Una práctica general en las universidades usamericanas es la regla de "endogamia cero". Significa esto que ningún departamento contrata a sus doctores, que deben ir al mercado de trabajo a buscar dónde hacer carrera. En España las plazas se cubren sacándolas a concurso público y decididas por un tribunal. Por ello, la endogamia suele medirse según el porcentaje de candidatos del propio departamento a quienes se otorga la plaza.
Prefiero, como las mejores universidades del mundo, la primera medida, pues es en la formación del doctorado cuando se pueden establecer los vínculos personales al margen de lo profesional y que pueden confundir las decisiones posteriores. En particular, contratando doctores de fuera de la casa se pueden tomar decisiones de promoción de manera más objetiva.
Cada vez que discuto esta práctica con profesores que desconocen los buenos usos internacionales surgen dos objeciones. La primera, seria, señala que no contratar a los propios doctorados requiere de más departamentos que hagan lo mismo, por lo menos en alguna medida. Afortunadamente, no hace falta que la apertura de las demás lo sea al 100% para que una en particular lo haga. Basta que lo hagan en un pequeño porcentaje (si 50 universidades se abren un 2%, una universidad puede colocar a todos sus doctorados fuera de ella).
La segunda es poco seria, pero parece que convence a muchos. Dice así: para una plaza lo mejor es colocar al mejor candidato, sea o no doctorado propio. Esto es cierto, pero el problema de asignación de plazas no es ese. El problema es que los que toman las decisiones pueden tener una combinación de dos objetivos, por una parte el elegir un buen candidato y, por otra, favorecer al propio doctorado. El candidato que maximice esa función con doble objetivo puede no ser el mejor.
Esto se evita quitando de entre el conjunto de candidatos a los propios doctores. De esta manera nos garantizamos que tendremos al mejor candidato de entre todos menos los propios. El coste de esta política es que alguna vez el mejor candidato será el propio. El coste de la que ahora prevalece en España es que a veces el candidato elegido no es el mejor.
¿Qué coste es menor? La empiria lo dirá: échese un vistazo a las universidades o departamentos que practican una u otra política y se verá, si se quiere ver, que ganan por goleada las de endogamia cero.
Irrefutable, para el que quiera verlo, claro.
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