lunes, 29 de septiembre de 2025

Manifiesto contra el monopolio moral

No existe el pecado original, ni el mandato divino, ni el imperativo categórico. No hay nada sagrado. Nunca ha habido una edad de oro ni habrá un fin de la historia mientras haya seres humanos. Las esencias no existen, ni el sentido de la vida, ni una finalidad en la evolución. Nada está escrito. La naturaleza no es buena ni deja de serlo, solo es indiferente. No hay un derecho natural. No existe lo bueno ni lo malo sin un sujeto moral. La sociedad no es sujeto moral más que en un sentido figurado. De lo que es no puede deducirse lo que debe ser. No es posible hablar de moral sin valorar las consecuencias. El universo no ofrece un punto de vista. El tiempo carece de una posición original.

 

Lo que sí existen son seres humanos que toman decisiones según sus preferencias morales, su capacidad de convencer o de imponerse unos a otros y atendiendo a las restricciones físicas, biológicas, sociales, económicas, de incentivos o de cualquier otra índole. El bien o el mal siempre es referido a un ser que hace valoraciones morales. Las valoraciones de un ser humano no suelen ser muy distintas de las de otro ser humano, pero, cuando lo son, las de uno no vinculan al otro. Una valoración de la mayoría no crea el bien ni el mal objetivos, ni siquiera para esa mayoría. Decir «esto es malo» no tiene ningún sentido fuera del que se quiera acordar entre quienes hagan esa afirmación. La definición dada por el acuerdo no vincula a quienes no lo comparten. Solo se puede decir «yo considero que esto es malo». Si algo me parece muy malo, yo no puedo decir «esto es malo», pero tampoco lo puede decir, pretendiendo dotar a la frase de un significado objetivo, quien crea que sí puede. No poder decir «esto es malo» no implica ninguna aceptación ni resignación, es solo la constatación de que las afirmaciones morales necesitan definir un sujeto gramatical que sea también sujeto moral. El sujeto gramatical da sentido a la frase, el sujeto moral da sentido a la moralidad. Una afirmación vaga y abstracta se lo quita.


Cualquier pretensión de deducir una moral única, sea por convicción religiosa, metafísica o ideológica, y de querer imponerla, sea por la fuerza bruta, el adoctrinamiento, la mayoría de los votos o el activismo de una minoría militante, supone un acto de intolerancia. Se puede ser intolerante con algunas ideas especialmente perniciosas, pero no con la mayoría de las posiciones morales sobre las que tenemos desacuerdos. No puede haber monopolios morales.

 

Para imponer la moral de un individuo sobre la de otro basta la fuerza. Para el convencimiento o el acuerdo entre individuos algunas ideas ayudan más que otras. Es conveniente estudiar y entender cuáles son. Eso haría un buen libro sobre ética. Algunas de las ideas referidas a lo inexistente también pueden ayudar. En este último caso, es preferible entenderlas como metáforas o propuestas de puntos de partida, siempre de manera tentativa hasta encontrar otras más convincentes y útiles. He cometido un desliz, he dicho «es preferible» cuando debía haber dicho «yo prefiero» o haber propuesto, por ejemplo, una definición de preferible como aquello que produce mejores acuerdos y convencimientos. O bien, he dicho «es preferible» como metáfora o propuesta de punto de partida. Cometeré esta metáfora más veces.

 

Nada de lo anterior me obliga a aceptar moralmente nada, solo me obliga la no contradicción de mis propias convicciones morales, si eso me importa. Tampoco impide que, mirando al pasado, veamos un progreso moral sin demasiados altibajos en una escala histórica, ni impide que les pase lo mismo a quienes en su día miren desde el futuro.

 

Hay tratados de ética que creen probar verdades morales objetivas. Eso es imposible. Otros buscan proposiciones morales compartidas. Eso es posible. Algunos de ellos, de los primeros y de los segundos, confunden ambas cosas. Otros cometen metáforas no siempre aclaradas. Hay intentos de demarcar el ámbito de las proposiciones morales y de mostrar las diferencias entre estas y otros tipos de proposiciones, como hay intentos de buscar el origen de nuestras preferencias morales y de conocer el alcance de su maleabilidad. Eso también hace buenos libros de ética y también ayudará a que podamos entendernos. Este libro tiene fines más modestos, no es un tratado de ética en ninguno de esos sentidos.


 Con este libro espero conseguir tres objetivos. El primero, desarrollar el significado de las frases de este manifiesto. El segundo, permitir un planteamiento más claro de los conflictos morales. El tercero, mostrar cómo algunas herramientas del análisis económico, y en particular el concepto moderno de utilidad, sirven para los dos primeros objetivos. Esto último requiere una mayor explicación. Toda la moral consiste en tomar posición en presencia de conflictos morales. Así, el principio «no matarás» nunca ha significado «no matarás nunca», sino una declaración de que las excepciones deben ser las menos posibles. Hay personas que aceptan matar en defensa propia, por venganza o para evitar más muertes. Todas esas personas pueden aceptar también el principio o mandamiento y todas ellas pueden considerar la vida humana como sagrada, pero solo lo estarían haciendo metafóricamente. Quien mata por placer o por interés se excluye del mandamiento. Algo parecido se puede decir de otros principios, como el «no robarás» o el «no mentirás». El análisis económico ha desarrollado sus herramientas para analizar el uso de recursos escasos con fines alternativos. Cumplir con principios morales supone desear fines alternativos. Desear varios fines implica tener que sopesarlos cuando entran en conflicto. Diferentes personas sopesarán los principios de distinta manera. En general, la solución no será la imposición de un principio sobre otros, sino que incorporarán todos, pero ninguno de manera absoluta. En casos particulares sí podrá prevalecer un principio. El análisis y la reflexión nos ayudan a ser coherentes con la manera de sopesar los principios. Hay muchas maneras de ser coherente.

Ser reflexivos y coherentes facilita el desarrollo de las preferencias morales propias y de su aplicación. También facilita los acuerdos y compromisos entre personas que acepten ser reflexivas y coherentes. Hay conflictos morales sobre los que no hay posibilidad o querencia de compromiso. Los derechos humanos reconocidos internacionalmente han dejado de ser negociables en gran medida. Los conflictos morales dentro de las sociedades democráticas, abiertas y con Estado de derecho son, casi todos, mejor tratados cuando se discuten y se llega a compromisos políticos que cuando se imponen por la fuerza o por mayorías escasas. Este libro está orientado a favorecer el planteamiento y discusión de estos conflictos.


En este enlace se accede a la página del libro, con el primer capítulo de muestra.

miércoles, 9 de julio de 2025

Economía y pseudociencia

Tras dos ediciones agotadas, mi libro Economía y Pseudociencia está descatalogado. La editorial ya no existe, así que lo subo aquí para quien quiera leerlo. A pesar de los años, fuera de algún caso muy de la época, sigue siendo actual.

Enlace al libro

La charla sobre el libro en Escépticos en el Pub:

 

La sesión de preguntas:


 

jueves, 4 de abril de 2024

Sobre la consciencia y el libre albedrío

Recojo aquí un breve hilo que he publicado en X-twitter y que no quisiera perder.


1/5

En una charla reciente en Bilbao, @uhandrea nos contaba que pensar activamente solo incrementaba el gasto de energía del cerebro un 2 %. Esto me lleva a la siguiente especulación (no le hagan mucho caso, dada la poca energía que requiere).

Hilo en 5. Discuss.

2/

-El cerebro consume muchísima energía, es un órgano muy caro.

-El cerebro humano es el triple de grande que el de un chimpancé.

-¿Qué cosas hace nuestro cerebro que no haga el de un chimpancé? Principalmente, pensar.

3/5

-Si eso es así, parece que la mayor parte de nuestros pensamientos no los provocamos activamente, sino que nos vienen dados. Entonces, ¿cómo se provocan?

4/5

-Gana, así, fuerza la hipótesis de que nuestra consciencia es como una ventana que nos permite estar al tanto de nuestros pensamientos y sensaciones (una «cámara» que se produce en nuestra mente y con la cual «vemos» parte de lo que hace, por usar el símil de D. Hofstadter).

5/5

-Algo así es lo que nos pasa cuando soñamos, aunque ahí el cerebro se dedique a otra cosa que pensar.

-Ese notar nuestros pensamientos sería la consciencia y esa sensación de que son nuestros serían la sensación de libre albedrío.

viernes, 14 de abril de 2023

Quienes explotan esa visión de verlo todo tan claro

Publiqué este hilo en twitter hace unos años, pero me da que será relevante durante mucho tiempo. Lo reproduzco aquí para que dure.

Parece haber un tipo de pensamiento que razona así:

Una persona que mata, roba y viola debe ser producto de una sociedad que promueve una cultura de la muerte, de la propiedad privada y de la violación. La solución será cambiar la sociedad a una que promueva otros valores.

Así, si se concede que los machistas asesinan a sus parejas o ex-parejas no por ser mujeres sino por ser una mujer concreta (y, p.e., por haber desarrollado una relación enfermiza, entre otras posibilidades) se entenderá que se aceptan o se justifican esas muertes

De igual manera, si se cuestiona la cultura de la violación mostrando que es un crimen odioso a la inmensa mayoría de hombres (a los violadores los matan en las cárceles) o postulando que es por poder sino por sexo, se acusará de justificar la violación.

Así, también, mostrar a un Joker que se convierte en villano no porque la sociedad capitalista es lo que promueve, sino porque tuvo experiencias traumáticas en su niñez y juventud es también blanquear la maldad.

Por qué se llega a estas conclusiones? Creo que tiene que ver con una vaga idea de que uno se aferra a que tiene el diagnóstico y la cura adecuadas según su ideología. Todo lo que las cuestione se entiende como contrario a las buenas intenciones y no al diagnóstico.

Así, unos decían que lo urgente era cambiar la sociedad capitalista por una comunista. Ahí se resolverían las contradicciones. Otros apelan a otros cambios con consecuencias parecidas (cada una, según su entender).

Hagamos educación no solo feminista, sino que muestre masculinidad tóxica por doquier y desaparecerán las violaciones y asesinatos. Sugerir que seguirán existiendo esos crímenes será considerado antifeminista.

Volvamos a una sociedad católica y desaparecerá el pecado (nunca ha ocurrido, pero opinarlo te hace sospechoso).

Hagamos una república catalana y desaparecerán el franquismo, la corrupción y la ingobernabilidad. Sugerir que Catalunya ha contribuido su parte alícuota a lo que es España es ir contra Catalunya.

¡Ah, la simpleza! Ese explotar la visión de verlo todo tan claro.

miércoles, 5 de abril de 2023

La dignidad: ¿preferencia moral o cualidad objetiva?

Tras el hilo recogido en la entrada anterior sobre los principios morales y la gestación subrogada, surgieron algunos comentarios, entre los que destaco este de David Cerdá (@davidcerdag) que me dice:

«Si la dignidad es subjetiva y cada uno puede entenderla a su manera tal dignidad no existe.»

Ante lo cual contesté lo siguiente, en ocho twits:

Si la dignidad es subjetiva podrás decir que no existe como algo objetivo (manera enrevesada de decir que no es algo objetivo). Decir que no existe es algo que no se sigue de la premisa.

¿Acaso, ante un hecho, uno puede observar la dignidad en él como se observa el color de un objeto?

¿Cualquier ser inteligente estará de acuerdo en esa observación? ¿Un Homo sapiens inteligente dirá lo mismo que una hormiga inteligente?

¿Hay una única definición de «dignidad»? Hay muchas otras cosas que existen, como la «desigualdad», para la que tenemos múltiples definiciones. ¿Estamos de acuerdo en cuál es la más relevante en cada caso?

¿Acaso no estamos de acuerdo en que la dignidad vendrá por grados y que yo puedo considerar más digno A que B? ¿Acaso no es eso compatible con que otro opine que B es más digno que A?

Incluso si todos ordenáramos de la misma manera la dignidad de varias situaciones, no necesariamente las valoraríamos más, con las mismas intensidades.

Aun más, a la hora de sacrificar algo de dignidad a cambio de algo más de alguna otra cosa que también nos importa (seguridad, salud, amistad, amor,...) cada quien tendrá sus preferencias: a esta le merece la pena, a ese, no.

Si tu argumento necesita de una dignidad objetiva estará mal hecho. No se corresponderá con la realidad y solamente servirá para que alguien imponga su idea de la dignidad a los demás.

Es como esos que niegan la libertad que realmente sienten las personas en aras de una verdadera libertad que solo conocen ellos: la libertad plena por estar conforme a la voluntad del pueblo, de la religión, de la clase,...

También tuve este diálogo con Juan Sánchez (@JSanchezTorron):

@JSanchezTorron: Pero hay un error. Sostener que algo se opone a la dignidad humana obliga a tener una teoría acerca de la dignidad humana. Pero es mala teoría creer que cada quien puede entenderla a su manera. Si es así, entonces no existe la dignidad humana más que como percepción subjetiva.

Yo: ¿Dónde está el error? Lo que se concluye de tu tuit es que toda teoría de la dignidad humana es mala porque es subjetiva.

@JSanchezTorron: Ese es el error. Decir que la dignidad humana solo es subjetiva nos impide sostener, p. Ej, , la invalidez intrínseca de todo contrato de esclavitud. Si es consentida, valdría. Es el mismo error de quienes reducen la dignidad humana al consentimiento de las partes implicadas.

Yo: ¿Por qué te va a impedir decir eso? A mí no me lo impide. No hace falta para nada la palabra «intrínseco», que no está bien definida y es indemostrable.

@JSanchezTorron: ¿Qué ocurre si alguien no percibe su propia esclavitud como indigna? ¿Se convierte por ello en 'digna'? Cuando todo es subjetivo, ¿qué elementos de juicio hay para permitirlo o prohibirlo? Sólo uno: el consentimiento. Por tanto, todo puede consentirse bajo ciertas condiciones.

Yo: Que alguien no perciba la esclavitud como indigna no la convierte en nada. Hay muchos elementos de juicio para prohibirla. Que sean subjetivos o intersubjetivos no los desmerece como juicios. Tu deducción de que solo queda el consentimiento es un non sequitur.

lunes, 3 de abril de 2023

Principios morales, cómo tratarlos y cómo no en el debate sobre la gestación subrogada

Preservo aquí un hilo en twiter sobre la gestación subrogada o vientres de alquiler.

Tras el hilo anterior (este) me voy a atrever a decir algo sobre la gestación subrogada.

Primero, algunos que considero que son malos argumentos (algunos son malos en general, otros serán malos si se usan como principios absolutos sin apoyarse en otros).

1. Malos argumentos a favor

1(i) «Es un contrato entre personas libres».

Es mal argumento porque aceptamos que algunos contratos no deben hacerse. P.e., no está permitido venderse uno mismo como esclavo. También, porque afecta al futuro hijo.

1(ii) «Si permitimos que una madre aborte, debemos permitir que pueda vender a la niña».

Es mala analogía porque no es cierto que se permita abortar en cualquier momento del embarazo.

1(iii) «Si la mujer tiene derecho a su cuerpo, puede alquilar su útero».

Es malo porque, igual que en 1(ii) ese derecho no es total y porque, como en 1(i), afecta al futuro hijo.

1(iv) «Si permitimos la adopción, a pesar de los problemas psicológicos de las niñas adoptadas, también debemos permitir la subrogación».

El niño adoptado ya ha sido abandonado y la adopción corrige eso. En la subrogación los padres contratan el abandono. Es mala analogía.

2. Malos argumentos en contra 2(i) «Se está comprando una niña». Se puede argumentar igual cuando se adopta un niño a cambio de dinero, y eso es algo ampliamente aceptado.

2(ii) «Va en contra de la dignidad humana».

Cada quien puede entender la dignidad humana a su manera. Si ambas partes no ven problema (y la futura hija, tampoco), el argumento será una imposición de creencias propias en los demás.

2(iii) «La madre gestante es pobre y no tiene libertad para decir que no».

Ese argumento podría aplicarse para impedir que los pobres tengan muchos trabajos que no tenemos inconveniente que acepten.

3. ¿Cuáles serían buenos argumentos? Aquellos que tuvieran en cuenta todo lo que no tiene en cuenta cada uno de los argumentos incompletos anteriores y que necesita responder a preguntas como:

3(i) ¿Conoce la madre gestante todas las implicaciones físicas y psicológicas de la gestación subrogada?

Que una joven de 18 años no tenga información suficiente sobre las implicaciones de prostituirse es un buen argumento contra la prostitución (en edades tempranas).

No hay contradicción en negar subsidios por rechazar trabajos de dependienta, encuestador,… y no hacerlo por rechazar trabajos de prostituta, actor porno o vientre de alquiler. Esto indica que nadie (o poca gente) piensa que es un contrato/trabajo como otro cualquiera.

3(ii) ¿Sabemos las implicaciones psicológicas en los niños de gestación subrogada.

Si las hay, será un buen argumento el querer evitarlas.

3(iii) ¿Implica el permitir la gestación subrogada el que se tomen menos medidas contra la pobreza? (¿Para qué? Las mujeres pobres siempre pueden alquilar su vientre.) Argumentos parecidos pueden darse para la venta de órganos. A la mayoría nos repugna una distopía donde los pobres se ven forzados a estas cosas. ¿La gestación subrogada lo favorece? ¿Es una exageración decir que empezamos así y acabamos en la distopía? ¿Aceptamos que, de vez en cuando, alguna lo haga mientras no sea general?

4. Mi conclusión

A mi entender, estas son las preguntas a las que hay que dar respuesta. Ante ellas, las otras consideraciones apuntadas en los malos argumentos me parecen retóricas y no sustanciales. No me sé las respuestas. Estoy abierto a ver datos, aunque creo que no tendremos muchos todavía. A la espera de tenerlos, de momento me decanto por no permitirla, que es la decisión de menor riesgo.

sábado, 25 de marzo de 2023

Sobre Sapiens, el libro de Harari

Hace un tiempo tuití sobre el libro Sapiens, de Harari. Recojo el hilo para que no se me pierda. Es de estos libros explicatodo, de los que hablé en alguna ocasión. Confieso que lo leí solo porque me lo regalaron por Reyes, no porque estuviera en mi lista de lecturas. Ya sé que voy con años de retraso, pero aquí van mis impresiones. No todas, solo 20.

1. El libro es un excelente resumen de la historia de la humanidad, con sus restricciones y motivaciones.

2. La parte descriptiva se corresponde, hasta donde sé, con las últimas investigaciones.

3. En lo que toca a las motivaciones de los Sapiens (así nos llama a los especímenes del Homo sapiens), Harari hace hincapié en la fuerza de las ideas.

4. Las ideas son fruto de la imaginación de los Sapiens. Todas: religiones, ideologías, artes y ciencias, entre otras.

5. Las ideas que prevalecen en una sociedad en una época explican muchas de las acciones tomadas en esa sociedad.

6. No objeto eso, pero echo en falta alguna discusión sobre el carácter de las distintas ideas.

7. Primer ejemplo: los dioses y el dinero son ideas y, ciertamente, mueven voluntades. Sin embargo, dios solo está en la mente y no es cierto que el dinero esté solo en la mente.

8. Una vez pensada y aceptada la idea de que tal cosa es dinero, esta responde objetivamente a la idea que se tenía. Eso no pasa con los dioses. Mientras los Sapiens creían en que tal cosa era dinero, efectivamente lo era. Cuando creían en tal dios, ese dios no era.

9. Puede que para algunas cosas la diferencia no sea importante, pero para otras sí lo será. ¿No hay una tendencia en la historia presente a que prevalezcan unas sobre otras?

10. Segundo ejemplo: las distintas ideologías. Leyendo a Harari parece que todo es elegir entre ellas según nuestro gusto si es que tal cosa podemos hacer; o aceptarlas como parte de nuestra cultura si nos hemos adoctrinado en ellas.

11. No hay ni un párrafo para discutir posibles diferencias en cuanto a su coherencia con la realidad, en cuanto a las contradicciones sociales que generan o cualquier otra diferencia de interés. ¿Carece esto de importancia para describir por qué estamos donde estamos?

12. Tercer ejemplo: la ciencia. Mi objeción es como las anteriores, pero todavía más marcada.

13. ¿Importan estas diferencias para el discurso de Harari? Creo que sí. Como he dicho, es cierto que la creencia en una religión frente a la ciencia pueda generar dinámicas sociales que no dependen de la verdad de una u otra; pero habrá otras dinámicas que sí dependan de ello.

14. No solo eso. En el final del libro y a la luz de todo el poder tecnológico, científico, político, etc. que hemos conseguido los Sapiens, Harari nos propone como cuestión principal no el qué queremos hacer con todo ello, sino el qué queremos querer.

15. Es decir, tenemos que plantearnos bien las preferencias antes de seguirlas. Por ejemplo, cuánto de conectados queremos estar con nuestras emociones biológicas.

16. Pues bien, para esto último importa todavía más el distinguir las distintas características de las ideas.

17. P.ej.: algunas ideologías dan lugar a sociedades donde es difícil un debate sobre lo que queremos, mientras que otras permiten que afloren las querencias, se discuta sobre ellas, sus limitaciones, contradicciones y las restricciones tecnológicas, científicas y de toda índole.

18. Es decir, siguiendo la lógica de Harari, la pregunta a la que llevaría haber hecho estas distinciones no sería qué queremos querer, ya que eso no lo sabemos, sino, en qué tipo de sociedad, con qué ideologías, se llevará a cabo ese debate.

19. Y esa, señoras y señores, es la pregunta que creo debe hacerse.

20. Y la respuesta no es elegir entre las ideologías según me gustan o me adoctrinan, sino según sus propiedades más objetivables respecto a si permiten o no el debate.