Esta es la primera parte de la traducción de mi artículo de noviembre (publicado a principios de diciembre, cosas de los tiempos de edición) de Mapping Ignorance.
Los mercados competitivos son eficientes si se satisfacen ciertas condiciones. Una de ellas es que el consumo o producción del bien que se comerciará no debe causar externalidades. Por ejemplo, considérese un grupo de empresas que contaminan la atmósfera o las aguas de un río cercano. Normalmente el comportamiento individual no será suficiente para mantener el nivel de contaminación por debajo de un mínimo seguro. La cantidad de contaminación depende en su mayor medida en lo que otros hagan, mientras que el buen comportamiento de una empresa limpia beneficia principalmente a los demás. De esta manera, quien adopte una tecnología limpia pagará todo su coste pero disfrutará de solo una parte de los beneficios.
Un impuesto piguviano puede resolver esta situación (Pigou, 1920) [1]. Al requerir que cada agente pague el coste social de su contaminación las decisiones individuales serán óptimas. Aquellas empresa que encuentren muy caro el evitar ser contaminantes (porque producen bienes con mucha demanda y por los cuales no hay alternativas barata y limpias) terminarán contaminando y pagarán el impuesto, mientras que otras harán el cambio para ser menos contaminantes. De manera similar, los consumidores podrán desviar sus demandas de los bienes más caros a los más baratos (porque se producen con tecnología más limpia y evitan el impuesto).
Esto también ocurre cuando, por ejemplo, un consumidor tiene que elegir entre un automóvil caro, pero de bajo consumo frente a uno más barato pero menos eficiente. Una regulación que obligue a un estándar energético y requiera que todos los automóviles cumplan unos requisitos de eficiencia puede no ser una solución óptima: un consumidor que use el automóvil todos los días puede optar por el caro, pero el mismo consumidor racional debería comprar el barato si solo lo quiere para un uso ocasional. El impuesto piguviano permite esta situación.
La manera estándar en que la Economía modela las elecciones de los agentes cuando tienen que comparar euros-hoy frente a euros-mañana se basa en el uso de un factor de descuento. Si este factor es, digamos, un 0,9 anual, significa que un euro el año que viene equivale a 0,9 euros hoy, y que un euro dentro de dos años equivale a 0,9x0,9 = 0,81 euros hoy. Así, el factor de descuento de un euros dentro de t periodos es d elevado a t, donde d es el factor de descuento de un periodo. Este es el llamado descuento exponencial, que se puede igualar a 1/(1+r), donde r se puede ver como el tipo de interés si los pagos son monetarios.
Sin embargo, cuando se cotejan elecciones reales y el uso de bienes duraderos que consumen energía, los investigadores encuentran algunas inconsistencias en el comportamiento de los consumidores, tal y como se documenta en los estudios revisados en Frederik et al. (2002) [2] y en Carson y Tran (2009) [3]. En particular el factor de descuento individual que podría explicar los patrones de consumo observados son demasiado bajos, como si los individuos apenas valoraran el futuro. Una manera de reconciliar el comportamiento observado con factores de descuento más altos requiere que los agentes tengan preferencias temporales que exhiban un descuento hiperbólico en lugar del exponencial antes señalado (véase Loewenstein y Prelec, 1992 [4] como ejemplo). El descuento hiperbólico tiene la forma 1/(1+rt), donde ahora el término rt crece con el tiempo, de manera que el factor de descuento puede ser alto hoy, pero decreciente con el tiempo.
Hay dos problemas relacionados entre sí con este enfoque. Uno es que el descuento hiperbólico no es consistente en el tiempo. El otro es que, con él, el análisis de bienestar y la valoración de las políticas podría no tener un significado claro.
(Continúa aquí)
References:
1. Pigou, A. C. 1920. The economics of welfare. London: Macmillan.
2. Frederick, Shane; Loewenstein, George, and O'Donoghue, Ted 2002. Time discounting and time preference: a critical review. Journal of Economic Literature 40, 351–401.
3. Carson, Richard, and Tran, Brigitte 2009. Discounting behavior and environmental decisions. Journal of Neuroscience, Psychology, and Economics 2, 112–130.
4. Loewenstein, George, and Prelec, Drazen 1992. Anomalies in Intertemporal choice: evidence and an interpretation. The Quarterly Journal of Economics 107, 573–597.
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Hace tres años en el blog: Esos crueles mercados.
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