Hace unos días, Manel Fuentes entrevistó a Vicenç Navarro en Catalunya Ràdio (se puede oír aquí, está en catalán, pero se entiende bien aun sin ser catalano-hablante). El tema era la reforma de la Constitución para incluir la disciplina presupuestaria.
Fuentes le preguntaba a Navarro si estaba de acuerdo con la idea del déficit cero estructural. Navarro se iba por peteneras. En algún momento parecía que sí, pero en otros decía que eso puede limitar el gasto público. Fuentes insiste en que no se trata del gasto, sino de su financiación, endeudándose o con impuestos y que, de ambas maneras se acaba pagando, solo que la deuda implica pagar impuestos. Navarro sigue sin concretar por qué está en contra de limitar la deuda y se pone a hablar de lo bajos que son los impuestos en España, de lo poco que pagan los ricos y de lo poco que dedicamos al gasto social, todo ello comparado con otros países de nuestro entorno. Fuentes pierde la paciencia y le señala que ese no es el tema, que no estamos hablando de pagar más o menos impuestos o de querer más o mensos gasto social, sino de la deuda, vaya a la cuestión, señor Navarro. Navarro pide que no le interrumpan, que le dejen explicarse, pero como no acaba de hacer la conexión de lo que habla con su opinión de que es bueno no limitar la deuda, Fuentes pierde los papeles y le acaba colgando el teléfono.
Este episodio me lleva a dos reflexiones (tal vez tres).
Primero: Fuentes es un humorista y no se le conocen especiales competencias en economía. Navarro es un catedrático de sociología y, a pesar de que no se le conocen publicaciones en economía (en revistas científicas con evaluación anónima), es una voz muy oída en esta área (aquí y aquí he hablado de él). Lo curioso es que el humorista tenga un conocimiento mayor que el supuesto experto en una cosa tan sencilla como es distinguir la posibilidad de dedicar más recursos a gastos sociales del tema de la disciplina presupuestaria.
Segundo: En España, excepto en algunos programas humorísticos, no se suele dar demasiada caña al entrevistado. Estoy acostumbrado a las entrevistas a las que se someten políticos y expertos en los EEUU y, desde luego, el entrevistador no suele dejar escapar una contradicción o una respuesta evasiva e insiste en ella. Me gustaría ver esto más a menudo y me gustaría verlo no precisamente en programas de humor, donde no se busca la profundidad ni la claridad de ideas, precisamente.
Tercero: Navarro fue, a pesar de sus evasivas y contradicciones, más educado que Fuentes, sobre todo en el bochornoso final, en que Fuentes le manda, más o menos, a hacerse los deberes otra vez y le cuelga el teléfono de mala manera.
Está claro que no has entendido muy bien.
ResponderEliminarNavarro no se iba por peteneras, intentaba explicar que el déficit no se puede reducir ahogando la demanda. Lo que pasa es que Manel Fuentes, a parte de ser subnormal, no le dejo explicarse.
pues no tiene porque ser subnormal.... todas la personas tienen algunos fallos... y no creo que este sea para tanto ya que sigue siendo muy querido por todos y le siguen dando programas
EliminarNo insultes a Manel Fuentes un fallo lo tiene cualquiera asin que te callas y no insultas OKK
EliminarPara que insultas a Manel Fuentes todas las personas tienen fallos ¿Vale? Y si aunque se equivoque 100000000000000000000000000000000000000000000000000 millones de veces lo querremos igual o más asín que te callas esa boca y te la lavas con JABÓN.
EliminarBueno, bueno, cuánto amor. Bienvenido, Manel, al blog, aunque no serás el mismo Manel Fuentes, imagino, que si no ya sería un amor propio desmesurado. De todas formas, como ves, el debate se moderó en términos civilizados y hace tiempo que está acabado.
EliminarSoy una fan Okk
EliminarHola, Marius, bienvenido al blog.
ResponderEliminarLa pregunta no era cómo reducir el déficit, si limitando gastos (ahogando la demanda, en tus términos) o aumentando impuestos (ahogando también la demanda), sino si Navarro aceptaba la idea de limitar a casi cero el déficit estructural.
No me parece mal que Navarro, además de contestar a la pregunta que le hacen, quiera explayarse en su opinión sobre la otra cuestión, pero es que en ningún momento respondía a la pregunta que le hacían.
Es más, cuando parecía que sí lo hacía (o como cuando escribe de eso en sus artículos), en un primer momento parece decir que sí, pero luego se desdice y parece vincular el límite del déficit estructural con la cantidad y la composición del gasto público.
No voy a defender a Fuentes (ya lo hará él mismo, yo no lo conozco y no sé si es subnormal, aunque ya he dicho que fue muy maleducado al colgar el teléfono), pero, por lo menos, sí sabía que Navarro estaba incurriendo aquí en una grave confusión que Fuentes quería aclarar y a que Navarro se resistía a hacerlo.
He oído la entrevista y discrepo radicalmente de su forma de verlo, desde el principio Manel Fuentes no le deja explicarse, no se puede decir si alguien se contradice o no hasta que haya terminado su argumentación. He leido otros post suyos y después de leer este último noto cierta animadversión hacia Vicenç Navarro, animadversión que no entiendo, ya que al fin y al cabo a Vicenç Navarro tampoco es que le hagan demasiado caso y según usted se equivoca.
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarEs cierto que Manel le corta, y cada vez con peores modos. No he negado su mala educación al final. Las primeras veces que le corta me parecen bien, porque Navarro no contesta a la pregunta.
Claro que uno puede decir que si se le deja hablar 10 minutos seguidos (un eternidad en la radio) acabaría hilando la respuesta. Yo creo que no, que en todas las oportunidades en que se le pide una aclaración se ha puesto a hablar de otras cosas.
Cuando el entrevistador insiste ir a la cuestión, el entrevistado debe intentar limitar el discurso a lo que se le pide. Cuando a la tercera vez el entrevistado no contesta, el entrevistador debe no interrumpir para que quede claro que no contesta, hacerlo notar al oyente y seguir la entrevista con otras preguntas.
No tengo animadversión a Navarro. Si le he dedicado tres entradas (creo recordar) es porque he visto que tiene predicamento entre gente que, en otras áreas, muestra un sano escepticismo, pero que, en economía no acaban de aplicarlo.
Distinguir la ciencia de la pseudociencia, la buena filosofía de la mala, las creencias bien fundadas de las mal asentadas es uno de los leitmotives de este humilde blog. En ese aspecto, Navarro me da buen material. Muchas de sus ideas son a la economía lo que la homeopatía a la medicina. Buenas palabras que ojalá fueran verdad, pero que no lo son.
Un saludo.
José Luis:
ResponderEliminarEs que estamos mal acostumbrados. Los periodistas parecen, por lo general, ceñirse a unas preguntas pactadas, las hacen, escuchan que les responden cosas que no tienen nada que ver con la pregunta y pasan a las siguientes.
Las entrevistas, las ruedas de prensa, todo está bastante descafeinado. Me dicen que ya ni siquiera hay casi ruedas de prensa. Se emite un comunicado de prensa y ya está.
ResponderEliminarAsí es. Apenas hay crítica. Se pregunta, se oye la respuesta y se la da por buena.
ResponderEliminarEn cierto modo podemos encontrar una fácil explicación: los medios de comunicación no proporcionan información para observadores imparciales sino que dan raciones de convencimiento a los partidario. Consiguen así un porcentaje de audiencia que eleva el precio de la publicidad. Viven de eso.
Pero el caso es que sigue habiendo gente que cambia de voto de unas elecciones a otras. Debería haber mercado para algún medio más imparcial.
ResponderEliminarO quizá no. PRISA es famosa por sus deudas, los medios de Roures andan en fusiones o con EREs, tampoco la matriz de El Mundo nada en la abundancia.
ResponderEliminarQueda internet.
No sé. Yo creo que aún así lo hay, que es falta de visión o de ganas, o es que simplemente no hay gente capaz de llevar adelante un proyecto así.
ResponderEliminarEs como cuando los políticos no se atreven a tomar una medida que les parece impopular que luego resulta muy agradecida, como limitar el tráfico en los centros de las ciudades.