El Hotel Infinito suele ser representado con el comienzo de un pasillo o un edificio sin fin.
En algunos casos, como en el de esa ilustración, se añade un toque cómico.
Lugar mitológico de localización indefinida, de él se decía que tenía un número infinito, pero numerable, de habitaciones. Según los sacerdotes matemáticos encargados de velar el altar del infinito, por cuyas oraciones escritas conocemos los detalles de este mito, a pesar de encontrarse permanentemente lleno, siempre era capaz de albergar a más huéspedes.
La manera en que lo conseguía era harto ingeniosa. Si llegaba un nuevo viajero, el encargado del hotel (del que no se tienen referencias en ninguno de los textos) recolocaba a cada huésped, haciéndolo pasar de su habitación a la siguiente en número, de manera que quedaba libre la primera. Algunas leyendas refieren incluso maneras de alojar a infinitos viajeros que se pudieran presentar en el recibidor, que se antoja también infinito. En este caso el encargado recolocaba cada huésped y lo enviaba a la habitación cuyo número fuera el doble que el la habitación que ocupaba. Así quedaban libres todas las habitaciones impares en las que acomodar a los infinitos huéspedes inesperados.
Debe destacarse que en estas leyendas el protagonista siempre es el Hotel Infinito, que parece tener vida propia, y nunca el encargado de realojar a los clientes. Esto es así desde los pergaminos originales de Hilbert hasta las versiones más modernas. El centro del mito lo constituyen las fabulosas propiedades del Hotel Infinito y no el ingenio del encargado.
Todas estas tareas de realojamiento y la incomodidad que sin duda generaban no parecen haber creado ninguna leyenda ni haber llamado la atención de los sacerdotes, pues no nos han llegado textos al respecto, a pesar de sí haberse encontrado muchos otros que describen una y otra vez nuevas mudanzas. Esto, unido a que sobre la ubicación del hotel tampoco se tienen referencias y a lo mencionado anteriormente sobre la falta de interés por la figura del encargado, hace pensar que el ciclo de leyendas hotelístico infinitas no tienen otra finalidad que la ritual o la moralizante.
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Hace tres años en el blog: La ley de partidos.
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