He visto la última película de Star Trek, Into Darkness. Siendo un trekkie de toda la vida, tenía que hacerlo, a pesar de que ni la anterior ni lo que la publicidad decía de esta auguraban nada bueno.
El mundo de Star Trek consta de varias series de televisión (Star Trek, The Next Generation, Voyaguer, Deep Space 9 y Enterprise), doce películas y varios libros, comics e incluso una serie de animación. Una de las constantes de este universo era el interés por hacer ciencia ficción de la buena. Hay vidas inteligentes muy distintas, cada una con sus códigos sociales y su moral, y hay avances científicos y técnicos que crean nuevos problemas o que hacen replantear o recrear los viejos en nuevos contextos. Suele haber también buenos guiones, que han dado lugar a una gran lista de citas memorables. En las películas se pierde algo de esta buena ciencia ficción para llegar a una mayor audiencia, pero en las dos últimas películas la pérdida es total.
Ni el director ni los guionistas ni los actores (excepto Leonard Nimoy) habían participado en ninguna de las producciones anteriores ni han hecho el mínimo esfuerzo por mantener el espíritu que Roddenberry, creador de la serie, inspiró. Antes bien, su inspiración son los efectos especiales, el mucho ruido, los muchos mamporros, luces de colores por todas partes y nulo guión, diálogo o desarrollo de los personajes. Pondré tres ejemplos.
1. En los primeros minutos se ve al Enterprise en una misión para parar la actividad de un volcán que amenaza la vida de una población primitiva en un planeta. En un momento dado, el capitán Kirk se encuentra entre la disyuntiva de dejar morir a Spock o dejar que la población del planeta sepa de la existencia del Enterprise, violando la Prime Directive. No se produce ninguna tensión ni tampoco ningún desarrollo de este grave conflicto. En contraposición, en las series es un problema de primera magnitud y da lugar a desarrollos interesantísimos, como la ocasión en que una población los toma por dioses. En esta película algo así parece que ocurre, cuando se ve a la población del planeta dibujar con reverencia la figura del Enterprise. Pero no hay nada, absolutamente nada más.
2. El peligro al que se enfrentan en la película es Khan, un ser humano genéticamente modificado con gran fuerza e inteligencia. Este personaje aparece en un episodio de la serie original y en una de las películas. Es un personaje complejo, con mucho desarrollo, bueno y malo, noble y traicionero, seductor y repulsivo, enemigo formidable pero capaz de llegar a compromisos, y es interpretado por un gran actor, Ricardo Montalbán. La tripulación del Enterprise, por una parte, le teme, a él y a su grupo de 72 seres humanos modificados genéticamente y a la vez se sienten en la necesidad de compensar el destierro a que fueron sometidos después de ser creados. Nada de esto está en Into Darkness, donde es completamente plano. Los buenos son buenos y los malos, malos.
3. Uno de los personajes más queridos de la serie original es el primer oficial y amigo de Kirk, el vulcano Spock. Los vulcanos son seres racionales, lógicos, hermanos mayores de los humanos (les guiaron desde que los humanos fueron capaces de viajar a velocidades superlumínicas) y que no sienten emociones. Spock es medio vulcano y medio humano, pero siempre ha prevalecido su parte vulcana. Las únicas ocasiones en las que un vulcano ha se ha dejado llevar por las emociones en todas las series ha sido por (i) la pulsión sexual que tienen cada siete años, (ii) la influencia externa de una droga o (iii) una enfermedad que sufren algunos vulcanos de edad avanzada. Ni que decir tiene que cada una de estas situaciones es excepcional y que da lugar a tramas interesantes. En cualquier caso, guste o no, la diferencia de cada una de las razas de Star Trek es una riqueza de la serie. En esta película se mete la pata hasta el fondo queriendo humanizar a Spock en varias escenas, incluida una lágrima inimaginable en toda la historia de los vulcanos. Con personajes más humanizados se pierde diversidad y se gana chovinismo.
En fin. La película ha tenido éxito de audiencia. Será una película de acción de las muchas que hay, pero el universo Star Trek no parece que vaya a continuar por aquí. Es triste verlo converger a la banalidad de ser una película del montón, indistinguible de ninguna otra. El legado de Roddenberry bien puede evolucionar, pero no así.