Hace unos años Madrid recibió la visita de un jefe de estado extranjero, pero no de uno cualquiera; se trataba de un líder ideológico y hasta espiritual para muchos madrileños y españoles.
Es cierto que había y hay más agrupaciones marxistas, socialistas y comunistas, pero este líder lo era de una de sus facciones más ortodoxas y contaba con muchos seguidores y simpatizantes. Dueño absoluto de su pequeña isla caribeña, su influencia llegaba mucho más allá y se extendía por el mundo.
La visita no tenía ningún carácter oficial, en el sentido de discutir las relaciones bilaterales entre los dos países. Sin ningún intercambio comercial, ninguna declaración conjunta sobre la situación política internacional, ninguna resolución de estrategias coordinadas en el seno de la diplomacia mundial, la visita era única y exclusivamente para que el mandatario extranjero pudiera ejercer de líder ideológico.
El gobierno de la nación, la presidencia de la comunidad y el alcalde dieron toda clase de facilidades. Además, algunos de estos mandatarios son marxistas o fueron educados en esta ideología de gran tradición en España, y estaban contentos con la visita. Se otorgaron visas con gran facilidad para que pudieran llegar decenas de miles de jóvenes pioneros de las distintas células y partidos socialistas y comunistas de todo el mundo que acudieron a las jornadas de adoctrinamiento marxista, se habilitaron escuelas para acogerlos, se les dio transporte y tickets de comida a precios subvencionados, se paralizó la ciudad, se montaron unas casetas en el parque de El Retiro para que pudieran hacer sus autocríticas e, incluso, se colocaron consignas revolucionarias en algunos edificios públicos.
El jefe de estado, que, en privado, se dice, profesa esta ideología e incluso adoctrina a sus hijos en ella desde pequeños, rindió pleitesía al líder. El alcalde, viejo profesor marxista, estaba encantado. Otros eran más pragmáticos y se dejaban llevar, no era cosa de molestar al líder. Incluso se conculcó la libertad de expresión y de manifestación para minimizar las protestas que pudiera haber.
Los mensajes del líder fueron los ya consabidos (no hacía falta tanto viaje para unas alforjas tan vacías): que si no hay salvación fuera de la revolución, que si no se puede ser buen marxista fuera del partido y otras afirmaciones acerca de la bondad del monopolio ideológico.
El líder se fue finalmente. Por fortuna, cada año los adeptos a tanta ideologización fueron disminuyendo en número y en influencia y hoy en día daría vergüenza y no se toleraría tanto desatino por parte de la cosa pública hacia una ideología particular.
Viva el líder máximo!!
ResponderEliminarQue se vayan a Somalia los opositores! (la señora lo dijo)
Bienvenido al blog, Josepzin.
ResponderEliminar... pero que viva lejos.
La "señora" en directo: http://www.youtube.com/watch?v=tssEFRVOmYc
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la entrada, esa forma de darle la vuelta a la tortilla. Clara y divertida.
ResponderEliminarPues no que me estaba tragando el cuento, y aquí royendome el coco y pensando, joé y esto cuando fue?
ResponderEliminarBuena crítica José Luis. Besos.
Josepsin el vídeo brutal. Saludos.
Josepzin:
ResponderEliminarGracias por el documento.
Anónimo:
Es un recurso que ya he usado en otra entrada:
http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2009/06/ser-politicamente-correcto-en-blanconia.html
Nieves:
Gracias. Muy buena esa foto nueva. Besos para ti también.
Es una buena forma de explicar todo lo que ha pasado.
ResponderEliminarMe alegro que te gustara, José Antonio.
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