sábado, 30 de junio de 2012

Sobre el nacionalismo (3)


Que uno esté contra el nacionalismo, entendido como ideología que parte de esencialismos a priori, no quiere decir que acepte cualquier argumento antinacionalista. (Aquí y aquí he hablado de ello). Por ejemplo, uno de los argumentos más repetidos contra el nacionalismo me parece uno de los más errados. Se trata de ese que dice que uno nace por casualidad en un pueblo y que, por tanto, preferir en algún sentido ese pueblo, o esa identificación con ese pueblo es un acto irracional.

Es errado porque lo mismo podríamos decir que nacemos por casualidad en el seno de una familia y que, por tanto, identificarnos con ella o querer a nuestros padres es también un acto irracional. De haber algo de cierto en la conclusión cuando se trata de un pueblo y que no lo es cuando se trata de la familia implicaría que nos faltan premisas en el primer argumento, pues solo con la así expuesta no podemos llegar a esa conclusión.

Yo no veo nada irracional en identificarse en alguna medida con las idiosincrasias de un pueblo, como no lo hay en sentirse a gusto en el grupo de amigos en los que, también por casualidad, aunque con gran parte de elección, hemos caído (entiéndase esto de manera muy laxa, el pueblo puede ser eso, un pueblo, una ciudad, un clan, una tribu, un país, una nación, una tierra chica o patria provinciana,... y la identificación puede tener muchos niveles). Al fin y al cabo, le pasa a la mayoría de la gente y, mientras no se use para ejercer de chovinista o xenófobo, no tiene por qué ser nada malo.

Pero igual que no hay nada irracional en lo primero, tampoco hay nada irracional que otras personas tengan más limitado (o tal vez debería decir más ampliado) ese sentido de identificación. Hay quien se siente más identificado con todo el género humano, con la gente de los países por los que ha viajado, con una ciudad donde por cuestiones de trabajo le ha tocado vivir, y así podemos seguir con una variada casuística. Pessoa decía que su patria era la lengua portuguesa, conozco gente que se identifica con la vida universitaria y se siente en su casa en cualquier universidad del mundo (reconozco que soy un poco así).

Las divisiones territoriales y los distintos grados de gobierno con sus distintas competencias deberán ir en la dirección de compaginar todas estas maneras de sentirse en el mundo. Durante un buen rato todavía seguiremos teniendo naciones estado, con organizaciones supra e infra estatales y con algunos casos de fusiones o separaciones de territorios dentro de estos estados. Lo importante es que huyamos de pretensiones de hacer homogéneos los territorios en sentidos que no aceptan las distintas identificaciones que libremente puedan tener los individuos que los componen.

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11 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con tu planteamiento en esta entrada. No es malo que alguien se sienta identificado con un Estado o con otra comunidad dentro de ese Estado. El problema surge cuando una ideología política utiliza ese sentimiento de pertenencia para enfrentarnos con nuestros vecinos o para conseguir réditos políticos. Uno de los muchos problemas del nacionalismo es que no acepta la pluralidad dentro de su "nación". En ella todos tienen que tener la misma lengua o identidad para no ser considerados extraños o incluso enemigos. Un saludo.

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  2. En efecto, eso es así. Es decir, hay muchos nacionalismos agresivos o muy agresivos. Para una parte de la humanidad Occidente es el demonio culpable de todos sus males (otra cosa es que el origen de esta situación esté en acciones de Occidente). Aquí mismo en España hay muchos ejemplos, ¿os acordais de aquello de "Apadrina a un niño extremeño por 1000 euros"? Entonces, es obvio que algo hay que hacer, y mucho que hablar...Saludos, JRM.

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  3. Roberto Augusto:
    ¿Y por qué es un problema que un sentimiento de pertenencia sea utilizado por una ideología política para obtener objetivos políticos? Deduzco de lo que dices que en tanto ese sentimiento se mantenga en un estatus de "sano regionalismo", no hay pega que oponer, pero si es la base sobre la que fundamentar un proyecto político, entonces sí. Pues no lo veo, la verdad, aunque quizás debiera.
    Saludos.
    P.S.: Aclaro, para que no haya dudas, que mucha gente opina que soy nacionalista aunque yo opino que no lo soy. Mi patria es un triángulo delimitado por Lisboa, Finisterre e Izaba, y su principal fundamento principal (que no único) es la comida.

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  4. Todos:

    Creo que Juan Ignacio ha planteado algo de interés. Un partido, una ideología, usa el sentimiento de solidaridad o de individualidad para sacar rendimientos políticos proponiendo un plan nacional de salud u oponiéndose a él. Este es un juego legítimo. ¿No lo es también en el caso de los sentimientos de identidad? Roberto dice claramente que no, si es para fomentar enfrentamientos, algo en lo que estaremos todos de acuerdo. Pero habrá más usos que este.

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  5. El problema está en que el nacionalismo fundamenta su proyecto en una “nación” que no existe. Crea una entidad ideal que no expresa la complejidad y la pluralidad de la comunidad de referencia, sino que elige unos rasgos y olvida otros. El nacionalismo es, además, una ideología que destruye la pluralidad cultural dentro de su “nación” y contribuye a un enfrentamiento artificial entre las personas. Por ejemplo: para el nacionalismo español “España” se identifica necesariamente con el castellano, lo que ha llevado a este nacionalismo a querer eliminar o a arrinconar a las demás lenguas españolas. Los nacionalistas españoles son incapaces de comprender que se puede ser un “buen” español hablando otras lenguas. Este problema lo tienen casi todos los nacionalismos en mayor o menor medida.

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    1. Bueno, yo, que soy castellano, diría que en el nacionalismo español "España" se identifica con el "español". Por eso, en los nacionalistas catalán y vasco se tiene (por una parte) un sentimiento "antiespañol", sin duda eso suena mucho más familair que "anticastellano". Saludos, jrm.

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    2. "Los nacionalistas españoles son incapaces de comprender que se puede ser un “buen” español hablando otras lenguas."

      Suele ser un buen test para detectar nacionalistas españoles.

      "sin duda eso suena mucho más familair que "anticastellano""

      Tengo un colega castellano que se siente incómodo cuando va al País Vasco (a visitar familiares a un pueblo). Le digo que se presente como castellano comunero. Así sentiría bienvenido y celebrado. Cosas nacionalistas.

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  6. Que la nación exista o no depende de cómo se defina nación. A los efectos, se puede prescindir del término nación y utilizar el término pueblo, que tiene, por otro lado, uso constitucional y, en el caso vasco al menos, estatutario. Y se puede defender un proyecto político que consista en otorgar a ese pueblo rango nacional en términos políticos. Y eso no implica necesariamente, -aunque a menudo así haya sido y pueda seguir siendo-, que se pretenda acabar con la pluralidad de la comunidad de referencia (el pueblo al que me he referido antes).

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  7. A tenor de las intervenciones se infiere pues que el nacionalismo español no es nacionalismo y que, por tanto, merece más respeto que los que no tienen estado? O sea que los nacionalismos con estado están más legitimados (a lo tonto esos estados existían cuando lo de Gaia) Los partidos políticos usan el nacionalismo para "sus fines" o han nacido partidos políticos con la idea de expresar el sentimiento nacionalista de un grupo de ciudadanos? La independencia de los territorios tiene que pasar, necesariamente, por ese nacionalismo denostado, o podemos ver el nacionalismo como la herramienta que dota un territorio con una coherencia histórica, económica y lingüística y que puede reclamar su autogestión? Porqué el sentimiento de pertinencia es adecuado cuando es del nacionalismo "legal" e inadecuado cuando es del que se reivindica?

    Nada, que son preguntas que se me van ocurriendo leyéndoos.

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    1. Clidice:

      Creo que nada de lo dicho en los comentarios hace pensar que algunos nacionalismos tengan más o menos respeto que otros. No sé si estamos empleando todos la palabra nacionalismo en el mismo sentido. Yo estoy barajando la acepción que incluye esencialismos (según la cual existe una nación pre-definida, sea española, vasca o apache), no la que pudiera restringirse a normalizaciones lingüísticas democráticas, p.e.)

      Aquí hay una discusión muy interesante que habla de estas sutilezas en torno a los derechos de naciones con y sin estado que seguro que te gusta (yo estoy bastante de acuerdo). Es un poco larga, pero merece la pena llegar hasta el final, donde se resumen cuatro consecuencias extrañas de un tipo de discurso que no es aparentemente nacionalista (español), pero cuyas consecuencias lo evidencian como tal:

      http://juan.urrutiaelejalde.org/espana-como-pronombre-reflexivo/

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  8. Sólo eran preguntas, con la edad me voy quedando con ellas, que las respuestas siempre resultan insatisfactorias. Mi queja, si es tal, es que una vez puesto en un caso práctico, la discusión empieza a resultar imposible. Una cosa es hablar de un mundo sin fronteras, de las fronteras de los kurdos, o del ombligo de las tortugas de Madagascar, otra empezar a trabajar el territorio. Leído el artículo de Urrutia, se me ocurre aquello de "dígale tomates pero ...". No me importaria apostar por un estado similar a Suiza o a los EEUU, lo malo es que eso implica reconocer la igualdad entre partes y ahí es donde topamos con el escollo principal. Aunque bueno, sintiéndonos unos cuantos como contribuyentes de primera, ciudadanos de segunda, en un país de tercera, será muy difícil encontrar un punto coincidente. Por cierto, que la cosa no viene de ahora. :)

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