Allá por el año 1858, una sirvienta cristiana de catorce años en casa de una familia judía moja con agua a uno de los hijos de la familia, Edgardo Mortara, de ochos años. Considerando que esa acción hace del niño un cristiano, el papa Pío IX, en cuyos estados papales se desarrolló la historia, decide que debe ser apartado de su familia, ya que un cristiano no puede ser criado por judíos.
Aquí se puede leer la historia completa y aquí unas disparatadas argumentaciones que todavía hoy hacen algunos católicos.
De esta historia resaltan tres hechos. Los dos primeros son obvios. Quisiera hacer hincapié en el tercero:
1. La crueldad de la religión católica, que veía como natural este tipo de acciones. Eso por no hablar de lo absurdo de las creencias que llevaron a esa situación.
2. El fanatismo, también religioso, de los padres de Edgardo, que podían haber recuperado al hijo simplemente declarándose católicos.
3. La respuesta que uno invariablemente obtiene cuando presenta esta historia ante algún católico, y es que, dado el punto 2., no era para tanto el punto 1.
Recuerdo el robo sistemático de los hijos de los indígenas australianos cometido por la iglesia anglicana oficial en aquel país. Apenas ahora se ha reconocido que aquello fueron crímenes.
ResponderEliminarSon tremendas las maldades que pueden hacer ciertas buenas personas cuando les ciega el fanatismo religioso. Es como el "Dios lo quiere" de las cruzadas o como el "Dios y yo, mayoría absoluta" que repetía cierto cura.
No hay límites cuando el dogma pasa por encima del sentido común.
No conocia esta historia... que alucine :O
ResponderEliminarFXavier:
ResponderEliminarSon las ganas de los fanáticos de salvar a los demás a la fuerza. Ocurre con las religiones y con las ideologías.
Josepzin:
Bienvenido al blog. Nunca te acostarás...
Quien necesita escudarse tras fanatismos poco necesitará pensar y menos aún merecerá la pena,por decir algo. Beso.
ResponderEliminarAlgo, pero bien dicho.
ResponderEliminarNo conocia la historia. Escalofriante.
ResponderEliminarMe parece un error juzgar con el punto de vista actual algo sucedido hace más de un siglo. La pregunta es, ¿haría esto ahora la Iglesia Católica?. Creo, sinceramente, que se deja usted llevar por sus sentimientos anticatólicos en este caso
ResponderEliminarSr. esto sucedio tambien en el S XX, la iglesia se negó a devolver a los niños judios salvados del holocausto. que cosa no ??
EliminarAnónimo:
ResponderEliminarYerras en varias apreciaciones.
Primero: mi comentario no iba de juzgar a la iglesia católica, sino de exponer a la gente que limita su crítica al punto 1 por el punto 3 señalado en la entrada.
Segundo: no hace falta juzgar el punto 1 con la mentalidad de nuestra época, basta con notar que en su propia época eran numerosas las voces que se izaron contra ese acto de crueldad. No hay tal cosa como la mentalidad de una época (si acaso, habrá más o menos gente proclive a más o menos tolerancia. En cada época ha habido tolerantes e intolerantes.
Tercero: veo que tu comentario está justamente en la línea de lo que critico en 3.
Cuarto: no me dejo llevar por sentimientos anticatólicos, como si fueran estos un prejuicio, tengo sentimientos anti cualquier religión como juicio (no prejuicio) que hago de lo nefasta que es para la sociedad la mentira organizada.
Un saludo,
Reitero el conentario que ayer debí enviar mal:
ResponderEliminar1.- Recomiendo a los lectores que no dejen de leer el enlace a la historia completa. No me parece irrelevante el fanatismo de la criada que (si es verdad su versión, lo que algunos discuten) bautizó "in extremis" al pequeño Mortara "para que no fuera al infierno si se moría", ni el del propio Mortara, que acabó haciéndose cura, predicando la conversión a los judíos y testimoniando en favor de la beatificación de Pío IX (aunque, ya adulto, recobró unas relaciones más o menos cordiales con su madre y hermanos). Claro que es fácil explicar la conducta de la criada como fruto de la corta edad, la incultura y el antisemitismo reinante, y el de la víctima como fruto de un proceso de "identificación con el agresor" o "síndrome de Estocolmo"; pero así también cabe explicar sociocultural e históricamente la conducta de los demás implicados, incluida la del Papa. Lo que importa no es juzgar las conductas individuales, sino poner de relieve la inhumanidad de las construcciones ideológicas que dieron lugar a ellas.
2.- Creo que José Luis, para poder subrayar el punto 3 de su entrada, admite con demasiada facilidad el punto 2. No hace falta ser creyente en ningún dios para admitir que la fe religiosa es un rasgo más profundo que la simpatía por un equipo de fútbol y que no hay ningún fanatismo religioso en negarse a abjurar de la propia fe bajo chantaje. Que yo sepa, también los laicos admitimos la libertad religiosa como derecho fundamental de la persona (aunque yo siempre echo de menos que no se reconozca expresamente la libertad de no profesar ninguna religión).
Solitarius:
ResponderEliminar"no hay ningún fanatismo religioso en negarse a abjurar de la propia fe bajo chantaje"
El chantaje es otra cosa. Aquí se trataba de que los padres podían recuperar a su hijo, y de que las consecuencias eran tanto para el hijo como para los padres. ¿Tú habrías pagado el coste de perder a un hijo por no cambiar de equipo de fútbol?
No, claro. Y seguramente también habría accedido a cometer un delito no violento para recuperarlo. Pero eso no cambia la cuestión: privar arbitrariamente a los padres de la custodia de su hijo e imponerles una conducta no exigible para recuperarlo no deja de ser un chantaje, por más que a terceros la concreta condición impuesta pueda parecerles barata. Insisto en la libertad religiosa y de creencias como derecho fundamental, que, de momento, no se extiende a las fidelidades deportivas. La religión no me parece a mí mejor que a ti, pero eso no tiene que ver con el asunto: podríamos cambiar fe judía por ideología comunista o liberal o por evolucionismo, y el planteamiento sería el mismo. Servet no era menos fanático ideológicamente que Calvino, pero no le es reprochable morir por las elucubraciones que él consideraba importantes; sólo a Calvino le es reprochable matar por ellas.
ResponderEliminarSolitarius:
ResponderEliminarDe ninguna manera estoy equiparando los puntos 1 y 2. De hecho, me parece que en todo momento ha quedado claro que considero mucho peor el punto 1, y que el punto 2 no es una atenuante. Claro que uno tiene derecho a morir por lo que quiera, pero no a matar. Esto no impide que otros consideremos fanatismo algunas de estas opciones. Con todo, en este caso no solo los padres iban a padecer las consecuencias de sus decisiones, sino que arrastran al hijo, lo que ya me empieza a parecer mal.
En cuanto a que chantaje es otra cosa, no lo he dicho para minimizar nada, sino a llamar a las cosas por su nombre. En un chantaje se amenaza con revelar cosas comprometedoras, algo que no ocurre en este caso:
http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2010/07/el-chantaje-que-no-era.html
OK. Es evidente que estamos de acuerdo en lo fundamental. Y cambia chantaje por extorsión, si quieres mantener el significado estricto del primer término (cosa que no hacen ni los diccionarios de uso ni, indirectamente, el propio DRAE, que remite "chantaje" a "extorsión" y da como segunda acepción de ésta la de presión bajo amenazas en general)
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