Esta es la traducción de la primera parte de mi artículo de agosto en Mapping Ignorance (la traducción de la primera parte está aquí):
Una fuente obvia de heterogeneidad entre consumidores es la renta. La desigualdad está ausente en los modelos con agente representativo (AR), lo que implica que cualquier efecto redistributivo de una política económica pasará desapercibido.
Los modelos macroeconómicos sirven para entender la interacción entre diferentes variables macroeconómicas y, así, orientar la política económica. Cuando un modelo capta estas interacciones y se calibra para reflejar las idiosincrasias de una economía en particular también puede servir para hacer predicciones cuantitativas. A este respecto había un problema particular de los modelos de AR. Cuando se calibraban con los parámetros observados de aversión al riesgo y de factor de descuento daban tasas de interés demasiado altas comparadas con las reales. Esto se conoce como el “puzzle de la tasa sin riesgo”. Los modelos con agentes heterogéneos (AH), sin embargo, pueden tener en cuenta diferentes riesgos en la renta para diferentes grupos según su renta. Si los individuos no pueden contratar un seguro completo contra este tipo de riesgos (lo cual es normalmente el caso) entonces ahorrarán más, lo que a su vez da un menor tipo de interés que el implicado por los modelos con AR, resolviendo así el rompecabezas. Zeldes (1989) [2] desarrolla un modelo teórico y Carroll y Samwick (1988) [3] muestran alguna evidencia empírica.
Otra consecuencia de introducir heterogeneidad en la renta es que las estimaciones de los efectos sobre el bienestar causados por la inflación cambian notablemente. Además de los costes clásicos de ser un impuesto sobre la liquidez, un lastre para los ajustes de los precios y una desmotivación para la actividad de los mercados, los modelos de AH añaden un nuevo coste de la inflación. La razón es que el ahorro por motivos de precaución discutidos en el párrafo anterior sufren un coste, de manera que la volatilidad de consumo de los individuos aumenta. Imrohoroglu (1992) [4] muestra que, en los EEUU., la pérdida de bienestar debida a la volatilidad creada por una inflación del 10% es equivalente a la pérdida de un 1% de renta. Sin embargo, cuando el análisis incorpora otras posibles maneras de ahorro por motivo de precaución, como el uso de bonos del gobierno, los resultados cambian. Los trabajos de Akyol (2004) [5], Algan y Ragot (2010) [6] y Chiu y Molico (2010) [7] muestran que los modelos de AH implican que la inflación tiene efectos redistributivos. Esto, junto con el hecho de que los individuos de distinto nivel de renta se enfrentan típicamente a distintas restricciones financieras, tiene una interesante consecuencia. La redistribución desde los ricos y de más edad a los pobres y más jóvenes debida a la inflación puede mitigar los costes que experimentan los individuos con más restricciones financieras y abre la puerta a la estimación de un nivel óptimo de inflación. Los trabajos citados presentan distintos modelos (algunos introducen la edad como una fuente añadida de heterogeneidad, por ejemplo) y dan distintas estimaciones para los EEUU., lo que es una indicación de que esta línea de investigación todavía está en progreso. El futuro dirá si estos estudios prometedores darán lugar a una teoría aceptable.
Por supuesto, la renta y la edad no son las únicas causas de heterogeneidad. Los investigadores han estudiado modelos con consumidores que difieren en preferencias (sobre todo, las debidas a la actitud frente al riesgo y al consumo futuro) y en expectativas (acerca del valor futuro de algunas variables macroeconómicas). Del lado de las empresas, la heterogeneidad más importante es su productividad y su posición financiera. Además de la luz que arrojan sobre los costes de la inflación y de la resolución del “puzzle de la tasa sin riesgo”, los modelos de AH se han mostrado útiles para entender la transmisión de los shocks monetarios, los efectos redistributivos de la política monetaria y de las fricciones financieras y para entender también los costes de las fluctuaciones de los ciclos económicos, por mencionar solo problemas monetarios. Brzoza-Brzezina et al. (2013) [8] repasan los avances que los modelos de AH en el último cuarto de siglo han logrado en la comprensión de la política económica.
Referencias
1. Lucas, R. 1976. Econometric policy evaluation: A critique. Carnegie-Rochester Conference Series on Public Policy 1, 19-46.
2. Zeldes, S. P. 1989. Optimal consumption with stochastic income: Deviations from certainty equivalence. The Quarterly Journal of Economics 104, 275–98.
3. Carroll, C. D. and Samwick, A. A. 1998. How important is precautionary saving? The Review of Economics and Statistics 80, 410–419.
4. Imrohoroglu, A. 1992. The welfare cost of inflation under imperfect insurance. Journal of Economic Dynamics and Control 16, 79–91.
5. Akyol, A. 2004. Optimal monetary policy in an economy with incomplete markets and idiosyncratic risk. Journal of Monetary Economics 51, 1245–1269.
6. Algan, Y. and Ragot, X. 2010. Monetary policy with heterogeneous agents and borrowing constraints. Review of Economic Dynamics 13, 295–316.
7. Chiu, J. and Molico, M. 2010. Liquidity, redistribution, and the welfare cost of inflation. Journal of Monetary Economics 57, 428–438.
8. Brzoza-Brzezina, M.; Kolasa, M.; Koloch, G.; Makarski K., and Rubaszek, M. 2013. Monetary policyin a non-representative agent economy: A survey. Journal of Economic Surveys 27, 641–669.
Una entrada que me ha parecido muy informativa e interesante.
ResponderEliminar¿Por qué no seguía este blog antes? No puedo entenderlo... :-)
Nunca es tarde. Bienvenid@, siéntete como en casa, solo lamento no poder ofrecerte un refrigerio.
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