Esta es la segunda parte de la versión en español de mi artículo de abril en Mapping Ignorance. Debe leerse la primera parte para entender esta.
Hoynes et al. (2016) [2] evalúan si al aumentar los recursos económicos de las familias con los programas de cupones de comida (Food Stamp Programs, FSP), tanto cuando la madre está embarazada como durante la infancia del niño, se mejora la salud de los hijos y sus condiciones económicas de por vida. Este trabajo se añade a otros estudios que examinan estos mismos efectos para otras políticas como la educación temprana, los programas de seguro de salud como Medicaid, y otras parecidas. Sin embargo, a pesar de que los FSP afectan a más familias que ningún otro programa, conocemos poco sobre sus efectos. Los autores consideran una muestra de adultos nacidos entre 1956 y 1981 que crecieron en familias desaventajadas y emplean un modelo de diferencias en diferencias donde el tratamiento estadístico varía según el condado de nacimiento y la cohorte de edad, e incluye los controles adecuados para este tipo de análisis.
El estudio encuentra que el acceso a los FSP cuando la madre está embarazada y en los primeros años de la infancia conlleva una gran, y estadísticamente significativa, reducción en la incidencia del “síndrome metabólico” (un cúmulo de condiciones médicas que incluyen la obesidad, alta presión sanguínea, enfermedades del corazón y la diabetes) así como un aumento en la sensación de sentirse con buena salud. También se encuentra que la mujeres que tuvieron acceso a los cupones de comida en su primera infancia tuvieron una mayor suficiencia económica. Todos estos resultados se mantienen si se comparan con una gran variedad de condados usados como control estadístico. Se encuentra además que los resultados dependen mucho del momento de la exposición a los programas de cupones de comida, de manera que los beneficios se concentran en las exposiciones durante el embarazo y los primeros años de la infancia, mientras que el impacto después de este momento es limitado.
El estudio no solamente establece una conexión entre un incremento de recursos económicos en la niñez y los resultados también económicos a largo plazo, sino que permite hablar de la evaluación del programa de FSP al cuantificar aspectos de los beneficios internos y externos de la red de protección que no se habían medido antes. En particular, muestra que el FSP genera mayores beneficios sociales y privados cuando se tiene en cuenta el efecto multiplicador en el ciclo vital.
Aizer et al. (2016) [3] analizan datos del programa de Pensión para Madres (Mothers’ Pension program, 1911-1935), cuya intención declarada era mejorar las condiciones de vida de los niños pobres. Se elige este programa porque los resultados obtenidos no están contaminados al mezclarse con otras políticas de ayuda, que eran inexistentes en la época (en momentos más recientes, la madre podía recibir ayuda del programa de cupones de comida, vivienda social y cobertura sanitaria, entre otros). Los datos contienen información sobre miles de mujeres que se inscribieron en el programa. Por una parte, los datos incluyen a las madres que satisfacían los requerimientos para obtener la ayuda y la consiguieron, ayuda que representaba entre el 12 y el 15 por ciento del ingreso familiar durante tres años. Por otra parte también hay datos de madres que en un principio fueron aceptadas en el programa, pero que tras una investigación más exhaustiva fueron rechazadas. Una vez que los autores establecen que las diferencias entre los dos grupos se deben a características observables, de manera que las técnicas econométricas pueden controlar por ellas, el grupo rechazado se usa como control.
En total se recoge la información de 16.000 niños de 11 estados nacidos entre 1900 y 1925, y se encuentra que la recepción de las ayudas monetarias aumentaron la longevidad un año, con un efecto mayor (año y medio) en las familias más pobres. Usando los registros de lo alistamientos a la Segunda Guerra Mundial y los del censo de 1940, los resultados sugieren que las ayudas redujeron a la mitad la probabilidad de tener un peso excesivamente bajo, aumentaron la escolarización en 0,34 años y los ingresos en la edad adulta un 14% (variables todas estas relacionadas con la mortalidad, según estudios independientes). Los autores no pueden mostrar un análisis para las niñas porque su rastro se pierde en la mayoría de los casos cuando cambian su nombre tras el matrimonio. Tampoco pueden realizar un análisis separado para la población afro-americana por no estar bien representada en la muestra.
En resumen, estos tres artículos muestran que las tres políticas contra la pobreza funcionan en la dirección adecuada en lo que se refiere al bienestar a largo plazo de los niños. Todavía queda abierta la cuestión de la eficiencia, en el sentido de encontrar qué tipo de política provee los mejores resultados con los menores recursos. Aún así, los estudios ayudan a orientar las políticas públicas y muestran también qué políticas considerar en futuras investigaciones para realizar el análisis de eficiencia.
Referencias:
1. Chetty, R.; Hendren, N., y Katz, L.F. 2016. The Effects of Exposure to Better Neighborhoods on Children: New Evidence from the Moving to Opportunity Experiment. American Economic Review 106(4), 855–902.
2. Hoynes, H.; Schanzenbach, D.W., y Almond, D. 2016. Long Run Impacts of Childhood Access to the Safety Net. American Economic Review 106(4), 903–934.
3. Aizer, A.; Eli, S., Ferrie, J., y Lleras-Muney, A. 2016. The Long-Run Impact of Cash Transfers to Poor Families. American Economic Review 106(4), 935–971.
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Hace cinco años en el blog: La economía de la discriminación (5).
Y también: La economía de la discriminación (6).
Hace tres años en el blog: Conciliando falsabilidad sí, falsabilidad no.
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Ahora falta que alguien con responsabilidad política los lea y le parezca más importante una eficacia a largo plazo que conseguir votos en el corto. O,y es inevitable, que conjugue las dos cosas. También habría que afinar las medidas, por ejemplo, ver si es mejor un programa MTO o intervenir a través de lo política urbanística; vales comida o comedores sociales; transferencias de renta condicionales o incondicionales, etc. Pero como dice, los datos ya indican opciones.
ResponderEliminarPara ver a largo plazo hace falta ponerse de acuerdo en unas cuántas cosas básicas de qué país queremos. Hace tiempo que la desconfianza mutua (con o sin razón) lo está haciendo muy difícil.
EliminarLa desconfianza y una comprensión unívoca de la política. A veces hacer «lo mejor» es un error, es mejor hacer algo posible y más ampliamente aceptado. Mejor todos juntos al parque de atracciones que al paraíso por separado. El estatut es una buena prueba. Mientras esperamos hay niños que nunca desarrollaran todo su potencial. Una factura que pagaremos en veinte años.
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