Continúo el tema del nacionalismo de la entrada anterior.
Decir que uno elige hablar una lengua únicamente por su utilidad como medio de comunicación es manifestar una preferencia propia, no enunciar un argumento apodíctico. Otros tienen otras preferencias. Se trata de qué hacer, políticamente, cuando se tienen preferencias diversas.
Eliminar la parte nacionalista me parece bien. Si uno dice "quiero hablar euskera porque es la lengua del paraíso" será objeto de crítica clara por aquellos que queremos eliminar sinsentidos e invenciones del discurso. Si uno dice "quiero hablar euskera porque gusta, me siento cómodo, o algo parecido" no puede ser objeto de crítica.
Parece, entonces, que la parte nacionalista está en la razón que se alega, no en la preferencia que se manifiesta. En algunos casos posiblemente sea así (como en el ejemplo que he puesto), en otros, definitivamente, no lo es (p.e., las ínfulas de superioridad de lo nacional respecto de la nación vecina o la querencia de dividir o unir a la gente en naciones pre-especificadas). Con todo, en los segundos casos, el no tener la razón esencialista del nacionalismo detrás permite que esas preferencias puedan expresarse en un discurso más racional en el que sea más fácil llegar a acuerdos políticos de convivencia.
Todos cuestionamos los abusos, pero lo que para algunos es abuso para otros puede no serlo. Yo, por ejemplo, puedo pensar que dar muchos puntos por saber euskera puede no ser una buena idea cuando se trata de dar una plaza de cirujano en Bilbao (o, lo que es peor, que sea necesario saber castellano para lo mismo en Madrid). Lo del Senado es simbólico. Un día al año se homenajean las lenguas minoritarias en el Senado. Es un pequeño gesto de saludo y de reconocimiento.
Es posible que en algunos ámbitos el término nacionalista se siga empleando también una vez eliminadas todas las apelaciones a esencias, romanticismos o sentimientos de superioridad. Contra eso no tengo nada que decir. La historia de la lengua dirá qué acepciones van teniendo las palabras. Tal vez habrá que prevenir de no caer en nominalismos o platonismos.
(Aquí hay unas entradas relacionadas.)
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Hace tres años en el blog: Al monte se va con botas: Salvad a la soldado Judy Benjamin.
Y también: Las piezas lego de la naturaleza. La historias más extraña jamás contada (3).
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ResponderEliminarGracias por la referencia a mi blog en la entrada anterior. Es muy importante lo que planteas. Es decir, la distinción entre una acción y las justificaciones que se dan de esa acción, algo que muchos son incapaces de ver. En "El nacionalismo ¡vaya timo!" critico la fundamentación nacionalista de la política de inmersión lingüística en catalán en Cataluña, pero no esa política en sí. El problema no es tanto lo que se hace como las razones que se dan para justificar esos actos. Me parece absurdo que se diga que el catalán debe ser vehicular porque es la "lengua propia" (un concepto sin sentido) de Cataluña. Pero puede ser aceptable que se desarrolle esa política porque se considera una buena forma de proteger a una lengua minoritaria. Que las razones que se den de algo sean nacionalistas no invalida los actos (en este caso la inmersión), sólo sus justificaciones. Es un error identificar inmersión y nacionalismo. Son dos cosas diferentes aunque estén muy relacionadas. Se puede defender la inmersión en catalán o en euskera con otros argumentos racionales que no caigan en el irracionalismo nacionalista.
ResponderEliminarGracias a ti, Roberto. Me alegra tenerte por aquí, bienvenido.
ResponderEliminarCreo que tenemos una postura muy parecida sobre esto de los nacionalismos. Es la que veo más sensata, claro, pero también es una que nos hace andar entre dos aguas cuando de prácticas políticas se trata. En lugar de aprobación por ambas partes, seguramente recibiremos críticas por todas con más frecuencia.
Saludos.
Y ¿se sabe de algún lugar en el mundo donde este tipo de nacionalismo que aparentemente pudiera ser justificado por causas objetivas (proteger lengua minoritaria, comodidad...), pero que en realidad es un nacionalismo para la independencia, que haya llevado a un mayor progreso económico y social?. Obviamente, excluyendo al nacionalismo "democrático" que hubo en las colonias, que supongo se está dde acuerdo en que nada tiene que ver.
ResponderEliminarSaludos, jrm.
No es que se trate de justificarlo, sino de que está mejor expresado en esos términos. Incluso si uno es nacionalista chovinista, pero el discurso social le impide expresarse en esos términos y le fuerza a acudir a argumentos más racionales, pues eso que ganamos. Cada día y en cada generación tendrán menos peso los primeros y más los segundos. Sí hay nacionalismos menos contaminados de discurso irracional. Tienes los casos de Eslovaquia y de Quebec frente a los de Serbia y Croacia. Que la independencia de un territorio sea mejor económicamente es otra cuestión. No sé si tenemos datos históricos. Algunos catalanes y vascos están convencidos de que les iría mejor, otros piensan que pueden estar algo peor, pero que están dispuestos a pagar el precio. Otros todavía podrían pensar que la independencia estaría bien por razones sociales, culturales o lingüísticas, pero que no merece la pena porque auguran un alto coste económico.
EliminarBueno esos dos primeros son buenos ejemplos, aunque distintos: Quebec es una nación dentro de un Canadá unido, según el referéndum de 2006, y en un sentido cultural y social, pero no legal. Yo tengo que decir que las dos automías (Cataluña y P. Vasco) tienen probablemente el mayor margen de libertad en todos los campos de las regiones de Europa (lo he leído en algún lado que no recuerdo). Pero quiero sacar el tema del estado federal. Los países más ricos del mundo son estados federales (Alemania, Suiza, Estados Unidos, Canadá...): y se les vé muy unidos (a la hora de defender posiciones y para lograr objetivos comunes). En cambio a veces puede parecer que lo que se produce en momentos como los actuales, en España, es desunión, y aprovechar para pedir más autonomía, hacia la independencia. Puede que la idea de un estado federal esté ya madura para sustituir el estado de las autonomías. Lo que no sé es si sería más viable qeu lo qeu pasa ahroa. Saludos, jrm.
ResponderEliminarUna de las bondades del estado federal frente al autonómico tal como lo conocemos es la definición clara de las competencias. Podría haberse dado esta definición también en el estado autonómico, pero no ha sido así. La Constitución dejaba al albur de las decisiones políticas qué cosa podía ser competencia (con unos límites), de manera que hasta que no se transfieran todas hay todavía mucha negociación. Nada dice la Consti de la financiación, y ahí todavía hay para mucha negociación.
EliminarEsta invitación a poder negociar transferencias y financiación a cada rato es un problema. Mejor habríamos estado con un modelo en el cual las cosas estuvieran claras desde el principio y las posibles negociaciones fueran entonces cosas que ocurrieran muy de vez en cuando.