Sin las interrogaciones, este ha sido y es un lema muy tarareado. Cuanto peor lo haga el gobernante de turno, más posibilidades de conseguir apoyos para cambiarlo por el que nos gusta más. Para que el argumento se sostenga, esto requiere que el cambio sea mejor alternativa que el estado actual, aunque no lo haga peor todavía.
¿Que el trabajador no está suficientemente explotado para hacer una revolución? Pues alegrémonos de que aumente la explotación, porque así la hará. Agudizar las contradicciones, se dice. ¿Que la iglesia católica apoya, en su emisora de radio, a un charlatán vociferante? Tanto mejor, así la gente se dará cuenta con más claridad de lo mala que es la iglesia. ¿Que el partido que no es nuestro favorito está liderado por un incompetente? Miel sobre hojuelas, más probabilidad de que gane el nuestro.
Personalmente prefiero justo lo contrario. Cuanto mejor, mejor. Prefiero que el partido que menos me atrae sea lo más sensato posible, que tenga buenos dirigentes y que, cuando ejerza el poder, lo haga bien. Prefiero unos obispos tolerantes y adaptados a los nuevos tiempos que unos recalcitrantes. Por mucho que esté en desacuerdo con sus ideas, con los primeros será más fácil convivir que con los segundos, aunque duren más.
Es sabido que la prensa española no es demasiado independiente. Algunos periódicos lo disimulan más que otros. Tengo amigos que piensan que la vinculación clara de un periódico es mejor que la sutil de otro porque, al parecer, de quien claramente defiende un partido o ideología puedes estar alerta, mientras que quien aparenta algo más de neutralidad te puede llevar sutilmente a su bando. No lo creo de ninguna manera. Me gustaría que todos los periódicos tuvieran la mayor pluralidad posible, aunque solo fuera para disimular, y que de vez en cuando se dedicaran a criticar a los suyos o alabar a los otros allá donde se lo merecen.
Por otra parte, no recuerdo haber leído en los libros de historia demasiados ejemplos en los que sólo se pudo mejorar después de haber ayudado a empeorar las cosas. Antes bien, veo que los mejores niveles de bienestar y convivencia se dan cuando nuestros enemigos, contrincantes, competidores,… van a mejor y no a peor.
La monarquía es un régimen ¿quién lo duda? que acabará extinguiéndose en el mundo. En los países europeos lo hubiera hecho hace años de haber mantenido la pretensión absolutista del pasado. Se adaptó a los nuevos tiempos y se ha hecho casi ornamental, es decir, más sensata (a mí me parece más sensata una monarquía de decorado que una absolutista). Tanto es así que no hay demasiadas diferencias de bienestar social entre las monarquías y repúblicas de la vieja Europa. Es cierto que pusieron a remojar las barbas cuando la Revolución Francesa, pero lo que digo es que no hubo necesidad de empeorar las cosas en Francia para hacer la revolución (estaban malas de por sí) y que Francia se hubiera ahorrado la revolución si la monarquía se hubiera adaptado a los tiempos. Hugo nos recordaba hace poco que no fueron los más desfavorecidos quienes la impulsaron.
Todo esto son deseos. Deseos míos de que los demás sean lo mejor posible. La realidad se empeñará en que no sea así las más de las veces, sólo que yo no me alegraré por ello.
Claro que sí: cuanto mejor, mejor. Es mejor tener sabios enemigos que necios por amigos. No tiene mucho que ver pero me apetecía soltar la dichosa frase.
ResponderEliminarGracias por el link. Casi se me saltan las lágrimas de la emoción :D
Un saludo.
Es común el considerar la mala fortuna de un "adversario" una especie de victoria personal, sobre todo cuando esta mala fortuna es o aparenta ser la contastación de nuestras ideas u opiniones sobre dicho adversario. El problema es que en temas sociales esta mala fortuna afecta a demasiadas personas, por lo que la falsa victoria es demasiado costosa. Una persona que realmente busca un bien social no debería alegrarse de aquellas situaciones.
ResponderEliminarHugo:
ResponderEliminarBuena frase, me alegro de haberte dado pie a soltarla. Siempre que no la tomemos literalmente en todas ocasiones, claro. En lo del link, el gusto es mío.
Chris:
Bienvenido al blog. Has dado en el clavo con la trascendencia social del asunto. Otro caso es el que tengo en casa a veces. Mi mujer quiere ver una película y yo otra. Normalmente se sale con la suya, y yo deseo que la película sea muy mala para que desista de verla y pasar a la que yo quiero. Pero esto es un poco irracional, porque si la eligió, tiene que ser MUY mala para admitirlo y dejar de verla. Si yo pudiera, con mis deseos, influir en la calidad, seguro que tendría que esforzarme mucho, y ni aún así, de modo que lo mejor sería seguramente dejar que sea lo mejor posible.
Se ha acertado dandole una perspectiva social al tema, pero en mi opinion, tambien hay una perspectiva que podriamos denominar de mercado o de competencia. Es mucho mas facil, cuando hay muchas opciones posibles, a la hora de posicionar un "producto", ofrecer a los consumidores alternativas claras y diferenciables, con la idea de "segmentar" ese mercado y poder hacer mas eficaz la accion de marketing. De ahi que muchas veces los politicos hagan lo mismo: tienen que ofrecer lo contratio que el adversario y demonizarlo, incluso de una manera maniquea, para que el votante lo perciba como algo distinto e identificable. En caso contrario, seria mucho mas dificil para el votante decidirse por una cosa u otra. Si al final los votantes son indiferentes ante las alternativas, el resultado de las votaciones seria equivalente a lanzar una moneda al aire. Supongo que es eso lo que intentan conseguir "polarizando" de esta manera sus discursos.
ResponderEliminarcambiosocialya:
ResponderEliminarLos políticos, como los comerciantes, intentan hacer preferible su producto, pero muy a menudo las palabras ocultan lo muy parecidos que son en la mayor parte de los casos.
Hombre, yo no sé si en la entrada te alegras de que nos aprieten las tuercas para que acabemos reventando (que es lo que me parece entender al principio) o prefieres que sean prudentes y no aprieten demasiado (que es lo que entiendo al final).
ResponderEliminarPersonalmente prefiero la cordura y tener sólo amigos. Utópico, lo sé, pero hablamos de preferencias ¿no?.
Hay dictaduras que duran y duran y duran y ¿qué quieres que te diga?, si hay que aguantar casi un lustro hasta que los afectados por la tiranía se sublevan, como que no merece la pena ¿no?. ¿Cuando reventarán los chinos, por ejemplo?. Espero que nunca, de verdad.
Prefiero que los tiranos recapaciten por ellos mismos y el cambio sea paulatino y decisivo. ¿Cuantas veces se ha salido de la sartén para caer directamente en el fuego?.
También es verdad que las democracias parecen dictaduras con opción a cambio de lider cada cuatro años, pero por lo menos, se da al pueblo la opción de elegir al próximo pastor del rebaño (y digo rebaño porque realmente muchísimas veces nos comportamos como auténticos borregos).
En fin.
Un abrazo.
Oh, np, no me alegro de que le aprieten la tuercas a nadie. Lo que digo justamente es que me parece mala estrategia conseguir que se aprieten más para conseguir la rebelión.
ResponderEliminarLas dictaduras duran y duran. ¿Queremos forzar a que sean peores para que una revolución acabe con ellas? Prefiero una dictablanda a una dictadura, y una democracia parcial a una dictablanda, y una democracia de verdad a una vigilada. Las dictaduras aguantan mucho. Una política que consiga que se enroquen tendrá pocas posibilidades de provocar una rebelión o mayor repulsa internacional y muchas de fastidiar la vida a los que la sufren. En los casos en que el empeoramiento consigue una rebelión o revolución, esta suele traer consecuencias poco deseables. Es la terca experiencia histórica.
No estoy diciendo que no haya que molestar a los pobres tiranos, para que no se enfaden. Digo que no hay que sabotear el país para eso. Hay que luchar para que se den mayores cotas de libertad, no menos. Y hay que hacerlo saboteando al tirano, a ese sí, pero no a los demás ciudadanos. Y no hay que propiciar cambiar un tirano por otro peor. Y no hay que desear,... Bueno, como dices, eso son deseos.
cambiando de tema...seguro que os induce a la reflexión
ResponderEliminarJUAN JOSÉ MILLÁS
Dos tardes
JUAN JOSÉ MILLÁS 11/09/2009
Según los organismos internacionales, España es poco competitiva. ¿Pero en qué consiste la competitividad? Pues a veces en una cosa y a veces en su contraria, según. Si alguien, pongamos por caso, fabrica botijos a céntimo la unidad, lo competitivo, en buena lógica, sería fabricarlos a dos. Pues no, lo competitivo, en este caso, sería fabricarlos a medio céntimo, para ganar menos que el vecino. Viene a ser como si los participantes de la Vuelta Ciclista, en vez de luchar por el primer puesto, se pelearan por el último. El entrenador amonestaría al primero por su falta de espíritu, de agresividad, de ganas. Muchacho, tienes que poner más coraje, le diría, intenta correr menos, ir más despacio, no es tan difícil, coño.
De modo que las clases bajas son competitivas cuando cobran poco, mientras que las altas lo son cuando ganan mucho. A los obreros se les exige flexibilidad, movilidad, humildad, mientras que el prestigio de los ejecutivos depende de la cláusula de rescisión de su contrato. Emilio Botín lleva varios días pagando anuncios a doble página en toda la prensa para exhibir unos beneficios desorbitados. Ser competitivo, si eres pobre, consiste en acabar el ejercicio siendo más pobre, mientras que si eres rico consiste en acabarlo forrado. Cuando los organismos internacionales acusan a España de ser poco competitiva, lo primero que habría que averiguar es si nos consideran pobres o ricos. Si lo primero, tendremos que trabajar más por menos; si lo segundo, menos por más. Aun sin saber nada de economía, mucho nos tememos que nos han incluido en el primer grupo, es decir, entre los que deberían competir por vender los botijos más baratos. Pero no se apuren los ricos españoles que ahí están los pobres españoles para hacer por diez lo que otros hacen por veinte. La economía es, en efecto, cosa de dos tardes.
Anónimo:
ResponderEliminarEfectivamente, me hace reflexionar, y esta es mi refexión:
"Juan José Millas no solo no tiene ni idea de economía, sino que no sabe usar el sentido común, pues para ver la gran tontería que dice bastaría con eso."
Pues yo algo debo de saber de economía (al menos eso indica mi título) y la verdad, no me parece que lo que dice sea una tontería. Se nos ha vendido la moto del "free trade", la globalización y la deslocalización como las panaceas de la economía, como esas tendecias que resolverían los problemas económicos de media humanidad. Pero no solo no ha sido así, si no que estamos sumidos en una crisis bastante gorda. Al final resulta, que como decía un profesor mio, el "free trade" no es un "fair trade". Porque unos ganas, pero otros pierden. Los liberales siempre han sostenido que la economía no es ninguna tarta a repartir. Y puede que lleven razón, si se refieren a los mercados financieros de Wall Street. Pero en la economía real sí que hay tarta: no es otra que el planeta Tierra y sus recursos. Si unos tienen muchos, otros, obligatoriamente, tienen que tener pocos.
ResponderEliminarquienes compiten, quienes coluden? el que fabrica el botijo compite, Botín colude. Pensemos en que la utilidad marginal de la renta de pobres y ricos es diferente y veamos para que para algunos es mucho mas fácil mantenerse en equilibrios colusivos y para otros, los que que fabrican botijos,los incentivos para el desvío son más tentadores, sin darse cuenta que el remedio es peor que la enfermedad...unos son ricos y saludable, otros son pobres y menos saludables, las tentaciones son diferentes...
ResponderEliminarEn cualquier caso, quería que el artículo de millás indujera a la reflexión y no a la descalificación..y como dice tu amigo urrutia:"Recelemos del sentido común y pensemos siempre a la contra"...viva la falta de sentido común y viva millás, viva, viva
cambiosoocialya, anónimo:
ResponderEliminarLa columna de Millás no es un análisis de la globalización ni de los mercados ni de la economía ni nada. Ni siquiera habla de esas cosas. Es una (mala) reflexión sobre lo que significa ser competitivo. Nada más.
La idea que repite varias veces es "que las clases bajas son competitivas cuando cobran poco, mientras que las altas lo son cuando ganan mucho". Una vez como hipótesis, otra como argumento y otra como conclusión, en un alarde de pobreza argumentaria.
No es cierta en ningún sentido. Una empresa es competitiva si logra obtener más beneficios que las demás en un mercado competitivo. Esto lo puede hacer ofreciendo mejores productos, mejor servicio, mejores precios,... A su vez esto lo puede conseguir con una buena tecnología, una buena selección de personal, una rebaja de los costes,...
Un individuo, cuando ofrece su trabajo, está en exactamente la misma situación. Será competitivo si ofrece un alto valor añadido, un trabajo de calidad y un salario, en comparación, más barato. Claro que si no tiene valor añadido que ofrecer solo le quedará bajar el salario que está dispuesto a aceptar, como la empresa que no tiene calidad que ofrecer solo le queda bajar los precios.
Esto es igual para ricos y para pobres. La ley de la oferta y la demanda y de la competitividad es la misma para todos. Por eso el argumento de Millás es un disparate.
Un último cuidado del argumento. Si alguien dice que A implica B puede estar diciendo un disparate aunque B sea cierto. El disparate puede ser que no esté implicado por A. Esto es importante porque un buen diagnóstico es lo primero para un buen remedio (si no queremos B, por ejemplo).
No digo yo que lo que dices no sea cierto, sin embargo, creo que has pasado por alto un detalle: que los directivos tienen la capacidad de modificar sus salarios por ellos mismos, por ejemplo reteniendo beneficios, o mediante las clausulas de stock options, o mediante un monton de argucias mas. Y esa posibilidad no la tienen los trabajadores "normales". Es por eso que el que tiene poder esta en una situacion totalmente distinta del que no lo tiene, al margen de competitividades estrictamente economicas. Si los procesos economicos fueran exclusivamente racionales, lo que dices seria cierto, pero se da el caso de que no lo son (estan afectados por las emociones y por las relaciones de poder que no son estrictamente economicas).
ResponderEliminarLos directivos tienen esa capacidad si se la permiten los dueños (o si ellos mismos son los dueños) y si la legislación incentiva los distintos tipos de pago tratándolos fiscalmente de manera distinta. Esa posibilidad sí existe para los trabajadores normales, pero apenas se usa, ciertamente. En cualquier caso, con ser un tema importante, no está directamente relacionado con lo que estaba diciendo sobre la mala argumentación de Millás (a quien, por otra parte, leo con agrado cuando no habla de lo que no sabe).
ResponderEliminarEl contra-argumento a Millás se basa casi exclusivamente en entender lo que es la definición de cada cosa, al margen de los comportamientos racionales o irracionales de los agentes económicos. Millás no entiende (o no lo muestra en el artículo) la noción de competitividad. Es lo que he intentado aclarar.
Sí, pero yo insisto en que no la entiende porque no está clara. Son esa clase de definiciones que se usan para justificar políticas injustas, tales como "productividad", "innovación", "cultura organizativa", y la misma "competitividad". Esas definiciones son tan difusas que cabe en ellas casi cualquier cosa, incluida, a mi entender la reflexión que hace Millas, muy en la linea de Alfredo de Hoces y su Fuckowski, por ejemplo (aunque este último en clave de humor).
ResponderEliminarLa definición, en economía, está clara. Si uno quiere meterse con políticos que no tienen ni idea, lo primero es tener idea uno mismo. Millás puede estar queriendo criticar a algún político (o a algún economista ignorante), pero no muestra que él sepa de qué habla, que es lo primero que hay que hacer para ponerse a hablar.
ResponderEliminarPor ejemplo, yo critico a Millás porque dice que competitividad es una cosa para el rico y otra para el pobre y aclaro lo que es competitividad y dónde está el error de Millás.
Ahora tú me dices que no es que Millás defienda esta definición, sino que él dice que otros dicen que eso es competititvidad. Bien puede ser, pero la crítica a esos se queda muy pobre si Millás dice, como parece que dice, que todos los que hablan de competitividad, no solo los políticos ignorantes, sino los orgnanismos internacionales y, parece, todos los que sabemos de economía, estamos equivocados porque él, sin saber de economía (así dice) se ha dado cuenta de algo fundamental que nadie sabía.
Eso, sencillamente, no es el caso.
Pues me vas a permitir insistir. Porque yo sigo sin tener claro el concepto de competividad, o tal vez es que lo tengo claro, pero me sigue encajando en el la idea de Millas. Porque todo va a depender de la perspectiva con la que se mire. La competitividad no solo es un problema de costes (en cuyo caso, racionalmente se resolveria no fabricando nada: coste 0) es un problema de encontrar un mercado y un target. Alguien diria que un Porsche no es competitivo por el simple hecho de que es caro? A la competitividad tambien puede llegarse por la excelencia, y por la calidad, y ahi no hay manera de escatimar en costes (no se pueden pedir peras al olmo, lo "low-cost" no tiene la calidad de lo "high cost"). Creo que estas confundiendo terminos, en concreto creo que confundes eficiencia con competitividad. Por eso Millas dice, y creo que acertadamente, que en muchas ocasiones, y EN LA PRACTICA la competitividad en una empresa no afecta de la misma manera a los que estan arriba que a los que estan abajo. Y creeme que se de lo que hablo, en una empresa en la que trabaje hasta hace bien poco, se nos bajo el sueldo a los empleados, se produjeron reestructuraciones (despidos, hablando en plata). Al mismo tiempo, los directivos, cuando venian a visitarnos, se alojaban en los mejores hoteles, para proyectar una "imagen de exito" a los clientes. Ejemplo perfecto de lo que dice Millas: para los directivos, la competitividad no significa lo mismo que para los empleados.
ResponderEliminarTienes razón en las muchas maneras de ser competitivo. Ahí está la imaginación y la gracia de ser emprendedor. No creo haber confundido los términos eficiencia y competitividad, aunque seguramente para ser competitivo es conveniente ser eficiente.
ResponderEliminarSi se quiere decir que la estrategia de una empresa, una política económica o lo que sea, afecta de distinta manera a unos y a otros, y que muchas veces, por ineptitud, ignorancia o desconsideración , esta distinta manera de afectar es injusta, dígase así. Pero hagamos bien el diagnóstico, usando los términos adecuados.
El discurso de Millás adolece de esos defectos, precisamente. Tendría buena intención el hombre, pero ha dicho lo que ha dicho. Seguro que tú, con tu experiencia, puedes señalar algunas prácticas empresariales no solo como injustas (la vida, en general, no lo es) sino como dañinas en cuanto la empresa deja de ser miope y mira a más medio o largo plazo.
"Si alguien, pongamos por caso, fabrica botijos a céntimo la unidad, lo competitivo, en buena lógica, sería fabricarlos a dos"
ResponderEliminarCreo que esta frase es la primera prueba de que Millás no sabe lo que dice. No es la primera vez que leo cosas parecidas. A Almudena Grandes le leímos hace unos meses, después de algún chiste siniestramente machista, una tontería enorme sobre una "información" que le había llegado por la Red, por la que tuvo que pedir perdón, a propósito de los cientos de miles de millones que nos tocarían si se hubieran repartido entre el pueblo soberano las subvenciones a los bancos...
Supongo que Millás estaba intentando escribir "en clave de humor", pero le salió un poco mal. Los chistes también tienen su propia lógica, que es lo que les da la gracia, y por eso son tan difíciles. Lo triste es que gente con columna fija (y bien pagada supongo) en un periódico de gran tirada y muchos lectores no se molesten un poco en estudiar. Que ya son mayorcitos para publicar disparates que, encima no tienen la chispa de los de las "antologías de perlas de bachillerato".
Inyigo:
ResponderEliminarEfectivamente. Si alguien fabrica botijos a un céntimo (u ordenadores a 1000 euros), lo competitivo es fabricarlos a medio céntimo (a 900 los ordenadores) o fabricarlos de más calidad para venderlos más caros. Parece que se quiere hacer la asociación de que la primera estrategia es la de los pobres y la segunda la de los ricos. Como todo pobre sabe, sus hijos podrán ganar más que ellos a nada que ofrezca trabajo de calidad, que se obtiene con los estudio, la experiencia, la creatividad y el emprendimiento.
Los salarios altos son claramente un mecanismo colusivo, las grandes empresas ofrecen a su consejeros delegados sueldos astronómicos, que en muchas ocasiones se publica en prensa, y así dan una señal bastante creíble que no van a competir...ofrecer salarios altos contribuye a que alcance el resultado de monopolio... Sí, estoy de acuerdo que Millás repite varias veces "que las clases bajas son competitivas cuando cobran poco, mientras que las altas lo son cuando ganan mucho", una vez como hipótesis, otra como argumento y otra como conclusión, pero en un alarde de proeza argumentaria.
ResponderEliminarLos salarios altos son claramente un mecanismo colusivo, las grandes empresas ofrecen a su consejeros delegados sueldos astronómicos, que en muchas ocasiones se publica en prensa, y así dan una señal bastante creíble que no van a competir...ofrecer salarios altos contribuye a que se alcance el resultado de monopolio... Sí, estoy de acuerdo que Millás repite varias veces "que las clases bajas son competitivas cuando cobran poco, mientras que las altas lo son cuando ganan mucho", una vez como hipótesis, otra como argumento y otra como conclusión, pero en un alarde de proeza argumentaria
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarNo sé si todos los salarios de altos ejecutivos son parte de un mecanismo colusivo. Hay muchas más razones posibles. Una, que concierne a los miembros de consejos de dirección de grandes empresas, es que el consejero es también accionista. Una de las contrapartidas al alto salario es el mantenimiento de las acciones. Esto le conviene a la empresa (no hay ventas, que bajan el precio) y compensa al consejero por no tener esta libertad de acción (nunca mejor dicho).
Otras razones son el exceso de poder del ejecutivo frente al accionista poco informado o también, por qué no, que el alto ejecutivo realmente sea una persona muy rentable para la empresa a la que, si no se le paga, se podrá perder porque se irá a la competencia.
Un saludo.
Crees realmente que el salario del alto ejecutivo responde a su productividad? Yo, no. Por contra, si creo que el salario de Cristiano Ronaldo, Messi y compañía responde a su productividad y que este mercado es competitivo.
ResponderEliminarLos argumentos esgrimidos son valorables teóricamente y quizás en algún estudio empírico resulten significativos, pero realmente a mi me huelen a humo.
Saludos.
Como he dicho en el comentario anterior, hay varias posibles razones para los salarios altos. Algunas los justifican, otras no. A priori no podemos saber en qué proporción cada salario obedece a unas razones o a otras. O las grandes empresas están todas dejadas de la mano por sus accionistas o la productividad será un factor relevante en muchos casos.
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