Lamarck, Matthew y Wallace
(Puedes leer la parte segunda aquí).
Los experimentos para comprobar la hipótesis de la generación espontánea llevaron a la conclusión que ahora sabemos obvia: no hay tal cosa. Establecido este hecho, clasificado el mundo biológico, estudiados los fósiles y atisbadas las primeras nociones evolutivas, el ambiente estaba preparado para llegar a comprender el origen de la diversidad de los seres vivos. Estamos terminando el siglo 18 y comenzando el 19. El hecho de que las especies evolucionan y no son inmutables (o casi) comienza a estar claro. El propio abuelo de Darwin, Erasmus Darwin, médico, filósofo naturalista y poeta, entre otras cosas, le dedica un poema a la evolución, en el que traza una progresión de la vida desde los microorganismos a la sociedad civilizada.
Lamarck ofrece la primera teoría seria de la evolución, en la que dice que el medio ambiente obliga a las especies a adaptarse y propone su teoría de los caracteres adquiridos. Podemos explicar esta idea mediante una paradoja de los gemelos (en plan Einstein). Supongamos que tenemos dos hermanos gemelos idénticos, con las mismas aptitudes para la carrera. Uno de ellos es sedentario, pero el otro se entrena para todas las maratones del mundo. Según Lamarck, los hijos del segundo tendrán mejor aptitud para ser corredores que los del primero.
Las ideas de Lamarck influyeron grandemente en su época. El propio Darwin comenzó siendo admirador de su obra. Sin embargo, pronto aparecieron argumentos bastante contundentes en su contra. Podemos resumirlos así: si a generación tras generación de una familia de animales les cortamos una oreja, no acabaremos teniendo descendientes sin orejas, no importa cuántas generaciones hayan pasado. Así que nada, a pensar otra cosa. Y es aquí que tenemos que hablar de …
-¿Darwin?
-Todavía no.
Antes tenemos que rendir homenaje o dos co-descubridores del principio de la Selección Natural. El primero es Matthew, que lo expone en sus obras sobre arboricultura, aunque le faltó la generalidad expresada por Darwin, no dio con una buena definición de especie, le faltó exponer el carácter gradual de la evolución y pensó que las extinciones sólo eran debidas a causas naturales. Además, para él, el sentido de la belleza que encontraba en la naturaleza no podría ser explicado más que como intervención divina. Es decir, que Mattheu, habiendo expresado el principio de la Selección Natural, no llegó a exprimirle todo su poder explicativo y predictivo.
El segundo es Wallace, que desarrolló a la vez que Darwin la Teoría de la Evolución, poniendo como mecanismo la variación entre los individuos y la selección del mejor adaptado. Pero dejemos para la siguiente entrada la explicación de estos principios. Ahora quisiera destacar el buen rollito y admiración mutua que había entre Wallace y Darwin. Es sabido que Darwin tardó mucho en escribir su libro El Origen de las Especies desde su famoso viaje en el Beagle. Tanto se lo pensó que, Cuando Darwin había redactado los nueve o diez primeros capítulos de su libro recibió una carta de Wallace. Cuando Darwin leyó el manuscrito quedó conmocionado, Wallace había llegado esencialmente a la misma teoría que él. Los amigos de Darwin, arreglaron todo para que una memoria conjunta Darwin-Wallace sobre la selección natural fuese presentada ante la Linnean Society de Londres. Esta presentación equivalió a una publicación simultánea de los hallazgos de ambos.
Mis anotaciones:
1. Uno pensaría que las personas educadas deberían ser conocedoras de la teoría de la evolución, en su versión moderna. Sin embargo hay gente que todavía tiene la idea lamarckiana de la evolución de las especies, véase, si no, este artículo del todólogo Juan Manuel de Prada.
2. No hay que desdeñar la aportación de Lamarck. Fue una hipótesis que no prosperó. Así es el avance científico. Aunque las ideas de Lamarck no valieran para explicar la evolución de las especies, sí pueden valer para explicar la evolución de otro tipo de entidades, como las normas sociales.
3. Y no, no valen para explicar el 50% de la variabilidad en los rasgos de la personalidad humana que no explica la genética, por si alguien se lo estaba preguntando.
Puedes leer la parte cuarta aquí.
Lamarck vuelve a tener vigencia en estos días. El otro día vi un pequeño documental en la red donde hablaban de los protogenes. Un ácido que apaga o enciende la función de algunos gene mediante la influencia del medio y además son hereditarios. Si encuentro el material te paso el enlace.
ResponderEliminarHola, Andrés, bienvenido al blog.
ResponderEliminarMás que estar vigente, lo que ocurre es que, en algunas circunstancias, el intercambio genético entre bacterias o la activación de algunos genes pueden depender del ambiente. Puede interpretarse como lamarkismo, estirando un poco la definición, pero sigue sin ser cierto que un atleta que se entrena más tendrá hijos más atléticos que el que se entrena menos.
He mencionado esto en una entrada posterior:
http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2009/04/la-teoria-de-la-evolucion-la-historia_05.html
U
pon mas imagenes
ResponderEliminarContaré como cosa curiosa. Un día mi padre fue a una conferencia sobre genética y le hizo una pregunta al conferenciante acerca de si un corredor de maratón tendrá hijos con aptitudes para la carrera. El ponente le respondió que no, que no se heredan las mejoras sufridas en tu vida sino que lo que se heredan son los genes y cualquier variación se debe a mutaciones.
ResponderEliminarAl volver a casa me contó que acababa de conocer a un conferenciante que no creía en la evolución. (Cuando en realidad era darwinista y no lamarckista). Tuve que hacer esfuerzos para no partirme de risa.
Así es. A veces se confunden popularmente los dos conceptos.
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