viernes, 6 de febrero de 2015

El papel del Gobierno en la financiación del sistema de salud (2)

Esta es la segunda parte de la versión en español de mi artículo de diciembre en Mapping Ignorance. Debe leerse la primera parte para entender esta.



2. Agrupamiento de riesgos

La esencia del negocio de los seguros es la agrupación de los riesgos individuales. En este caso, el riesgo de una pérdida relacionada con la salud. Una primera cuestión que resolver es cómo realizar el agrupamiento. De acuerdo con los modelos estándares de mercados de seguros, si todo el mundo se enfrenta al mismo riesgo, cada uno pagará un precio por una póliza de seguros que refleje el coste esperado de la pérdida. Si distintos individuos se enfrentan a distintos riesgos, entonces aparecen nuevas cuestiones. Por ejemplo, si los individuos conocen su grupo de riesgo, aquellos de bajo riesgo demandarán pólizas que los agrupen con otros individuos de bajo riesgo para pagar un menor precio. Si lo consiguen, los individuos de alto riesgo terminarán pagando un precio alto y, si su renta es baja, pueden tener problemas a la hora de acceder a una buena póliza. Por otra parte, si individuos de alto y bajo riesgo se agrupan, serán los de bajo riesgo quienes encuentren el precio de esta póliza demasiado alto (comparado con su riesgo) y opten por no asegurarse.

Los problemas pueden complicares mucho más. Si el riesgo es conocido por la compañía de seguros, pero no por el individuo, ¿debería permitirse que la compañía obtenga esta información? Hay problemas también cuando las compañías de seguros pueden tener comportamientos oportunistas en la manera en que cubren los gastos de indemnización o en la manera en que puedan deshacerse de los clientes de alto riesgo si es que no les pueden cobrar más. Este tipo de problemas abre las puertas a la intervención pública en el sector. La intervención más simple es la que agrupa a todos los individuos en un servicio público de salud y que hace obligatoria la contratación del seguro, que se financiará mediante impuestos o contribuciones sociales. Sin embargo, esta intervención tiene consecuencias no deseadas, como la falta de competencia. Esto ha hecho que algunos países adopten otros métodos, con un sector con varios grupos de asegurados (algunos públicos, algunos privados) y con algunas posibilidades de elección por parte del consumidor. Evitar la selección de riesgos en estos grupos es un objetivo de política sanitaria en estos casos, y esto implica que todos los grupos (todos los clientes de todas las compañías) incluyan individuos de alto y de bajo riesgo.

Una de las maneras de tratar el problema consiste en dar subsidios a los individuos para que puedan contratar las pólizas que les resulten caras. Van de Ven y Schut (2011) [7] alertan de que estos subsidios para pólizas premium no serán fácilmente óptimos: como no apuntan específicamente a los individuos de alto riesgo, no crean el incentivo suficiente para que los individuos de alto riesgo accedan a su póliza óptima y, a la vez, pueden estar incentivando la compra excesiva de seguros por parte del resto de la población (Zweifel y Manning 2000 [8]). Por contra, los subsidios basados en factores de riesgo observables, como la edad, el sexo o la salud, mantienen la sensibilidad de los consumidores ante el precio y pueden ajustarse con el tiempo para reflejar los cambios en el riesgo (van de Ven 2006 [9]). Una manera más común de ajustar el riesgo es subsidiar directamente a la compañía, pero en este método se encuentran problemas similares.

En suma, el artículo de Stabile y Thomson (2014) [1] encuentra que los países con un sector de seguros de salud competitivo y con múltiples grupos de riesgo se han movido en la dirección de usar mecanismos de igualación de riesgos entre los distintos grupos durante la década pasada. Sin embargo, el problema persiste en algunos lugares como Suiza, donde el problema es especialmente importante.

(Continúa aquí.)

Referencias:

1. Stabile, M. and Thomson, S. 2014. The Changing Role of Government in Financing Health Care: An International Perspective. Journal of Economic Literature 52(2), 480–518.

7. van de Ven, W.P.M.M., and Schut, F.T. 2011. Guaranteed Access to Affordable Coverage in Individual Health Insurance Markets. In The Oxford Handbook of Health Economics, edited by Sherry Glied and Peter C. Smith, 380-404. Oxford and New York: Oxford University Press. 

8. Zweifel, P., and Manning W.G. 2000. Moral Hazard and Consumer Incentives in Health Care. In Handbook of Health Economics, Volume 1A, edited by Anthony J. Culyer and Joseph P. Newhouse, 409–59. Amsterdam and New York: Elsevier. 

9. van de Ven, W.P.M.M. 2006. Response: The Case for Risk-Based Subsidies in Public Health Insurance. Health Economics 1(2), 195–99.

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4 comentarios:

  1. Lo mejor es dar la opción de usar cheque médico, de modo que el paciente pueda escoger el médico que considere más óptimo para sus dolencias, dentro o fuera del sistema público de salud. Si le cuesta más que abone la diferencia, pero al menos sentirá que puede optimizar el gasto y no acudirá tanto a consultas médicas que no le sirven para nada.

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    1. ¿Por qué es la mejor opción? Entiendo que pueda tener buenas propiedades, pero no las tiene todas. Por ejemplo, por sí solo no evita la posibilidad de que las compañías de seguros puedan arreglárselas para rechazar a los de alto riesgo o a los que no puedan o quieran pagar un extra por un servicio mejor. Ambas cosas podrían inducir una segregación. Las cosas no son tan fáciles, por eso conviene tomar nota de todas las experiencias.

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  2. A ver si ahora sale. Decía que mal asunto lo del cheque, que en épocas de crisis es susceptible de utilizar o incluso comercializar para otro fin distinto, especialmente por la gente más pobre. Re cuerda a la “paguilla” de la ley de dependencia, que en muchos casos no se utilizaba para ayudar al dependiente sino para comer.

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    1. El cheque médico no se da en forma de dinero. Es un bono personal que solo puede ser usado para suscribir obligatoriamente un seguro médico.

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