Una constante en el terreno de la pseudociencia es encontrarse a autores que creen haber encontrado un error garrafal en la ciencia oficial que se mantiene por ignorancia, porque nadie ha querido cuestionar un dogma o por encubrimiento conspirativo por razones inconfesables.
En el primer ESkepticamp de Madrid, Vicente Álvarez vino a hablar de su libro, la primicia mundial que resolvía las paradojas de las matemáticas financieras y que venía a luchar contra los dogmas (su expresión) admitidos hasta la fecha. Hablaré sólo del cálculo de la tasa interna de retorno de una inversión. Las matemáticas son un poco tediosas, así que solo pondré unos ejemplos sencillos.
Si uno invierte 1.000 euros hoy y el año que viene esa inversión le producen 1.100 euros, la tasa de retorno será del 10%. Otra forma de verlo es que si los 1.100 euros se actualizan al 10% (se dividen entre 1+10/100 o, lo que es igual, entre 1,1), el resultado son los 1.000 euros de la inversión inicial. El problema surge cuando la inversión nos da algo más complicado, como por ejemplo 500 euros el año próximo y 700 el siguiente. La TIR se calculará como el número que actualiza los 500 euros a un año y los 700 a dos años para que se igualen a los 1.000 de la inversión.
Todo esto se puede complicar más, como que haya flujos positivos y negativos durante largos periodos de tiempo. Son básicamente dos los problemas, uno es que una TIR alta es buena para los flujos positivos, pero es mala para los negativos. Otro es que la manera de encontrar la TIR requiere resolver una ecuación polinómica, que en general da varias soluciones, así que hay que tener un poco de cuidado para saber cuál es la solución buena y cómo se usa. Todo esto se explica en los libros de matemáticas financieras.
Vicente Álvarez, sin embargo, nos dice que todo esto es paradójico y nos ofrece su fórmula correcta para deshacer la paradoja. Su método es sumar todos los flujos positivos por una parte y los negativos por otra. Se dividen los primeros entre los segundos (sin el signo negativo) y eso nos da la tasa. Si los negativos (las inversiones, digamos) son 1.000 este año y los positivos son 100 el próximo año, cero los siguientes cuatro años y 1.200 el sexto año, la tasa será 1.300/1.000 = 1,3 (es decir, un 30% de beneficio sobre la inversión).
El lector avisado se habrá dado cuenta de dos cosas. Primero, que este método no distingue si los flujos de renta han ocurrido en seis o en veinte años. Esto es grave, pero se podría corregir fácilmente (por ejemplo, dividiendo ese 30% entre el número de años). Lo más grave es que una tasa así calculada no distingue entre el caso expuesto y el que intercambiara los pagos 100 y 1.200. Es decir, en vez de recibir 100 dentro de un año y 1.200 dentro de seis se recibirían 1.200 dentro de un año y 100 dentro de seis. Claramente esto último es mejor, pero tal cosa le es ajena a la propuesta de Vicente Álvarez.
Las matemáticas de Vicente Álvarez no están mal, en el sentido que hace bien los cálculos. Simplemente su modelo no hace lo que quiere hacer. Pretendiendo resolver unos problemas, por otra parte ya resueltos, nos propone una solución que es todavía peor. No es de extrañar que su resultado se publique en un libro editado por una editorial que solo ha editado ese libro en lugar de en una de las mejores revistas académicas de finanzas.