martes, 7 de marzo de 2017

La justicia por su mano

Un asesino te mata a un ser querido, ¿no querrías para él la pena capital? Así preguntan algunos que defienden la pena de muerte y, en general, quienes quieren penas duras contra los delincuentes. A veces, en debates con candidatos a favor y en contra de la pena de muerte, o en entrevistas a políticos que están en contra de ella, sale también esta pregunta a colación. Esto lo he visto muchas veces en EE.UU. y es una escena que sale irremediablemente en toda película que trate el tema. Siempre me ha parecido que las respuestas son totalmente inadecuadas. Un balbuceo, una salida por la tangente, una apelación a la no venganza y cosas así. Y eso que la respuesta adecuada es bien simple. Aquí va.

Todo el Estado de Derecho se basa en ofrecer unas garantías de justicia, tanto a la hora de dotar a la ciudadanía de un nivel de seguridad, como de evitar castigos al margen de la ley. Una de las primeras cosas que se intentan eliminar en un estado mínimamente civilizado son los linchamientos, las vendettas, el tomarse la justicia por la mano y el legislar en caliente. Todo el Estado de Derecho funciona para que mi decisión sobre qué hacer con un criminal que ha delinquido contra mí o mi familia sea bastante irrelevante. En caliente puedo contestar que mataría al asesino del comienzo de este texto. Eso no dice nada acerca de lo que considero que debe ser un código penal cuando no me veo en esa tesitura. Y es en frío cuando decidimos qué hacer con los criminales atendiendo a todos los criterios que queramos: disuasión, proporcionalidad, restitución, reinserción, etc.

Si yo fuera uno de esos políticos y me hicieran la pregunta, diría cualquier barbaridad, que sí que lo querría ver muerto y alguna cosa más que me saliera en ese momento. A continuación defendería que mis conciudadanos harían bien en no hacerme caso en lo que pensara en ese momento.

Cada vez que he contado esto, he tenido reacciones positivas. Rara vez alguien insiste en deducir de mi estado de ánimo como agraviado, cuál debe ser mi postura a la hora de redactar las leyes o a la hora de aplicarla también a quien ha cedido a la sed de venganza.

Y ahora, mis lectores, que espero concordéis conmigo en eso de no tomarse la justicia por la mano y que sepáis responder a la pregunta que ha circulado las últimas semanas por todo el mundo: "¿Está bien darle un puñetazo a un nazi?".

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Hace cinco años en el blog: Pregunta #5. Los criterios mínimos.
Hace tres años en el blog: Causas de la desigualdad salarial: ¿el comercio o las nuevas tecnologías? (2).
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8 comentarios:

  1. Saludos José Luis.
    Primero te pido perdón porque este comentario no tiene relación con la entrada pero es una duda que tengo y no sé por donde preguntar.

    La duda esta relacionada con el decrecimiento, concretamente sobre la critica que hacen al crecimiento infinito, según ellos no podemos crecer sin crecer también en el uso de recursos y por lo tanto tenemos un límite, algo de lo que hablas en tu libro(muy bueno, por cierto)
    De la propia definición de PIB se deduce que esto es falso, sí podemos crecer sin que ello implique un mayor gasto de energía, pero esto no parece convencer a los decrecionistas.

    En tu libro hablas un poco sobre el avance tecnológico y, de hecho, es fácil encontrar casos concretos en que los avances científicos implican un mayor crecimiento sin consumir más los recursos escasos de los que disponemos, pero un decrecionista siempre recurrirá a la paradoja de Jevons. ¿Qué opinión te merece esta paradoja?

    Relacionado con la paradoja de Jevons también suele decirse que siempre se ha observado que el crecimiento económico ha implicado un aumento de la demanda de energía.
    Bueno, en un crecimiento global a mí me parece lo lógico, ya que la población sigue creciendo y la mayoría de ella vive en países en vías de desarrollo, me parece normal que la demanda de energía siga aumentando.
    La duda es, si existe algún caso concreto entre los países en desarrollo donde el consumo de energía ya no esté aumentando?

    Me parece un tema interesante y preocupante, ya que poco a poco va ganando adeptos, incluso entre aquellos que se consideran escépticos cuando se trata de las ciencias naturales.

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    1. De países en desarrollo, no creo. Entre los desarrollados, en muchos el consumo de energía primaria lleva años en ligero descenso. No sé el futuro, pero desde luego no pasa nada por que la transición entre la pobreza y la prosperidad sostenible tenga un periodo de décadas donde nos gastamos gran parte de la energía no renovable (hablo en términos de posibilidades de crecer, porque obviamente si una parte importante de esa energía son combustibles fósiles, aumentamos contaminación y efecto invernadero).

      Lo que no entenderé es por qué insisten en ligar crecimiento con agotamiento de recursos y el no crecimiento con su conservación. La suma de 1+1+1+1+... es tan infinita (e imposible) como la de 1+2+3+4+...

      Perdurar de manera sin crecer es tan imposible como perdurar creciendo. Lo único que haces es ganar tiempo. Y es sobre ese tiempo que se gana sobre lo que habría que hacer cálculos. ¿Hasta conseguir que todo sean energías renovables? ¿Hasta que explote el sol? ¿Hasta que salgamos del sistema solar?

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    2. El derecho penal no responde a la clásica pregunta ¿qué hacemos con el asesino de mi hijo? sino que responde a ¿qué hacemos si mi hijo es el asesino? Dicho de otra forma, está escrito desde el punto de vista del victimario y no desde el punto de vista de la víctima. Es fácil ponerse en el lugar de la víctima y muy difícil en el del victimario. El derecho penal suple esa incapacidad. Dejando de lado la libertad de expresión y, desde el punto de vista de estrictamente penal, la mejor manera de contestar a la cuestión planteada es con otra pregunta ¿está bien pegar a mi hijo el nazi? ¿Quiero que le peguen? Así funciona como límite del poder, que en democracia y en un estado de derecho, es como deben funcionar las leyes.

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    3. No sé si ganamos algo por decir que el derecho se escribe desde el punto de vista del reo. Es un balance de muchas cosas y destacar una como la determinante me parece exagerado. La pena tiene que cumplir unos cuantos objetivos: disuasión, compensación, restitución, proporcionalidad, reinserción,...

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    4. Constataba un hecho. Hasta hace pocos años la víctima no existía para el derecho penal en Europa Occidental que establecía la relación entre el Estado y el victimario. Eso está cambiando ahora (para mal en mi opinión) intentando que la víctima ocupe un lugar central en el procedimiento empezando por las víctimas del terrorismo y de violencia de género. Por ejemplo, humillación a las víctimas y convenio de Estambul. Sobre la función de la pena, en España son dos, la reinserción y reeducación del individuo (que no delinca más) y la disuasión a los ciudadanos en general para que no delincan. Esas son las dos ideas que configuran las características de la pena en España en su cuantía, en si es o no de privación de libertad y en su ejecución.
      Quería poner de manifiesto que preguntar ¿cómo castigaría al asesino de mi hijo? es completamente ajeno al derecho penal.

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  2. El debate sobre la pena de muerte se sitúa, en los países medianamente civilizados, en un terreno muy bien trabajado: el Estado asume el monopolio de la violencia. Castigar a los criminales es tarea de instituciones estatales específicas. Los crímenes están bien definidos y sus penas están bien codificadas.

    El (éticamente bien merecido) puñetazo a un nazi se sitúa en otro terreno: en el de las relaciones políticas entre ciudadanos y las acciones que estos realizan con el fin de hacer valer sus puntos de vista.

    Lo que tiene de especial la relación con los nazis es que éstos intentan imponer sus posiciones dejando de lado la racionalidad, usando un lenguaje de autoridad supuestamente incontestable, el que está compuesto de consignas simplistas, ofensas gratuitas a sus adversarios, deformaciones groseras de la realidad. Se agrega a eso el uso, en sus manifestaciones públicas, de un lenguaje no verbal sumamente explícito: el que no esté acuerdo con nosotros merece un castigo físico.

    Darle un puñetazo a un nazi no es tomarse la justicia de propia mano. Y si bien son muy justificables las ganas de darle un puñetazo a un nazi, la acción es un error. Eso significa caer en el juego de los nazis, significa darles la razón en el sentido de que esa sería la manera como nos relacionaremos los ciudadanos en el terreno político. Es más sensato esperar que, impacientes, comentan actos delictuales (destrucción de propiedades, agresiones a ciudadanos, etc) y a partir de ese momento los nazis serán un problema de las instituciones encargadas de la represión a autores de actos criminales,

    Nuestra tarea de demócratas es preservar la civilidad de las relaciones entre ciudadanos de opiniones diferentes u opuestas. Y respaldar las instituciones que tienen a su cargo la represión de los criminales. Aunque sea una institución de la que García Lorca escribió: "Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. "

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    1. Camilo:

      Supongo que te das cuenta que para nada de lo sustancial de mi entrada importa si se da el puñetazo por querer hacer justicia o por otro motivo. El estado de derecho, como tú mismo dices, está para evitarlo en cualquier caso.

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  3. Darle el trompazo esta mal: votar contra su partido esta bien. (No se esta violando la ley sino ejerciendo el derecho legítimo al voto que para eso sirve, precisamente)

    Personalmente haía un añadido: El problema es que si su partido gana las elecciones...no se puede hacer ni lo uno ni lo otro.

    Por supuesto, es inherente al estado de derecho que si un gobierno democráticamente elegido intenta legalizar la ilegalidad automáticamente pierde toda legitimidad y entonces lo que esta bien no es darle un puñetazo sino directamente un balazo, y eso en el más puro nombre del derecho, porque la única manera de restaurar el estado de derecho contra un gobierno/partido/líder/lo-que-sea que legaliza la ilegalidad es derrocando a ese gobierno/partido/líder/lo-que-sea. Ante ESE caso concreto y especifíco (la legalización de la ilegalidad por el ganador de las elecciones de turno) sí que sería perfectamente legítimo no digamos ya darle el trompazo sino dispararle.

    Hasta aquí el tema del derecho.

    Sin embargo haría una última reflexión (ajena al derecho en este caso, y ya sin relación con el tema) el caso de los nazis es curioso; llegaron al poder en gran parte presentandose a sí mismos como defensores contra el comunismo, y no debemos olvidar que los comunistas... intentan imponer sus posiciones dejando de lado la racionalidad, usando un lenguaje de autoridad supuestamente incontestable, el que está compuesto de consignas simplistas, ofensas gratuitas a sus adversarios, deformaciones groseras de la realidad. Se agrega a eso el uso, en sus manifestaciones públicas, de un lenguaje no verbal sumamente explícito: el que no esté acuerdo con nosotros merece un castigo físico

    Así que eso planteaba un problemita un poco más complejo: ¿Estaba bien votar a un comunista para evitar la victoria de un nazi? ¿O viceversa?

    Cuando se entiende ese dilema, se comprende mejor el problema de 1933 en toda su magnitud.

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