lunes, 24 de septiembre de 2018

¿Está causando desigualdad la globalización? (2)

Esta es la segunda parte de la versión en español de mi artículo de junio en Mapping Ignorance. Debe leerse la primera parte para entender esta.


Basado en los estudios más recientes, Ravallion sugiere que la respuesta a las cuestiones de la entrada anterior es negativa, puesto que muchas otras cosas han cambiado en las últimas décadas, además de la globalización:

  • El hundimiento hasta un crecimiento casi nulo alrededor del percentil 80 en la gráfica desaparece si se deja fuera a Japón y a los países de la antigua Unión Soviética (Corlett, 2016) [4].) El largo periodo de estagnación en Japón y el colapso de la URSS no pueden atribuirse a la globalización. 
  • Las grandes innovaciones tecnológicas han incrementado las ganancias de los trabajadores cualificados y de los propietarios de capital. 
  • Ha habido cambios significativos en las regulaciones económicas, sistemas de impuestos y en los beneficios sociales. 

La apertura comercial es a menudo un predictor significativo de las tasas de crecimiento, pero no siempre, pues dependen de qué otros factores se incluyen en el análisis (p.e., véase el meta-análisis de las regresiones de crecimiento en Sala-i-Martin et al., 2004 [5]). La mejor ilustración de todo esto es China, cuyos resultados económicos están detrás de los cambios mundiales en la desigualdad. En este país, el comercio ha desempeñado un papel importante para sostener sus tasas de crecimiento, pero estas hubieran sido mucho menores si no fuera por las reformas económicas de transición a una economía de mercado y de promoción del mercado interno. 

Los efectos de la globalización en el crecimiento de las desigualdades entre países son también cuestionables. La desigualdad ha crecido en una mayoría de países en el mundo rico, pero no en todos ellos. Bourguignon (2016) [2] apunta al ejemplo de Francia, que ha evitado la marcada tendencia a la desigualdad que ha habido en el resto de países desde 1980. Francia no está sola entre los países de la OCDE; dependiendo del periodo de tiempo considerado (algo que puede llegar a importar mucho), también se encuentran caídas en la desigualdad en (por ejemplo) Bélgica, Grecia, Hungría y España (véase OCDE, 2011 [6]). Los países en desarrollo muestran también mucha heterogeneidad, y en ellos se observa crecimientos en la desigualdad tan a menudo como disminuciones (Ravallion, 2014 [7]). En particular, la desigualdad parece disminuir en algunos países cuando se abren al comercio, pero parece aumentar en otros. 

La hipótesis de la “U invertida” de Kuznets (1955) [8] ha tenido mucha influencia en el pensamiento sobre políticas de desarrollo. Kuzntes argumenta que la desigualdad crece en los países pobres a medida que sus economías también crecen, debido a la urbanización; pero que a partir de un cierto punto esta desigualdad disminuirá. Sin embargo, esta hipótesis ha encontrado poco soporte empírico. A lo largo del tiempo, son pocos los países que han seguido el patrón marcado por la hipótesis de Kuznets, como se muestra en Bruno, Ravallion y Squire (1998) [9] y en Fields (2001) [10]. Otra hipótesis, introducida por Milanovic, es la idea de lo que este autor llama “ondas Kuznets”, que comienza por asumir que las economías capitalistas tienden a aumentar la desigualdad y que, cuando esta es muy alta, hay una presión sobre los gobiernos para reducirla, pero no cuando la desigualdad ya es baja. Sin embargo, no hay una manera clara para probar esta hipótesis. Para empezar, la Gran Nivelación tras la Segunda Guerra Mundial ocurrió solo una vez y pudiera ser un periodo único en la Historia. Además, la hipótesis carece de poder de explicación en forma de un mecanismo que aumente y reduzca la desigualdad y que actúe de manera sincronizada en muchos países. 

Si el capitalismo aumenta la desigualdad depende de las condiciones iniciales (incluida la distribución inicial de las dotaciones y de cómo de competitivos sean los mercados) y también de las políticas. Hay países con controles anteriores a las reformas que mantenían la desigualdad artificialmente alta, como ocurría en numerosos países de Latinoamérica. En otros países ocurría lo contrario, como en los casos de China y de la Unión Soviética. Las políticas reformistas para la liberalización económica pueden, entonces, resultar en una redistribución importante entre ricos y pobres, pero en direcciones opuestas en cada grupo de estos países. Las evidencias de que las liberalizaciones comerciales han disminuido las desigualdades pueden encontrarse en Ferreira et al. (2007) [11]. Otras variables como el acceso a productos financieros o, tal vez más importante, el cambio tecnológico en sociedades distintas pueden muy bien ser fuerzas que expliquen los distintos patrones en la evolución de la desigualdad. Las políticas han sido importantes tanto para el crecimiento de los países pobres como para reducir la desigualdad entre países (p.e., los impuestos progresivos, las transferencias de renta y los salarios mínimos). Estas políticas pueden coexistir con una considerable integración global. A la globalización se le puede estar atribuyendo demasiados beneficios y, a la vez, acusándola de demasiadas cosas.

Referencias:

1. Ravallion, M. 2018. Inequality and Globalization: A Review Essay. Journal of Economic Literature, 56(2) 620–642.

2. Bourguignon, F. 2016. The Globalization of Inequality. Princeton and Oxford: Princeton University Press. 

3. Milanovic, B. 2016. Global Inequality: A New Approach for the Age of Globalization. Cambridge: Harvard University Press. 

4. Corlett, A. 2016. Examining an Elephant: Globalisation and the Lower Middle Class of the Rich World. Resolution Foundation Report. 

5. Sala-i-Martin, X; Doppelhofer, G., and Miller R.I. 2004. Determinants of Long-Term Growth: A Bayesian Averaging of Classical Estimates (BACE) Approach. American Economic Review, 94(4) 813–35. 

6. Organisation for Economic Co-operation and Development. 2011. Divided We Stand: Why Inequality Keeps Rising. Paris: Organisation for Economic Co-operation and Development. 

7. Ravallion, M. 2014. Income Inequality in the Developing World. Science 344(6186) 851–55. 

8. Kuznets, S. 1955. Economic Growth and Income Inequality. American Economic Review, 45(1) 1–28. 

9. Bruno, M.; Ravallion, M., and Squire, L. 1998. Equity and Growth in Developing Countries: Old and New Perspectives on the Policy Issues. In Income Distribution and High-Quality Growth, edited by Vito Tanzi and Ke-young Chu, 117–46. Cambridge and London: MIT Press. 

10. Fields, G.S. 2001. Distribution and Development: A New Look at the Developing World. Cambridge: MIT Press; New York: Russell Sage Foundation. 

11. Ferreira, F.H.G.; Leite, P.G., and Wai-Poi. M. 2007. Trade Liberalization, Employment Flows and Wage Inequality in Brazil. World Bank Policy Research Working Paper 4108.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hace cinco años en el blog: Qué bueno es tener fórmulas para las pensiones.
Y también: Símbolos y victimismos.
Hace tres años en el blog: Las pensiones en una Catalunya independiente.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

4 comentarios:

  1. Hola, hablando de desigualdad, podrías mencionar las bondades del coeficiente de gini. Lo único que se me ocurre es que, si nos basamos en indicadores como el PBI, el análisis del país así descrito, quedaría incompleto (por ejemplo desde una perspectiva rawlsiana).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El coeficiente de Gini tiene en cuenta toda la muestra y es fácil de interpretar.

      Eliminar
  2. Entonces, el avance del populismo en los países desarrollados se debe a que los electores han sido convencidos de que han empeorado sus condiciones y no lo han hecho en realidad ¿no?

    ResponderEliminar
  3. Eso requiere otros estudios. Con los datos de la entrada no creo que se pueda decir eso.

    ResponderEliminar