viernes, 13 de julio de 2012

Un gobierno sin mano izquierda


La mayoría de las críticas que se leen contra el gobierno y su manejo de la crisis se pueden agrupar en tres categorías:

1. Está incumpliendo su programa electoral.

2. Está tomando las medidas de política económica equivocadas.

3. Está siendo errático, usando malos modos, mala comunicación y engañando con las palabras.

He de reconocer que, de las tres, la primera es la que menos me preocupa. Seguramente no debería ser así y, en una democracia, el programa electoral debería ser un compromiso serio. No es así, lamentablemente. Y, en el caso del programa del PP, era materialmente imposible que fuera así. Nunca creí (y no puedo pensar que alguien no lo creyera) que quien ganara las elecciones pudiera evitar hacer recortes (tal vez no los de este gobierno), subir todos los impuestos (tal vez de otra manera) y negociar ayudas europeas (acaso otras que las que finalmente estamos teniendo). Tampoco era previsible que ni el PP ni el PSOE dejaran caer ningún banco (y esto sí podía haberse hecho).

Sobre la segunda ya estoy comentando en algunas entradas, como cuando he hablado de la reforma laboral, de una posible reforma de la educación o de la ayuda a la banca.

Pero, con todo, creo que más grave aún es que no tiene la más mínima mano izquierda para llevar a cabo sus políticas, acertadas o erradas. Hasta ahora no hemos visto ejemplaridad ni intento de ser equitativos en los sacrificios. No creo que subiendo los impuestos a los más ricos nos resuelva el problema del déficit como algunos parecen creer, pero el gobierno no puede dejar de hacerlo. El impuesto sobre el patrimonio, un poco más en el IRPF,... aportarán algo de dinero, pero, sobre todo, aportarán un sentido de justicia que ahora no se está teniendo en cuenta. Tampoco soy muy optimista en que la lucha contra el fraude sea una parte grande de la solución, pero no estamos viendo tampoco siquiera un gesto en este sentido, solo una mala amnistía fiscal y un tímido aumento de la inspección. No hay un gran plan para encontrar y castigar a los evasores. Tampoco se entiende que se deje fuera del esfuerzo nacional al mayor propietario del país, la iglesia católica. Finalmente, el que el gobierno y el parlamento se bajen el sueldo en lo que corresponde a una paga extra me parece muy poca ejemplaridad.

Si hay una crisis, como si hay una epidemia, la sufriremos todos no importa quién la haya causado. En esto tampoco podemos ser ingenuos, pero por lo menos uno quisiera que ocurrieran tres cosas. Primero, que se minimice el daño (con las políticas acertadas). Segundo, que se investiguen posibles hechos delictivos (si un banco declara beneficios y meses después se encuentra que en realidad había grandísimas pérdidas seguro que hay alguna falsedad en documento contable, por lo menos eso). Tercero, que no haya nadie privilegiado.

6 comentarios:

  1. Quizás para ti el primero sea el menos relevante de los tres puntos, pero para mí es el más importante.

    Si partimos de la base de que los partidos políticos nos mienten sistemáticamente en las campañas electorales, no tenemos posibilidad de elección en base a sus programas, que es lo que debería importarnos. Poco nos queda ya.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. No lo tomes tan al pie de la letra. De todas maneras, creo que sabemos más de los partidos y sus líderes por sus acciones que por sus palabras.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sé que tienes razón y deberíamos hacer más caso de las acciones que de las palabras, y no sólo en política. A fin de cuentas hablar es gratis.

      El problema viene cuando preferimos creernos las palabras porque las acciones nos hacen daño. Sé que no es una forma de actuar muy racional, pero ya sabemos que "el corazón tiene razones que la razón no entiende".

      Saludos.

      Eliminar
    2. Son bastantes cosas de las campañas electorales que están en un equilibrio que las hace poco interesantes. Una es la poca correspondencia entre el programa electoral y las acciones de gobierno, pero hay más, como una creencia que parece haber de que se deben tolerar todo tipo de insultos, falta de respeto y difamaciones porque, total, todo el mundo sabe que son cosas de la campaña.

      Eliminar
  3. Pues sí, por sus palabras, a veces uno siente que intentan engañarnos. Pero a mí me preocupa que el gobierno no haya tomado medidas ejemplares. Ayer vi 2 o 3 minutos Intereconomía. Si lo que oí fuera cierto, es vergonzoso. Si son afirmaciones sin datos que lo soporten, estarían engañando. He intentado precisamente buscar datos fiables, con escaso éxito. Más o menos decían: los políticos en los países nórdicos van en metro (aquí no); hay más del doble de políticos que en Alemania, que tiene el doble de población; tenemos el mayor % de coches oficiales; un sistema político único en el mundo (ni federal ni centralizado) lo que lleva al desastre...¿Engañan o es cierto? Cosas éstas que uno oye frecuentemente. Saludos, jrm.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es muy fácil dejar en muy mal lugar cualquier aspecto de un país. Siempre puedes encontrar uno que hace una cosa mejor, otro que hace otra y así con todo. Habría que comparar números más globales y compararlos todos los de un país con todos los de otro. Por ejemplo, si la razón de que Alemania tenga menos políticos es que tiene la mitad de ayuntamientos el dato puede no ser muy relevante si la mayoría de esos políticos de más que tiene España son concejales que no cobran.

      Pero una cosa es cierta, que todavía está muy instaurada en España una creencia de ser dueño de la cosa pública en cuanto uno tiene algún cargo. Desde directores de departamento o rectores que se creen dueños de su chiringuito hasta alcaldes que creen lo mismo de su ayuntamiento.

      Eliminar