Leemos en la prensa que el Gobierno está barajando una nueva ley para poner los apellidos a los hijos. Hay, por lo menos, dos puntos que se deben tener en cuenta cuando uno se mete en estos berenjenales.
- Todo sistema que parta de un conjunto dado de apellidos y que no garantice, con probabilidad uno, la supervivencia de todos, está irremediablemente abocado a la disminución continua de la diversidad de los apellidos.
- Todo sistema que, antes de una negociación, de ventaja a una de las partes en caso de desacuerdo provoca una disminución de los casos de acuerdo y aumenta los de desacuerdo.
La propuesta que ha trascendido a la prensa, lejos de resolver estas cuestiones, las agudiza:
- Tanto el sistema actual como el propuesto hacen poco por evitar la pérdida de apellidos. A corto plazo, el actual hace que se pierdan más rápidamente los que ahora son los primeros apellidos de las mujeres. La nueva propuesta, si bien podría paliar algo este aspecto, hace que se pierdan más rápidamente los posteriores en la ordenación alfabética. Para la diversidad la nueva propuesta es peor, puesto que el mismo apellido puede ser el de una madre aquí y el de un padre allá.
- La propuesta da poder de negociación al miembro de la pareja que tenga un apellido anterior según el orden alfabético. ¿Para qué querrá llegar a un acuerdo, si en caso de desacuerdo se pone el suyo?
Hay maneras de evitar estos dos problemas. El segundo se soluciona fácilmente haciendo que, en caso de desacuerdo, decidiera el azar. El primero se soluciona si se permiten poner apellidos ya extinguidos o nuevos.
Hay otras alternativas. Freman, en el Otto Neurath nos propone que los hijos hereden el primer apellido del padre y el segundo de la madre. De esta manera ambos pasan a la siguiente generación en pie de igualdad (ambos pasan como ahora pasa el del padre). Conviene hacerse un ejemplito con varias generaciones para ver que ciertamente es así. Esto evita que desaparezcan los maternos con más probabilidad.
Aloe, en el mismo Otto Neurath propone que rescatemos los patronímicos. Esto podría añadir variedad al conjunto de apellidos.
Otra posibilidad es que, en caso de desacuerdo, gane el apellido menos común. Esto podría ralentizar mucho la pérdida de apellidos. Es posible que, aunque no sea norma obligada, sea lo que de hecho podrían practicar muchas parejas cuando uno de los apellidos sea lo suficientemente vulnerable a la extinción.
Y, al final de todo, TODOS los apellidos son de filiación paterna no?
ResponderEliminarEso es lo que hizo mi hijo, alterar el orden, antes de contraer matrimonio, para dar preponderancia al más común y sonoro. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarA mí me parece bien la propuesta de Freman, pero la modificaría un poco: los hijos varones seguirían como ahora, y las mujeres heredarían los mismos apellidos que ahora, pero en orden cambiado (es decir, si X es mujer, su primer apellido será el primero de su madre, y el segundo el primero de su padre).
ResponderEliminar.
En todo caso, supongo que dentro de algunas décadas empezaremos a ver legislaciones que permitan INVENTAR apellidos para los hijos. Al fin y al cabo, cuando uno esté identificado por una serie de dígitos invariable desde su nacimiento y asociada a ciertas bases de su ADN, que se convertirán en su número de teléfono vitalicio y su número de cuenta corriente y tarjeta de crédito, el nombre y los apellidos serán meros adornos más o menos superfluos, sin mucho valor institucional.
Hay algo para lo que quizá si que sea una iniciativa legal necesaria: no todos los matrimonios son entre hombre y mujer. En el caso de hijos de dos hombres o de dos mujeres, cuál sería el apellido que tendría que ir delante?
ResponderEliminarEvidentemente que lo del orden alfabético és una barbaridad, para eso los nombres de las calles mejor, en todo el mundo, con números y ya.
Clidice:
ResponderEliminarNo sé bien a qué te refieres, si a que, en su origen todos los apellidos son de filiación paterna o a que, en alguna de las propuestas lo será.
emejota:
¿para dar preponderancia al más común?
Jesús:
Queda anotada la mejora que propones sobre la propuesta de Freman. La apoyo. Permitir poner nuevos apellidos (inventar o rescatar viejos) es parte de lo que también sugería, así que abogaré por que se permita.
Saludos a tod@s
1.- Los sistemas, como el español, en que la filiación determina el apellido o los apellidos (que yo sepa, sólo en España y Portugal hay dos) no son absolutamente cerrados. Por via de adquisición de la nacionalidad española y de matrimonios mixtos (cuyos hijos tienen siempre nacionalidad española) se van introduciendo en el conjunto de apellidos españoles otros nuevos de origen extranjero, a un ritmo no necesariamente menor que el de desaparición de otros por falta de transmisión a los descendientes. Cabe recordar que el apellido de Miguel Delibes era originalmente francés o que el de Eduardo Mendicutti delata gráficamente su origen italiano, por poner sólo dos ejemplos de personas famosas.
ResponderEliminar2.- El sistema español tiene algunos correctivos tendentes a conservar la diversidad de los apellidos. Aparte de la posibilidad de elegir el orden de los apellidos por los progenitores y la de invertirlo el interesado al llegar la mayoría de edad, se contempla específicamente como justa causa para el cambio de apellido, el de evitar la desaparición de uno español.
3.- Desde la reforma en 1999 del artículo 109 del Código Civil ya no es inherente al sistema español que las mujeres sólo transmitan su primer apellido a la primera generación de descendientes. Si el Sr. Pérez y la Sra. Zupancic deciden que su hijo lleve como primer apellido el materno, éste podrá transmitirse a las siguientes generaciones hasta el fin de los tiempos, siempre que en éstas no vuelva a invertirse el orden en favor de un apellido más castizo. Sólo "por defecto" el primer apellido (y único transmisible) es el paterno y el segundo el materno; y a ese punto es el que se dirige el proyecto de reforma.
4.- En todo caso, aun antes de la reforma no podía predicarse del sistema que favoreciera "que se pierdan más rápidamente los que ahora son los primeros apellidos de las mujeres". Lo que se perdían más rápidamente eran los apellidos que no encontraban transmisión por línea paterna, que no es exactamente lo mismo. Si la Sra. Zupancic tenía siete hermanos varones, cada uno con tres hijos también varones, las posibilidades de perpetuar en España ese apellido esloveno para unas cuantas generaciones eran muy altas. En cambio, si el Sr. Gudjohnsen era hijo único y moría sin hijos, lo más probable es que este apellido islandés desapareciera en España, por mucho que fuera el primero de un varón.
5.- Debo de ser uno de los palurdos a los que tan educadamente se refiere Freman en sus incendiarias comunicaciones en el
Otto Neurath, pero no consigo entender su propuesta. ¿Alguien puede ser tan condescendiente como para ponerme un ejemplo, a ver si me entero?
6.- Las críticas de José Luis a la propuesta de transmisión de los apellidos por orden alfabético están muy puestas en razón, especialmente cuando señala que tiende a aumentar los desacuerdos, al desequilibrar la negociación a favor del progenitor que se sabe victorioso a falta de acuerdo. Sin embargo, es dudoso que el sistema propuesto vaya a redundar en una más rápida desaparición de los apellidos situados más atrás en orden alfabético, porque los casos de desacuerdo seguirían siendo estadísticamente muy poco relevantes (creo recordar que actualmente no llegan a un 2%) Si los progenitores se ponen de acuerdo en qué nombre darle a los hijos, cómo no van a hacerlo en el apellido.
7.- Clídice: los hijos de matrimonios del mismo sexo son siempre adoptivos, al menos para uno de los cónyuges; de modo que se aplica el régimen legal vigente para las adopciones, que supone que los hijos adoptivos adquieren los apellidos de los dos cónyuges adoptantes, en el orden que éstos decidan, o el del adoptante casado con el progenitor biológico, en primer o segundo lugar, también por elección. No se aplica aquí la (imposible) preferencia por defecto del apellido paterno, porque en el expedientede adopción es obligatorio dejar claro el asunto de los apellidos.
Perdonad la extensión y el juridicismo.
Solitarius:
ResponderEliminarGracias por tu extensa y relevante aportación. Déjame algunas matizaciones numeradas a tu manera.
1. No se me escapaba la adquisición de apellidos foráneos, pero, en la medida que estén dados, sigue siendo un número prefijado. Con todo, ciertamente podrá resolver el problema de la variedad durante muchas generaciones a nada que nos llegue sangre fresca en cada una.
2. Estos sistemas actuales han tenido, según parece y se cuenta, poca incidencia (estoy dispuesto a cambiar de opinión si se me muestra que no es así).
4. No es lo mismo, pero está fuertemente correlacionado.
5. El padre se apellida AB, la madre CD. Los hijos serán AD. Si un hijo se casa con una XY, sus hijos serán AY. Si una hija se casa con un XY sus hijos serán XD. En el primer caso pasa A a la siguiente generación como primer apellido y en el segundo pasa D como segundo, exactamente como estaban al comienzo y vuelta a empezar con los hijos de los hijos.
6. El problema es que, justamente por anunciar ya quien gana en caso de desacuerdo, se cambian las reglas de la negociación en el sentido de provocar más desacuerdos (o acuerdos a los que se ha llegado favoreciendo el orden alfabético).
Gracias, José Luis, por tu paciencia y tu buena disposición. Permíteme, todavía, dos observaciones:
ResponderEliminar1.- O yo soy un lerdo o la propuesta de Freman, que pareces ver con simpatía, no conduce en realidad a preservar la permanencia de los apellidos que se transmitan exclusivamente por línea femenina. Siguiendo tu ejemplo, si la Sra. CD no tiene un hermano, se perderá el apellido C; si la Sra. AD no tuviera un hermano, se perdería el apellido A, y así sucesivamente. En definitiva, para garantizar la conservación de un apellido es preciso que lo transmita un varón, exactamente igual que ahora (y quizá era a esto a lo que se refería Clídice en su primera apostilla).
La enmienda de Jesús ZB no evita la desaparición de apellidos (creo que esto es imposible con un sistema de apellidos determinados por la filiación), pero al menos no otorga ventajas a la transmisión por línea masculina, aunque a cambio rompe el cómodo y útil sistema de unidad familiar de apellidos.
2.- El sistema actual también favorece los desacuerdos (o los acuerdos impuestos), en favor del apellido paterno. Sin duda es preferible que, en defecto de acuerdo de los progenitores, decida el azar (pero habrá que regular las garantías de aleatoriedad del procedimiento que se escoja). Para preservar la diversidad de apellidos lo mejor sería la prevalencia del menos frecuente, pero este sistema tiene el mismo inconveniente que el vigente o que el alfabético propuesto.
Lo siento; pero prefiero intervenir hasta la pesadez en estas controversias más o menos inocuas que inmiscuir mi ignorancia en otras más trascendentes como la del sistema de pensiones.
Solitarius:
ResponderEliminarDeberías seguir con tu razonamiento hasta el final. Lo mismo que dices para los apellidos de las mujeres lo puedes decir para el de los hombres en la propuesta de Freman.
Es cierto que si la Sra CD no tiene un hermano se perderá (en esa familia) el apellido C. Pero se mantiene el D, que es el que preservamos.
De igual manera si el señor AB no tiene una hermana se perderá el B, pero se mantiene el B. La situación es completamente simétrica. Tal vez engaña el llamarlos primer y segundo apellidos, que parece dar más importancia al primero. Tal vez sea más intuitivo llamarlos "paterno" y "materno" de manera que cada hijo hereda el paterno del padre y el materno de la madre, en pie de absoluta igualdad.
quería decir, en el tercer párrafo, "...pero se mantiene el A" (no el B como dice).
ResponderEliminarConfirmando la posibilidd que había admitido retóricamente, está claro que soy bastante lerdo. La propuesta de Freman es, ciertemente, neutra en sus efectos respecto a las líneas femenina y masculina. Mi error fue verificar la primera sin contrastar lo que ocurría en la segunda. Disculpas por el tiempo y el ancho de banda empleados en sacarme de mi equivocación.
ResponderEliminarPor cierto, puestos a admitir errores, parece que el apellido Mendicutti, pese a la doble te de su grafía (seguramente espuria), es de probable origen vasco y no italiano, y así lo cree también su portador. Mejor ejemplo hubiera sido Rafael Alberti.
Es increíble la de cosas que se pueden haber posteado y olvidado. No me acordaba de esta polémica, pero tampoco he cambiado de opinión demasiado.
ResponderEliminarAlgunas preguntas:
¿Por qué queremos que la variedad de apellidos no disminuya? ¿Por qué tenemos interés en que no se pierda ninguno o los menos posibles?
A mi no me parece importante, salvo por el hecho de que la diversidad hace más fácil la identificación y más difícil la confusión. Pero resulta que una buena parte de la población ya se llama ahora Pérez, González, García, y así siguiendo: apellidos muy corrientes derivados de patronímicos antiguos. El hecho de usar dos ayuda un tanto a distinguir (tarea que realiza el nombre intermedio en el sistema de un solo apellido) y así nos vamos arreglando.
Es decir, que de una u otra manera nos vamos a arreglar, y como también se señala, cada vez más nos identificamos formalmente por el DNI y ese problema de identificación es menos relevante.
Cualquier otra utilidad que tenga el sistema de apellidos más bien se pierde dando optatividad al respecto: ahora distinguimos por el segundo apellido a padres de hijos, identificamos a los hermanos por ambos, identificamos por el segundo a madres e hijos, etc. Con no mucha información deducimos hasta abuelos y sobrinos.
A mi eso me parece útil pero no tan fundamental, porque tampoco hay un sistema perfecto al respecto: el sistema anglosajón de un solo apellido para toda la familia nuclear facilita algunas cosas, a costa de dificultar otras (las mujeres perdiendo su apellido y teniendo que conseguir nuevos papeles de todo tipo al casarse, la familia extensa inindentificable...)
Fomentando la optatividad, que significa renunciar a esas reglas conocidas que permiten inferir parentescos, pero que es por donde van los tiros hoy, mejor me parece mi propuesta: es neutral respecto a las líneas materna y paterna, permite tanta variedad y tantos nuevos apellidos como se quiera, y (esto es una preferencia muy personal) acaba con todo el rollo de los apellidos compuestos, con partículas, con guiones y demás parafernalia que es (pretende ser) aristocrática y con las pretensiones de descender de la pata del Cid y estar por encima de los Gómez a secas.
No es que tenga alguna posibilidad de realizarse: en Islandia son pocos y tienen la pasión de la genealogía, por lo que un sistema tan igualitario y que cambia los apellidos cada generación les va bien y no les estorba. Aquí la pasión dominante es la superstición de transmitir el apellido paterno (como demuestra el poco caso que se hace de la posibilidad de elegir) y la segunda, que compite con esa, la de tener algún apellido sonoro y poco usual, que hace distinguido.
Por tanto, quizá la propuesta más realista y más sencilla sería la de dar muchas más facilidades que ahora para cambiar de apellido, inventarse uno nuevo, adoptar el mote o alias como apellido formal (pena que no se hiciera hace dos generaciones, cuando cada familia rural tenía su apodo hereditario en su pueblo) y que el tiempo vaya haciendo su labor.
Bienvenida, Aloe.
EliminarEs, desde luego, para gustos. A mí si me parece bien tener variedad y que no todo el mundo sea José García (yo casi lo soy). Cualquier manera de generar variedad y de no discriminar al apellido materno respecto del paterno me parecerá bien. Buena tu propuesta, pero yo le daría una vuelta de tuerca: las hijas heredan del padre y los hijos de la madre. Así hacemos un totum revolutum y no acaban identificándose ciertos apellidos como de hombre o mujer.
Un saludo.
¡Tarde, tarde, llego tarde! Me está entrando un complejo de White Rabbit que no veas.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con el comentario de Jesús Zamora la tecnología solucionará este problema muy pronto y el uso de cualquier tipo de apellido decaerá, bastará con un código de barras y a vivir.
Por discutir, "todos los apellidos son de filiación paterna" (Clidice). Una mujer se apellida CD y, ante la posibilidad de que D, en sus hijos, y, en sus nietos incluso C desaparezcan, se articulan medidas que los preservan. El problema es que tanto C como D eran los apellidos paternos de los abuelos de sus padres apellidos "paternos" finalmente.
Un último comentario (en tono jocoso, aunque si tengo que decirlo antes... ). José Luis Ferreira García pudieras ser más común que José García (olvídate de los datos del INE, aunque sea contrario a tu naturaleza). Si no estoy mal informado el grupo de apellidos más común en España se articula en torno a Herrero, con variaciones como Ferrer, Ferreira, Ferreño, Ferrón,... Por otra parte, para un vasco no debería ser un problema llamarse García ;)
Cascarilleiro
PD: Yo por mi parte, en vez de llamarme Cobas Soengas calzo dos apellidos de esos terminados en -ez (no confundir con hez).
Efectivamente, Ferreira es Herrera en gallego o portugués. En mi caso, según se cuenta en la familia es portugués.
EliminarPor lo que tengo entendido efectivamente es de origen portugués pero era la denominación que le daban nuestros vecinos lusos a las gestes provenientes de Castilla. No sé si por la abundancia de herreros entre ellos o por la existencia de minas o por otra razón.
ResponderEliminarEn todo caso, un vistazo a la Wikipedia (en la versión inglesa, of course) podrá darte una idea de lo extenso de la familia "all over the world". Al fin y al cabo, uno de los apellidos más coruñeses que existe es Wonenburger. De la mismísima Plaza de Cuatro Caminos, donde está la fuente en la que se celebran los éxitos del Deportivo (más pasados que presentes).
Cascarilleiro
PD: Recomendaría muchos de los poemas de Celso Emilio Ferreiro, por diversas razones, en tu caso incluso la "genealógica" (en este momento no se me ocurre otra manera de decirlo).