jueves, 1 de septiembre de 2016

Los mitos de la razón. El Homo economicus. (Reposición)

Ilustración del Homo economicus.
Humano, ¿demasiado poco humano?

El Homo economicus es mortal, como su nombre indica, aunque de tal naturaleza que el resto de razas mortales le teme y le desprecia. Los primeros textos que lo refieren corresponden a autores que critican la obra de John Stuart Mill. Hijo o hermano de la Mano Invisible, habita en lugares artificiales, modelos reducidos de la realidad en la antigüedad neoclásica. Ni siquiera los sacerdotes económicos encargados de rezarle en sus altares le profesan demasiada simpatía. Se suele decir que tiene inteligencia infinita, aunque en realidad los textos de sus liturgias recogen claramente que le basta con ser tan inteligente como su analista. También se suele decir que es egoísta, aunque se le ha visto merodear con frecuencia por modelos altruistas. Si nos atenemos estrictamente a los textos que narran el mito, lo único que hace es no ir jamás en contra de sus preferencias, que pueden ser generosas y bondadosas. La fama le ha llegado sin duda porque se conocen más sus leyendas en los modelos donde sí es egoísta y son estas las que han llenado la imaginación popular y las referencias posteriores.

Se ha intentado desplazar a este mito introduciendo sin éxito sustitutos con rostro más humano, como el Homo sociologicus y otros sin nombre concreto, atisbos de mitos artificiosos de modas evolutivas, de aprendizaje, de racionalidad limitada y de complejidad. El último intento está en manos de los sacerdotes de la Economía del comportamiento, que invocan las propiedades mágicas que debería tener el nuevo mito. Es pronto para decir si cumplirá las expectativas o será un Golem moderno.

Mientras tanto, el Homo economicus sigue su vida, racional pero lúgubre, inteligente pero incomprendido, dando vida a algunos de los modelos cuyas lecturas mejor han servido a los verdaderos mortales para evitar su perdición, como defienden unos autores. Otros, acaso no sabiendo encontrar una enseñanza moralizante en el mito, acaso temerosos de ser identificados con tal ser de apariencia insensible, acaso asociándolo más con el Homo homini lupus que con la Mano invisible, o acaso, en fin, cansados de que sea invocado más allá de donde sus leyendas permiten hacerlo sin caer en el paroxismo, quisieran interpretarlo como maldición más que como mito fundacional.

Varios comentarios, aquí.

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Hace cinco años en el blog: En un planeta cuadrado.
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