viernes, 23 de diciembre de 2011

Caridad y solidaridad (3)


Sigo, no sé si termino, la serie de solidaridad y caridad. Aquí 1 y 2.

En un pueblo o pequeño barrio, donde todos se conocen, los pobres también son conocidos por todos, y cada uno tiene su pobre a quien dar limosna. Esto es caridad.

En una cuidad grande o en un país entero, donde uno se presenta de manera más anónima en sociedad, no acabamos de saber quién necesita nuestro apoyo y quien no. Consideramos que queremos ayudar a algunos de nuestros conciudadanos y les conferimos derechos a una renta mínima, a unos cupones de alimentación, a una educación gratuita, a asistencia médica,... y creamos instituciones para que así se haga. Esto es solidaridad.

No estaba mal la caridad, cuando uno es responsable de un pobre y no de todos, se resuelve mejor el problema del escaqueado. Cada uno tiene una obligación con su pobre y será muy notorio si no la cumple. No solo para los demás, sino para uno mismo, que sabe que su dejadez no se distribuye entre todos los pobres del país, sino que se sufre por su pobre, a quien conoce.

No está mal la solidaridad, evita que el pobre tenga que aparecer como pobre y sentirse humillado ante sus benefactores, gracias justamente a ese anonimato. También por esta razón la solidaridad permite cumplir aquello de que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda.

Según la leyenda, alguien dijo algo así. Hay quien lo conmemora mañana.

7 comentarios:

  1. Es una explicación para escolares. Lo que podemos, socialmente (y estatalmente)institucionalizar, debemos hacerlo.

    Tu entrada me recuerda las letras de la canción aquella: "el hombre que invento la caridad, invento al pobre y le dio un pan".

    Y para no perder el espíritu, tu entrada me parece muy acorde con el ánimo de estos días, y no voy a quedarme fuera, así que feliz navidad y que disfrutes al máximo con tu familia y los tuyos.

    Son mis deseos caribeños.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. José Luis:

    Creo que tu definición deja fuera otro aspecto que me parece más pertinente: la caridad, charitas, parece que se entiende como una virtud que no implica correspondencia. Uno puede, o debe, ser caritativo hacia los pobres, los enfermos, los necesitados de cualquier ayuda sin exigir compensación o reciprocidad. La solidaridad parece implicar reciprocidad, un comportamiento regular en sociedad en vista del mayor bien del colectivo, no sólo de que ayuda o del que es ayudado.

    En no pequeña medida, ambos conceptos pueden ser definidos de manera tan imprecisa que se confundan. Por ejemplo, que la caridad es una exigencia de la ley de Dios que es la base que hace posible la convivencia social para un creyente. La caridad es así una virtud porque ser una virtud es cumplir la ley divina acerca de la vida social. Por el otro lado, la solidaridad puede no verse como un deber del que vive en sociedad y da y espera ayuda a sus vecinos sino como una virtud moral incluso si no hay una estructura social moral que exige reciprocidades.

    Lo que me importa en este caso es que parece que la vida social da una serie de ventajas al individuo a costa de prestaciones que mantienen la cohesión. Creo que la solidaridad es una necesidad del que desea vivir en sociedad porque obtiene de la sociedad ventajas para él o para sus familiares o vecinos. Es un altruismo extendido que computa a medio o largo plazo los favores hechos y recibidos. El comportamiento de los animales altruistas tiene una base genética: la mayor supervivencia de los descendientes de portadores de genes altruistas, y portadores de esos genes, así mismo. Pero los animales sociales van desarrollando una capacidad de cómputo de quién hace favores a quién, quién es generoso y quién es defraudador y el mecanismo ya no es tan simple como que el individuo apoye a quien comparte sus genes, sino que puede apoyar al que apoya al que comparte sus genes o negarse a apoyar al que se negó a apoyar a (n pasos) al que deseas que se apoye.

    De esa manera, la moralidad social reprueba al egoísta porque es menos probable que ayude a quien quieres que ayude a la vista de que no lo ha hecho antes con otros. Traducimos nuestras expectativas de ayuda o fraude en una valoración más o menos consciente, más o menos instintiva. De una manera parecida aparece nuestro juicio moral sobre nosotros mismos: nos valoramos como inmorales porque nos vemos como objeto de probables represalias por nuestro comportamiento. Una persona no es necesariamente consciente de eso, como no lo es de que su sensación de hambre o saciedad tenga que ver con la concentración de unos compuestos o con la información de determinados genes, pero es su genotipo seleccionado por la evolución y desarrollado en un ambiente el que hace aparecer el comportamiento moral, incluso aunque nadie lo vea. El instinto es ese "ojo de Dios" ese "super Yo" que analiza la correspondencia entre lo que se hace y lo que se siente que debería hacerse.

    Es lo que creo que expones en las dos entradas anteriores.

    sigue ->

    ResponderEliminar
  3. ->

    La ideología de la solidaridad, de la cohesión social, cumple la función de unir a un grupo demasiado amplio para que cada individuo pueda saber cómo se ha comportado alguien con otros. Las sociedades con muchos miembros y especializados en distintos trabajos son más ricas, pero hacen imposible conocer y tener sentimientos definidos por todos aquellos que intervienen en producir o proteger lo que nos interesa. Sin una ideología generalmente aceptada sobre qué debe hacerse y a quién, la sociedad no existe de modo cohesionado. Nadie se preocuparía de ir a la guerra porque gente de un pueblo que nunca ha visitado ha sido atacada por gente de otro pueblo igualmente desconocido. Pero la ideologia de solidaridad puede desarrollarse como el lenguaje, como una manera de intercambio de favores en vez de información, sin planificación ninguna y sólo porque es más ventajoso entenderse y ayudarse. Los grupos cohesionados han prevalecido sobre los desintegrados en muchos conflictos al poder movilizar más recursos y de manera coordinada a un fin colectivo.

    Luego, parece posible que una sociedad compleja y cohesionada sea un medio que selecciona favorablemente a los capaces de colaborar y excluye a los insolidarios. De hecho, los comportamientos antisociales acaban con la muerte o la marginación del antisocial a sitios o condiciones poco propicias para dejar descendientes. No sería extraño aventurar que las sociedades han seleccionado a gente más sociable, menos agresiva, con mayor autocontrol y resistencia a la frustración de deseos inmediatos.


    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. He usado los términos solidaridad y caridad para etiquetar los conceptos de la entrada (esta y las otras dos). Seguro que estas palabras tienen otras connotaciones, pero no hablo de eso. Con todo, tampoco creo que la reciprocidad sea ajena al uso normal de la palabra caridad, ni que sea estrictamente necesaria en la solidaridad.

    Una persona no rica puede pensar que recibirá caridad si cae en desgracia. Una persona rica puede ser solidaria sin que se le pase por la cabeza que algún día pueda necesitarla.

    Estaré intermitente estos días.

    Felices fiestas.

    ResponderEliminar
  5. Pero la caridad no se define porque ayudes al pobre que conoces y la solidaridad porque ayudes al que no conoces. Caritas es un sistema de caridad institucionalizado y es caridad, es decir un bien que se hace de manera voluntaria y como virtud personal, no por obligación jurídica. Y se hace a desconocidos.

    ResponderEliminar
  6. No voy a entrar en discusiones semánticas ni a insistir en mi uso de los términos. ¿Entra dentro de la definición tradicional de caridad el poder ejercerla sin saber a quién? Seguro que sí, Tampoco lo negaba.

    Pero mi entrada iba de contraponer dos maneras (no únicas ni excluyentes) de mostrar cierta consideración por el bienestar de los demás.

    ResponderEliminar