Otro aspecto importante que tener en cuenta es la diferencia entre los riesgos reales y los percibidos. Los individuos reaccionan frente a los riesgos percibidos, de manera que es importante entender cómo se forma esta percepción. En general hay poca evidencia de correlaciones entre los riesgos percibidos y los reales, y solo hay alguna percepción acertada en los casos de jóvenes criminalmente activos. La literatura también ha tendido a encontrar evidencia robusta sobre el hecho de que las percepciones de riesgo son sensibles a la experiencia personal (personas que han sido arrestadas o que tienen conocidos que lo han sido). El público en general, así como los delincuentes ocasionales, tienden a sobreestimar el riesgo de ser detenidos y ajustan sus percepciones a la baja según delinquen más y reconocen que ese riesgo es menor que el que primeramente estimaban.
Todas estas apreciaciones y muchas más son importantes a la hora de analizar e interpretar los datos empíricos. Se pueden establecer tres conclusiones tras la revisión de la literatura. En palabras de los autores:
“Primero, hay una fuerte evidencia de que el crimen responde a incrementos en los efectivos policiales y a las maneras en que se reasignan estos efectivos. Con respecto al número de efectivos, la mejor hipótesis, a nuestro juicio, es que la elasticidad del crimen violento y contra la propiedad respecto a la cantidad de policías es aproximadamente -0,4 y -0,2 respectivamente (porcentaje que en que disminuye ese tipo de delitos ante un incremento del 1% en la dotación de la policía). El grado en que estos efectos se deben a la disuasión y no al hacer imposible el delito es una cuestión abierta, aunque el análisis de las tasas de detenciones sugiere el papel de la disuasión (Levitt 1998, [4] y Owens 2013 [5]). Con respecto a la reasignación de los efectivos, la investigación experimental sobre el despliegue en lugares de concentración de delitos y los esfuerzos centrados en la disuasión han llevado en algunos casos a un descenso remarcable en los delitos, un hecho que puede ser atribuido a la visibilidad de esas acciones.
Segundo, aun cuando la evidencia a favor de un vínculo entre el crimen y el castigo generalmente muestra un efecto de disuasión relativamente pequeño, parece que hay más evidencia de un efecto de disuasión más importante inducido por políticas que se centran en un aumento de penas a delincuentes específicos. Esto se ve en el efecto de la ley three-strikes (tres faltas) de California sobre el comportamiento de los delincuentes con dos faltas (véase Hellandand y Tabarrok 2007 [6]) y en el comportamiento de los delincuentes a los que se les aplicó el perdón en Italia (Drago et al. 2009 [7]). Por otra parte, mientras que la elasticidad del crimen con respecto a la duración de la sentencia parece ser grande en el caso italiano, es pequeña en el caso de California.
Finalmente, hay una clara y fuerte evidencia, en general, de una relación entre las condiciones laborales locales, medidas según la tasa de desempleo o el salario, y el crimen. A pesar de que es difícil que estos efectos se vean enmascarados por los efectos de incapacitación, pueden estar mostrando respuestas debidas a otros efectos distintos de la disuasión. Más aún, no parece claro que acceder al empleo sea una disuasión entre los individuos con una vida criminal más productiva.”
El trabajo termina con algunas reflexiones sobre cómo desarrollar modelos teóricos que tengan en cuenta la literatura empírica. El aspecto más importante es acerca de la hipótesis que explica mejor por qué el crimen responde más a la probabilidad p que al coste f. Una primera explicación está en la línea de lo apuntado anteriormente, con castigos que llevan su tiempo para ser efectivos (desde el momento del delito hasta el del castigo). Además de la inclusión de la impaciencia, hay modelos alternativos de preferencias temporales que llevan a una mayor respuesta frente a p, como las preferencias con descuento hiperbólico, como muestra la literatura de la economía del comportamiento. Además del castigo legal, los delincuentes que son detenidos, sufren del estigma social. A medida que los individuos acumulan un historial criminal más largo, el estigma de ser etiquetado como “criminal” puede perder su efectividad y no representar una componente del coste de cometer un crimen. Así, en la medida que una proporción alta del crimen sea cometida por delincuentes reincidentes, el crimen sería más sensible a la probabilidad de detención que a la severidad de la sanción, puesto que los reincidentes ya han pagado el coste informal asociado con ser considerado un criminal. Una extensión final que merece ser discutida puede encontrarse en Durlauf y Nagin (2011) [8], y se sigue de la tendencia que tienen los individuos a sobreestimar la probabilidad de sucesos raros. En un mundo en el que la probabilidad percibida de ser detenido es muy baja, incluso cambios pequeños en esa percepción puede tener grandes efectos, con la capacidad potencial de racionalizar grandes cambios en el comportamiento ante el aumento de presencia policial en determinados lugares y a la publicidad encaminada a la disuasión.
Referencias:
4. Levitt, S.D. 1998. Juvenile Crime and Punishment. Journal of Political Economy 106 (6), 1156–85.
5. Owens, E.G. 2013. COPS and Cuffs. En Lessons from the Economics of Crime: What Reduces Offending?, edited by Philip J. Cook, Stephen Machin, Olivier Marie, y Giovanni Mastrobuoni, 17–44. Cambridge, MA y Londres: MIT Press.
6. Helland, E., y Tabarrok, A. 2007. Does Three Strikes Deter? A Nonparametric Estimation. Journal of Human Resources 42 (2), 309–30.
7. Drago, F.; Galbiati, R., y Vertova, P. 2009. The Deterrent Effects of Prison: Evidence from a Natural Experiment. Journal of Political Economy 117 (2), 257–80.
8. Durlauf, S.N., y Nagin D.S. 2011. Imprisonment and Crime: Can Both Be Reduced? Criminology and Public Policy 10 (1), 13–54.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hace cinco años en el blog: Economistas contra la crisis y el hombre de paja.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
el budismo trabaja sobretodo cn la compasion-empatia y el aquiahora asertividad fluir en las evidencias de la realidad
ResponderEliminara traves d la meditacion = pedagogia respeto etc :
seria una maravilla qe pudieramos traspasar nuestro ego programado para reacionar agresivamente en casos innecesarios
y conseguir que una persona agresiva se calmase solo cn palabras...