sábado, 5 de noviembre de 2016

La economía tras el piso de Espinar


Hemos leído la noticia del piso de Espinar. Hemos leído sobre la ética del asunto y sobre sus ajustes al derecho y a la coherencia política (aquí, por ejemplo). Pero no hemos leído, por lo menos yo, sobre el trasunto económico del caso. Para eso está este bloguero, tu economista escéptico de cabecera.

La cuestión es la siguiente:
  1. Hay gente necesitada de una vivienda.
  2. Los poderes públicos deciden subvencionar la compra de vivienda a quien cumpla ciertos criterios.
  3. Una persona cumple los criterios, compra la vivienda subvencionada, y luego la vende, ganando en el camino.
¿Hay algo de malo en todo ello desde el punto de vista económico? El moral lo dejo para cada uno y el legal para los juristas.

Con la subvención de la vivienda se quiere avanzar en el compromiso constitucional de garantizar una vivienda a cada ciudadano. Si alguien no puede pagarla, se le ayuda. El economista no se mete en qué fines quiera establecer una sociedad, sino en los medios económicos adecuados para estos fines. ¿Por qué subvencionar una vivienda en lugar de dar el dinero de la subvención para que se gaste en lo que quiera el ciudadano? Si el ciudadano se lo gasta en otra cosa será porque juzga que esa otra cosa es todavía más perentoria que la vivienda. El dinero puede estar mejor empleado en completar una educación si lo de vivir bajo techo se arregla con la casa de los padres o compartiendo un piso de alquiler entre unos cuantos. Si queríamos subvencionar la vivienda por ser un bien de primera necesidad, ¿no subvencionaríamos algo que según el propio ciudadano es de más necesidad todavía?

Hay varias bifurcaciones en esta cuestión. La primera sería decir que no, que el ciudadano no sabe bien lo que quiere, y que se lo gastará en vino, y que nuestro paternalismo nos impide darle esa libertad. Mi ejemplo favorito es el de los ejidatarios tras la Revolución Mexicana a quienes se dio tierra, pero no libertad para negociar con ella. Sin poder venderla, este recurso valía menos e impedía que los campesinos medrasen vendiendo la tierra para invertir en algo más productivo, como un negocio o la educación de sus hijos. Al Estado no le cuesta ni más ni menos el dar esa parcela con o sin el derecho a venderla, como a la Comunidad de Madrid no le cuesta más ni menos la subvención al piso si posteriormente se vende con lucro o no.

La segunda bifurcación tiene que ver con la identificación de quien necesita el bien meritorio, la vivienda en este caso. Si los poderes públicos pudieran identificar correctamente quién necesita la vivienda según su ideario, no debería haber ningún problema con otorgarle completa libertad para que hiciera lo que tuviere a bien con ella. Pero eso no siempre es posible. En la adjudicación de las viviendas los poderes públicos establecen una serie de requisitos que solo acotan el colectivo objeto del programa de ayudas de manera aproximada. Si hemos acotado bien, es la idea, pocos preferirán un uso distinto que el habitarla. En los casos que hemos acotado mal prevalecerá en mayor abundancia el incentivo al otro uso. Para desanimar a estos últimos se limita la disponibilidad de esa propiedad para su posterior venta.

Una buena regulación del programa de viviendas deberá sopesar todo lo anterior. No voy a entrar en si el actual al que se acogió Espinar es el mejor posible (respuesta: a mi juicio, no), sino en que el programa tiene unos objetivos y una reglamentación que solo de manera aproximada consigue el objetivo. Habrá huecos y habrá quien se cuele en los huecos del reglamento.

La Economía está para ayudar a diseñar un sistema mejor y para prever las consecuencias de tener un sistema u otro. Con el actual tenemos la consecuencia que ya hemos visto.

La Economía también está para ayudar a entender en dónde poner responsabilidades y atinar en la coherencia de las consideraciones éticas y legales. Por ejemplo, se ha dicho que la acción de Espinar al vender su vivienda y lucrarse (no mucho, la verdad) es inmoral en sí misma. Creo haber argumentado que no lo es, que una presunta inmoralidad únicamente debería sustentarse en el hecho de si había accedido o no a la vivienda subvencionada cuando no la necesitaba (y otros la necesitaban más que él, según el criterio moral que subyace al programa de subvenciones), más aún si es un político que como todo político (y no solo los de la nueva política) debe parecer honrado además de serlo. No digo nada si se ha accedido de manera fraudulenta o si se han dicho mentiras, porque ahí no habría debate.

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Hace cinco años en el blog: Problemas existenciales.
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10 comentarios:

  1. Dicen que no está bien según el código ético de Podemos, y aparte señalan que también decía en un vídeo que las viviendas protegidas"no están para venderse". El primer argumento está bien si la ética de Podemos es la comunista/escolástica, según la cual no está bien tener un beneficio. El segundo no, porque según parece no lo compró pensando en venderlo, así que no hay incoherencia por su parte.
    Estoy de acuerdo contigo en que el problema moral sería el de que dejase a alguien sin vivienda, pero eso no ocurrió porque según se terminó de construir se puso a la venta. Sí es posible que alguien quedase sin vivienda porque en el momento de venderla el precio era más elevado, pero no es su culpa porque como digo pensaba habitarla.
    Se ha sacado todo de quicio la verdad.
    (No soy de Podemos ni amigo de Espinar)

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    1. Como he dicho en la entrada, no me interesaba en este momento hablar de la coherencia moral de Espinar, sino de la coherencia entre el propósito del programa y su resultado. Si Espinar no entraba dentro de ese propósito (en la letra sí lo hacía, pero tal vez no en el espíritu de la ley, por usar el leguaje de los juristas) entonces el aprovecharse durante varios años de la vivienda y después de la plusvalía al venderla sí que ha disminuido los beneficios de quien sí pudiera haberse beneficiado según letra y espíritu.

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    2. La vivienda era del 15% que la empresa constructora podía vender discrecionalmente al precio tasado (sin concurso de adjudicación) con un único requisito: no sobrepasar el límite de ingresos (y supongo que ser mayor de edad). Estaba aún peor diseñado que el resto del programa. Es previsible quién va a ser el beneficiario de un programa discrecional a voluntad de una constructora. Milagro sería que no hubiera más compras estilo Espinar.

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    3. Bueno, el tío no tenía ingresos, eso parece claro. En principio que un joven sin ingresos tenga acceso a la vivienda es la idea, y si después no podía pagarla y la vende permite acceder a otros a ella. Claro, no al mismo precio pero eso no sé en base a qué criterios lo fijan.
      El tema no es ese, es que al ser precios artificiales se genera este tipo de plusvalía y peor: gente que pide decenas de miles de euros en negro por venderla.
      Así que sí, el programa es malo, muy malo. Y estoy de acuerdo en que lo del 15% apesta un poco.

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  2. Existían los derecho de tanteo y retracto, ¿por qué no se ejercieron? Me resulta especialmente curioso el caso de la Cooperativa que, según declaraciones de gente pro-Espinar, era titular, al igual que la Administración de ambos derechos.
    ¿La crisis?

    Cascarilleiro

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    1. Para responder a eso y sacar conclusiones hay que conocer detalles que no tenemos. Yo, no, por lo menos.

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  3. El caso de Espinar es un caso paradigmático. Es lo que le ha pasado a millones de españoles: el tsunami del 2008 le pilló hipotecado. ¿Cuánta gente, particulares y negocios, les pilló la caída del sistema financiero internacional endeudados? ¿Podemos culpar a estos de no haber previsto un evento macro internacional?

    Es la historia de una generación perdida que en 2007 pensaba: "que alquilar es tirar el dinero", "que después de licenciarse en unos años sería algo más que mileuristas" etc... todo eso se esfumó de golpe con la crisis.

    No creo que tuviera intención de especular por varios motivos:
    1-Una casa de 60 m2 en Alcobendas parece un proyecto no demasiado ambicioso para alguien joven.
    2-La cooperativa pone muy difícil vender. Necesitas permiso especial que solo dan en caso de estar desesperado.
    3-Precio de Venta tasado, asumes el riesgo con muy poco margen de posible beneficio, que no depende de ti.
    4-No aceptó dinero en negro, según cuenta el comprador.

    Él tuvo suerte de poderse salir, conozco unos cuantos que lo han pasado canutas (separaciones, paro, cierres de negocio, etc.) Es muy probable que muchos de su generación no tengan una casa de propiedad en su vida.

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  4. Aunque no sea muy ortodoxo, usaré un paralelismo para comentar el caso. Y comentaré solo en referencia al sistema que ha permitido el caso Espinar, porque es eso precisamente lo que cuestiona la entrada, a saber, la idoneidad de la estructura que está detrás de este ... ¿escándalo?

    Supongamos un estado que decide ayudar económicamente a la educación de niños provenientes de familias con pocos recursos económicos, y les dan una subvención para material escolar.

    La subvención se da con mucha anticipación, y algunos libros se compran con tiempo de sobra, de manera que cuando llega la hora de matricular a los niños, la situación económica de los padres ha cambiado a peor. Y como la ayuda era eso, una ayuda, no cubre todo. Así que resulta que los padres no pueden hacerse cargo de todo lo que implica seguir gastando en matrículas y material escolar (gastos de transporte, comedor escolar y sobre todo, dejar de ingresar por lo que trabajan los niños en el mercado ambulante en donde los emplean).

    Llegados a este punto, el sistema permite que los padres vendan los libros que ya han pagado. Pero para que nadie use la picaresca con este tipo de subvenciones, les pone un límite al cual pueden vender los libros.

    Si se diese el caso, como se da con la hipoteca, de que los libros suben de precio pasados unos años, el estado también aumentaría las ayudas para los nuevos solicitantes. Así que el estado está en la dicotomía de elegir el precio máximo, o es el precio original, o es el precio actual (o por el precio de la ayuda que dan en el presente).

    Si permiten que los libros se vendan únicamente por el precio original, estarán ante una paradoja, y es que queriendo ayudar a gente pocos recursos, el hecho de que se hagan todavía más pobres de lo que eran cuando solicitaron la ayuda, les limita su capacidad de vender algo de su propiedad con precios actualizados, y todo por la única razón de evitar el fraude de los pícaros. Es decir, hacen pagar a los más necesitados por las astucias de otros más espabilados (aunque soy consciente de que ambas categorias se mezclan habitualmente).

    Si por el contrario se establece el límite máximo en el precio actual de los libros (o el precio actual de la ayuda), los afectados podrían desprenderse de los libros sin ser penalizados por un precio antiguo, pero se estaría estimulando la picaresca, porque nadie sabe realmente hasta qué punto es verdad si la familia ha sido víctima de la crisis o si conocía la argucia y se ha querido llevar un pellizco.

    Debido a esa dificultad, la de acotar el bien meritorio, yo como Estado, no dejaría de estudiar mejoras, pero no por ello me conformaría con un sistema que puede encerrar la paradoja de fastidiar a quine pretendo ayudar. De la misma manera que un sistema penal garantista deja en libertad a cien criminales antes de encerrar a un inocente, creo que el estado debería dar garantías de que sus ayudas no supongan una losa para los más necesitados, aún a riesgo de que algunos pillos, se sepan aprovechar del mismo.

    Si Espinar era un necesitado en su momento, que después no pudo mantener las cuotas de hipoteca, o si era un pillo desde un principio que había calculado toda la operación para sacar un beneficio del asunto, es asunto que nunca sabremos a ciencia cierta. Y, por eso, ante la duda, el sistema debe defenderlo no penalizarlo.

    En mi opinión yo creo que Espinar no fue un pillo en este caso. Al fin y al cabo, los pillastres que maquinan operaciones de este tipo, no montan todo esto para rapiñar 20000 eur... y si lo hacen, se esperan un poco a que suban los precios, y ganan más. Y el contexto del país te da para pensar que es más que posible que la gente de pocos recursos se meta en hipotecas de VPO (o similares) y que con la crisis se vea incapaz de seguir adelante porque las ayudas les sean insuficientes, o sus poderes adquisitivos hayan bajado.

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  5. En cuanto a si el Estado debería dar simplemente la ayuda económica, y dejar libertad al individuo para que haga lo que quiera con ella, no me parece bien.

    Lo ideal es que cuando pagamos impuestos, pudiéramos delimitar en qué se van a emplear. Lo hacemos en teoria, al aprobar los presupuestos del estado, vía parlamento. Y el control del gasto presupuestario también deja mucho que desear. Pero el sistema no da para mucho más, si fuésemos un pequeño pueblo, todos sabríamos en que se gastan nuestros impuestos, e incluso podríamos vetar ciertos impuestos (con el arma de doble filo de que podríamos objetar a contribuciones justas de minorías que lo necesitan o de causas bélicas que nos parecen injustas).

    Pues bien, eso sería lo ideal, y si no se hace no es porque la teoría lo dicte, sino porque la práctica lo impide. Ahora bien, ¿qué impide que el estado haga lo mismo desde arriba hacia abajo? ¿Por qué habría de dejar en manos del individuo algo que el resto de individuos quiere que se gaste de una determinada manera? Si se puede hacer que la ejecución sea consecuente con la idea que generó la ayuda, a mi me parece bien que se limite la libertad de gastar, fuera de las intenciones y los límites para los que se idearon las ayudas. Ahora bien, si vienen situaciones sobrevenidas, hay que agudizar el ingenio para que las ayudas no sean un burocrático picotazo en las cabezas de quienes se pretendía ayudar.

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