domingo, 20 de diciembre de 2009

El teorema de Dostoyevski y el libre albedrío



En la entrada anterior listábamos en dos grupos las cosas que pueden dar satisfacción a una persona. Argumentábamos también que no hay manera de disociar el tomar elecciones con la búsqueda de la satisfacción.

Al considerar una teoría de la decisión deberemos especificar cuáles son las cosas que proporcionan utilidad a un individuo. El individuo buscará tener de estas cosas lo que el tiempo, la dedicación, el saber hacer y el dinero le puedan proporcionar, y lo hará procurando de cada una de ellas en la manera óptima para su satisfacción.

Nuestra teoría puede se incompleta. Por ejemplo, tal vez habíamos listado que a una madre le proporciona satisfacción dar un caramelo a su hijo y también dárselo a su hija. En una situación en la que sólo tiene un caramelo (pongamos que no se puede dividir) y ha de decidir a quién dárselo, podría ser que esté indiferente en dárselo a cualquiera de ellos, pero prefiere que el mecanismo por el cuál lo lleve uno u otro sea echarlo a suertes (esto es mejor que dárselo arbitrariamente a uno, aunque la suerte es también arbitraria).

Con esto quiero decir que siempre es posible incorporar más elementos (en este caso el echar a suertes) en la lista de cosas preferidas. Lo mismo pasaría con incorporar el deseo de ser altruista y todo lo que a uno se le ocurra. Pero no puede haber una teoría de la decisión en la que, metiendo todo lo que a uno se le ocurra, quede completa. Una vez hecha una teoría, siempre puede haber más cosas que reporten utilidad.

Ocurre que el querer es libre, y que uno puede querer echar por tierra la teoría que alguien acaba de diseñar para él y querer cosas de manera distinta a la que dice esa teoría, solo por fastidiar. Es decir, que cualquier teoría sobre la decisión humana siempre tendrá lugar para el libre albedrío.

En palabras de Dostoyevski:

Incluso si en verdad no fuera más que la tecla de un piano, e incluso si esto se lo demostraran las matemáticas y las ciencias naturales, el hombre todavía no entraría en razón y actuaría deliberadamente contra ello, por ingratitud y para insistir en su propia opinión. 
(Fiódor Dostoyevski, Memorias del subsuelo).

6 comentarios:

  1. este libro, precioso, es una fuente inagotable de reflexión :)

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  2. Deacuerdo.
    Supongo que es de escépticos averiguar el origen de la acción altruista que nada tiene que ver con la definición.

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  3. La decisión final para un individuo está determinada por la máxima satisfacción para ese individuo en ese momento. Por tanto el libre albedrio es una falacia, porque significaría libertad para elegir una opción peor que la óptima. Y eso más que libre albedrio sería estupidez aleatoria.
    Saludos.

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  4. Desde mi punto de vista, el "problema" fundamental es que quienes configuran la teoría no han conocido, generalmente, dependiendo de según qué campos hablemos, lo que significa la praxis. La primera debería nacer de la segunda, y no al revés, porque eso, en vez de teoría, tiene otro nombre.

    Saludos.

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  5. Hola.

    Los movimientos VOLUNTARIOS -o decisiones reflexionadas- no se inician inconscientemente. Se ha comprobado, recientemente, que no hay signos electrofisiológicos más fuerte antes de la decisión de escoger que antes de la decisión de NO escoger. La libertad del no (buena forma de intitular un libro). No resta ni un ápice de libertad que todos los razonamientos tengan una causa determinista, ni que sean llevados a cabo por impulsos eléctricos. Cómo podría ser de otra manera; quién o qué podría llevarlos a término si no, me pregunto.

    Vide: https://www.researchgate.net/publication/26794992_Brain_preparation_before_a_voluntary_action_Evidence_against_unconscious_movement_initiation

    Saludos

    Post scriptum: Es un mensaje mío que repito por comodidad aunque está -creo- reflexionado.

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  6. Clidice:

    De acuerdo con tu comentario. Desde que leí el primer libro (empecé con Crimen y Castigo) he seguido devorando uno tras otro.

    Un saludo.

    PECADO:

    Es de científicos, por tanto de escépticos. :)

    yack:

    El libre albedrío puede entenderse como la libertad de tener las preferencias que sean, pero en ese caso también será ilusión, puesto que es difícil modelizar la elección de las preferencias. Uno es sus preferencias y el ánimo de buscar la mayor satisfacción respecto a ellas. Queda el resquicio de reflexionar sobre las preferencias y alterarlas según la experiencia (por ejemplo). Con qué criterio se hace este cambio nos devuelve al principio del problema.

    Pero mi intención de esta entrada no era hablar de si el libre albedrío es o no una ilusión, sino mostrar cómo la teoría de la decisión permite una modelización de la elección que permite salvar esa ilusión. Esta teoría parte de las preferencias y no se mete en si son fruto de una reflexión, de un capricho o de qué. Permite, por tanto, que vengan del teorema de Dostoyevski.

    K.C.:

    No te sigo muy bien en este comentario. ¿Puedes concretar más?

    José Manuel:

    Saludos. Me remito a mi respuesta a yack.

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