lunes, 4 de mayo de 2009

El otro asombro de Darwin

("Yo era un joven con ideas sin formar. Arrojé preguntas y sugerencias,  cuestionándome todo el rato acerca de todo. Y para mi asombro las ideas prendieron como un fuego sin control. La gente hizo una religión de ellas." Charles Darwin.)

Cuando se extendió el conocimiento de la Teoría de la Evolución, algunas mentes pensantes dieron en concluir que, puesto que la selección natural es la manera en que funciona la biología, también debe ser esa la manera en que funcionen las sociedades humanas. Los mejores adaptados sobreviven, son felices, crecen y se multiplican, mientras que los menos adaptados deben desaparecer, a ser posible, de manera discreta. Algunas corrientes del darwinismo social optaban por medidas de higiene social y eugenesia, otras por el directo exterminio de las razas inferiores. Darwin jamás dijo nada que remotamente pudiera haberse interpretado en ninguno de estos sentidos.

Nótese cómo en el comienzo de todo esto volvemos a encontrar esta manía de deducir proposiciones normativas (lo que debe hacerse) a partir de proposiciones positivas (que describen lo que sucede). En el caso del darwinismo social, es la naturaleza la que ofrece un modelo que algunos aceptan para sí, como si las circunstancias en las que se seleccionan genes en el mundo biológico fueran la luz que debe guiar a las personas.

Afortunadamente, la época de este tipo de ideologías basadas en ese error de deducción parecen haber pasado, pero otras que cometen el mismo error continúan, y con gran auge. Me refiero a la idea de que lo natural es bueno. Véndase como natural una práctica médica, un alimento, un deporte, una filosofía, un lo que sea …, y se tendrá un grado de simpatía garantizado.

Nada hay más contrario a lo que sabemos acerca de la biología. La lucha por la supervivencia en el planeta Tierra es una guerra química y biológica a gran escala. Ninguna especie viva se deja comer fácilmente y, para ello, desarrolla todo tipo de defensas, entre las que las sustancias indigestas, las toxinas y los venenos están a la orden del día. Algunas plantas producen frutos que interesa que se coman para que la semilla pase por el aparato digestivo de algún animal y se deposite lejos y rodeada de abono, otras especies producen alimento adecuado porque así han ido evolucionando gracias a la domesticación. Fuera de estos casos, la comida “natural” es algo que uno querría evitar.

Por supuesto que hay muchas cosas en las que sí hacer caso a la naturaleza. Dentro de esa guerra sin cuartel, los ecosistemas viven en un equilibrio (que evoluciona, valga la paradoja) y en el que nos hemos desarrollado. Cada vez que manipulamos parte del medio ambiente o parte de nosotros mismos, estaremos alterando el equilibrio. Es posible que alguna de estas alteraciones nos lleve a una situación no prevista y que no sea la más beneficiosa para nosotros. ¿Mejor no hacer nada? Imposible, tenemos que vivir y sólo lo sabemos hacer manipulando el mundo a nuestro alrededor. Lo que hay que hacer es conocer lo mejor posible nuestro medio y proceder con cautela. Mejor si lo hacemos todos de manera coordinada y mejor si no somos muchísimos en el planeta.

10 comentarios:

  1. Las formulaciones que luego fueron consideradas (o denominadas) darwinismo social fueron el resultado de la aplicación errónea de algunas ideas de Darwin. Hoy no tiene ninguna vigencia. La aplicación rigurosa de los elementos básicos del darwinismo (variación, supervivencia y/o reproducción diferencial) permite explicar fenómenos que trascienden lo estrictamente biológico. David Sloan Wilson, Edward Wilson y otros han publicado desarrollos extraordinariamente interesantes al respecto.
    Y no, efectivamente, hay que alejar las proposiciones normativas de las positivas. Por ejemplo, que hombres y mujeres sean diferentes porque cuando surgió la especie, hace 150.000 años, cumplían funciones muy diferentes, no sólo biológicas sino también socio-económicas, no quiere decir que haya que hacer de ello la norma. Al revés, en la sociedad actual han desaparecido muchos de los factores que condicionaron aquello. No hay, pues, ninguna razón (salvo algunas, no todas, tareas reproductivas) por la que no acabar con las desigualdades (las diferencias son otra cosa).
    Saludos

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  2. Vaya... nueva coincidencia al enfoque y a la conclusión. Parece que repetimos lo que ya sabe todo el mundo... pero es que pocos lo aplican con rigor y lo usan como se debe usar una antorcha o una linterna...

    En cuanto a lo que dice Desdechiloe, dejaré que conteste el productor del blog... pero como no me contengo, diré sólo: "los factores no han desaparecido" sino en todo caso se han "subordinado" (muchas veces sólo en apariencia)a los fines del grupo dominante y... manipulador... al que, como a los monos alfa, hay siempre algunos que se dedican a expurgarles las pulgas... (y perdón por el símil si supone una ofensa reconocerse bastante animales, especialmente de los más taimados). De todos modos, me resultaría más provechoso que se reconociera que la "defensa" militante de la "igualación" se ha ido reduciendo cada vez más a una justificación engañosa que en su nombre no "iguala" nada sino todo lo contrario.

    Un saludo.

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  3. Un buen número de los factores han desaparecido. La sociedad urbana, y la mayoría de las sociedades rurales proporcionan condiciones de supervivencia y reproducción para las que las diferencias ligadas al sexo de ciertos roles son maladaptativos. No creo que se trate de una simple "subordinación" de factores: las cosas son, sencillamente, diferentes a como eran cuando surgió la especie y a como han sido durante casi toda su historia. Lo que entonces tuvo valor adaptativo hoy no lo tiene.

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  4. Por una labor magnífica, te dejo un premio “Al compromiso educativo”:
    http://misenlaceseducativos.blogspot.com/search/label/Premio
    Con aprecio:
    Jacqueline

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  5. Desdechiloe, Carlos:

    Entiendo que estamos enfatizando distintos aspectos. Por una parte, desdechiloe pone de manifiesto que, en las sociedades modernas, han desaparecido (o puede hacerlo, si queremos) muchas de las presiones ambientales que moldearon nuestra evolución. Carlos dice que seguimos con nuestras marcas evolutivas y que, con ellas, nos manifestamos. Ambas cosas me parecen ciertas.

    No hace falta usar la violencia para dirimir disputas personales, pero mantenemos el instinto violento (nos sale cuando subimos al coche). Afortunadamente, parece que, en muchos aspectos, los instintos son maleables.

    Si había un instinto de dominar físicamente a la mujer, parece que remite en las sociedades avanzadas. El instinto de cazar en grupo se sublima en el deporte (y ni siquiera hay que practicarlo, basta con verlo una vez a la semana). Repartir las tareas domésticas y el trabajo fuera de casa también parece perfectamente posible sin atentar a la naturaleza de los sexos. Que deje de haber lameculos del macho alfa parece que llevará más tiempo, si es que llega el día.

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  6. Jacqueline:

    Gracias de nuevo. Me estás empezando a malcriar.

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  7. Es que quizás todavía la existencia de machos alfa, y la de los correspondientes lameculos, sigue teniendo valor. No creo que nuestras sociedades castiguen esos comportamientos; y algunas al menos los premian.

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  8. Sin duda hay nuevas referencias valorativas inscritas en el dominante cultural-psicológico de cada época. Eso también debe ser considerado. Sólo que en la base se producen adhesiones/rechazos en según qué circunstancias y por según qué grupos sociales en base a lo básico que subyace y que toma el camino y las formas disponibles y visiblemente más eficaces (hasta el extremo de la frustración en caso de no dar resultados positivos).

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  9. No me gusta comentar en todas las entradas pero me resulta difícil una vez más renunciar a una posible aportación. Sólo quiero decir que la confusión ente proposiciones normativas y positivas es tal que incluso he llegado a ver lo contrario: gente que define la realidad como le gustaría que fuera.

    Un buen ejemplo de esto es la economía marxista, sin ir más lejos, que afirma que las cosas se cambian en función del trabajo que lleven incorporado y que sólo el trabajo es valioso cuando en realidad lo que quieren decir es que les parece poco ético dar valor a algo que no sea el trabajo y les gustaría que las cosas se cambiaran en función de ese parámetro. Aunque evidentemente la realidad es distinta.

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    1. Es un buen ejemplo. De eso hay mucho. Y gente que les describes la realidad y piensan que les estás diciendo lo que te gustaría que fuera.

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