Como todos los
problemas mal resueltos, el del canon digital vuelve con demasiada regularidad.
No nos acabamos de poner de acuerdo sobre qué es una copia privada, ni si
produce algún daño digno de consideración ni, de existir, cuál es la manera de
compensar ese daño. Primero fue la extensión del canon original de las viejas
casetes a los CDs. Después, con el gobierno de Zapatero, pasaron a pagar el canon toda suerte de aparatos que
pudieran reproducir o archivar una obra. En los primeros meses del gobierno de
Rajoy se suspendió su aplicación y se anunció compensaciones mediante
presupuestos generales. El canon vuelve esta semana, al estar en el orden del día del Comité de Competencia de la Unión Europea.
En su día realicé
un estudio sobre los costes económicos de distintas maneras de compensación,
con el resultado de que el método que teníamos, un canon pagado por el
productor, era el peor posible, al perder más de 50 euros por cada 100
recaudados. La distorsión ocasionada con la asignación vía presupuestos
generales actual es una de las más eficientes económicamente hablando, y así lo
habían entendido algunos otros países, como Noruega.
En estos tiempos en
los que parecemos ir a las órdenes de Bruselas, sin apenas iniciativa ni
capacidad de liderazgo, España tiene la oportunidad de ir por delante, y para
ello debe tener las ideas claras. Entre los países que aplican un canon sobre
el productor la disparidad de tasas es muy grande. Esto tiene varias
consecuencias. Primero, encarece los productos en Europa respecto a otros
mercados. En el caso de los CDs supuso la muerte de su producción en el
continente, ya que se podían comprar por internet mucho más baratos desde otros
países. Segundo, dentro de Europa se dan situaciones de gran disparidad, para
perjuicio del sector en los países con condiciones más gravosas. A todo ello
hay que añadir las duplicidades en el cargo del canon cuando el producto cruza
una frontera. Un sistema que aplique un canon uniforme para toda Europa en el
punto de venta será mucho más eficiente. En este caso España debe insistir en
que la aplicación sea voluntaria, de manera que los países puedan decidir no
realizar compensación alguna o realizarla mediante presupuestos generales.
Hay, con todo, una
filosofía que debe cambiar España respecto a su posición actual. Se trata de la
definición de copia privada legal, que las normas actuales definen de manera
muy restrictiva y que ilegaliza actividades socialmente aceptadas. El propósito
no declarado de la definición actual ha sido justificar la reducción de la
compensación, que pasó de más de cien
millones de euros a apenas cinco. Esto es así porque, según Bruselas,
solo la copia legal puede justificar la compensación, mientras que la lucha
contra la copia ilegal debe combatirse por otros medios. Si es consecuente, el
gobierno tendrá que ponerme una multa cada vez que copio un disco o un libro
prestados. Este control de la vida privada no puede ser la consecuencia
indeseada de una norma tan arbitraria.
La directiva
europea requiere que cuando se realiza la compensación debe haber una
evaluación del daño ocasionado por las copias privadas, algo que nunca se hace.
En la práctica se sustituye el criterio del cálculo del daño por el criterio
político de cuánto se quiere dar a los titulares de los derechos de autor. Para
esto último no hace falta declarar ilegal casi cualquier manera de realizar
copias, ni siquiera para disimular que no se está haciendo lo que dice la
directiva europea.
Hasta ahora he
hecho todo el análisis en forma condicional: si ha de hacerse una compensación,
¿cuál es la mejor manera desde el punto de vista económico? Incluso he dejado
fuera criterios de justicia (quiénes deben pagar) por no alargar el análisis.
Hay tres consecuencias que deben examinarse para entender si la compensación
responde a una racionalidad: el número de obras que se crean, su difusión y el
reparto de los beneficios entre consumidores y productores.
El principal
argumento para aumentar las compensaciones por derechos de autor dice que esta
mayor retribución es necesaria para que exista la obra. Sin retribución nadie
creará. Sin embargo todos los estudios académicos, sin excepción, concluyen que
la creación no depende en ninguna medida de los derechos de autor y que hay
otros beneficios y otras motivaciones que permiten la actividad creadora. Por
su parte, la difusión de la obra se ve claramente mermada con la restricción a
la copia privada.
La única razón para
la compensación es querer dar más rentas a los titulares de los derechos de
autor (que suelen ser las editoras o productoras). Por qué el Estado ha de
realizar esta distribución de rentas y no otras es algo que la sociedad debe
debatir y decidir, pero con buenos argumentos sobre la mesa, no con opiniones
sobre cómo se incentiva la creación que no se corresponden con la realidad. Una
vez decidida la compensación, debe hacerse de manera que minimice el daño al
resto de la economía y aquí los economistas señalan las bondades de las
transferencias de renta frente a las distorsiones en los precios o las cuotas.
Es la sociedad la que decide la compensación, así que además de ser más
eficiente, es más justo que sea la sociedad la que pague.
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Hace tres años en el blog: La votación de mañana-hoy.
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Muy de acuerdo, muy acertada la reflexión. Hace un tiempo escribí unas cuantas ideas, yendo un poco más allá:
ResponderEliminarhttp://elcentinel.blogspot.com/2010/01/la-solucion-para-la-pirateria-el-canon.html
Gracias. Me he leído tu entrada y la recomiendo para el debate. La veo de difícil aplicación, pero puede ser una guía.
EliminarEn la Complutense, según parece (no acabo de creérmelo), los profesores también tienen derechos de propiedad intelectual que impiden que los alumnos puedan tomar apuntes con ordenador si no tienen autorización previa. http://www.eldiario.es/interferencias/INTERFERENCIA-propiedad_intelectual_6_134796522.html
ResponderEliminarLo acabo de leer. ¡Qué cosas inventan! Estoy de acuerdo con la tesis principal de Grueso en el enlace. El tema de las grabaciones no es el de la propiedad intelectual, sino si acaso el de la privacidad. Alguna vez en clase he hecho alguna confesión o aportado algún testimonio del que no quisiera que dejara constancia documental y advirtiendo a los alumnos que negaría haberla hecho.
EliminarHabrá que estar a la espera de ese Comité de Competencia que mencionas, si es que se cree en el mercado único. La falta de homogeneidad entre países sobre el tema es uno de los problemas más importantes. En algunos dentro de la UE la copia privada ni está recogida en la legislación. Creo que el nuevo sistema español vía presupuestos generales (es decir, “pagar todos”) aunque eficiente económicamente hablando, como bien dices y has trabajado en ello, está muy cuestionado en cuanto a su legitimidad, y, de hecho, está denunciado por alguna que otra asociación (GESAC) y por otros países.
ResponderEliminarEl pagar todos es, a mi entender, la única manera legítima de hacer algo desde el momento en que es imposible atinar con siquiera una aproximación a "que pague el que hace la copia". Como decía antes, si la sociedad quiere dar dinero a los autores, la sociedad debe pagar. Esto es obvio una vez entendemos que no hay otra razón para estas compensaciones.
EliminarFerreira, ¿por qué no reparte la educación pública/privada los libros de texto de forma gratuita? Incluso los de profesores universitarios. Según los estudios a los que haces referencia no va a haber ningún problema porque siempre va a haber alguien que escriba libros universitarios, independientemente del incentivo económico. Incluso los alumnos podrían escribir alguno en plan autoeditados. ¿No sería algo modernamente liberal?
ResponderEliminar1. El reparto gratuito de libros no es gratuito, a alguien le cuesta.
Eliminar2. Si quieres ayudar, por ejemplo, al 10% más pobre, estarás gastando 10 veces más de lo que haría falta. ¿Por qué gastar 100 en ayudar a todos en lugar de 10 en ayudar a los que quieres? Te sobran 90 para otros gastos más necesarios.
3. Esto no tiene que ver con la copia, mezclas temas. Leyes menos protectoras del monopolio intelectual daría como consecuencia libros más baratos.
4. Según entiendo yo lo liberal, las políticas deben estar basadas en evidencias. La política de garantizar la igualdad de oportunidades es tremendamente liberal y buscar la manera más eficaz de realizar eso, también.
1. Bueno, llamémosle costes colaterales. Ya puestos, el reparto que lo haga la universidad que es la que recibe contraprestaciones económicas.
ResponderEliminar2. No entiendo bien de dónde sacas esta argumentación, pero creo que subestimas el gasto que supone el mantenimiento de algo.
3. Claro, por eso digo, que ya puestos los regalemos y que alguien ajeno se encargue de su coste en tiempo o en dinero. ¿No es lo que se defiende ahora?
4. Según entiendo yo, eres un liberal muy inocente.
Saludos.
La argumentación es muy fácil. Si pagas los libros, que cuestan 100, a todos, que son 1000, te gastas 100 mil. Si pagas solo a 200 te gastas 20 mil. ¿Por qué quieres gastar 80 mil en quien no lo necesita para que lleguen 20 mil a los que sí?
EliminarLa respuesta también es muy fácil: eso no sucedería si el valor (y por tanto el precio) lo aportara directamente la persona que va a "consumir" ese objeto, de la misma forma que a mí nadie me subvenciona el tarro de aceitunas de Sevilla, que son las que a mí me gustan.
ResponderEliminarPrecisamente por eso algo como el canon sólo debería darse en libros de texto, que es -o debería ser- de interés público. Todo lo demás, sencillamente se reduce a que si quieres aceitunas de Sevilla, eres tú el que las valora y el que decide si aportar o no al precio.
Pero cuando existen vías alternativas a eso, las industrias van a buscar también otras. Es algo totalmente lógico. Y es una reacción, no una acción. Ahí tienes dos soluciones:
1) Bien no consumes las aceitunas de Sevilla.
2) Bien consumes otras de Albacete.
Pero no te inventas 3) que es consumirlas sin aportar a su producción.
Creo que es un asunto bastante sencillo, sobre todo para alguien que se autodenomina liberal. Porque la otra opción es quejarse de que los precios no estén ajustados al valor real y por tanto deban modificarse, que no sé yo si es del todo liberal. Aunque también podría ser otra opción.
Parce que sigue sin aceptar lo que es un hecho incuestionable: la protección de los derechos de autor ni induce una mayor producción de libros ni es parte importante del aporte a su producción. Tú crees que no es así y que el canon o los derechos de autor es lo que da vida a la producción, pero solo tienes una narrativa que te parece coherente. Al lado hay otras teorías más adecuadas a los datos. Tienes derecho a tu opinión, pero no a tus datos.
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