domingo, 1 de julio de 2018

El consumo ostentoso: mercados competitivos vs monopolio (1)

Esta es la primera parte de la versión en español de mi artículo de mayo en Mapping Ignorance.


El consumo ostentoso puede definirse de manera extensa como un tipo de consumo que no satisface directamente una necesidad o algo que se quiere por sí mismo, sino un deseo de ser reconocido como alguien que ocupa una posición más alta en una jerarquía. Por ejemplo, yo puedo comprar un Picasso no porque me guste particularmente el cuadro, sino porque, colgado un una pared destacada de mi casa, envía inmediatamente un mensaje a mis visitas y amigos acerca de cuán rico soy. Este status es lo que persigo, no el cuadro.

El análisis económico de este tipo de consumo no es fácil. Un error típico es pensar que la ley de la demanda no se satisface, puesto que el precio alto del bien es lo que lo hace atractivo. El error se advierte en cuanto uno se da cuenta de que si el mismo bien se pudiera comprar a un precio inferior (sin que los demás sepan que fue comprado de esa manera) el consumidor lo preferiría.

Si la razón principal del consumo ostentoso es comprar un lugar en un ranking, el resultado es el de un equilibrio al alza en el que aquellos que puedan permitirse bienes de lujo los terminarán comprando en demasiada cantidad. Pongamos que después de que los individuos toman sus decisiones se establece un ranking. Inmediatamente notamos que ese mismo ranking se puede establecer sin tanto gasto (el escalar posiciones en un ranking es un jugo de suma cero). Las empresas y los individuos que proveen los bienes de consumo obtienen un beneficio, pero este no es más que una transferencia de rentas de los consumidores a los productores. Sin embargo, el coste de producir estos bienes es un gasto perdido en la medida en que no contribuyen directamente a un incremento en la utilidad que compense el gasto de acuerdo con el consumidor que lo compra. Este fallo de mercado abre la cuestión acerca de las consecuencias de diferentes tipos de regulación para estos bienes, como el impuesto de lujo sugerido por Stuart Mill en el siglo 19 [1].

Hay otras maneras de modelizar el consumo ostentoso. En lugar de comprar un lugar en un ránking, este consumo compra la pertenencia a un grupo. Como antes, lo que importa es la pertenencia al grupo, no el bien en sí. Sin embargo, contrariamente al modelo anterior, este no es de suma cero, puesto que varios miembros pueden pertenecer al mismo club. Esto es, si un individuo gasta una cantidad suficiente de dinero en consumo ostentoso será clasificado como “rico”, y pertenecerá al grupo de personas con esa etiqueta, lo cual es algo que disfruta. En este caso, el gasto en consumo ostentoso puede analizarse dentro de los modelos de la Economía de la Información. Básicamente, dice lo siguiente: sea que hay gente normal y gente rica (si hablamos de gente rica y gente más rica, nada cambia), pero que no pueden ser distinguidas. En estas circunstancias podemos tener el siguiente equilibrio. Hay un nivel X de consumo ostentoso tal que:

  • Todo el mundo en la sociedad cree que los individuos con un nivel de consumo ostentoso igual o superior a X son ricos, que los individuos con un nivel inferior a X son normales.
  • Los individuos ricos están mejor gastando la cantidad X en consumo ostentoso y disfrutando la etiqueta de “rico” que no gastando esa cantidad y no tener la etiqueta.
  • Los individuos normales están mejor gastando menos de X en bienes ostentosos y no disfrutando de la etiqueta de “rico” que lo contrario.
(Continúa aquí)

Referencias:


2. Mandler, M. 2018. Piracy versus monopoly in the market for conspicuous consumption. The Economic Journal, 128 1257–1275.

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Hace cinco años en el blog: Los efectos de la inmigración en el mercado de trabajo (1).
Y también: Los efectos de la inmigración en el mercado de trabajo (2).
Hace tres años en el blog: La jugada del referéndum griego.
Y también: Once fallos en la negociación de Syriza.
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