sábado, 22 de octubre de 2016

Algunas reflexiones sobre la divulgación científica


Uno de los problemas que se enfrenta la ciencia a la hora de divulgar es la adaptación de sus complejidades, con su lenguaje especializado y modelos formales, al lenguaje verbal. Y no solo porque eso sea difícil, sino porque una vez expresada una teoría científica en estos términos narrativos, entrará a competir, a los oídos de los que somos legos en la materia, con otras narraciones. Por ejemplo, la ciencia que hay tras las vacunas es extremadamente compleja: hay que detectar la causa de una enfermedad, encontrar que se trata de un microorganismo (virus o bacteria), conocer el mecanismo de invasión y propagación del microorganismo, investigar si existen anticuerpos contra él, si pueden ser generados por el propio cuerpo, buscar cómo inducir la creación de estos anticuerpos antes de que sea demasiado tarde, encontrar versiones inofensivas del microorganismo o de alguna de sus partes que provoquen la reacción adecuada en el cuerpo humano, encontrar alternativamente barreras químicas que impidan la invasión del microorganismo en las células, encontrar las dosis adecuadas de la vacuna, dar con una manera de administrarla que consiga la reacción adecuada del cuerpo, estudiar los posibles efectos secundarios, tener estudios de epidemiología para conocer su efectividad y mil cosas más.

Todo esto es imposible de resumir cuando se hace divulgación sobre el tema. En lugar de una enumeración detallada de todos los progresos científicos que han culminado con el desarrollo de una vacuna, el divulgador tendrá que hacer un resumen lleno de intuiciones que puedan entenderse. Se dirá algo así como que la vacuna contiene una dosis pequeña o “adormecida” del agente que causa la enfermedad para conseguir una reacción del cuerpo, que producirá los anticuerpos necesarios para luchar contra el agente infeccioso y que, de esta manera, estará preparado para cuando el agente entre en dosis más altas y peligrosas.

Al lado de esta narración divulgadora un homeópata puede poner también la suya y dirá, por ejemplo, que los productos homeópatas también logran una reacción del cuerpo para que se enfrente a la enfermedad. Los que no sabemos medicina (y algunos que deberían saber, pero parece que no la han asimilado del todo) apenas tendremos manera de entender por qué ambas narraciones responden a realidades muy diferentes. La del divulgador de las vacunas tiene ciencia detrás, la de la homeopatía, no. Esa ciencia que legitima una narración y no la otra es la clave, pero es justo lo que es difícil de explicar. Incluso si el divulgador habla de la ciencia tras las vacunas, lo hará también en términos divulgadores y sin demasiados detalles. Pero ahí el homeópata también podrá construir una narración sobre la ciencia tras la homeopatía. Los legos en la materia, de nuevo, no sabremos distinguir fácilmente quién está hablando de ciencia de verdad y quién está vendiendo una moto.

Podemos seguir así. El divulgador de las vacunas puede intentar describir el método científico que legitima el conocimiento de las vacunas como científico y divulgar cómo la homeopatía no usa el método científico (o lo usa mal, que es como no usarlo). Pero incluso en la discusión metodológica, el homeópata podrá decir que sí sigue el método científico o que el método no se aplica, según convenga. El lego en la materia seguirá perdido.

¿Está todo perdido? No tanto. He planteado tres niveles en la divulgación:
  1. Una narración que explique en lenguaje inteligible por no expertos unos hechos o teorías científicas.
  2. Una explicación de cómo esa narración tiene, punto por punto, mucha investigación científica detrás.
  3. Una explicación del porqué de la metodología científica.
Cuando uno es experto en una materia y escucha opiniones alternativas sabe que esa alternativa no es digna de tomarse en serio y que la batalla científica está ganada cuando la discusión deviene en una discusión metodológica, con la supuesta alternativa cuestionando el método científico y defendiendo otra cosa (el holismo, la praxeología, el ojo clínico, la metafísica, la no aceptación de la ciencia patriarcal-occidental-racional,…). El no experto en vacunas podrá no distinguir la validez de las vacunas frente a la de la homeopatía en el nivel 1; pero si acepta el método científico, podrá convencerse por el nivel de detalle que se da en nivel 2 en un caso y no en otro. Si no está ducho en el método científico, podrá convencerse en el nivel 3. Si ni siquiera ahí se convence, no habrá mucho más que hacer que no pueda hacer el homeópata.


Dadas estas restricciones, creo que la divulgación científica debe hacer las siguientes cosas:
  1. Servir de vínculo entre lo que se puede expresar en lenguaje no especializado y el trabajo científico. Es decir, debe explicar la ciencia en lenguaje inteligible y debe también ofrecer una guía a quien quiera seguirla de cómo llegar a las pruebas de lo que se afirma (no necesariamente debe hacerlo a la vez en cada acto de divulgación).
  2. Conseguir que todas las personas vinculadas a alguna ciencia y, por tanto, con cierta predisposición a aceptar sus métodos, entiendan cuáles son los conocimientos científicos de las demás ciencias y sepan distinguir en ellas las proposiciones establecidas con método científico y las que no. Y de estas, las que son especulaciones que no contradicen las proposiciones establecidas y que pueden ser hipótesis razonables y las que sí contradicen las proposiciones establecidas sin aportar pruebas a su favor.
  3. Defender y explicar el método científico como manera de llegar a establecer conocimientos.
  4. Ser una primera referencia para quien quiera indagar más sobre un tema (educadores, periodistas, estudiantes, curiosos y público en general).
El punto 2 toca con el problema de la endogamia que muchas veces se achaca a la alguna actividad divulgadora o de crítica a la pseudo-ciencia. No me parece tal, por lo menos, no en la medida que se aúnan a científicos de todas las áreas en un proyecto común de divulgación en lugar de tenerlos divididos con cada área despreciando o minimizando lo que hace la otra por no entender bien cuál es su actividad.

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Hace cinco años en el blog: El fin de la violencia de ETA.
Hace tres años en el blog: Por qué las escuelas en EEUU inflan las notas (1).
Y también: Por qué las escuelas en EEUU inflan las notas (2).
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5 comentarios:

  1. En el fondo siempre está explicar qué es la ciencia. Hay quien lo hace en términos de que la ciencia está respaldada por evidencias no cayendo en la cuenta, que en el lenguaje natural evidencia significa que algo no necesita demostración. Personalmente lo que mejor resultado me da, es decir, que en la ciencia quien demuestra las cosas no es quien hace el estudio sino quienes lo comprueban de forma que aunque un científico quiera engañar no pueda por mucha autoridad o poder que tenga. Las cosas evidentemente no son tan sencillas pero generalmente se consigue dar una idea de cual es la fuente de fiabilidad: que cualquiera puede comprobar el resultado. Y ahora, con la amenaza de la corrupción por todas partes parece que genera confianza.

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    1. Pues yo soy de los que usan la palabra "evidencia" mal según el RAE, influido por su acepción en inglés. No siempre intento no hacerlo.

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  2. Fuera del tema: me encanta tu blog, ojalá un día tus textos estuvieran en youtube o ivoox. Quienes tenemos problemas de visión, aplaudiríamos con las orejas

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    1. Se agradece el comentario. Tus sugerencias son interesantes, pero me llevarían un tiempo que no tengo. ¿No hay programas que leen páginas web? Creo que sí.

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