos a creer que es más abundante o probable aquello de lo que podemos generar ejemplos más fácilmente.

Son varios los experimentos sencillos que se pueden hacer para ilustrar varias versiones de este sesgo. También he reproducido algunos de ellos en clase con los resultados previstos. No fallan.

1.- (En inglés) ¿Hay más palabras que comienzan con la letra "r", como run, o que contienen la letra "r" en tercera posición, como car? Las opiniones son siempre favorables al primer caso, cuando la realidad es que abundan más las segundas. La razón más plausible de esta discrepancia es que es fácil pensar ejemplos del primer tipo que del segundo. Un ordenador no tendría problemas en encontrar ambos, pero el mecanismo de búsqueda de nuestra mente encuentra mejor unos ejemplos que otros.

2.- En un grupo de 10 personas hay que formar un comité formado por un subgrupo de ellas. ¿Cuántas combinaciones son posibles para elegir uno de 2 personas? ¿Y uno de 8? De nuevo, las respuestas estiman en un mayor número los comités posibles de 2 personas. A nada que pensemos debe quedar claro que deben ser las mismas combinaciones. Cada comité de 2 personas define uno de 8 (los que no se eligen), pero es más fácil pensar en combinaciones de 2 que en combinaciones de 8.

3.- Este es un caso tomado de un experimento hecho por una pareja de psiquiatras: Se presenta a una serie de personas datos sobre varios pacientes mentales ficticios. Los datos son un diagnóstico clínico y el dibujo de una persona hecho por el paciente. Se encontró que se exageraba la correlación entre diagnóstico (p.e., paranoia) y características del dibujo (p.e., una forma peculiar en el dibujo de los ojos). De hecho, se encontraban incluso correlaciones que no existían o que eran justo las contrarias.

Así somos. Es difícil, incluso con entrenamiento, sustraerse a estos sesgos. Un médico puede no solo tener una muestra sesgada del éxito de sus tratamientos (porque la muestra de población que trata es ya sesgada o porque los que están contentos vuelven y los que no, no), sino que además puede recordar más los éxitos que los fracasos. Los éxitos se recuerdan y los fracasos se achacan a razones espúrias o simplemente se olvidan. O no, puede que un médico especialmente raro se acuerde más de los fracasos. Lo que importa es señalar que es casi imposible no estar sesgado en nuestras apreciaciones personales. Para evitar eso se inventó el método científico. No aplicarlo en medicina no es mala práctica, es un crimen.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Una voz sensata y otra no tanto


La sensata, Antoni Zabalza, uno de los mayores expertos en financiación autonómica. En su artículo de hace tres días en El País. Viene a decir que no es deseable la extensión de la financiación tipo concierto económico. La única justificación para que exista en los casos del País Vasco y Navarra es histórica. En estos casos, el concierto tiene la fuerza del statu quo y el sistema de financiación ya se ha adaptado a su existencia. Sostiene, como yo mismo hice hace algún tiempo, que políticamente es más fácil y conveniente resolver cualquier problema que pueda haber de poca contribución de estas comunidades al resto del Estado mediante una redefinición del Cupo que mediante la eliminación de los conciertos (toma nota, UPyD).

La menos sensata, Vicenç Navarro, sociólogo metido a economista, que dice dos cosas, recogidas en El País de hace dos días y explicadas un poco más en su blog. La primera, que no hay un problema de deuda o déficit, puesto que otros países tienen o han tenido más de ambas cosas sin problemas. Navarro se olvida que esos países sin problemas no pagan tipos de interés tan altos como los que nos piden a nosotros. Los eurobonos tal vez podrían salvar la situación, pero no depende de nosotros, sino de que Francia y Alemania quieran.

La otra cosa que dice Navarro se refiere a la posibilidad de financiarse con impuestos (por tanto, sin añadir deuda). Tiene razón Navarro. Es posible hacerlo. Es una opción política querer ser más como los países nórdicos que como los anglosajones. Pero Navarro se refiere más que a esa opción, a la idea de que eso estimularía la economía, y esa parte habría que demostrarla. La estimulará más si el Estado gasta el dinero que retrae de los contribuyentes en actividades más productivas que las que hacen los propios contribuyentes. Si no, no. ¿Cuál es la empiria que nos puede hacer pensar que en la situación actual de España esta política dará resultados positivos? (Estímulos financiados con deuda al 0 o al 1% no serían buena comparación.)

domingo, 6 de noviembre de 2011

Problemas existenciales


Uno de los enredos que más perduran en Filosofía ocurre cuando se toca el tema de la existencia. No me refiero al sentido de la vida, de nuestra existencia, que sería también una buena discusión, sino a preguntas como estas:
  • ¿Existe el número dos?
  • ¿Existen las ideas?
  • ¿De qué manera?
  • ¿Hay distintos significados de existencia?
He aquí como yo lo veo. Existe la realidad y existen modelos para referirse a ella. Esos modelos pueden ser muy precisos, como los modelos formales, o imprecisos y contradictorios, como lo son todos los instintos que traemos de fábrica. Nuestro mejor modelo de la realidad dice que lo que existen son las partículas elementales, con sus propiedades e interacciones. Según eso, los seres pensantes somos una colección de partículas con un ordenamiento dado por la evolución biológica y que incluye modelos mentales para sobrevivir mejor. La evolución nos ha imbuido de procesos mentales que llamamos ideas. En este sentido, las ideas son procesos mentales y no existen si no hay seres que las piensen.

Hay otro sentido en el que algunas ideas parecen ser especialmente permanentes y existir independientemente de los seres pensantes. Por ejemplo, nos es fácil imaginar que cualquier ser pensante dará con la idea del número dos (incluso es fácil imaginarse que la tengan seres no tan pensantes). También nos es fácil imaginar que dará con la idea de que es posible dar mate en un final de rey y torre contra rey en el juego del ajedrez.

Este último ejemplo es de particular interés porque deja claro cuál es el sentido de la existencia de esa jugada de mate: si partimos de las reglas del ajedrez y de una posición de rey y torre contra rey entonces existe una manera de jugar que lleva a mate. El condicional es la clave.

Lo mismo tenemos con otras ideas, como la de los números, que se pueden elaborar a partir de axiomas en un modelo tan formal como el ajedrez. Lo que pasa, claro está, es que se puede tener la idea del número dos sin necesidad de tener el modelo formal de la aritmética. Por ejemplo, puede estar en un modelo más informal como el que tenemos algunos seres vivos para relacionarnos con el entorno. El que el modelo sea más o menos riguroso es irrelevante. Lo relevante es que la idea es condicional al modelo de la realidad. En ese sentido existen los números, el color rojo, la hipótesis del continuo, el círculo cuadrado o el ratoncito Pérez.

Algunas ideas son casi inevitables, otras son imprecisas, otras arbitrarias, otras contradictorias, otras absurdas y sin sentido. Todas tienen el mismo estatus de existencia: condicional a que aparezcan en un modelo sobre la realidad. El que en cada modelo se hable de existencia de la misma manera no hace que todas las existencias tengan el mismo estatus. Depende del modelo.

Si a las ideas casi inevitables se les quiere otorgar un lugar preeminente en el mundo de las ideas, no me parece mal, siempre que se sepa de qué hablamos.

¿Qué importancia tiene todo esto? No mucha si no fuera porque hay gente que, otorgando un estatus especial a algunas ideas casi inevitables (según nuestro entendimiento), pretenden hacer ver que hay algo así como ideas preexistentes y que descubrimos (véase este ejemplo). Si solo se refieren a las matemáticas, podemos hablarlo, pero es que a menudo se refieren a muchas otras ideas (¿a todas? ¿a las contradictorias? ¿a las imprecisas?) y acaban, por ejemplo refiriéndose a la idea preexistente de ser humano, de lo bueno o de dios. Y se refieren a ellas como si fueran ideas que significan algo preciso y que nos obligan a sus consecuencias, que no son más que prejuicios, en lo que se refiere a la planificación familiar o investigación genética, a la aceptación de un código moral o ideas religiosas.

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿El comienzo de la cordura?


Desde hace tiempo venía diciendo que la política del Banco Central Europeo volcada en controlar la inflación (¿qué inflación?) era un disparate en las actuales circunstancias (aquí y aquí). Comenzó subiendo el tipo de interés en dos ocasiones, lo mantuvo en otra para hoy, por fin, bajarlo.

No es que lo dijera yo, es que no había ninguna base económica para empezar a subir los tipos cuando no se sabe de nadie que opine que, en el peor de los casos, subir la inflación en la eurozona al 5% sea algo peor que arriesgarse a empeorar la falta de liquidez de algunas economías con problemas. Ninguna investigación económica ha mostrado nunca que el 5% de inflación sea un problema para nadie.

Podía haberse hecho antes. No es que hubiera evitado, ni mucho menos, la situación actual, pero sí que es posible que, por ejemplo, España e Italia estuvieran un poco menos en peligro de seguir los pasos de Portugal o Irlanda (no creo que Grecia sea la comparación pertinente).

domingo, 30 de octubre de 2011

Dos propuestas


Recientemente se han publicado dos libros con propuestas para salir lo mejor posible de la crisis y para preparar la economía española para los próximos tiempos.

El primer libro es "Nada es Gratis" de varios autores que firman con el nombre colectivo de Jorge Juan. El segundo es "Hay Alternativas" de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón. Comparando los análisis y propuestas observaremos que son muy distintas y, en algunos casos, contradictorias. Ambos libros darán mucho que hablar. ¿Quién tiene razón? (si es que alguno la tiene). Recomiendo leerlos con el kit del escéptico en la mano.

Por ejemplo:

-Quién usa argumentos ad hominem
-Quiénes tienen publicaciones en revistas de impacto y quien publica sobre todo libros
-Quién hace afirmaciones extraordinarias sin pruebas extraordinarias
-Quién propone cosas demasiado buenas para ser ciertas
-Quién requiere de una conspiración de economistas corruptos para su teoría
-Quién contradice el equivalente económico a la segunda ley de la termodinámica, ese que dice que no se puede hacer nada sin costes
-Quién muestra estudios empíricos en que basar sus afirmaciones (¿existen? ¿están bien documentados? ¿son fáciles de encontrar? ¿han sido aceptados en buenas revistas?)
-Quién se parece dedicar más tiempo a agradar los oídos que a decir lo que es el caso
-Quién confunde deseos con realidad
-Quién propone soluciones detalladas
-Quién propone soluciones que son vaguedades, por bien que suenen
-Quién deja claro que su opinión sobre una cuestión no depende de una posición a priori sino que está a lo que le digan los datos
-Quién define bien sus conceptos hasta el punto de ser operativos y no solo intuitivos
-Quién ofrece "narrativas" en lugar de teorías rigurosas donde todo está bien definido
-Quién apela a nuestras intuiciones en lugar de a nuestro raciocinio
-Quién tiene claro que todo es blanco o negro y quién duda y encuentra grises y sigue investigando
-etc.

lunes, 24 de octubre de 2011

¿Con qué probabilidad ganaremos la Copa?

En una discusión en el Otto Neurath salió a relucir una clásica objeción a la idea de probabilidad. Venía a decir Arriero que, en ausencia de una evidencia empírica, en plan frecuencialista, no tiene sentido hablar de probabilidad de un evento. Como ilustración nos ofrecía un diálogo en el que Aquiles le reta a la Tortuga a que asigne probabilidad al evento de que al tirar la moneda que tiene en la mano salga cara. La Tortuga dice que un medio. Aquiles tira su moneda una y otra vez y sale siempre cara. La Tortuga asignó probabilidades sin saber nada de la moneda de Aquiles, que tenía dos caras.

No es una buena objeción, aunque da pie para aclarar el significado de probabilidad. Como siempre, entenderé que la definición de probabilidad será interesante mientras sea operativa, es decir, mientras sepa cómo usarla y mientras eso me permita hacer cosas con ella mejor que sin ella.

Esta es mi respuesta a Arriero:

Imagina que sabemos que el 50% de una población tiene un gen que le hace tener una probabilidad del 100% de morirse de una enfermedad X y que el otro 50% tiene una probabilidad del 0%.

Hay una posible cura: una droga que te libra de esa enfermedad con total seguridad (si la tienes), pero que te puede matar por efectos secundarios el 10% de las veces (tanto si tenías el gen como si no. Si eres un individuo de esa población, ¿quieres tomar la droga? Por supuesto, querrás primero saber si tienes el gen o no. Pero si eso no es posible ¿qué haces? A todos los efectos tienes un 50% de probabilidad de padecer la enfermedad y morir, aunque Aquiles insista que no, que tienes un 100% o un 0% según el caso. La precisión de Aquiles no importa nada. El problema es tomar la droga o no en una situación de incertidumbre. Saber lo que desdeña Aquiles permite tomar una buena decisión y, con ella, la droga.

En el mejor de los casos, las probabilidades se han establecido como señalas (repitiendo experimentos), pero no tiene por qué ser así. Desde el momento en que cada observación (de cualquier cosa) se hace en un momento o en un lugar diferentes, es imposible mantener todo constante y no tendremos, estrictamente hablando, nunca una repetición de ningún evento.A partir de ahí, lo mismo que postulamos que el momento o el lugar no influye para una repetición (por seguir con el frecuencialismo) postulamos la similitud de poblaciones o la irrelevancia de algún detalle.La probabilidad solo se define rigurosamente en el modelo formal. En la realidad podemos ver si las predicciones con ese modelo son o no acertadas.

¿Podemos ver si es acertada la predicción de que el Athletic ganará la Copa con una probabilidad del 40%?

No y sí.

No, porque tanto si gana como si no, el resultado es compatible con la predicción, y no queremos predicciones no falsables. Sí, porque si la predicción viene tras un modelo que hace otras predicciones, podemos tener datos suficientes para hacer una inferencia estadística en toda regla. Como siempre, solo con grados de confianza. Si el modelo hace predicciones para las probabilidades de ganar de varios equipos en varios años y en varias competiciones, aunque cada una de las realizaciones de esas predicciones sea un evento único, es posible establecer estadísticamente el buen o mal ajuste del modelo.

Si alguien está interesado en las técnicas estadísticas que se usarían, son los llamados Datos de Panel.

jueves, 20 de octubre de 2011

El fin de la violencia de ETA


En enero ETA anunció un alto el fuego permanente, general y verificable. Después de la tregua trampa y de la tregua rota había muchas razones para desconfiar. Con todo, seguía significando una ausencia de violencia mientras durara. En aquel comunicado había una insistencia en la territorialidad y en la autodeterminación. 

Ahora se anuncia el fin definitivo de su actividad en un comunicado que no dice nada acerca de territorios ni de autodeterminaciones. Es un avance en todos los sentidos. Solo quedan dos cosas, la disolución y la entrega de armas. Con la lentitud que se mueven las cosas, diría que eso irá para largo. Tal vez cuando se den cuenta de una vez que han perdido todo protagonismo y no son nadie en el País que dicen haber defendido.

lunes, 17 de octubre de 2011

Los sesgos cognitivos (1)


En varias ocasiones he hablado de los sesgos cognitivos que nos pueden hacer creer cosas que no son verdad. La última, en la pasada entrada sobre el método clínico, donde los sesgos de la experiencia médica pueden tener consecuencias graves.

¿Cómo de importantes y prevalecientes son estos sesgos?

Para acercarnos a este tema encuentro especialmente interesantes los trabajos de Tversky y Kahnemann que le dieron el premio Nobel a este último (el primero ya había muerto).

En su artículo "Juicios en incertidumbre: heurística y sesgos" nos muestran los resultados de numerosos experimentos que les permiten detectar tres tipos de sesgos en nuestra manera de razonar en situaciones de incertidumbre. Dedicaremos esta entrada al primero de estos sesgos, la representatividad.

En cierta manera, la representatividad nos sesga a juzgar según estereotipos, aunque no exactamente de los que solemos llamar así. Se entenderá mejor con varios ejemplos.

Tenemos una descripción de Juan que viene a decir lo siguiente: "Es una persona tímida y reservada, siempre dispuesta a ayudar, pero con poco interés en la gente o en el mundo real. Un espíritu pulcro y humilde, con necesidad de estructura y orden y una pasión por el detalle". Ahora viene la pregunta: ¿Es más fácil que Juan sea un agricultor o un bibliotecario?

Invariablemente, la mayoría de nosotros tendemos a contestar que bibliotecario, pues su descripción se parece más a la de alguien con este oficio que a la de un agricultor. Sin embargo, aún siendo verdad que los bibliotecarios tuvieran esas tendencias con mayor probabilidad que los agricultores, esta debería ser extremadamente marcada para responder a la pregunta de esa manera. Siendo que hay muchísimos más agricultores que bibliotecarios, a nada que algunos agricultores también tengan ese carácter, la probabilidad de ser agricultor será mayor.

Otros experimentos que ilustran este sesgo son los siguientes:

-Se sabe que en una reunión hay abogados e ingenieros en proporciones 30%-70%. Se pregunta a una persona al azar si le gustan las matemáticas y responde que sí. ¿Con qué probabilidad es ingeniero? Podemos hacer la misma pregunta cambiando las proporciones a 70%-30%. Lo interesante es que las respuestas apenas varían cuando deberían hacerlo, y bastante.

-Cuando en un hospital el número de nacimientos de un sexo es superior al 60% del total se considera un día especial. ¿Dónde habrá más días especiales, en un hospital donde nacen unos 45 bebés al día o en uno donde nacen unos 15? La mayoría de la gente suele contestar que da igual y, entre los demás, se reparten más o menos a medias los que opinan que un hospital u otro. La respuesta correcta es que en hospital pequeño, claro está.

-Se tira una moneda varias veces ¿Qué secuencia es más probable obtener, O-X-O-X-X-O o bien O-O-O-X-X-X? (O es cara y X es cruz). Si tendemos a pensar que la primera es porque representa mejor una situación aleatoria, a pesar de que ambas son igual de probables.

-Aquí vimos otro ejemplo de representatividad.

Son experimentos sencillos. De vez en cuando hago alguno en clase e, invariablemente, se obtienen los resultados reportados por Tversky y Kahnemann. Es una primera constatación de los sesgos cognitivos. ¿Queremos construir nuestro conocimiento sobre la realidad cayendo en ellos o evitándolos? Lo segundo es el método científico. Lo primero nos deja en el método clínico, entre otras maneras descuidadas de hacer las cosas.

jueves, 13 de octubre de 2011

El método clínico


Cuando se discute con homeópatas o psicoanalistas, tarde o temprano sale a relucir el método clínico.

No sé si habrá otras acepciones para este método, pero la manera en que se defiende en esos foros es más o menos como un método científico pero adecuado a la práctica médica. Comparte, o al menos así lo pretende, con el método científico el experimentar por prueba y error, quedarse con lo que funciona y dejar lo que no funciona. Se diferencia del método científico en que la prueba de si una práctica funciona o no es el ojo clínico del médico.

Craso error. El médico, por muy inteligente, conocedor y buen practicante que sea, no es nunca el criterio para saber si algo funciona o no. Como todo mortal está sujeto a sesgos cognitivos. El renunciar al procedimiento científico (pruebas objetivas, doble ciego, grupo de control,....) supone renunciar a evitar esos sesgos. Eso siempre es mala práctica científica y, por tanto, médica.

¿Cómo de importantes son esos sesgos? Digamos que son los mismos que han permitido el florecimiento de prácticas como la frenología, las flores de Bach, el test de las manchas de Rorschach, la lobotomía, la quiropráctica, el toque terapéutico,... Es decir, todo lo que se basa en el "a mí me funciona", con el que se puede engañar un paciente a sí mismo, pero también un médico.

Aquí hay una conversación interesante sobre el tema en los comentarios de una entrada sobre qué es ciencia en el blog Neurociencia-neurocultura.

lunes, 10 de octubre de 2011

Las expectativas racionales de Sargent


Conozco más la obra de Sargent, aunque alguno de mis colegas macroeconomistas me dice que Sims ha sido todavía más influyente. Son los dos premiados con el Nobel de Economía, que, en realidad es el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel, ya que no es parte de la Fundación Nobel. Pero me estoy yendo por las ramas.

En esta entrevista, Sargent explica su trabajo. Es especialmente interesante porque en ella se aprecia no sólo la descripción de sus modelos, sino también algo de su metodología y de sus valores. Es un buen resumen de lo que constituye la economía moderna, con su búsqueda de modelos y de evidencias empíricas para contrastar hipótesis y donde se distinguen las críticas fundadas de las infundadas. Es decir donde se muestra el avance en esta ciencia.

Entre otras cosas, en la entrevista Sargent habla del sempiterno problema de los bancos, que yo exponía por aquí (él lo hace mucho mejor, claro) y del desempleo en Europa y aún tiene tiempo para darles sendas collejas a Francia y Alemania, por haber facilitado la crisis de la deuda actual en Grecia.

Nótese que la entrevista es de hace más de un año.

jueves, 6 de octubre de 2011

Farewell, Bert Jansch

Ya sé que hay otras muertes, pero a mí la que me duele hoy es la de Bert Jansch, uno de los mejores guitarristas que en el mundo han sido. Solo, en dúo con John Renbourn, en el grupo Pentangle o, más recientemente, acompañado de algún artista amigo, nos ha legado una cantidad ingente de música y estilos. Casi siempre folk, a veces con virtuosismos barrocos, a veces sencillas adaptaciones de temas tradicionales, composiciones propias, baladas, fusiones con jazz, blues, qué sé yo. Mejor callarse y escuchar, y comprender por qué la muerte de un músico que le ha acompañado a uno en tantos momentos puede doler más que la muerte de tu escritor favorito.

Aquí el folk barroco con John Renbourn:



Lo que hacía con Pentangle cuando cantaba él...



... o acompañando a la maravillosa voz de Jacqui McShee:



Un tema de su último disco:

martes, 4 de octubre de 2011

Por qué sexo y por qué en parejas (2)


Hace unas cuantas semanas proponía este tema. Pueden verse los detalles en esa entrada, pero conviene resumir aquí la cuestión.

La reproducción sexual permite una variabilidad genética que aumenta la adaptación al medio, pero a su vez es costosa. Una explicación adecuada debe dar cuenta de por qué el balance entre ambas fuerzas da como resultado solamente el tener dos sexos y por qué cada individuo de una especie sexual proviene de la mezcla del material genético de únicamente dos individuos.

Podía haber sido de otra manera. Podíamos encontrar alguna especie con tres o más sexos. O, manteniendo los dos sexos, podíamos haber encontrado alguna especie en la que se mezcla el material genético de, por ejemplo, dos machos y una hembra (algo fácil de hacer si la hembra retiene el esperma de dos machos).

Motty Perry, Philip Reny y Arthur Robson, de las Universidades de Chicago y de Simon Fraser proponen una manera de abordar el problema que, si bien no ofrece una explicación completa, sí parece servir para eliminar algunas hipótesis.

Estos autores consideran las dos hipótesis más defendidas acerca de la ventaja de la reproducción sexual. La primera es la conocida como el determinismo mutacional (MD) según la cual la mezcla de material genético favorece la eliminación de mutaciones. La segunda es la hipótesis de la reina roja (RQ), donde la razón estriba en la mayor defensa frente a ataques de parásitos.

En sus simulaciones, encuentran que, cuando el sexo biparental es una ventaja en la primera hipótesis, sucede que una mezcla de 1/4, 1/4, 1/2 (dos machos y una hembra) sería todavía mejor. No hay mayor coste de mantener machos (ya que la proporción de machos y hembras seguiría siendo 50%-50%) y hay mayor variabilidad.

En cambio, según la hipótesis de la reina roja, la mezcla genética de dos individuos ofrece la misma defensa frente a parásitos que la obtenida por otras mezclas como la anterior 1/4, 1/4, 1/2. La razón es un poco complicada, pero tiene que ver con el hecho de que no hace falta tanto una gran variabilidad como una diferencia con respecto a lo que espera encontrar el parásito. La clave en esta dinámica está en la capacidad de regenerar el genotipo eliminado por el parásito. Para ello, la especie se compone de una variedad de genomas que se recombinan  entre ellos, sin que ninguno llegue a dominar la población. De nuevo, en sus simulaciones encuentran que la regeneración del genotipo eliminado es igual o más rápida con la mezcla de dos individuos que en otras posibilidades consideradas.