lunes, 5 de marzo de 2018

La huelga feminista del 8 de marzo


Este jueves 8 de marzo, aprovechando el día internacional de la mujer trabajadora, está convocada una huelga feminista. Más que huelga es una jornada de brazos caídos para hacer patente el trabajo de las mujeres. Digo que no es huelga porque, por ejemplo, se pide a los hombres que asuman el trabajo de las mujeres y faciliten su participación en la jornada, tanto si es en el trabajo remunerado como en el no remunerado. Conviene aclarar esto porque entendiendo lo que es se evita uno argumentaciones semánticas que no van a ninguna parte, como hace, por ejemplo, quien critica la jornada haciendo burla de la huelga que no es huelga.

En principio, una jornada de este tipo me parece muy buena idea mientras persista la discriminación de la mujer. ¿Persiste? Sobre el papel hay igualdad de derechos y ya en los estudios universitarios y en muchas profesiones liberales son mayoría. Además, la brecha salarial se reduce mucho cuando se compara por igual trabajo. Pero sigue habiendo discriminaciones, aunque no se observen fácilmente. Lo sabemos por las diferencias al valorar currículos o tareas cuando se sabe el sexo (o alguna otra característica) de la persona frente a cuando se hace a ciegas, o cuando el acoso y violencia sexuales son sufridos en mayor medida por las mujeres. También sigue habiendo diferencias estadísticas muy grandes en las tareas y trabajos a que tienen tendencia uno y otro sexo (o género). No sabemos cuánta de esta diferencia es explicable por causas sociales y cuántas por causas de inclinación genética. Las cosas que hemos empezado a saber no son concluyentes en lo que toca a la maleabilidad de una u otra causa. Lo que sí parece es que estas diferencias pueden acortarse sensiblemente, desde el cuidado de les niñes, a la elección de carrera, y ello sin forzar a nadie a hacer lo que no quiere. 

En todo eso concuerdo con una jornada de este tipo, pero hay cosas que no me gustan de esta convocatoria. Una es el lenguaje del manifiesto de la convocatoria (aquí). Está muy mal redactado, con una manera de escribir que recuerda aquellos panfletos de extrema izquierda, tipo Bandera Roja, llenos de eslóganes y de afirmaciones inconexas, sin el menor intento de realizar una argumentación rigurosa sobre nada y dando por sentado que la verdad les ha sido revelada. La otra es la toma de postura por un tipo de reivindicación feminista que no es inclusiva de todo el feminismo. 

El manifiesto está lleno de referencias al neoliberalismo, al pensamiento único, al heteropatriarcado y al capitalismo como causas de la desigualdad y discriminación. Existe el neoliberalismo, si llamamos a eso la ideología que pide una reducción del Estado a la mínima expresión, pero no como hecho ni, desde luego, como pensamiento único. La apelación al heteropatriaracado solo puede ser retórica. Si se refiere al hecho de que los hombres heterosexuales tienen más poder económico, político y militar, eso ha ocurrido y ocurre en la gran mayoría de las sociedades humanas. Es dar un nombre, no hacer un diagnóstico. Sobre el capitalismo, cualquiera es libre de querer una organización económica u otra, pero estará alejándose del feminismo que no ve las cosas de esa manera. Al fin y al cabo, las sociedades capitalistas son las que más han avanzado en la igualdad de las mujeres, con excepciones puntuales en algunas sociedades del antiguo bloque soviético y en algunos parámetros. 

Feminismo significa igualdad efectiva de derechos entre mujeres y hombres dentro de una sociedad. Ni más ni menos. A partir de ahí se puede diferir en diagnósticos y en políticas encaminadas hacia esa igualdad. Tener disparidad de opiniones no es razón para acusar de no ser feminista a la otra parte. 

Con todo, es mi apreciación que la gran mayoría de quienes apoyen la huelga (mantendré el nombre) no entran en todas esas consideraciones, por más que estén en quienes convocan a través del manifiesto, y lo que querrán dejar de manifiesto es la reivindicación de la igualdad, y esa reivindicación es la que más se entenderá y la que se recuerde. Por otra parte, siempre he sido partidario de quitar símbolos, banderas, gestos y monopolios reivindicativos a quien se quiere apropiar de ellos. Cuanta más gente apoye la igualdad, menos estará esa reivindicación en manos de la parte más iracunda del movimiento. Así, pues, reivindiquemos este jueves la igualdad efectiva de derechos y hagamos visible toda la desigualdad y discriminación que todavía existe y, sobre todo, tengamos la disposición para mejorar el mundo en este sentido.

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Hace cinco años en el blog: En torno a las propuestas sobre ciencia en Izquierda Unida.
Y también: La ética solidaria.
Hace tres años en el blog: Odiosa comparación (7).
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