Schelling
En este trabajo Schelling consigue aplicar los métodos de la teoría de los juegos, entonces una disciplina abstracta en su mayor parte, al mundo real. La magnitud de esta contribución quizá sea difícil de apreciar hoy en día, pero en su época significó abrir muchas y novedosas líneas de investigación y contribuyó a modificar las percepciones de la época. Tal vez la mejor manera de entender la aportación de este libro sea describir su análisis de las guerras limitadas y de la guerra total (nuclear).
Las guerras limitadas necesitan límites claros, que a su vez deben ser reconocidos y aceptados por las partes implicadas. El estudio que hace la teoría de juegos de los problemas de negociación arrojan luz sobre este problema. Schelling resalta el papel de los denominados puntos focales. Un río, una carretera, una frontera anterior, un estrecho o un paralelo pueden ser puntos focales en los que se detenga el avance o la retirada de una de las partes para llegar a una posición de estabilidad en el conflicto. La razón de la elección (explícita o tácita) de uno de estos puntos focales puede tener menos que ver con las capacidades militares de ambas partes que con el reconocimiento mutuo de que ambas partes tienen la expectativa de que ésa sea la elección. Schelling estudia multitud de situaciones dispares que, sin embargo, son similares en este aspecto. La relevancia de los elementos focales constituye uno de los argumentos más contundentes ofrecidos por Schelling para desaconsejar el uso limitado de las armas nucleares. En sus propias palabras “la diferencia entre el uso de armas convencionales y armas atómicas es la línea divisoria entre un conflicto localizado y la guerra total”.
En los comienzos de la Guerra Fría, ambas partes disponían de un arsenal atómico reducido. El posible conflicto entre las dos potencias era visto entonces como un ejemplo de los juegos de suma cero, que representan situaciones de puro conflicto, en laa que no existe posibilidad alguna de cooperación. Lo que se deduce de esta percepción es la necesidad de atacar primero. Con el tiempo, la percepción cambió, y comenzó a verse con la perspectiva de un juego no necesariamente de suma cero, y además repetido, en el que claramente existen algunas posibilidades de cooperación dentro del conflicto. Aún así, hasta finales de los años cincuenta la opinión mayoritaria, reflejada en la política oficial, era que las operaciones represalia frente a alteraciones del status quo podían usar de armas nucleares de manera limitada. Los trabajos de Schelling en la Rand Corporation, ayudaron tanto a diseñar la estrategia para sostener la cooperación, como a eliminar de ella el uso de armas nucleares en conflictos localizados.
La teoría de la disuasión nuclear dominante en esos momentos postulaba la necesidad de una respuesta contundente, en su versión más extrema incluso usando todo el arsenal nuclear disponible, ante una hostilidad aunque ésta fuera limitada. Si esta amenaza es creíble, ciertamente cabe esperar que evitase cualquier tipo de hostilidad. El problema es que la amenaza puede no ser creíble: responder con contundencia implica provocar a su vez una reacción semejante del enemigo y, por tanto, quizá la destrucción total. Esto resta credibilidad a la amenaza, que deja de cumplir su papel.
Schelling argumenta que la amenaza debe ser lo suficientemente limitada para que sea creíble y lo suficientemente contundente para que sea disuasoria. Una manera de hacerla creíble es que sea automática, pero puede resultar inviable “delegar” una respuesta nuclear en un mecanismo automático que, llegado el caso, nadie pueda detener -- esta situación se describe en la película Teléfono Rojo (Dr. Strangelove ), de Kubrick, en la que Schelling tuvo su parte como asesor. Por otra parte, enfrentar a una hostilidad limitada con otra similar tampoco es la respuesta óptima. Si no existen puntos focales claros que permitan parar la escalada bélica, esta puede desencadenar una guerra total.
Schelling propone diseñar una respuesta que deje algunas decisiones al azar, pero de una manera controlada. Para ello encuentra que la respuesta a incrementos en las hostilidades deben ser incrementos de la probabilidad de desencadenar una guerra total, que nadie quiere, de manera que sea la parte que inicia las hostilidades la que tiene en su mano que se reduzca este incremento en la probabilidad. Esto se puede conseguir haciendo que las guerras limitadas aumenten el riesgo de guerra nuclear, bien porque en tiempo de guerra sea más difícil evitar la tentación de usar las armas nucleares o bien porque, a medida que aumenta el nivel de las hostilidades, una parte pueda empezar a tener dudas acerca del alcance limitado de las agresiones de la otra parte.
Schelling señala también la necesidad de proteger el armamento nuclear como alternativa a proteger a la propia población, pues construir refugios nucleares para la población puede entenderse como un acto claramente agresivo. La única razón para construir estos refugios es el temor a ser atacados con armas nucleares, y la razón de este temor puede muy bien ser que se piensa atacar primero. En definitiva, la construcción por una de las partes en conflicto de refugios nucleares para la población reduce el coste de oportunidad de ser atacado y, por tanto, mejora el resultado que esta parte obtiene en caso de agresión. En consecuencia, estas estrategias no conducen a una situación estable. Proteger las armas, sin embargo, puede indicar con claridad la intención de utilizarlas sólo en caso de ataque y servir como elemento disuasorio. Fue esta estrategia la que efectivamente se utilizó durante la Guerra Fría y permitió que, en palabras de Schelling, el suceso más importante de la segunda mitad del Siglo 20 fuera el que no ocurrió.
Es muy posible que los políticos y asesores que tomaron las decisiones en esa época no tuvieran ninguna conciencia de actuar según los modelos de la Teoría de Juegos. Sin embargo, es esta teoría la que, de manera natural, ofrece el lenguaje y el análisis necesarios para entender lo ocurrido y para entender si otros conflictos guardan o no semejanzas con este.
Dicen las malas lenguas que EEUU (bueno, su ejército) abandonó su entusiasmo inicial por financiar a los teóricos de juegos, cuando se dieron cuenta de que los rusos no estaban invirtiendo en el tema.
ResponderEliminar¿De qué te vale un experto en teoría de juegos, si tu rival no tiene uno?
Es una buena pregunta. Pero un experto en teoría de juegos vale, no solo para encontrar el equilibrio "racional" (de Nash), sino también para encontrar la mejor respuesta dado lo que haga el otro.
ResponderEliminarCreo que en otras entradas ya he dicho que creo más bien que la razón es que cualquier experto en el tema sabe más que un teórico de juegos. Era cierto en el tenis y también lo es en la guerra.
El experto es preferible al teórico como el ingeniero lo es al físico para muchos aspectos prácticos.
Un saludo.
Todo ajedrecista conoce el adagio que dice "la amenaza es más fuerte que la ejecución", atribuido frecuentemente a Aron Nimzowitsch aunque la cuestión no está del todo clara.
ResponderEliminarKubrick era un conocido adicto (al ajedrez, me refiero) incluso parece ser que durante alguna etapa de su vida se ganaba la vida jugando por dinero. En todo caso, sea o no esto cierto, sus películas están llenas de referencias ajedrecísticas, por ejemplo:
- en Lolita: hay una escena en la que James Mason y Shelley Winters juegan al ajedrez y Sue Lyon entra en la habitación. Mason le dice a Winters, "I take your Queen" ...
- en "Dr. Strangelove", hay imágenes del plató en las que aparecen George C. Scott y Kubrick jugando al ajedrez. Las malas lenguas dicen que SK utilizaba el ajedrez para domar a GCS y ganarse su confianza para que le hiciese caso.
- en "2001", encontramos mi escena ajedrecística preferida en la filmografía de SK, la partida entre HAL y el astronauta Frank Poole en la que podemos ver a dos "seres", uno racional y otro no tanto (véase http://www.visual-memory.co.uk/amk/doc/0095.html para una interesante discusión sobre quién es quién) jugando a un juego de información perfecta en el que acaba ganando el racional (?), en el que para algunos fue su último acto racional (?) (la discusión es realmente interesante).
No me cabe duda de que SK estaba muy familiarizado con esos conceptos aunque fuese a nivel intuitivo.
Cascarilleiro
PD: "Dr Strangelove" es una de mis películas favoritas. Supongo, de hecho espero, que en eso tampoco soy muy original. Personalmente, recuerdo haber considerado el uso del middle name en inglés como una auténtica pesadez. En mi caso, cuando me dí cuenta de que utilizaban mi primer apellido como middle name opté por emplear el "truco del guión". No obstante, cometí el error de no molestarme en hacerlo retroactivamente con lo que cuando ya de vuelta me encontré con un problema bu(r)rocrático resoluble pero latoso. Mea culpa en todo caso.
"Dr Strangelove" me hizo cambiar de opinión, cuando mi inglés mejoró lo suficiente para poder seguirla en VO (mínimamente, al menos) fue cuando aprecié en toda su extensión la utilidad del middle name (concretamente en el personaje de Sterling Hayden).
Por cierto, ¿no fue 2001 el año del Nobel de Stiglitz?
Gracias por toda la información y referencias. A ver si saco un rato y lo miro.
EliminarUn saludo.
¿No te fías? La duda metódica es un buen principio aunque consume tiempo, un recurso no renovable (¿de momento?)...
Eliminarhttp://www.chesshistory.com/winter/pics/cn5571_wrestling1.jpg
Kola Kwariani, Stanley Kubrick y Sterling Hayden
https://www.youtube.com/watch?v=V5Rzh8XjzHI (3:27 marvillosos)
Kola Kwariani, Sterling Hayden y Stanley Kubrick.... aunque no lo parezca, a simple vista, los sentidos nos confunden.
Cascarilleiro
PD: Precisamente me refería al personaje de Sterling Hayden en 2001 como un claro argumento a favor de las versiones originales, aparte del hecho de poder disfrutar del trabajo actoral en toda su extensión (aunque sea con subtítulos).
En fin, te dejo que en tu última entrada tienes lío, aunque no descarto intervenir cuando las cosas se calmen un poco. Mas que nada para "echar más leña al fuego".