Podemos definir el paternalismo como la toma de decisiones del padre o la madre por el menor de edad. En términos más amplios puede extenderse a las decisiones del Estado por el individuo, pero no hablaré de estas ahora. No compete al padre cualquier decisión. Hay problemas de variada índole en las que se deja al menor la potestad o en las que, por lo menos, se pide su opinión. Así, el consentimiento para tener relaciones sexuales, para casarse, para ser sometido a una operación de riesgo, para abortar, para ser custodiado por el padre o la madre, etc. puede otorgarse a edades más tempranas.
El criterio para dilucidar qué decisiones se deja al menor y a qué edad debe ser siempre el interés del menor, pero ¿cómo decidir esto? Si le preguntamos al menor si quiere decidir sobre tal o cual tema, normalmente dirá que sí a casi todos. La clave puede estar en quién tendrá unas preferencias más parecidas al menor de edad, si él mismo cuando llegue a la mayoría de edad o el progenitor en este momento.
Seguramente la persona a los dieciocho años querrá haber tenido una educación adecuada y haber recibido las vacunas y otros cuidados médicos a los que, de haberle preguntado en su momento, se habría negado. En estos casos es mejor dejar las decisiones a los padres, incluso desde la perspectiva de la persona de dieciocho años, que se alegrará de que no le hayan permitido decidir de pequeño.
En casos como los arriba expuestos, es más normal que el individuo de dieciocho años tenga preferencias más parecidas al de, por ejemplo, dieciséis. Eso justificaría permitir la decisión al menor de esa edad, que será lo que habrá querido cuando tenga los dieciocho.
La experiencia en trabajos con adolescentes en esas edades, las encuestas que puedan realizarse, la opinión de los expertos,... pueden ayudad a decidir si, efectivamente un tipo de problema se resuelve mejor permitiendo tomar la decisión al menor o a los padres.
Hay, sin embargo, una circunstancia en la que es imposible dilucidar de esta manera las cosas. Se trata del adoctrinamiento. Si las decisiones de los padres incluyen la posibilidad de adoctrinar o no al menor podemos fácilmente tener la situación siguiente:
-Por una parte, las preferencias del menor sin adoctrinar son más cercanas a las de esa misma persona al llegar a la mayoría de edad que a las de los padres que desean el adoctrinamiento.
-Por otra parte, las preferencias de la persona de dieciocho años adoctrinada son más cercanas a las de los padres adoctrinadores que a las del menor sin adoctrinar.
En la situación así descrita no es posible definir qué es lo mejor desde el punto de vista de la persona de dieciocho años. La adoctrinada prefiere haber sido adoctrinada y la no adoctrinada prefiere no haberlo sido.
¿Es posible resolver esta cuestión? Aquí una posible respuesta.
qué es lo mejor
ResponderEliminar¿A caso, lo mejor es necesariamente bueno?
No quiero plantearme qué es bueno, pues lo bueno para la persona, puede no serlo para la familia, la tribu, la nación o la humanidad.
Supongo que el adoctrinamiento científico, es también adoctrinamiento ¿o no?
No sé
¿Es mejor ser un esclavo al que le han suministrado una píldora que le hace querer ser un esclavo, o no ser un esclavo?
ResponderEliminarYo me plantearía lo siguiente: ¿cuántas personas que fueron adoctrinadas en una religión se lamentan de haberlo sido una vez se han hecho mayores y cuántas personas que no fueron adoctrinadas en ninguna religión se lamentan de NO haberlo sido una vez se han hecho mayores? Yo conozco muchos casos de ateos o no creyentes en general que se lamentan de haber sido creyentes durante toda su infancia y adolescencia. Lo que no sé es cuántos casos hay de creyentes que se lamentan de no haber creído durante su infancia y adolescencia. Aunque me atrevería a decir que muchos menos.
ResponderEliminar¿Qué opináis? ¿Sirve para responder a tu pregunta, José Luis?
JL Salgado:
ResponderEliminarAdoctrinamiento científico es un oxímoron. Si la actitud científica es la postura que huye de prejuicios, autoridad, ... no tiene sentido decir que es otra forma de lo mismo.
Jesús:
Eso lo responderá cada uno. Yo prefiero no tomar la pildorita y ser un esclavo. El problema será si tenemos criterios para valorar el que esa decisión se tome en lugar del menor de edad.
Hugo:
En el caso hipotético puesto en la entrada no hay tales arrepentimientos.
Por supuesto, la realidad se parece más a la situación en la que sí hay. Pero si ese es el criterio estamos en la misma situación que en el paternalismo. Veamos si el adoctrinamiento es algo que habrán querido que sucediera cuando el adolescente llegue a los 18 años.
Con todo, tal vez estés dando con un indicio: Tal vez el 90% de los adoctrinados quieren permanecer adoctrinados mientras un 10% se rebelan. En este caso, en media, pueden estar mejor con adoctrinamiento según las preferencias del mayor de edad puesto que ganan por goleada las de los que quieren seguir adoctrinados. Pero si, además tenemos que el 100% de los no adoctrinados no lamentan no haber sido adoctrinados, tenemos un indicio de que algo pasa en el adoctrinamiento con respecto al no adoctrinamiento. Algo que solo si hace recapacitar a los padres adoctrinadores tendrá consecuencias. Si no, y si son la gran mayoría de una sociedad, no tendrá muchas.